La historia del futuro – parte 3

La quinta generación de internet Un salto hacia el futuro La red móvil 5G no es simplemente una evolución de su predecesora 4G, sino que plantea un escenario diferente para la sociedad, ya que potencia la conexión entre las cosas, los sistemas de inteligencia artificial y la forma de comunicarnos. Por Martín Wessel (*) Domótica, autos conectados, telemedicina, y robótica son solo algunos ejemplos de las posibilidades que ya se están haciendo realidad en el país y en el mundo. Estas innovaciones derivan en una profunda transformación de los comportamientos, los hábitos y las dinámicas sociales de las personas y las organizaciones. Generan desafíos significativos para Telecom y para la industria, a través de la integración de todas las tecnologías como lo marca la convergencia. E implicarán, sin dudas, un gran impacto en la calidad de vida de los ciudadanos mediante el acceso a soluciones de medio ambiente, seguridad, transporte inteligente y salud, entre otras, logrando una mayor eficiencia de los servicios y recursos naturales. El estándar 5G es una evolución tecnológica de las redes móviles que favorece la IoT (Internet of Things) y favorecerá el desarrollo de aplicaciones muy solicitadas como los comandos de voz, el reconocimiento facial, el procesamiento de imágenes y vídeo en tiempo real e interfaces basadas en gestos. Con la red 5G podremos descargar una película en nuestro smartphone en menos de tres segundos; podremos ver desde el sofá de nuestra casa un partido del Barcelona como si estuviéramos en el Camp Nou; nuestro coche será capaz de detectar y navegar automáticamente salvando los obstáculos del camino; los médicos podrán realizar procedimientos quirúrgicos complejos utilizando robots de forma remota y desde la nube; las ciudades serán capaces de recopilar información en tiempo real omnipresente sobre el tráfico; y muchas cosas más que aún no podemos imaginar. Las tres características principales de esta tecnología están basadas en la disponibilidad de mayor ancho de banda (con velocidades de estándar de 1Gbps y picos de 15 Gbps), la extrema confiabilidad de la red con bajísima latencia, y la posibilidad de aumentar exponencialmente el número de dispositivos conectados (hasta un millón dispositivos por km2). Además de aumentar la velocidad, las redes 5G ofrecerán también una mayor capacidad, permitiendo que más usuarios y más dispositivos estén conectados al mismo tiempo. La infraestructura resultante hará que IoT sea escalable, con más de 20.800 millones de "cosas" –incluyendo edificios, automóviles, máquinas y electrodomésticos– que se espera que estén conectadas a la red para el momento en que 5G se estrene globalmente en 2020, frente a los 4.900 millones de 2015. ¿Cuándo llega a la Argentina? Han comenzado a hacerse algunos despliegues de 5G este año en Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y algunos otros países desarrollados. En Argentina aún no hay servicios que demanden las fantásticas capacidades de 5G, además de que ni en nuestro país ni en ningún otro de la región se ha asignado el espectro sobre el cual va a funcionar. Así que es lógico afirmar que hasta 2021 no habrá despliegues importantes de redes 5G en nuestro país. No obstante ello, y conscientes de que 5G es una tecnología muy disruptiva, en Telecom Argentina estamos hace un tiempo trabajando para que 5G sea una realidad cuando nuestro mercado lo necesite. Ya hemos evolucionado en la virtualización de todo nuestro Core, el corazón que controla la red; estamos trabajando en la actualización de toda nuestra red móvil con tecnología de última generación; y en la modernización de nuestra red de transporte, aquella que interconecta a todos los componentes de la red móvil, de manera que pueda soportar el enorme tráfico que ésta tendrá y con mínima latencia en términos técnicos. Y en nuestros laboratorios estamos ya probando la tecnología: en 2018 hicimos una demo con Nokia, mientras que este año abrimos al público una muestra de tenis virtual en 5G junto a Huawei en las ciudades de Buenos Aires y Córdoba. Y como uno de los pilares de la conectividad total de nuestra estrategia, estamos dando un paso más en la cadena de valor IOT. Como integrador de las soluciones, estamos posicionándonos no solo como proveedores de la conectividad de internet de las cosas, sino que estamos ofreciendo soluciones de valor, para empresas y para la familia conectada y las ciudades inteligentes. (*) Gerente de Evolución Tecnológica de Telecom Blockchain, más allá de las finanzas Tecnología que promete revolucionar la gestión Como su