Indra Nooyi
La noticia de la renuncia de Indra Nooyi a la gerencia general de PepsiCo, luego de ejercerla durante 12 años con el mayor de los éxitos, cayó como una bomba pero no sorprendió. Nooyi no hace más que sumarse a la lista de las CEO femeninas que se retiran del cargo sin que se lo pidan. Denise Morrison se retiró de Campbell Soup, Margo Georgiadis de Mattel, Sherilyn McCoy de Avon, Irene Rosenfeld de Mondelez y Meg Whitman de Hewlett-Packard. Las cinco fueron reemplazadas por hombres.
Nooyi anunció en agosto que en octubre se retira y entrega las riendas del conglomerado a Ramón Laguarta, un veterano de la compañía.
Los problemas de la inequidad de género son tan endémicos en los peldaños más altos de la escalera corporativa como en cualquier otra parte de la sociedad. Las mujeres constituyen 5% de los CEO de las principales corporaciones; en promedio, se les paga menos que a sus colegas hombres; sus comentarios suelen ser analizados con lupa y muchas veces magnificados fuera de toda proporción. Todo eso, junto, hace que la complicada tarea de manejar una compañía sea todavía más difícil.
Solo 23 mujeres en la cumbre
La partida de Nooyi, anunciada para octubre después de 12 años en el cargo, dejará solamente 23 mujeres en los cargos jerárquicos de las compañías estadounidenses.
La historia personal de Nooyi es especial. Creció en Chennai, India, en una familia de clase media. En su juventud, su madre la alentó a tener aspiraciones académicas y la entrenó en el arte de hablar en público haciéndola declamar imaginando ser el Primer Ministro o algún otro líder internacional.
Cuando su madre –que también era una mujer respetuosa de las costumbres de su país– insistió en que se casara al cumplir la hija los 18 años, como se estila en India, Nooyi se rebeló, consiguió una beca para estudiar administración de empresas en Yale y se mudó a Estados Unidos.
Una vez recibida trabajó durante varios años como consultora de management antes de entrar a PepsiCo donde, en 1994, llegó a ser jefa de Estrategia Corporativa.
Dos de sus iniciativas fueron éxitos notables (la compra de Tropicana y de Quaker Oats) que llevaron a nuevos tipos de clientes mucho más allá de las bebidas carbonatadas. En 2006, luego de desempeñarse en la compañía como CIO y presidenta del directorio, Nooyi fue nombrada CEO. Ese año había 10 mujeres al frente de las compañías de las Fortune 500.
No era un buen año para una empresa cuyo producto insignia era una bebida cola. La inminente crisis financiera llegaría poco después para afectar negativamente a PepsiCo y otros productores de alimentos procesados. Los consumidores dejaban de tomar gaseosas para optar por las bebidas deportivas energizantes, el té helado y el agua mineral.
Nooyi se puso entonces al frente de una campaña para remodelar toda la compañía y trasladarla a áreas más saludables. Compró Naked Juice y Sabra (una marca que produce humus entre otros alimentos), sumó la venta de agua embotellada de alta calidad y sacó una Pepsi con menos azúcar, que no tuvo mucho éxito. También trató de posicionar a PepsiCo como ciudadana responsable dedicando parte de los recursos de la compañía a promover hábitos saludables de alimentación.
Una menos
La partida de Nooyi significa una mujer menos en las grandes empresas de Estados Unidos; más precisamente, una reducción de 20% en el número de mujeres en el cargo de CEO.
No existe razón legítima que justifique esta situación. Más mujeres que hombres obtienen en estos días un título universitario y hay tantas mujeres como hombres en la carrera de administración. Pero a poco de andar los hombres comienzan a ganar más que sus colegas mujeres y son promovidos con mayor rapidez. La disparidad es todavía mayor cuando la mujer es de color.
