Una persona que viva hasta los 100 años –como va a ser el caso con muchos de los niños que están naciendo ahora– va a tener que trabajar hasta los 80 años. Esa es la profecía que hacen los autores de un libro titulado The 100-Year-Life: Living and Working in an Age of Longevity.
En una investigación reciente realizada por el Aegon Center for Longevity and Retirement casi la mitad de los encuestados dicen que las generaciones futuras de jubilados estarán peor que las actuales, principalmente porque la gente está viviendo más años. Según Naciones Unidos, el número de los que tienen más de 60 años en todo el mundo se va a duplicar para 2050, a 2.100 millones. En la década de 1950, ese segmento de la población mundial rondaba los 205 millones.
“Cuando los 65 años se convirtieron en Estados Unidos en el número mágico para jubilarse, la gente no vivía tanto”, dice Catherine Collinson, directora ejecutiva del Aegon Center y presidente y CEO del Transamerica Institute, una ONG que investiga temas de salud y retiro. “Ahora muchas personas suelen llegar a cumplir 100 años”.
“Una jubilación que se prolonga durante 30-40 años es muy diferente que una de 10-20.”
La encuesta Aegon descubrió que hace falta un nuevo modelo global de retiro que incluya acceso universal a un sistema de ahorro para los trabajadores, más educación financiera y cobertura de salud accesible, entre otras cosas.
“Lo que más llama la atención es que en todo el mundo, gobiernos, políticos, empleadores y particulares están tratando de solucionar el tema del envejecimiento poblacional”, dijo Collinson. “Aunque los países sean muy diferentes, todos comparten los mismos desafíos y el mismo problema a futuro”.
Era de cambios
El envejecimieno de la fuerza laboral está en parte impulsado por empleados que desean seguir trabajando, o al menos seguir ganando un sueldo, pasados sus 70 y hasta sus 80 años. Son los denominados perennials.
El aumento de la expectativa de vida en todo el mundo industrializado significa que más gente tiene más años de vida saludable. Las mujeres que postergaron su carrera mientras criaban a sus hijos pueden retomar su camino profesional a finales de sus 50 años; los hombres y mujeres que pasaron décadas en puestos interesantes pueden no querer abandonar el estímulo social e intelectual del trabajo para cambiarlo por décadas de tiempo libre.
Mientras tanto, al cambiar las empresas sus planes de retiro con beneficios definidos por planes, por aportes que ponen en los trabajadores la responsabilidad de ahorrar, dejaron a mucha gente mayor financieramente incapaz de dejar de trabajar sin sufrir una importante caída en su nivel de vida.
Casi la mitad de los actuales retirados encuestados en 2014 dijeron que siguen haciendo algún trabajo pago aun después de haberse jubilado.
Pero incluso el subgrupo de esos trabajadores que siguen trabajando por elección más que por necesidad suelen desear algún tipo de transición cuando llegan a los 65 años. Eso puede querer decir trabajo part-time para tener más tiempo para la familia o menos tiempo en un trabajo que se ha vuelto físicamente pesado.
Los empleadores también obtienen ventajas. Al aumentar la diversidad en los equipos de trabajo, mejoran la productividad y el desempeño. Una investigación realizada en el Milken Center encontró que los empleados de más edad piden menos licencia por enfermedad, muestran más habilidad para resolver problemas y más satisfacción en el trabajo que sus colegas más jóvenes.
Millennials y perennials
En 2011 y 2012 la consultora PwC encuestó a 66.000 de sus trabajadores en todo el mundo para entender lo que querían los más jóvenes. Así descubrió que los empleados millennials apreciaban mucho el equilibrio entre el trabajo y la vida privada, pero que también ocurría lo mismo con los colegas mayores.
Prácticamente el mismo porcentaje de empleados millennials y perennials dijo a PwC que preferiría un horario flexible para acomodar sus obligaciones personales y profesionales.
Los más jóvenes se mostraban más dispuestos a pedir esos cambios, pero los mayores valoraban eso de la misma forma.
