Por Rubén Chorny
Pablo Pereira
Cuenta que cuando se recibió de ingeniero electrónico en la UBA, hace más de 25 años, su padre le vaticinaba una década de trabajo durísimo, para después poder vivir tranquilo, y que le deseaba que pudiera hacerlo en un país normal.
Hasta el año pasado venía cumpliendo a plena satisfacción la primera parte del anhelo paterno en el equipo global de Accenture Unconventionals, pero hubo cambios en el área de Argentina Shale Oil & Gas Consulting, que lideraba, y vuelta a empezar.
Recaló en el Ministerio de Educación de la Nación el tiempo necesario para darse un respiro, pero como la demanda de ingenieros es tan fuerte en el país, y en el mundo (en Europa hay un déficit de más de un millón), en seguida tropezó con un mayúsculo desafío profesional: asumir como CEO en una de las diez firmas más grandes del mundo en servicios TIC (tecnología de la informática y comunicación) y dedicada a la consultoría y outsourcing, que se había radicado en el país justo en plena crisis institucional y económica de 2001.
Luego de participar de la entrevista con el jefe de Estado para interiorizarlo de los proyectos, Pereira hizo mención ante la prensa de la que avizoran como la gran iniciativa que seguramente dejará huella, en caso de poder concretarla: “En nuestra apuesta por la Argentina ya estamos dialogando con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para analizar cómo podemos implementar un Hub de Innovación que, a través de una serie de acciones de transformación, permita que la Villa 31 pase a ser un barrio más de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y, al mismo tiempo, nos permita capacitar a sus habitantes para abrirles oportunidades en al ámbito TIC, pensando soluciones concretas para dicha zona”, se entusiasmó. Y lo dejó ahí.
Mientras tanto, tiene para entretenerse: deberá armar un equipo buscando, hasta donde no hay, ingenieros, técnicos, matemáticos, físicos, pero también con gente que tiene una formación no universitaria, pero identificada con las nuevas tecnologías.
“Los ciclos de capacitación son varios. La actividad de consultoría en realidad es una gran formadora de primeros profesionales, de primer empleo. Uno, porque es mucho más flexible y maleable al uso de tecnologías más rápidas; dos, porque se puede formar en técnicas específicas que no son universitarias, con lo que a partir de que se los incorpora entran en un plan de capacitación según cuál sea la demanda, y por ello va mutando con el tiempo”, señala el ejecutivo. Pero esto no quita que también se formen recursos humanos más especializados, con profesionales senior, que se los desarrolla en técnicas gerenciales, en metodologías más modernas, de modo de cubrir el ciclo completo.
Jugar en las ligas mayores
–Hace muy poco que se hizo cargo de la operación de Everis, ¿con qué se encontró?
–Es una firma sorprendentemente grande considerando que empezó hace muy poco, a mediados de los años 90. Tuvo un crecimiento orgánico puro, ya que prácticamente no adquirió nada, y en total somos 23.000 empleados, distribuidos en sus oficinas y centros de alto rendimiento en 16 países. En Argentina, competimos de igual a igual en la liga tradicional de consultoría: Accenture, IBM, Price, Deloitte, E&Y. De hecho ganamos más contratos que la competencia normal, Accenture e IBM, históricamente. Y los clientes son en general compañías de medianas a grandes, por un tema de escala. Somos mucho más competitivos, tenemos más viabilidad de generar un producto para un cliente grande que para uno chico. Menciono algunos: Santander, YPF, Zurich, el Gobierno de la Ciudad, la Nación.
–¿Cuáles sectores son el fuerte de la consultora?
–Nació siendo muy fuerte en los sectores de telecomunicaciones y banca, que son los que en general predominan en el mundo de la consultoría, por tratarse de dos consumidores natos de tecnología. Después vendría todo lo que es industria manufacturera, de recursos naturales, que viene un poco relegada mundialmente.