nombre lo indica, hace referencia a una cadena de bloques. ¿Qué queremos decir con esto? Hablamos de una secuencia de bloques de datos con un orden determinado, el cual es imposible de modificar. Por Manuel Fernández y Federico Fernández Olivero (*) Imaginemos tener una cadena metálica, cada eslabón está fijo y no se puede alterar el orden de los mismos sin romper la cadena. ¿Cómo hacemos entonces para que no se pueda modificar el orden de los bloques? Utilicemos el siguiente ejemplo: si tenemos una carpeta, cada hoja tiene información y el orden de la misma no se debiera alterar, comúnmente lo que se suele hacer es numerar las hojas. Ahora imaginemos que las hojas se colocan en distintas carpetas, pero igualmente quisiera seguir teniendo un orden, ¿cómo podemos hacer? La respuesta es simple: en el último renglón de cada hoja se coloca el resultado de la encriptación del resto del contenido de la hoja, y el primer renglón de la siguiente hoja posee este mismo dato. Entonces el orden queda dado en la continuidad de elementos. Lo mismo sucede con los bloques de datos, el primer dato del mismo hace referencia al bloque anterior, y el último dato hace referencia al bloque en sí mismo. Ahora bien, ¿qué ganamos al ordenar los datos de esta manera y no secuencialmente? Ganamos espacio, porque de esta manera no tenemos limitación en la cantidad de bloques que pueda tener la cadena, porque se pueden almacenar físicamente en lugares distintos. Si nos trasladamos nuevamente al ejemplo de la carpeta y las hojas, se puede ver de la siguiente manera, no tenemos limitación en la cantidad de hojas (bloques) que puedan tener las carpetas (cadenas). Máximo de seguridad En concreto, blockchain nos da la posibilidad de tener infinitas transacciones "secuencializadas" con la posibilidad de almacenar los datos en servidores distribuidos y con la capacidad de reconstruir la cadena en caso de que se extravíe algún bloque (o eslabón). Hay distintos mecanismos de encriptación que logran que en el primer renglón de cada bloque se almacene toda la información anterior. Esta característica convierte cualquier implementación de esta tecnología en algo seguro, ya que los datos son inalterables. Si se manipula un dato de un bloque cerrado, se modificará el último renglón y no coincidirá con el primer renglón del bloque siguiente. En el mundo de los negocios, blockchain se utiliza desde hace un tiempo considerable, porque con el correcto uso de esta tecnología se puede tener un seguimiento preciso de todo tipo de transacciones. Las criptomonedas, con bitcoin como mayor referente, fueron concebidas para poder tener una trazabilidad de cada transacción y de esta manera almacenar las operaciones en cadenas de bloques y así evitar el fraude. También se usa entre las empresas de seguros, como por ejemplo en las operaciones de recaudación o en el control preciso de la ejecución de contratos. IBM realizó una prueba piloto con A&G y Standard Chartered con éxito del primer contrato inteligente basado en blockchain para una póliza de seguros multinacional. A su vez, esta tecnología se utiliza cada vez más en transacciones comerciales, logrando tener control preciso sobre la cronología de las mismas. Por otro lado, especialistas como Agustín Cosenza, de Trendhouse, sostienen que blockchain se está incorporando en los sistemas de domótica (sistemas de automatización de espacios, como las casas) mediante el uso de estos bloques directamente en el hardware, logrando un nivel de seguridad ampliamente superior al que se pueda desarrollar mediante software. O incluso se está utilizando progresivamente en salud para el manejo de historias clínicas, ya que, al no poder modificar los bloques, se da seguridad a los pacientes sobre cualquier problema. Son innumerables la cantidad de usos que puede tener esta tecnología en nuestra vida. Y en su negocio, ¿cómo aplicaría blockchain? (*) Docentes de la Escuela de Negocios de la UCA y especialistas en liderazgo e innovación de negocios Un cambio de perspectiva Más poder al ciudadano La aparición de blockchain ha sido uno de los momentos tecnológicos más disruptivos de la última década. Pero hoy, además, parte de la comunidad comienza a entender que sus ventajas no se limitan al sector financiero. Por Julián Dunayevich (*) Si bien el origen de las cadenas de bloques está vinculado al surgimiento de las criptomonedas, sus características pueden ser fácilmente aprovechadas por los sectores más diversos ya que, en última instancia, blockchain es una tecnología centrada en garantizar confianza y transparencia, sin la necesidad de apoyarse en