Los programas de bienestar, sin los resultados esperados


    Según el último informe del Global Wellness Economy Monitor la actividad del bienestar mueve US$ 3,7 billones (billón: millón de millones) en todo el mundo. Esta cifra revela cuánto invierte la gente en su salud física y mental.
    El dinero que destinan las empresas a programas de bienestar y salud para sus empleados también está creciendo: Se calcula en US$ 50.000 millones en todo el mundo con perspectiva de crecer 7% por año hasta 2025.
    Sin embargo, todo ese interés por ofrecer un lugar de trabajo saludable se maneja con un programa desconectado de la gerencia, uno cuya solución no emana de la gerencia sino que queda en manos del empleado.
    El mensaje, dice Julia Hobsbawm (*), parece ser el siguiente: “Nosotros te ayudamos con tus problemas porque somos empleadores abiertos y tolerantes; aquí están las cosas que puedes hacer”. Este procedimiento no reconoce la posibilidad, más compleja de que el empleador podría ser parte del problema. Además, las empresas no miden si los programas que ofrecen están dando los resultados buscados.
    Los primeros resultados de una investigación actualmente en curso llamada Illinois Workplace Wellness Study sugieren que no. Se analizaron las respuestas de más de 4.800 personas en Estados Unidos, de la que extrajeron más de 39 indicadores –incluyendo productividad, satisfacción del trabajo y el gasto salud por persona– y concluyeron que sólo dos de estos indicadores han mejorado en los dos años que contempla estudio.
    ¿Por qué hay tantos programas de bienestar que no dan resultados?
    Hobsbawm dice que la respuesta está en que se contemplan solamente dos de los tres elementos que constituyen el “bienestar”.
    Cuando hablamos de bienestar, la tendencia es pensar en salud física, mental y alivio del estrés. Sabemos que los disparadores principales del estrés en el trabajo son exceso de trabajo y urgencias.
    Los programas de bienestar que ofrecen apoyo, membresía en gimnasios, meditación y otros métodos para reducir el estrés son una buena noticia. También lo es que las compañías busquen el equilibrio físico y mental de los trabajadores.

    La salud social
    Pero lo que esos programas no hacen es buscar qué aspectos del trabajo son los que provocan estrés. Esto no siempre fue así. Uno de los programas de bienestar más antiguos en Estados Unidos fue instalado por Henry Ford en 1926, cuando redujo la semana laboral de 48 a 40 horas para mejorar la productividad laboral; hubo otros empresarios que lo imitaron. La acción de Ford fue muy exitosa porque la gerencia tomó una decisión que reconocía el impacto del trabajo en los empleados.
    Existen razones para creer que los líderes tienen las mejores intenciones y quieren tener empleados más felices, más sanos y más comprometidos y más productivos, pero hay algo que sus programas no están cubriendo. Es el aspecto de la salud social.
    Toda persona tiende a entablar conexiones y relaciones sociales. El concepto de salud social no es nuevo. La constitución de la Organización Mundial de la Salud define salud como “un estado de bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedades”.
    Sin embargo, muchos de los programas de bienestar no contemplan este último aspecto. Para hacerlo habría que analizar la esencia misma de la comunicación interpersonal, algo muy difícil en estos días donde la conectividad está en todas partes, donde una persona está siempre disponible smartphone mediante y donde la tecnología que necesitamos para comunicarnos socialmente es la misma que usamos para trabajar.
    Hasta que no se vea con más claridad qué se entiende por bienestar en el trabajo, se aborden cuestiones complejas como la presión de las urgencias, la carga laboral y la gestión del personal para integrar todo eso en la estrategia, es poco probable que se logran avances notables en el bienestar general de los trabajadores.