A pesar de esto, según un estudio de 2017 realizado por LeanIn.org y McKinsey & Company, muchos hombres creen que ya se logró la igualdad de género en el trabajo. El estudio identificó algunos otros problemas. No solamente las mujeres no son promovidas en la misma medida que los hombres sino que reciben menos asesoramiento y otros tipos de apoyo profesional. El cuidado de los hijos afecta mucho más la carrera de la mujer que la del hombre. Algunas revelaciones recientes sobre acoso sexual muestran que el problema sigue existiendo en muchas actividades.
Otros estudios detectaron un fenómeno llamado “el precipicio de cristal”, que sugiere que a las mujeres se les suele conceder el puesto de CEO solo después de que la compañía ya está en problemas, lo que equivale a exponerlas al fracaso. (Marissa Mayer, la ex ejecutiva de Google que en 2012 fue nombrada CEO de Yahoo, es un ejemplo clásico).
Para resolver estos y otros muchos problemas espinosos hará falta una combinación de cambios culturales y de política, pero el factor más importante consiste básicamente en lograr que los hombres reconozcan el problema.
Hasta que no haya más mujeres ocupando cargos de jerarquía, el trabajo de CEO para una mujer va a seguir siendo uno de los más difíciles y solitarios que existen. “Cuando una mujer ejerce de CEO se la mira de otra manera, se la evalúa con un estándar diferente. De eso no hay ninguna duda”, dijo Nooyi en una entrevista.
“Creo que este grupo de mujeres CEO, todas nosotras, estamos atravesando eso en este momento. Tal vez, cuando los números sean mayores, como espero, nadie nos mire como mujeres CEO sino simplemente como líderes de una gran empresa. Espero que ese día no esté lejano.”
El reemplazante de Nooyi será Ramón Laguarta, una persona que lleva 20 años en la empresa y, además, es hombre. Tiene mucha experiencia en el manejo de las operaciones de PepsiCo en Europa y Ãfrica y ha trabajado directamente con Nooyu desde que fue promovido a presidente de la compañía en 2017.
Wall Street lo ve como una elección sólida, pero su nombramiento, desde el punto de vista de la representación femenina en la gerencia general de grandes empresas, es un revés para las mujeres.
Diversidad en los directorios
Columbia Threadneedle, una administradora global de activos, se suma a la campaña de presión a empresas estadounidenses para que sus directorios reflejen la diversidad. Acaban de declarar que actuarán sobre los directores de las empresas donde las mujeres estén sub–representadas.
El grupo, que es propiedad de la financiera estadounidense Ameriprise, ha incorporado una política mediante la cual se niega a apoyar la reelección de quienes presiden la comisión encargada de contratar nuevos directores cuando las mujeres conformen menos del 15% de los miembros del directorio. La medida es una fuerte señal de que la preocupación de los inversores por el tema diversidad se difunde en Estados Unidos procedente de Europa, donde desde hace varios años los accionistas vienen presionando por directorios con más diversidad.
Iain Richards, director de Gobernanza e Inversión Responsable de Columbia Threadneedle, dice que “Estados Unidos se debe poner al día pues en este debate están en una etapa anterior. Lo que va a ser importante en última instancia es que los accionistas se involucren más en el problema”, dijo. “Estamos buscando a las compañías que están rezagadas en el mercado. Allí es donde la diversidad en el directorio no se está tomando con más seriedad. Según datos de State Street Global Advisors, una de cada cuatro de las 3.000 compañías más grandes que cotizan en Estados Unidos no tenían una sola mujer en sus directorios en 2017.
Una investigación realizada por Deloitte en 2017 encontró que las mujeres tenían apenas 14,2% de las plazas en directorios en Estados Unidos, comparado con el 21,2% de Nigeria, 27,5% de Nueva Zelandia, 40% de Francia y 42% de Noruega.
Columbia Threadneedle comenzó a tener voto en las reuniones anuales sobre diversidad de género en 2016. Al principio limitándose a Gran Bretaña. Este año Legal & General Investment Management anunció que proyecta votar en contra de todos los directorios exclusivamente masculinos en Estados Unidos.