autoridades centrales. Esto lo logra debido a que, muy a grandes rasgos, funciona como un registro de datos online, o una bitácora digital, prácticamente incorruptible. En ella, solo se puede agregar nueva información pero nunca modificar o eliminar la existente sin que toda la comunidad involucrada se percate de ello. Además, en lugar de tener información centralizada en una sola computadora –y con unos pocos usuarios con capacidad de modificarla– una cadena de bloques está replicada a lo largo red de pares y se encuentra protegida por mecanismos criptográficos. Así, blockchain tiene una particularidad que hasta el momento no se daba en el mundo digital: es imposible que una persona, ni siquiera quienes almacenan una copia de la información, puedan alterar datos en la cadena de bloques. Esta arquitectura fue clave para que la comunidad confiara en bitcoin como un activo virtual sin el respaldo de un Banco Central, pero cada vez es más claro que puede desprenderse fácilmente del ámbito económico para pasar a ser un soporte cada vez más versátil para muchos procesos que, en su momento, nadie había imaginado. Ahora bien, más allá de que a escala internacional –e incluso en nuestro país– ya hay montones de iniciativas destinadas a explorar los aportes de blockchain, el terreno todavía es muy vasto. Y es aquí donde aparece el peligro de la futurología: el de un discurso acrítico que comienza a ver un mundo revolucionado por blockchain. Sin embargo, es posible separarnos de la especulación para afirmar que sí, blockchain va a traer cambios. Muchos procesos van a ser optimizados y gran cantidad de actividades van a reconvertirse. Pero no debe tratarse de una transformación "per se" sino producto de un estudio de los aportes de esta tecnología en cada campo y del análisis de cada proceso y de las diferentes instancias de los mismos que hoy en día estén siendo redundantes. Reducir intermediarios innecesarios La promesa de blockchain de "eliminar intermediarios" va a ser efectiva en tanto analicemos qué intermediarios son los que hoy no están aportando un valor agregado en determinado proceso. Por eso, hay que entender que blockchain no va a revolucionar todas las actividades. Pero sí traerá cambios profundos en muchos escenarios. Especialmente, en aquellos donde haya multiplicidad de partes involucradas y se vean beneficiados con un servicio de confianza, que viene acompañado de una forma irrefutable de demostrar transparencia. Sectores como el de la medicina o el agropecuario van a encontrar mecanismos para complementar sistemas de trazabilidad y realizar seguimiento de vacunas o alimentos desde su origen hasta el consumidor. Podrán visibilizar todas las etapas de sus procesos: la temperatura exacta a lo largo de la cadena de frío, los días que estuvo en depósito e incluso la cantidad de combustible utilizada en su distribución. Todo ello de forma certificada por la misma tecnología. Como nadie puede alterar los datos ingresados en una blockchain, es prácticamente imposible falsificar información. Y esta misma lógica puede trasladarse a muchos otros espacios, desde cuestiones sencillas como asegurar que ninguno de los interesados ha modificado un contrato antes de ser firmado hasta esquemas más complejos como la auditoría de sistemas de documentación pública a escala nacional, o incluso esquemas de Identidad Digital Soberana, orientados a descentralizar el modelo actual haciendo énfasis en el empoderamiento ciudadano. Porque blockchain ya ha demostrado su capacidad de ser garantía tecnológica para que los usuarios puedan tener nuevamente un rol orgánico y no uno de consumo pasivo; para que los ciudadanos sean verdaderos dueños de sus datos, optimizar procesos, reducir costos, y que la información pública esté realmente disponible para la comunidad. Cuando desde Blockchain Federal Argentina impulsamos un modelo colaborativo entre distintos sectores, lo hacemos convencidos de que la participación de la sociedad civil, la academia, los sectores de industria y comercio y el Estado –tanto a escala nacional como federal– pueden, cada uno, aportar sus propias ideas y experiencias para potenciar las capacidades que esta tecnología ofrece. Al fin y al cabo, ésta llega en cierto modo con el objetivo de descentralizar procesos y generar un motor de confianza en torno al consenso grupal. Blockchain tiene sentido cuando verdaderamente potencia la interacción entre pares y tiene éxito cuando esa cooperación consolida un servicio sólido, confiable y abierto. (*) Director Nacional de Nic (Network Information Center) Argentina Nuevo modelo para el ámbito judicial