–Entonces, no hay mayores diferencias respecto del mundo en cuanto a la procedencia de la potencial demanda…
–No hay tanta diferencia entre el tipo de proyectos que se hacen en Argentina y en el mundo. Hasta se trabaja de manera regional o global, y directamente se disparan desde acá. Lo que pasa es que en el país recién estamos viendo el inicio de este proceso de transformación digital, pero no quiere decir que estemos demasiado atrasados.
Hay industrias que, por necesidad, se tuvieron que mantener actualizadas, otras con capacidad de inversión reducida, como por ejemplo las compañías de electricidad. Los bancos vienen bastante bien y las petroleras, a pesar de todo, tienen una necesidad de tecnología natural, quizás empujados por la baja en el precio del crudo, con lo cual lo que está pasando no es que haya más tecnología que hace cuatro o cinco años, sino que es más la que se puede ajustar y desarrollar más rápido y a costos más bajos.
Es la misma, porque se escucha hablar, sabemos o leemos, desde aquel entonces, de inteligencia artificial, blockchain, cloud, analytics, pero el costo las tornaba de difícil acceso no solo en la Argentina sino en el mundo y son posibles a costos aceptables.
–¿Cómo graficaría este proceso en la propia experiencia que realizan?
–Por ejemplo, estamos en un desarrollo que permite directamente que toda la atención en un call center sea complemente de manera automática. No solo los canales digitales sino los de voz también, que es lo que variaba históricamente la tasa se aciertos: atendían pero no la pegaban. Terminaban derivando a un canal humano. Ahora 90/95% satisfacen lo demandado. Estamos empezando a ver una nueva era: es, sin duda, la cuarta revolución industrial.
–¿Se enfocan en bigdata como primer paso en Argentina?
–Cualquier planteo de cualquier cosa y cualquier consultor medianamente inteligente va a preguntar: bueno, esto que digitalizaste y lo pusiste a funcionar, ¿qué uso pensás darle, qué jugo le querés sacar? Ahí entra big data. El camino normal era montar primero la parte transaccional, los sistemas que ayuden con la gestión, y eso venía focalizado con todo lo que era back–office y soporte operativo, obviamente con matices en algunas industrias. También se hacía todo lo que es el circuito externo, la parte operativa.
Luego vino ayudar a que todo esto fluyera y se integrase en toda la compañía. Y finalmente cómo hacer un uso inteligente de todos los datos generados en cada transacción, que tienen un montón de valor y en sí mismos contienen una historia que puede ser aprovechada. Cuando se plantea actualmente cualquier transformación o cambios de sistemas, no se puede separar la realidad de la tecnología para poner en marcha la nueva capacidad, pero ya no admite más la pregunta de cómo ponerle una capa de big data para hacer uso de ello.
–¿Y en qué buscan diferenciarse?
–Hemos hecho bastante inversión inteligente en determinados productos que facilitan esta integración, como el desarrollo de un sistema de gestión de historias clínicas, de gestión documental para Gobiernos, plataformas para smart cities, lo cual ayuda y empuja la demanda y la oferta que hay con clientes.
–¿Por qué Everis–NTT eligió Mendoza para invertir en el hub tecnológico?
–Fue porque nos ofrecieron condiciones muy buenas. La existencia del parque tecnológico ayuda y la plaza no está aún muy explotada en términos de recursos; tiene muy buenas universidades tecnológicas, casi todas con presencia en ese polo. Mendoza reúne, además, otras condiciones muy interesantes, que creo son uno de los debes de nuestro país, como es el logro de cierto funcionamiento del sector público y el privado, con el universitario y terciario.
El discurso es general pero falta mucho para llevarlo al terreno práctico, si bien en la provincia cuyana se avanzó bastante en esa dirección. Everis es activa en ese tipo de desarrollos, de inversión e información, no solo como compañía sino que al mismo tiempo lo haga el único sistema.
Las redes nos han funcionado muy bien, y ello se suma a otro valor que me encanta: la pretensión de la compañía de no dedicarse sólo a generar un beneficio para sus inversores, sino a dejar huella en los mercados en los que trabaja.
Reunión de directorio en Argentina
–¿Qué significó para la plana mayor de la compañía la audiencia con el primer mandatario?
