Es oficial: comenzó la guerra comercial global


    La idea es reforzar la medida en breve, con nuevos impuestos de importación en el orden de US$ 16.000 millones. Se llegaría así a trabas a la importación de US$ 50.000 millones de productos chinos.
    La reacción de Beijing fue fulminante. Los barcos que estaban en puertos desembarcando productos estadounidenses, sufrieron un parate de actividades. En horas, se le impondrán aranceles, como represalia, por el mismo monto.
    Alertado Trump sobre la actitud china, amenazó con poner nuevos aranceles sobre el total de bienes importados desde China: US$ 500.000 millones al año.
    Si se concreta –además con igual contestación por parte de China– la guerra comercial será de una intensidad sin precedentes, y capaz de deteriorar seriamente la economía global.
    Las posibles consecuencias preocupan a funcionarios de comercio en ambos países, pero también a las corporaciones multinacionales. Todas las cadenas de valor están amenazadas. Por ahora, la reacción inmediata de China se ha concentrado en demoras a los buques con mercaderías que pueden ser objeto de represalias, intensas auditorías e inspecciones dilatorias.
    La estrategia china es aranceles en represalia sobre productos especialmente importados del medio oeste estadounidense, donde se encuentra el núcleo del apoyo electoral a Donald Trump. Afecta a ventas energéticas y de semillas y productos básicos del agro (la soja en especial).

     

    El comercio global

    Hasta ahora, el sistema global de comercio parecía convenir a casi la totalidad de los actores. En la última década, el valor de todos los bienes comerciados, aumentó en 40%, y representó 50% del producto bruto interno global.
    Las exportaciones estadounidenses crecieron, durante los últimos cuatro años a ritmo acelerado: US$ 6.100 millones más en ventas externas, y trabajo para 10 millones de personas.
    Claro que no es un sistema ideal. Tiene fallas, pero con acuerdos y ajustes se podría hacer lugar a los nuevos desafíos planteados por la innovación y la intensa competencia.
    No es la visión de la Casa Blanca, que ha elegido –al parecer– dispararse un tiro en el pie. Pero además, no es solo China. La ola proteccionista afecta a Canadá (principal socio de EE.UU.), a México (el otro gran socio del NAFTA), y a toda la Unión Europea, debilitando una alianza efectiva de más de seis décadas.
    La guerra no es gratis para nadie. China está enfrentando una crisis cambiaria y financiera, que ha debilitado su moneda en el escenario internacional. Varios estados de EE.UU. calculan muy alta las pérdidas por la exportación de sus productos tradicionales, que ahora deberán pagar aranceles, como represalia por socios comerciales que se sienten agredidos.
    La apuesta de Trump es que China tiene mucho más que perder que Estados Unidos. Visto la crisis en el mercado cambiario y financiero, puede tener algo de razón, en especial en el corto plazo. Pero China no puede regalar su estatus de superpotencia, y se obligada a actuar como se espera de ella. Además es un gobierno autoritario que controla a la opinión pública y a los temas que se debaten. Al revés de lo que ocurre en gran medida en Estados Unidos. China puede encontrar muchos aliados impensados en este conflicto.

     

     

    Beneficiados y perdedores

    Trump altera el mercado mundial de commodities

    Un curioso efecto de este toma y daca, es que el mundo comercial de los productos básicos, sufrirá una profunda transformación desde el escenario que presenta hoy día. Los probables beneficiados serían: Brasil, Argentina, Alemania, Vietnam y Canadá.

    La decisión de la Casa Blanca de imponer aranceles a las exportaciones de países de Asia (en especial, China), a las de la Unión Europea y de los socios del NAFTA (Canadá y México), provocará de inmediato represalias de los afectados.
    Lo que llevará a una nueva ola de sanciones estadounidenses. Que a su vez será contestada. Entraremos así de pleno en una guerra comercial global, cuyos efectos son impredecibles, aunque sin duda desastrosos.
    Los potenciales beneficiarios en esta guerra no prevista hace pocos meses, serán los criadores de cerdos alemanes, los productores de hilados vietnamitas, y los productores de soja en Brasil y en la Argentina. La demanda china por cerdos y por aceite de colza (que hasta ahora importa en gran proporción desde Estados Unidos) transformará el mapa comercial y creará nuevos ganadores de esta contienda. Los productores de maíz estadounidenses, estarán también entre los grandes perjudicados.
    Consecuencia: todo el intercambio global de productos agrícolas y commodities derivados, se está reconfigurando velozmente a escala planetaria. Los productores mundiales de colza, pueden ser ganadores especiales en la nueva situación. Antes de este clima bélico comercial, China había empezado a comprar más colza. En 2017, 4,8 millones de toneladas, un tercio más que durante el año anterior. La mayor parte de este aumento lo proveyó Canadá, el principal exportador mundial. Se prevé que las compras chinas pueden aumentar todavía más.
    La importación china de soja es del orden de 95 millones de toneladas anuales. Pero la brecha entre el precio de ambos productos, soja y colza, se ha ampliado en favor de la última.
    En cuanto al maíz, podría ser el gran perdedor estadounidense. Figura al tope de las sanciones que piensa imponer China apenas entren en vigencia las medidas del gobierno de Trump. Lo que implica que Estados Unidos debe prever hacia dónde orientará ese volumen de maíz afectado. Justo cuando otro gran comprador, México, también planea imponer restricciones al maíz del país vecino. Un indicio lo da las compras a Brasil del año pasado: 600.000 toneladas, diez veces más que durante 2016. Puede ocurrir que México intente reducir su dependencia del maíz estadounidense. Hasta 30% de sus compras pueden canalizarse a través de Brasil, Argentina y otros países productores.
    El algodón puede ser otra víctima estadounidense. Puede ser reemplazado por compras desde Australia, países de Ãfrica occidental, y Brasil. China es el segundo comprador de algodón estadounidense.