Blockchain y la reinvención de procesos de justicia Los primeros casos de uso de esta tecnología fueron financieros. Con el tiempo, fue quedando claro que tenía implicancias mucho más profundas. Tenía el potencial de transformar radicalmente viejas instituciones, como los sistemas legales y los Gobiernos. Por Federico Ast (*) En octubre de 2008, en medio de la crisis de las hipotecas de Wall Street, alguien publicó un artículo titulado "Bitcoin, un sistema de dinero en efectivo electrónico", en un foro de criptografía. Esa moneda virtual estaba construida sobre una innovadora tecnología de redes llamada blockchain, que permitía a un grupo de computadoras anónimas administrar una base de datos en conjunto, sin que ninguna tuviese más poder que las otras. Gracias a una drástica reducción de los costos de transacción, blockchain llegó con la promesa de transformar el sector de las remesas internacionales, que mueven casi US$ 700.000 millones al año, según el Banco Mundial. Pero también los sistemas legales. La transformación de los sistemas legales Alicia, una emprendedora de Rosario, contrata a Bob, un programador de Filipinas, para que le haga un sitio web. Cuando él entrega el producto, surge una disputa. Ella alega que Bob no cumplió con las especificaciones requeridas y reclama un reembolso. ¿Qué opciones tiene Alicia? ¿Contratar un abogado en Filipinas por un caso de US$ 500? Nuestros sistemas legales son una herencia del siglo 18. Nacieron en una época de consolidación de los estados nacionales, cuando la tecnología de la información más avanzada era la imprenta y la comunicación a distancia se hacía por carta y a caballo (para aquellos que sabían leer, claro, porque la mayor parte de la población era analfabeta). Esa tecnología funcionó bien durante varios siglos. Ofreció seguridad jurídica para el desarrollo de la revolución industrial y el capitalismo. Pero hoy, a comienzos del siglo 21, esos sistemas legales están alcanzando sus límites de complejidad. Como muestra el caso de Alicia y Bob, la nueva economía global, digital y en tiempo real pone de manifiesto las grietas en sistemas legales construidos en una época de contratos de papel, transporte a caballo y jurisdicciones nacionales. Los sistemas existentes de resolución de disputas son demasiado lentos, costosos y poco confiables para un mundo online y en tiempo real. En su libro Digital Justice (2017), Ethan Katsh y Orna Rabinovich–Einy estiman que ocurren disputas en un 3 a 5% de las transacciones en línea, alrededor de 700 millones solo durante 2015. Los sistemas legales deben adaptarse a este nuevo mundo de crowdfunding e e–commerce globales. Justicia descentralizada La magia de blockchain se basa en una ciencia llamada criptoeconomía. Es un campo de estudio que utiliza la criptografía, la ingeniería de software y la teoría de los juegos para la construcción de sistemas informáticos distribuidos seguros. Un delicado equilibrio de incentivos criptoeconómicos es lo que permite a computadoras anónimas de todo el mundo colaborar en el mantenimiento de un registro monetario compartido que registra las transacciones con bitcoin. Pero esta misma tecnología también permite coordinar a agentes distribuidos para resolver muchos otros tipos de problemas. Entre ellos, las disputas que ocurren a escala global en la era de internet. Estamos acostumbrados a pensar en la justicia como un proceso donde jueces y abogados son especialistas en la resolución de disputas. Pero este no es el único modelo. Los griegos antiguos realizaban juicios populares, donde todos los ciudadanos podían participar del jurado como voluntarios. Era un sistema de justicia entre pares. Actualmente, dentro del sector de blockchain está surgiendo una disciplina a la que se conoce como justicia descentralizada, que propone un modelo de justicia p2p, basado en el modelo de Atenas. Este modelo propone resolver casos como el de Alicia contra Bob convocando al azar a un jurado de expertos en sitios web de todo el mundo, donde cada uno emita su voto desde su móvil. El sistema está programado sobre blockchain, lo que garantiza que nadie pueda manipular la evidencia ni el proceso de selección de jurados. Un sistema incorruptible y totalmente transparente. Y a un costo muy inferior al de otros métodos alternativos. No se trata del fin de los abogados. El futuro de estos sistemas está más vinculado con disputas comerciales por internet. Aquellas que los abogados no suelen resolver por tratarse de pequeños montos (y muchas veces entre partes en distintas jurisdicciones nacionales). El tipo de disputas típicas de la revolución