Por Rocío Bravo
Gabriel Aramouni
Gabriel Aramouni es director de la Escuela de Administración y Negocios y del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés. En esta entrevista, hace hincapié en los temas y métodos en los que es necesario hacer foco para enfrentar lo que será el trabajo en los próximos cinco años. Además, explica cómo desde la universidad se preparan para adaptarse a la cambiante realidad que transitamos en la actualidad y se anima a predecir cuáles serán las demandas de los trabajos del futuro.
“Estamos en un mundo continuamente en cambio que genera la necesidad de adaptarse con mucha rapidez y flexibilidad. Hay nuevas demandas que existen en todos los ámbitos, en los consumidores, los alumnos, los ciudadanos y esto impacta en todas las organizaciones”, expresa Gabriel Aramouni.
Por eso entiende las críticas frecuentes a las altas casas de estudio, el reclamo de que lo se enseña es viejo, y pertenece a una realidad de hace cinco o diez años. Pero anticiparse es más fácil de decir que de hacer.
Según el académico, “estamos viviendo en un mundo en cambio y eso impacta en las organizaciones que necesitan claramente renovarse, innovar, atender mejor a sus diversos sectores”.
Y continúa: “desde la universidad, tenemos que hacer un esfuerzo continuo para dar una respuesta cada vez más inteligente, más anticipatoria, para atender el desarrollo de las comunidades que confían en nosotros”.
En ese sentido, explica Aramouni, San Andrés tiene varios elementos dentro de su ADN. “Uno de ellos es una formación rigurosa apuntando a la calidad de la enseñanza; por eso buscamos los mejores profesores y los mejores alumnos. Otro es cómo renovamos nuestros programas, cómo generamos nuevas ofertas que vengan a atender estas demandas de la sociedad. Un ejemplo de ello es nuestra nueva carrera de diseño, que concibe a la disciplina desde una perspectiva general, no orientada al producto o la industria”, detalla. Y, por último, el espíritu emprendedor. “Diría que de los 50 grandes emprendimientos que tiene la Argentina en los últimos diez años, 20 han sido generados por alumnos de esta universidad”, narra el docente. “Eso nos llena de orgullo y nos hace pensar que hay algo en nuestra enseñanza, en nuestra metodología, en los alumnos y los profesores que convocamos que permite generar un ámbito propicio para desarrollar nuevos proyectos que sean exitosos”.
En este sentido, “el objetivo final siempre apunta a hacer crecer a la Argentina y la región a través de la formación de líderes que sean capaces de transformar esas realidades, aumentando la competitividad y el crecimiento de las organizaciones donde trabajan, pero no limitándolas exclusivamente al mundo corporativo o empresarial. Por eso hablamos de organizaciones en su conjunto, esto involucra no solo las empresas sino al Estado en todos sus niveles y a las organizaciones sociales. Ahí es donde ponemos el acento y donde el espíritu emprendedor y la transformación digital son un núcleo central”.
Causa y consecuencia
Los avances tecnológicos son un impulso para el crecimiento de las compañías y aquellas empresas que no asuman el desafío que la tecnología implica, pueden verse seriamente perjudicadas. Desde la universidad plantean una currícula para desarrollar “la transformación digital usando la tecnología al servicio de la gestión”.
Para Aramouni, lo digital atraviesa transversalmente a toda organización. “Está presente en todas las áreas e involucra todos los componentes de la compañía; pero no basta solo con la tecnología. Las personas son un elemento fundamental para que la tecnología actúe”, enfatiza.
En cuanto a los contenidos que se enseñan hoy y su injerencia en el mundo laboral del futuro o si eso mismo hubiera servido en el pasado, el responsable de la Universidad de San Andrés plantea: “Creemos que hay determinados fundamentos de las distintas asignaturas que son estables y que hay que aprenderlos. Sin embargo, estamos convencidos también de que lo que hoy estamos enseñando es probable que dentro de cinco o diez años no sirva del todo”.