PwC implementó entonces una política de flexibilidad que permitía a los trabajadores de cualquier edad ajustar sus horarios según sus prioridades personales. Esto puede querer decir un corte a mitad de la tarde para ir a recoger un hijo o un nieto de la escuela para compensar esas horas en otro momento del día; o la flexibilidad de trabajar desde casa en días que no es necesario viajar hasta la oficina.
Al agregar opciones flexibles, PwC pudo acomodar a los trabajadores jóvenes y a los mayores. Esto es importante porque trabajar durante más años va a ser una necesidad financiera para mucha gente en las próximas décadas.
La perspectiva de estirar varias décadas –hasta los 80 según algunas predicciones– el trabajo a tiempo completo es, por lo menos, desmoralizante para muchas personas y físicamente imposible para muchas otras.
Laura Carstensen, psicóloga y fundadora del Stanford Center on Longevity, insiste desde hace tiempo que hay que reemplazar el sistema estándar actual de carreras intensas a tiempo completo que se cortan abruptamente al llegar más o menos a los 65 años por arcos más largos que incluyan cortes más frecuentes. “El modelo actual no funciona porque no reconoce todas las otras demandas de nuestro tiempo”, opina Carstensen. “La gente está trabajando full-time al mismo tiempo que está criando a sus hijos. Nunca tiene un descanso. No hay una verdadera razón por la que tengamos que trabajar de esta forma”.
Una mirada a la jubilación en nueve países:
Japón
Es el país que más ancianos tiene en el mundo y también con la mayor esperanza de vida. Luego de varias décadas con tasa de natalidad muy baja la fuerza laboral es insuficiente y la población se reduce (por eso está en la vanguardia de los robots). Ese es el motivo por el cual el gobierno insta a los trabajadores a postergar la fecha de su retiro.
El Primer Ministro Shinzo Abe tiene intenciones de elevar por encima de los 65 años la edad mínima para jubilarse y ofrecer a la gente un incentivo monetario para que pospongan el beneficio de la jubilación estatal hasta más allá de los 70 años. Una gran preocupación es el aislamiento de los ancianos. Hay miles de casos al año de lo que llaman “muerte en solitario”, que consiste en personas cuya muerte no se descubre hasta pasado un cierto tiempo.
Brasil
La edad promedio de jubilación es 56 para los hombres y 53 para las mujeres. El sistema, muy generoso que paga 70% del último sueldo del trabajador, tiene gran responsabilidad en la crisis de deuda del país. El Banco Mundial ha dicho que no es financieramente sostenible y recomendó reformas.
El ahora ex presidente Michel Temer propuso una corrección legislativa que luego abandonó cuando ordenó una intervención militar en Río de janeiro que efectivamente bloqueó la aprobación de cualquier enmienda constitucional.
Alemania
La edad de retiro es 65 años y siete meses y gradualmente irá aumentando hasta llegar a 67 en 2029. La ley de jubilación flexible aprobada en 2016 fue pensada para ayudar a los trabajadores mayores a hacer la transición hacia la jubilación de forma tal que se adapte de la mejor manera posible a sus necesidades individuales.
Da incentivos a los que desean trabajar más allá de la edad normal de retiro y facilita el cobro de pensiones parciales que pueden complementarse con ingresos de otra índole. La OCDE estima que los futuros pensionados de Alemania podrían recibir jubilaciones equivalentes a 51% de su salario en actividad, un porcentaje más bajo que el que reciben en muchos otros países desarrollados.
Francia
La edad mínima de jubilación fue elevada de 60 a 62 hace muy poco. En la gran mayoría de los casos las jubilaciones son financiadas por el Estado. Francia gasta casi 14% de su PBI en jubilaciones públicas, mucho más que el promedio de la OCDE, de 8,2%.
Cuando Nicolás Sarcozy intentó introducir una reforma en el sistema jubilatorio, millones de personas salieron a protestar a las calles. Pero la reforma del sistema de Emmanuel Macron, aunque impopular, entrará en vigencia en 2025. El plan crea un sistema único de jubilaciones y unifica docenes de planes diferentes en el sector público y privado.