digital. Algunos son escépticos acerca de la justicia entre pares. Pero lo mismo decían de Wikipedia y bitcoin, ejemplos de la irrupción de la lógica entre pares en el mundo del conocimiento y las finanzas. Y ambos son utilizados por millones de personas todos los días. El experto en justicia digital Richard Susskind dijo: "La resolución de disputas online no es una alternativa al sistema de justicia. ES el sistema de justicia. En 10 años, la mayoría de los casos serán resueltos por internet". Blockchain y la justicia descentralizada serán una gran parte de esta historia. *Federico Ast PhD del IAE Business School La transformación de los centros urbanos De ciudades inteligentes a ciudades emocionales La evolución urbana ha dado pasos gigantes. La ciudad digital, con el comienzo de la automatización de algunas funciones urbanas, ha mutado a la smart city. Inteligente y sustentable. Por Florencia Kihara (*) La conciencia de la finitud de los recursos no renovables y de la energía convencional ha hecho que el hombre controle su uso, y se ha puesto el desafío de explorar nuevas fuentes de obtención de energía para mantener los nuevos estándares de vida. Las ciudades han ido cambiando a medida que el hombre cambió. La adaptación de "no espacios" a "espacio público", el fomento de espacios verdes y de esparcimiento, y la promoción de espacios de vinculación urbana se fue dando por demanda del nuevo ser urbano. Un ser hiperconectado y con poco tiempo; con vínculos tan efímeros como numerosos. Un ser que, además de vivir en sociedad, necesita y desea un espacio que lo contenga sin invadirlo, que sea de su agrado y mute al compás de la evolución de las tecnologías. Las ciudades inteligentes han quedado encasilladas como entes tecnológicos, pero deben cambiar hacia las E–cities (ciudades emocionales). Ciudades que no solo son amigables con el medio ambiente sino que aportan a la ecología urbana un nuevo carácter. Tiene en cuenta la economía zonal, regional y nacional, y, por sobre todas las cosas, considera la emocionalidad de quienes la integran. Ya no se habla de las ciudades como organismos en sí mismos sino como organizaciones creadas para las personas. Europa, pero espacialmente Asia, tuvieron cambios en sus ciudades en poco tiempo. Varias ciudades nos devuelven imágenes que se asemejan más a películas futuristas que a planificaciones pensadas para la persona contemporánea. La artificialidad de los espacios expulsa a sus transeúntes, generando la nueva generación de no lugares, que se suman a los mencionados por el antropólogo francés Marc Augé, en su libro Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología sobre la modernidad (1993). Espacios sin identidad y de carácter circunstancial, que no contienen ni atraen a las personas a usarlos. Buenos Aires no ha evolucionado al ritmo de las grandes ciudades; lo ha hecho más lento y a veces, fuera de tiempo, y como contrapartida pudo entender las consecuencias de esos cambios, reflejados en las ciudades consolidadas. Hoy en día se encuentra en la transición de una ciudad inteligente, no madura, a una ciudad emocional prematura. Su plan urbano alienta el uso de nuevas tecnologías y de sistemas más amigables con el medio ambiente, y considera al ser urbano como usuario fundamental de los espacios. Desde las políticas públicas se fomentan las economías zonales y regionales, permitiendo una evolución y crecimiento de todas las partes (aún incipiente) y no solo de los centros tradicionales. Los nuevos polos de trabajo, culturales y tradicionales, dan identidad, integración y emocionalidad. Un ser urbano satisfecho que se siente parte, cuida y ayuda a crecer a la ciudad. (*) Coordinadora a cargo del Departamento de Arquitectura en UADE Infraestructura tecnológica Camino hacia ecosistemas de información Internet de las cosas representa la piedra angular para la formación de las ciudades inteligentes; urbes en donde la tecnología juega y jugará un rol fundamental para lograr una mejor calidad de vida a sus habitantes, un mayor cuidado del medio ambiente y, por supuesto, un alto nivel de productividad económica. El despliegue de nuevas tecnologías es tan importante como lo fue la construcción de carreteras o vías ferroviarias. Por Hélio Durigan (*) El advenimiento de internet de las cosas (IoT) está disparando una serie de cambios que se traducen en nuevos paradigmas en todos los ámbitos de la sociedad. Por ejemplo, en las empresas se observa, entre otros fenómenos, una creciente integración entre las tecnologías operativas y las tecnologías de la información. Estas ciudades, que concentrarán