No hay garantías de que China sea la primera potencia global

    Al principio de la crisis del Covid 19, cuando el país asiático logró controlar las infecciones y mantener el crecimiento –aun cuando Estados Unidos sufría cientos de miles de muertes y una aplastante recesión–, muchos se sentían inclinados a creerlo. Pero en los últimos meses, una recuperación norteamericana insólitamente acelerada demostró que sigue habiendo mucha incertidumbre sobre el momento de esa transición y la duda de si alguna vez se producirá.

    En caso de que Xi logre las reformas que busca para aumentar el crecimiento y que el presidente norteamericano Joe Biden no pueda avanzar con sus propuestas para renovar la estructura y ampliar la fuerza de trabajo, los pronósticos de Bloomberg Economics sugieren que para el año 2031 China podría adueñarse del primer puesto, ese mismo primer puesto que ocupó Estados Unidos durante más de un siglo.

    Ese resultado dista mucho de estar garantizado. La agenda de reformas de China ya está languideciendo; los aranceles y otras trabas al comercio están dificultando el acceso a los mercados globales y a las tecnologías avanzadas, mientras que los estímulos para contrarrestar la pandemia elevaron la deuda a niveles nunca vistos.

    El peor escenario para Xi es que China siguiera el mismo camino que Japón, también mencionado como posible contendiente de Estados Unidos antes de que se estancara treinta años atrás. Una combinación de fracasos reformistas, aislamiento internacional y crisis financiera podría detener a China antes de que llegue a la cima.

    Otra posibilidad –atractiva para los escépticos– si se exageran los datos oficiales del PBI, es que la brecha entre la primera y la segunda economía del mundo podría ser más grande de lo que se cree y que se cierre a menor ritmo.

     

    ¿China como número 1?

    El fracaso en las reformas, el aislamiento internacional y la crisis financiera podrían detener el ascenso de China.

    El informe de Bloomberg se refiere al nivel nominal en dólares del PBI, considerado ampliamente como la mejor medida de fortaleza económica. Sobre la medida alternativa de la paridad en el poder de compra, que toma en cuenta las diferencias en costo de vida y que suele ser usada para medir la calidad de vida, China ya anuncia que está en el primer puesto.

    En el largo plazo, tres factores determinan la tasa de crecimiento de una economía. El primero es el tamaño de la fuerza laboral. El segundo es el capital, desde fábricas hasta infraestructura vial y las redes de comunicación. Finalmente está la productividad o con cuánta eficacia se puden combinar los dos primeros. En cada una de estas áreas, China se encuentra ante un futuro incierto.

    La población china en contracción pesará sobre el crecimiento. En primer lugar está la fuerza laboral. Los números son claros: más trabajadores significan más crecimiento y menos trabajadores significan menos crecimiento. Aquí está el primer desafío de China. La baja fertilidad –herencia de la política de un solo hijo– significa que la población en edad de trabajar ya ha llegado a su pico. Si la fertilidad se mantiene baja, se calcula que se contraerá en más de 260 millones en los próximos 30 años, una caída de 28%.

    Consciente de los riesgos, China ha cambiado de rumbo. Aflojó los controles a la fertilidad. En 2016 el límite se elevó a dos hijos. Este año el gobierno anunció que permitía hasta tres hijos. Mientras tanto, los planes para elevar la edad de retiro podrían mantener más tiempo a los trabajadores de edad en sus empleos.

     

    Cambios jubilatorios

    Al extender la edad jubilatoria se podría compensar parcialmente la carga de una población envejecida.

    Aun en el caso de que las reformas triunfen le resultará difícil a China compensar el impacto de la carga demográfica. Y podrían no lograrlo. Las reglas no son lo único que impide que las familias tengan más hijos: también está el alto costo de cosas como casa y educación.

    El panorama para el gasto de capital no es tan oscuro –nadie espera que se reduzca el número de vías férreas o de robots para las fábricas o de las torres de 5G.

    Pero después de años de un enorme crecimiento de la inversión hay muchas señales de que está generando cada vez menos retornos. La sobre capacidad en la industria, los pueblos fantasma con edificios vacíos y las autopistas de seis carriles que atraviesan territorios rurales escasamente poblados, son todos ejemplos del problema.

    Los planificadores industriales de Beijing tienen su propio plan y China tiene un largo historial de reformas exitosas de crecimiento. China tiene hoy 50% de eficiencia frente a Estados Unidos en cuanto a combinar trabajo y capital. Tiene mucho por mejorar.