–A la audiencia con Mauricio Macri fuimos con los dos fundadores de Everis, con el que será presidente de la compañía y el director de NTT para mercados globales. Se resaltó la importancia de la economía del conocimiento, que el Gobierno apoyará –área en la que tiene un plan–, y es muy bueno escuchar de boca de un jefe de Estado esas definiciones, porque abonan el convencimiento que uno lleva.
Le comunicamos personalmente que everis había decidido, por primera vez en su historia, realizar su reunión de directorio en Argentina, lo cual es todo un símbolo, porque suelen hacerse fuera de España dos veces al año y nunca se hizo acá. Y al mismo tiempo se le transmitió el especial significado de que haya sido Mendoza el sitio elegido. El proceso interno de selección se unió un poco con las visitas del Presidente a España y Japón. En aquel momento en la sede central de Everis surgió la idea de por qué no empezar a evaluar crecer más en Argentina, y terminó de tomar forma en la casa matriz de NTT.
–Se habla de déficit de competitividad en el país, ¿cómo le pegan esas dificultades a la actividad del software?
–Deberían ser más accesibles los desarrollos de un producto o mantenimiento y aplicar tecnología de cualquier tipo en países que comparten la zona horaria: somos hispanoparlantes, razonablemente cercanos, a 3 o 4 horas de avión. Sin embargo, hoy no hay holding entre Argentina y Colombia, ni tampoco con Brasil. Tenemos un tema impositivo que afecta las exportaciones e importaciones, porque se trata de una doble vía, de servicios. La generación de la oferta de valor y del movimiento del conocimiento que la hace posible es absoluto y total. En muchas de las cosas que hacemos acá, el producto original fue desarrollado en España y ahora está mantenido en México, lo estamos trayendo para Argentina, donde probablemente se mantenga una parte. Hay productos que se están haciendo para el Banco Interamericano de Desarrollo, parte en Chile, y pretendemos que en el futuro se hagan acá.
–¿Cuenta para esa integración que los salarios en América latina sean más bajos que en naciones más desarrolladas?
–Estamos en un mundo bastante globalizado. Se trabaja con fábricas de software de cualquier parte que sustituyen a cualquier recurso local; lo que tenemos los argentinos de ventaja respecto de los chinos o indios es que somos más eficientes. Es cierto que el tipo de cambio incide en ese costo, pero es un factor a seguir todos los días. No puede hablarse de un salario global sino que cada uno de los mercados lo determina.
–¿Cómo influye que las principales IT tengan la base de clientela en el exterior?
–No es nuestro caso. La fábrica de software que tenemos en Tucumán factura un tercio a clientes argentinos, un tercio a Estados Unidos y un tercio para España. Y en Buenos Aires generamos 80% local y 20% en el exterior. Debe reconocerse que hay cuestiones difíciles de catalogar: cuando se da soporte a un sistema que se usa regionalmente no se puede individualizar.
–¿Cómo se está dando el proceso de entendimiento entre las grandes compañías y las startups para la innovación?
–En prácticamente todos los centros de desarrollo, la consultora incentiva bastante la generación de ecosistemas de innovación. Lo hicimos en Chile, pretendemos hacerlo en Mendoza. Los premios de la Fundación Everis van dirigidos precisamente a la innovación, básicamente de startups. Fueron diseñados para proyectos que generen un impacto social o ambiental mediante el uso de la tecnología en las categorías de “Nuevos modelos de negocio en la economía digital”, “Tecnologías industriales” y “Biotecnología y salud”.
La consultora de los 1.000 millones
La multinacional nacida en 1996 en Madrid, con apenas cinco personas, desde 2013 pertenece al gigante japonés NTT Data. Ya suma 23.000 empleados en 16 países.
Facturó en el último ejercicio fiscal € 1.031 millones (casi US$ 1.300 millones), por soluciones de negocio, estrategia, desarrollo y mantenimiento de aplicaciones tecnológicas y outsourcing.
En Argentina, el proyecto de hub tecnológico en Mendoza hará crecer en 900 personas la planta de colaboradores, actualmente en unos 400, de modo que totalizará unos 2.400.