el PIB del mundo en la próxima década, requieren, como condición indispensable para convertirse en inteligentes, impulsar junto al desarrollo de su infraestructura física (autopistas, aeropuertos, edificios, etc.), la creación o el fortalecimiento de una infraestructura lógica; esto es, una infraestructura de TI y telecomunicaciones eficiente y apta para un escenario altamente demandante. El factor común –y verdadero catalizador de todo lo mencionado– es el crecimiento del flujo de información, ya que como nunca antes existe hoy un inmenso volumen de datos disponible para ser transmitido en tiempo real y analizado para convertirse en información útil para tomar mejores y más rápidas decisiones. Esto se refleja en que cada día vemos más dispositivos, sensores, chips embebidos en objetos y máquinas que envían y reciben información vía internet, muchas veces, sin necesidad de que intervengan humanos durante el proceso. Asimismo, el desarrollo de la IoT sumado a la aplicación de la inteligencia artificial, nos pone ante un mundo "ciberfísico", en donde existe una integración y combinación entre elementos materiales y lógicos, en el que serán cada vez más comunes, por ejemplo, los robots simbióticos. Nuestros hogares, empresas y ciudades irán conformando así verdaderos "ecosistemas" de información. Por ello, las expectativas y desafíos que existen hoy en cuanto al desarrollo de la infraestructura de TI y telecomunicaciones necesaria para los países no es una cuestión trivial. De esa infraestructura dependerá si dichos ecosistemas puedan integrarse y "dialogar" con otros, o conformar una especie de "cerebro digital", dotado de millones de "neuronas" que necesitan de redes con un mayor ancho de banda, velocidad y seguridad para desplegar su inteligencia colectivamente. Tales condiciones son, precisamente, las promesas de dos tecnologías que hoy concentran las inversiones en las telecomunicaciones a escala global y que están marcando un auténtico punto de inflexión en el desarrollo tecnológico. Por un lado, encontramos las redes de quinta generación (5G) que multiplicarán por diez la capacidad de las actuales redes 4G, permitiendo materializar la IoT y desplegar la IA en tareas más críticas, como sucede, por ejemplo, con aplicaciones en salud. Mientras por otro, y aportando también en el despliegue de las propias redes 5G, encontramos a la fibra óptica, tecnología más económica, perdurable y de mejor desempeño que el cobre y que, al llegar prácticamente al "escritorio", se está convirtiendo en "la" autopista para garantizar el flujo del mayor tesoro de nuestros días: la información. El despliegue de estas tecnologías, a través de iniciativas públicas, privadas o mixtas, es tan importante para los países como lo fue en su momento la construcción de carreteras o líneas de ferrocarriles, con la diferencia de que la autopista digital nos lleva a máxima velocidad, inequívoca y probadamente, a un solo lugar: el desarrollo económico y social. (*) Vicepresidente Corporativo de Ingeniería de Furukawa Electric LatAm. Smart cities y distritos productivos En pos de un desarrollo integral sustentable Si bien el PBI per cápita tuvo un crecimiento sin precedentes desde la década de 1990, la pobreza y la distribución del ingreso surgieron como dos de los desafíos críticos durante el mismo periodo. Las ciudades tienen un rol clave en resolver el desafío de la pobreza e inequidad. Por Héctor Rocha (*) La pobreza sigue ostentando la pole position entre los objetivos mundiales; tanto los objetivos del milenio (2000–2015) como los de Desarrollo Sustentable (2015–2030) tienen a la pobreza como el primer objetivo. Otro tanto ocurre con la desigualdad, que se da en ciudades de países tanto desarrollados como subdesarrollados. América latina ocupa un rol preponderante en este escenario, ya que es la región más inequitativa del mundo desde 1990. Crecimiento económico con inequidad social es la contracara del desarrollo, el cual, combinando las visiones de distintos premios Nobel de Economía, se define como desarrollo integral sustentable centrado en las personas o bien común – condiciones de la vida social con las cuales las personas, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección. El foco en las personas o ciudadanos tiene su razón de ser en la dignidad humana, es decir, el ser fin en sí mismo y no medio para otros fines. La realidad de la dignidad humana viene irrumpiendo con fuerza como propósito de los negocios y del management. Las ciudades tienen un rol clave en resolver el desafío de la pobreza e inequidad y promover el desarrollo integral