     

     

    Previsoras las empresas

    El Brexit desinfló la economía británica

    No hay recesión como se temía, pero el ciclo económico perdió fuerza y velocidad. Lo que ahora sale a la luz es que, desde el mismo momento en que el país votó por separarse de la Unión Europea las empresas comenzaron a guardar en el banco todo el dinero que pudieron.

     


    Theresa May

    En realidad comenzaron antes de eso, pero el referéndum incentivó el ritmo y el volumen del ahorro. Hoy, a dos años de aquella votación, la suma total de dinero extra que las empresas guardaron en los bancos asciende a 60.000 millones de libras esterlinas, o 2.200 libras por cada familia del reino.
    Como porcentaje del PBI, es la cifra más alta desde el récord de 1987.
    Es probable que las empresas hayan recurrido al ahorro previendo una recesión económica en los años inmediatamente posteriores al Brexit. Eso no ocurrió. Sin embargo, Gran Bretaña dejó de ser una de las economías con mayor crecimiento económico del G7 para convertirse en una de las que menos crece. La economía se acható.
    El mercado laboral, tradicionalmente una de las maravillas del país, está pegando la vuelta. La tasa de desempleo sigue siendo muy baja, pero mirando detenidamente las horas trabajadas en todo el país han caído a su nivel más bajo en seis años. Los salarios ya no caen pero apenas suben.
    Algunos observadores estiman que de no haber mediado el Brexit, la economía hoy habría crecido entre 1 y 2% más de PBI. El mismo 2% de PBI que las empresas apartaron en los bancos. En lugar de ser usado en la economía, el dinero fue a parar al banco. En lugar de tener empresas invirtiendo para que la economía crezca a 10% anual, ahora el país crece a 2%.
    En general, las empresas de todo el país han reducido sus inversiones a la mitad en comparación con el año anterior, una decisión puramente lógica si se tiene en cuenta que todavía nadie sabe cómo va a ser el arreglo entre Gran Bretaña y la Unión Europea. ¿Por qué invertir en nuevas plantas, en contratar empleados o en apostar a una nueva adquisición si no se sabe cuál va a ser el marco legal? Mejor tener ese dinero guardado en el banco.
    Si Gran Bretaña logra evitar una salida dura de la UE, es muy posible entonces que todo ese dinero acumulado se vuelque en inversiones para reactivar una vez más la economía del país.

     

     

    Lo esencial, el nivel de precios

    En petróleo, Rusia y los sauditas de acuerdo

    Aumento de un millón de barriles diarios en el suministro y estabilidad de precios. El resultado de la reunión de la Opep (ampliada con Rusia y otros miembros fuera de la organización) estaba previsto. Aun así fue notable la velocidad y claridad con que se tomaron las decisiones.

    Todos los que suscribieron el acuerdo, aumentar la producción conjunta en un millón de barriles diarios. Pero para que no quedaran dudas, el ministro petrolero de Arabia Saudita lo hizo explícito: quien necesite más petróleo que lo pida que le será suministrado por el Reino (algo similar hizo trascender Rusia).
    En verdad la cuestión central no pasa esta vez por el suministro, sino por el nivel de precios que se pretende. Hace dos años, la idea fue lograr un aumento del valor del crudo que apenas superaba los US$ 30 por barril. La estrategia sugería un alza razonable de precios y dejar fuera del mercado –supuestamente por altos costos productivos– a todo el shale oil de Estados Unidos y otros grandes productores.
    Pero las cosas no ocurrieron así. El avance tecnológico facilitó que, pese al ascenso de costos, el shale siguiera siendo negocio y engrosando la producción.
    La dinámica del proceso duplicó el valor del crudo. Hace pocas semanas tocó los US$ 80 el barril, con la consiguiente alza del suministro por todos los productores en condiciones. Antes había mermado la suma total, por el descenso productivo en Venezuela y Libia (por problemas internos). En tanto Irán, que había recuperado ventas gracias al acuerdo con Barrack Obama, se encuentra –ahora gracias a Trump– en la lista negra de los vendedores. Sin duda es uno de los perdedores: tendrá menor chance de colocar su producto por la oposición de Washington.
    Ahora el peso de la Opep se inclina por aumentar la producción hasta que el precio el crudo se sostenga en torno a US$ 74 o 75, y que no llegue a US$ 80. Tanto Arabia Saudita como Rusia pueden obtener ventaja en obtener una parte sustancial del acuerdo acordado de aumento de un millón de barriles en la producción diaria.
    El efecto de esta política se hará claro recién a finales de julio. Hay un riesgo de colisión de intereses entre Riyadh y los otros miembros de la organización petrolera.
    Este es el acuerdo más complicado logrado desde enero de 2017 que puso en marcha un recorte de 1,8 millones de barriles diarios (entonces para subir los precios).
    En esta oportunidad lo que quedó en claro es que la voluntad de los dos grandes productores (Saudiarabia y Rusia) es mantener el actual nivel de precios estable. Por tanto, si para lograrlo fuera preciso aportar más de un millón de barriles diarios, no vacilarían en hacerlo.
    El acuerdo de 2017 no funcionó porque los precios se elevaron desde entonces en 50%, cuando los cortes productivos se encontraron con un clima de sólida demanda y problemas no previstos en algunos productores.

