Algunas plataformas como Facebook y Google reclaman esa categorización cuando están dando una batalla judicial en algún juicio, con la esperanza de contar con las excepciones o protecciones que tienen en estos casos los medios tradicionales.
Es una evidente contradicción: quieren tener todas las ventajas de un editor, pero sin asumir las obligaciones usuales del periodismo, y de los periodistas, es especial sobre garantizar la veracidad de los contenidos.
La discusión no es irrelevante. Estamos viviendo el momento crucial de las fake news, las noticias falsas. En todos los órdenes de la vida cotidiana este escenario se ha convertido en una constante. Hay falsas noticias por doquier.
Todo el mundo es periodista, pero sin la carga que supone mentir para el prestigio de una marca de medios o para un columnista acreditado.
Las plataformas que reproducen las fake news no creen –a pesar de la creciente presión, especialmente en Europa– que es su responsabilidad garantizar la seriedad de los contenidos a los que dan albergue.
Hay una relación directa entre el aumento de la protección legal a la data privada en las redes sociales y la caracterización que hacen estas empresas tech de sí mismas, como editores. Así ha pasado con recientes juicios a Facebook en California, y a Google en Gran Bretaña. En este caso, la sentencia fue clara: la actividad esencial de Google no puede ser considerada equivalente a la del periodismo. No puede reclamar los privilegios que se le otorgan a esta actividad, si no asume las mismas obligaciones de la profesión periodística.
Es importante recordar la afirmación de Mark Zuckerberg de Facebook, en su declaración testimonial ante el Senado de Estados Unidos. “Somos responsables por el contenido, pero no lo producimos”. Las grandes firmas tecnológicas oscilan en su entusiasmo por pretender ser empresas editoras, acorde con el cambio que se percibe en la opinión pública. Sostener que la responsabilidad es limitada sobre lo que aparece en las redes sociales o en los resultados al usar motores de búsqueda, no es la mejor defensa en el nuevo clima imperante, con abundancia de fake news, spam, y mal uso de data.
Antes sostenían que simplemente hospedaban información. Ahora, juegan con la idea de ser editores, con la consiguiente mayor libertada para manejar y publicar información sobre personas.
Grandes cambios en el sector
La digitalización cambió para siempre el ecosistema del entretenimiento y los medios (EyM) en el mundo. Hoy el contenido se pide. Las plataformas digitales proliferan creando una distribución más directa y más personalizada. La competencia por conseguir la atención y el gasto de los consumidores es más intensa que nunca. Todos estos cambios han alterado completamente el flujo de los ingresos en EyM. El éxito, hoy, depende de tener varias fuentes de ingresos y también apostar a una canasta de negocios y productos que estén fuera de las fuentes tradicionales de monetización.
En todos los sectores de EyM las empresas están lanzando novedades como podcasts y eventos en vivo, creando programas de suscripción, produciendo videos para marcas y consumidores y ampliando sus esfuerzos de e-commerce y de licenciamiento de productos. Los estudios cinematográficos y las cadenas de televisión desarrollan servicios de video en streaming. Las ligas de deportes y las compañías de videojuegos convergen en e-sports.
Muchas de las compañías exitosas de EyM siempre se han beneficiado de diversas corrientes de ingresos. Lo que cambió ahora es la urgencia que le aporta un entorno donde monetizar es mucho más difícil. Se están secando las fuentes tradicionales de publicidad y suscripciones y las grandes plataformas digitales están absorbiendo la mayor parte del crecimiento publicitario.
Los hábitos de consumo y de gasto evolucionan a gran velocidad. Mientras tanto, muchas compañías siguen dependiendo de los ingresos tradicionales, cada vez menores. Entonces, sin contar con importantes fuentes de ingresos, las opciones estratégicas para esas compañías se irán estrechando en sucesivas rondas de recorte de costos y en preparación para una eventual consolidación. En medio de todos estos desafíos, algunas logran desarrollar prometedoras fuentes de ingresos nuevos. Arman carteras de experiencias complementarias para aprovechar el potencial comercial de sus clientes más conectados: sus fans. Ellos miran más, escuchan más, participan más, comparten más y son publicitarios más entusiastas.