sustentable. Dos datos lo revelan: desde el punto de vista económico, de las 100 economías más grandes del mundo, 42 son ciudades; desde el punto de vista de las personas, las ciudades de Latinoamérica se encontrarán entre las más aglomeradas del planeta en 2050, con más del 70% de la población de la región viviendo en ciudades. Ahora bien, ¿de quién depende el desarrollo integral sustentable en ciudades? ¿Del Estado, del mercado o de una tercera vía? En un artículo previo, analizamos junto con colegas del IESE tres factores claves para comprender el impacto de las smart cities en la región: entender el contexto latinoamericano; definir el propósito de una smart city; entender la smart governance como proceso clave para lograrlo. Ante los desafíos de la pobreza y desigualdad en las ciudades (contexto) y el objetivo de desarrollo integral (propósito), dos realidades resaltan la importancia de la colaboración público–privada (proceso) como eje clave del smart governance. Primero, los desafíos de pobreza y desigualdad que enfrenta una ciudad son complejos y no pueden ser abordados por un solo protagonista; es por este motivo que el objetivo 17 de desarrollo sustentable a 2030 es el de la articulación entre actores claves. Segundo, los mismos destinatarios del desarrollo son las personas, familias y organizaciones intermedias, las cuales no tienen un rol pasivo, sino que son protagonistas de su propio desarrollo. La cooperación privada combina el rol del Gobierno como garante (no el responsable) y a las personas, familias y organizaciones intermedias como protagonistas del desarrollo integral local. En particular, la cooperación pública privada requiere por parte de las empresas trascender el concepto de Responsabilidad Social Empresaria y focalizarse en el rol de la iniciativa privada como motor del desarrollo a través de la creación de valor económico y empleo. El avance de los clusters Los distritos productivos o clusters –es decir, cooperación público–privada concentrados geográficamente– son propuestos como factor de desarrollo de ciudades y regiones. Inspirados en Silicon Valley, Bangalore y otros distritos, cientos de iniciativas de clusters han sido lanzadas en todo el mundo. En el caso de Argentina, la estrategia de desarrollo es distinta según la ciudad. Algunas, como Buenos Aires, tienen el objetivo de desarrollar zonas deprimidas, como el caso del distrito tecnológico en Parque Patricios, el de Diseño en la Boca, y el Deportivo en la actual Villa Olímpica. Otras, como San Nicolás y el modelo Triple P (predio ferial, puerto y parque logístico, en conjunto con el turismo) es ampliar la matriz productiva; finalmente, en el caso del cluster agro–industrial del eje Pergamino–Rojas–Venado Tuerto y sur de Santa Fe, el objetivo es potenciar las sinergias aún no desarrolladas en el sector y la región. Sin embargo, ¿qué dice la evidencia empírica? ¿Pueden los clusters contribuir a disminuir la pobreza y aumentar la cohesión social en ciudades? Tanto el estudio de más de 250 clusters en Latinoamérica como la experiencia de trabajo con talleres público–privados desde 2006 nos llevan a tres conclusiones: Los clusters tienen un impacto distinto en la creación de empresas y empleo según el grado de desarrollo de los mismos. El mayor impacto se registra en ciudades y regiones con clusters diversificados y redes externas. Adicionalmente, los clusters contribuyen a la cohesión social en la medida que se desarrollen dentro del marco de una visión compartida de ciudad y estén embebidos en el tejido social de la misma, considerando la distancia trabajo–hogar. En América latina los clusters son mayoritariamente emergentes, es decir, tienen cierta aglomeración de empresas pero carecen de la cooperación público–privada necesaria para desarrollar todo su potencial y distribuir en forma fluida y equitativa el valor generado en la ciudad. Incluso en los países desarrollados, la falta de planificación en el desarrollo de clusters genera divisiones sociales, no solo en los de recursos naturales sino principalmente en los tecnológicos. Es decir, los clusters contribuirán al desarrollo integral de ciudades en la medida que sean diversificados, estén insertos socialmente y dentro de una estrategia a escala ciudad, y sean desarrollados dentro de un proceso de participación público–privado. (*) Ph.D London Business School; profesor de Política de Empresa y Entrepreneurship Y director del Programa Internacional Desarrollo Integral Sustentable: Ciudades Integradas y Distritos Competitivos, IAE.

8 noviembre, 2019

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