Según la OCDE, Francia tiene la tasa más baja de pobreza entre la gente mayor y las personas de más de 65 años ganan en promedio más que la población general.
China
La política china de hijo único, que duró casi 40 años hasta 2015 y la expansión de los beneficios a los ciudadanos rurales crearon una gran tormenta: se redujo la fuerza laboral y aumentó el déficit jubilatorio. En los últimos años se relajaron las restricciones para los fondos de pensión nacionales para permitirles invertir por primera vez en la bolsa de valores. Además el gobierno fomenta el crecimiento de un sistema privado de pensiones para que la responsabilidad de ahorrar para el retiro recaiga en la persona y se reduzca así la dependencia de la cobertura estatal.
Gran Bretaña
Las últimas medidas de austeridad deterioraron notablemente la red de seguridad social del país. Un informe de la OCDE revela que el Reino Unido tiene altos niveles de pobreza entre los mayores de 75 años a causa de las bajas pensiones estatales. También dice que los trabajadores británicos recibirían menos de la tercera parte de lo que fuera su salario en actividad, la cifra más baja entre los países desarrollados.
En octubre, dos cuerpos reguladores anunciaron una revisión del proceso de pensiones, advirtiendo que muchos futuros jubilados no tendrán suficiente dinero para vivir. Gran Bretaña no tiene una edad obligatoria para la jubilación pero el gobierno anunció recientemente que estaba aumentando gradualmente la edad de retiro para las mujeres de 60 a 65 para igualarla a la de los hombres. La edad jubilatoria aumentará a 66 tanto para hombres como para mujeres entre 2019 y 2020, con otro aumento a 67 planeado para 2026.
Canadá
En Canadá se puede recibir una pensión, llamada Old Age Security, desde los 65 años, o una pensión reducida desde los 60. Cuando el Primer Ministro Justin Trudeau fue elegido en 2015, revirtió el plan de su predecesor, el conservador Stephen Harper, para elevar la edad de elegibilidad a 67. Pero Canadá ha implementado otras reformas, como aumentar los beneficios de la pensión con un sistema obligatorio conocido como el Canada Pension Plan. El plan significa que los empleados activos que voluntariamente aumentan sus aportes, recibirán más jubilación. El sistema universal de salud canadiense contribuye también a bajar la carga financiera para los jubilados.
Australia
El sistema australiano paga una pensión a aquellos cuyos ingresos están por debajo de cierto límite y un plan obligatorio de pensiones para las empresas que exige a los empleadores aportar a un fondo 9,5% del sueldo de los trabajadores. A los trabajadores se les dan incentivos impositivos para que hagan aportes voluntarios. Con ese 9% del sueldo de aporte por parte de los empleadores, se inicia el proceso de capitalización individual que tiene el sistema. Además de esta base obligatoria, agrega aportes voluntarios a través de una gran cantidad de empresas administradoras de fondos o seguros. Sin embargo, el elemento característico de este sistema es el aporte que realiza el Estado para mejorar la pensión final, con el fin de que los jubilados no tengan ingresos muy bajos.
La actual edad jubilatoria es 65 años y seis meses, que subirá a 67 para 2023. El partido liberal gobernante ha intentado llevarla a 79 pero en septiembre el Primer Ministro, Scott Morrison, abandonó sus esfuerzos.
Países Bajos
El sistema nacional está constituido por una pensión estatal complementada con planes ocupacionales obligatorios. Los trabajadores aportan un promedio de 18% de sus ingresos a los fondos de pensión corporativos, que son separados de los del empleador y estrictamente regulados. Pronto la edad de retiro va a ligarse con la expectativa de vida pero actualmente es de 66 y subirá a 67 para 2021. El jubilado promedio recibirá alrededor de 100% de su ingreso anterior al retiro, según la OCDE. La pobreza entre la gente mayor es muy baja comparada con el promedio de otros países desarrollados.