Por Carina Martínez
Como cada año, Mercado pasa revista sobre las tendencias en materia de certificaciones de calidad, un universo que crece y se transforma en sintonía con las tendencias de negocios, sociales, tecnológicas, entre otras. En este marco, Guillermo Curi, director de Certificación de Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM) da cuenta de las principales tendencias globales y locales, y repasa los grandes temas que se avecinan.
–¿Cuáles son las principales tendencias mundiales en materia de certificaciones? ¿Qué es lo que se viene?
–La sostenibilidad e inclusión son temáticas que han originado una inquietud creciente en empresas e individuos; y, si bien no existe, al menos por el momento, un servicio de certificación que focalice específica y directamente en estos conceptos, hay disponibles en el mercado una gran cantidad de normas y soluciones de certificación que apuntalan estas iniciativas. Por ejemplo, los servicios de evaluación de sistemas de gestión ambiental, gestión de la energía, verificación de huella de carbono, de huella de agua, entre otros, demuestran el compromiso de las organizaciones en estos campos y son de gran interés. Actualmente, se les requiere no solo desde el punto de vista del consumidor, sino incluso de sus proveedores, colaboradores y la comunidad en general, que integren estos conceptos como atributo de los productos y servicios que proveen. Esto redefine y complementa el concepto de calidad. En síntesis, la calidad siempre continúa presente como condición necesaria, pero también se incorporan nociones de sostenibilidad e inclusión a las cuales el ámbito de la certificación debe responder.
–¿Está la Argentina alineada a estas tendencias o falta camino por recorrer?
–Si, Argentina no es ajena a todas estas tendencias. Puede ser que en algunos campos se observe cierta demora o dificultad propia de las limitantes económicas que el contexto nos marca, pero definitivamente el crecimiento más notorio se da en estos conceptos y otros similares (triple impacto, economía circular, etc.).
–¿De qué manera las certificaciones ayudan al negocio? (en todos sus aspectos; rentabilidad, gestión, reputación, posibilidad de expansión de mercados). ¿Hay conciencia interna en las compañías en Argentina sobre estos beneficios, o el día a día “se come la agenda”?
–Una certificación o evaluación de tercera parte aporta beneficios tanto desde una mirada interna como externa. Desde el punto de vista interno, la implementación de un sistema de gestión y su posterior certificación permite a las organizaciones realizar un análisis crítico de sus procesos (por ejemplo, en términos de calidad, ambiente, gestión de la energía, etc.) y luego establecer las acciones que llevan a una mejora de los indicadores. Ello repercute irremediablemente en un aumento de la productividad o rentabilidad. Desde el punto de vista externo, la certificación incrementa la credibilidad de las organizaciones y esa mayor confianza posiblemente impactará en la participación de mercado y consecuentemente en la rentabilidad.
En otras palabras, el cumplimiento con una norma y su posterior certificación se debe considerar como una inversión cuyo retorno, sin dudas, se verá en un futuro cercano.
A mi entender, muchas organizaciones tienen una clara conciencia de la importancia de la certificación. Como muestra de esto, podemos mencionar que, durante la etapa más crítica de la pandemia, cuando muchas de ellas tenían grandes dificultades para sostener la demanda de sus servicios, y por lo tanto podría inferirse que el mantenimiento de un sistema de gestión y su certificación pasaría a un segundo plano, esto no sucedió. En cambio, hicieron grandes esfuerzos por preservar su funcionamiento. Asumo que esta es una de las razones por las cuales pudieron alcanzar una recuperación mucho más robusta.
Las barreras a sortear
–¿Qué es lo más difícil para las empresas, a la hora de encarar un proceso de certificación? ¿Cuáles son los principales limitantes?
–Cada organización tiene sus propias dificultades y también depende mucho del tipo de certificación en cuestión. Algunas certificaciones requieren inversiones en maquinaria o cambios de diseño de producto, mientras que otras están más focalizadas en procesos y entrenamiento.
Para que una certificación llegue a buen puerto, es fundamental el involucramiento desde la alta dirección en la implementación del sistema, brindando los recursos físicos y humanos necesarios para concretar las modificaciones que sean requeridas.
A mi juicio, la base de todo cambio radica en los recursos humanos y es por eso que la inversión que se realice en la formación de talentos será un valor diferencial que las empresas capitalizarán a través de una implementación más rápida del sistema de gestión. En este sentido, en IRAM vemos un crecimiento muy notorio en nuestra área de Formación de Recursos Humanos, lo que corrobora el mayor involucramiento de las organizaciones y, como mencionaba antes, su conciencia con respecto a la importancia de las certificaciones.
–¿Cómo se trabaja internamente para incluir a las distintas áreas?
–Los sistemas de gestión como tales articulan procesos de diferentes áreas, especialidades, personas (¡y personalidades!). De ahí la importancia del compromiso de la alta dirección, que permita difundir la relevancia de la implementación del sistema y que transmita que no es simplemente una cuestión del “área de calidad” o de aquella que lidere su desarrollo.
La inclusión de los diferentes departamentos debe realizarse desde la planificación misma del sistema de gestión, implicando a los recursos de todas las áreas que son atravesadas por los procesos para lograr un involucramiento también de lo operativo y que pueda verse que el sistema de gestión es una herramienta que posibilitará a todo el equipo trabajar mucho mejor.
El auge de la sustentabilidad
–La gestión sustentable es un imperativo hoy para las compañías más grandes. ¿Cuáles son las certificaciones de vanguardia, en este sentido?
–Toda certificación o verificación que colabore con la sostenibilidad es relevante tanto para las empresas como para los consumidores, ya que es una manera de demostrar compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. A su vez, que un producto o servicio cuente con una certificación implica que superó evaluaciones de calidad y seguridad o que contempla cuestiones ambientales. Por lo tanto, les ofrecen a los usuarios un beneficio adicional en comparación con aquel que no lo tiene. En esa línea, el ecoetiquetado, verificación de huellas de agua y de carbono, la gestión ambiental, de la energía y, muy recientemente, de compliance entiendo que son los principales campos en los cuales las organizaciones buscarán involucrarse. Por otra parte, de acuerdo a la tendencia en aumento hacia estilos de vida veganos o vegetarianos, otra certificación que tiene gran potencial es la del Sello IRAM-V que le posibilita al consumidor una rápida identificación de los productos relacionados.
–Las exigencias vinculadas a transparencia y compliance son cada vez mayores. ¿Impulsa esto el avance hacia un modelo de certificación, que aporte en este sentido?
–Sí, por supuesto. Las normas IRAM-ISO 37001 (Sistemas de gestión antisoborno) e IRAM-ISO 37301 (Sistemas de gestión del compliance) se perfilan como normas de amplia difusión, tanto en cuanto a su implementación como a su certificación por tercera parte. En particular para estos campos, el aporte de confianza es clave y, justamente, la certificación es una herramienta que permite demostrarla hacia la comunidad en general.