     

     

    Falta de experiencia, una constante

    Barreras para jóvenes en busca de empleo

    La principal meta que este segmento espera obtener en diez años es “estabilidad económica”. El dato parte de un relevamiento regional realizado por el Grupo Adecco sobre las perspectivas laborales de los jóvenes de 18 a 24 años.

    El Grupo Adecco, filial argentina de esta empresa global en consultoría integral en Recursos Humanos, realizó un estudio regional sobre las perspectivas laborales de los jóvenes de 18 a 24 años. El mismo reveló que 7 de cada 10 jóvenes afirma que le cuesta conseguir empleo porque no cuenta con la experiencia laboral que solicitan en la mayoría de las búsquedas.  
    70% de los jóvenes entre 18 y 24 años dijo no conseguir trabajo “porque me piden mucha experiencia”, como una dificultad real a la hora de buscar empleo. Mientras que 87% de los encuestados afirma que cuenta con las habilidades y competencias necesarias para desempeñarse en el ámbito laboral, y que es totalmente compatible trabajar y estudiar al mismo tiempo.
    Frente a esto, casi 7 de cada 10 jóvenes cree que es más fácil encontrar trabajo una vez obtenido un título universitario o técnico. Además, el 46% cree que su búsqueda le llevará entre 6 meses y un año, mientras que para el 36% será de 6 meses y para el 18% más de un año.
    En 10 años, ¿qué metas esperan haber cumplido en relación con lo laboral?
    49% de los jóvenes argentinos tiene como principal meta lograr “estabilidad económica”. 14% espera trabajar en una empresa responsable con la sociedad y el medio ambiente, 13% conseguir el empleo de sus sueños y 11% trabajar en una empresa reconocida a escala mundial. En menor medida, 9% aspira a conseguir un puesto alto dentro de una compañía, y solo 4% quiere conseguir un salario muy alto.
    Latinoamérica: ¿Qué piensan los trabajadores del futuro sobre el mercado laboral?

     

    Los que van a sobrevivir

    Numerosos expertos afirman que los empleos que podrían dejar de existir más rápidamente, estarían relacionados con las labores básicas y rutinarias. Probablemente muchos de los puestos que hoy se ofrecen en los rubros de servicios: ventas, telemarketers y los trabajos administrativos. En este escenario, hay quienes arriesgan que van a sobrevivir, las profesiones o actividades que requieren talento, creatividad, pensamiento lateral y aquellas virtudes que convierten en únicos a los seres humanos.
    A pesar de las proyecciones de los expertos, según la encuesta que realizó el Grupo Adecco, 16,13% de los jóvenes de Latinoamérica quisiera trabajar en la actividad bancaria y de las finanzas, mientras que en tecnologías de la información solo se anotaría para trabajar 1,29% y en una ingeniería como la electrónica, 1,94%. A su vez, en otra consigna, 16,17% respondió no conseguir trabajo “porque no hay mucha demanda de mi perfil en el mercado laboral”.
    A la tendencia creciente de sentimientos genuinos, para estudiar “lo que me gusta” y “quiero realizar mi vocación”, se suman otras cuestiones que impactan en el empleo; por ejemplo, los escasos puestos de trabajo para jóvenes que las empresas tienen disponibles en el mercado laboral. El poco sentido de la práctica laboral entre los jóvenes (y, en muchos casos, la falta de pertinencia de sus conocimientos) conspira contra la posibilidad de ocupar estos puestos de trabajo.
    Al consultarles en qué industria les gustaría trabajar se encontraron diferencias en los jóvenes mexicanos. Para los jóvenes de Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador y Perú la actividad más elegida para trabajar es la de Finanzas y Bancos, pero no es así para los mexicanos que prefieren la “Tecnología de la Información”.
    Además, los jóvenes de México, Chile y Perú son los más optimistas y creen que conseguirán empleo en menos de 6 meses, lo que no resulta tan fácil para los jóvenes de los demás países de la región que creen que su búsqueda tardará unos meses más.
    Un dato relevante es que, a diferencia de los demás, en Brasil 4 de cada 10 jóvenes no cree tener las habilidades y competencias necesarias para desempeñarse en el ámbito laboral.