    Los cinco sectores
    El Global Wellness Institute hace estimaciones para los cinco grandes sectores de la industria: spa, turismo, fuentes minerales y termales, trabajo y propiedades inmuebles “de bienestar”.
    El sector de los spa se sitúa en el centro de la dinámica de crecimiento de esta industria mundial. Creció en números, en ingresos y en empleos entre 2013 y 2015. En 2015 había 121.595 spa funcionando en el mundo, con ingresos totales equivalentes a US$ 77.600 millones y dando empleo a más de 2,1 millones de trabajadores. Desde 2013, la industria incorporó 16.000 instalaciones, más de 230.000 trabajadores y US$3.500 millones en ingresos. La tasa anual de crecimiento de los ingresos, desde 2013, fue de 2,3% .
    El turismo de bienestar sigue creciendo más que el turismo global. Es un turismo asociado al deseo de mantener o mejorar el bienestar personal. Este mercado incluye dos tipos de turistas: los que hacen un viaje exclusivamente con propósitos de lograr bienestar (son los turistas primarios) y los que buscan realizar actividades como parte de cualquier tipo de viaje (son los turistas secundarios). Entre 2013 y 2015 los gastos globales en este sector crecieron 6,8% anual, mucho más que el 3,4% anual del turismo general. Los turistas hicieron 691,2 millones de viajes de bienestar en 2015, lo que equivale a 104 millones más en viajes que en 2013. Los viajes de bienestar representan 6,5% de todos los viajes turísticos, pero representan 15,6% del total de los gastos del turismo. Esto es porque los viajeros de bienestar tienen buena posición económica y gastan mucho más por viaje que los demás.
    El sector de las fuentes de aguas minerales y termales se va posicionando como un sector en crecimiento que atrae cada vez más inversiones por la cantidad de consumidores que buscan los poderes curativos y relajantes del agua y la naturaleza.
    El negocio se concentra fuertemente en el Asia-Pacífico y Europa, por la larga tradición que tienen esas regiones en baños termales. Los centros termales en China y Japón siguen dominando el mercado y representan 55% de los ingresos globales y 71% de los establecimientos. America latina también tiene una larga historia de centros recreacionales de fuentes termales y minerales pero el tamaño de su industria está en un lejano tercer puesto con respecto a Asia y Europa.
    El “malestar” en el trabajo es una epidemia global que sufren miles de millones de trabajadores y que cuesta a la economía mundial entre 10 y 15% de producción.
    Los 3.200 millones de trabajadores del mundo pasan de un tercio a una mitad de sus horas de vigilia en el trabajo y, colectivamente, no tienen un estado saludable. A medida que la fuerza laboral del mundo envejece, los trabajadores sufren más enfermedades crónicas. A menudo están estresados, descorazonados, a veces vacilantes en su trabajo y sufren inseguridades económicas.
    A medida que crece el costo de trabajadores con problemas de salud, los empleadores gastan más en bienestar de los empleados para bajar los costos de salud, mejorar el estado de ánimo del personal, aumentar productividad y mantenerse competitivos en el mercado.
    Las propiedades inmuebles “de bienestar” forman un sector que ya vale casi US$ 119.000 millones y que sigue creciendo en todo el mundo.
    Este sector abarca transacciones inmobiliarias en las categorías residencial, de hospitalidad y de usos mixtos que incorporan elementos de bienestar en su diseño, en su construcción, en sus amenities, servicios y o programación. Para 2015, los investigadores estiman que los inmuebles con estas características constituirán un mercado de US$ 118.600 millones.
    Los hogares son la última frontera que surge en bienestar. En promedio, la gente (en todo el mundo) gasta 20% de su ingreso anual en su hogar (alquiler, hipoteca y gastos relacionados de mantenimiento), que se traducen en US$ 8,3 billones del gasto del consumidor en 2015. Pero el gasto en este sector que se calculó para 2015 (US$ 118.600 millones) es minúsculo y apenas “la punta del iceberg” comparado con el volumen de transacciones comerciales de propiedades de US$ 1,3 billones.
    Si apenas una pequeña fracción de consumidores comenzara a mudar sus preferencias hacia hogares y comunidades que estén esp crecerá exponencialmente. Hay señales que se acerca el punto de inflexión: mucho interés por parte de desarrolladores e inversores con buena respuesta de los consumidores.

    (Artículo tomado de pwc Ideas y elaborado por Julia Hobsbawm, profesora visitante de la London’s Cass Business School, y publicado originalmente en la revista Strategy+business, con el título de Why Corporate Wellness Programs Fall Short.)