¿Cuál es el desafío entonces de los que dirigen áreas o carreras en la universidad? Para Aramouni la respuesta pasa por estar un paso adelante porque la obsolescencia del conocimiento hoy es vertiginosa. “Eso nos lleva a una revisión continua, no solo de los contenidos, sino de las metodologías de enseñanza. Eso implica también la selección de nuevos profesores, incorporando gente nueva, joven y bien formada, tanto en el país como en el exterior, que pueda aportar una mirada renovada e innovadora”.
Esto es algo que se ve notoriamente en las áreas de Educación Ejecutiva. “Ahí estamos permanentemente demandados para estar un paso adelante, interpretar la realidad, ver cómo es el escenario futuro, cuáles son las tendencias y cómo eso va impactando en la vida de las organizaciones y en el desarrollo de la gente. De hecho, estamos lanzando ahora un programa muy interesante de Business Innovation, sobre cómo innovar en modelos de negocios para hacer más competitivas a las organizaciones. En educación ejecutiva se ve en forma muy patente esta necesidad de tener una mirada de futuro aplicada al presente. Es el gran debate que tienen todas las universidades del mundo”, asume el vocero.
El trabajo del futuro
Gabriel Aramouni conoce a las empresas y lo que demandan al momento de reclutar gente. Conoce a su vez a quienes trabajan en ellas porque ha dedicado su vida a formar a los estudiantes que trabajarán en dichas organizaciones. Pero si hay algo de lo que también sabe es sobre “The Future of Work”, tal como él mismo lo llama. “Cuando voy a alguna conferencia hago una pregunta medio tramposa: ¿Qué les parece, como va a ser el futuro? “No sabemos” es la respuesta.
“Hoy está conectada a internet un poquito más del tercio de la población mundial y la tecnología va a permitir rápidamente que esté conectada la totalidad. Pero ¿Cómo va a ser ese mundo? Va a ser diferente, no tengo dudas. ¿Por dónde intuyo que va a venir? Más allá de la disrupción tecnológica que es fantástica, porque los cambios son vertiginosos y hasta, a veces, insospechados, tenemos también la paradoja de la fragilidad de la tecnología, la paradoja de los problemas morales que tienen que ver con la pérdida de la identidad, la privacidad y la libertad del individuo”, reflexiona.
“El tema de los valores va a estar más presente que hoy, se va a discutir ese tema porque la tecnología nos va a llevar a límites que nos van a hacer repensar determinados principios que no estamos dispuestos a negociar así nomás”.
El otro gran tema, según Aramouni, tiene que ver con la adaptación a un entorno cambiante en un mundo donde la geopolítica está marcando un nuevo orden. Por lo tanto, el trabajo va a cambiar, van a modificarse las organizaciones y los modelos de negocio van a ser distintos, las capacidades de la gente van a estar reclamadas para otra formación.
¿Qué es lo que se va a buscar? “Ahí es donde estoy poniendo el acento. En el pensamiento político, la capacidad de visualizar escenarios, la adaptación a un entorno cambiante y la rigurosidad en la visión integral. Más allá de que después la tecnología cambie y muten las competencias, los valores, la capacidad de adelantarse y tener una mirada de conjunto, la idea de formarse para tener liderazgo flexible y capacidad de adaptación es lo que va a marcar claramente las competencias del futuro inmediato. Y no estoy hablando de que esto pasará de aquí a diez años, estoy hablando de los próximos cinco años”.
No hay dudas de que la universidad es testigo de una etapa más que desafiante. “Y para mí, que estoy en la educación empresaria, es un arte”, sostiene el vocero. “Puedo asegurar que en los últimos 60 años este es el momento más importante de la historia, porque estamos asistiendo a un cambio del que somos protagonistas y que tiene una entidad superior a cualquier otra. Yo me siento parte de un proceso de cambio en el que quiero actuar con la misma pasión y dejar un aporte porque estamos viviendo algo muy interesante y desafiante”, concluye.
Diseñar y punto
La Universidad de San Andrés acaba de anunciar que a partir del próximo año contará en su oferta académica con la carrera de Diseño. Bajo la dirección del músico y diseñador catalán, Alex Blanch, y con profesores de primer nivel, la propuesta apunta a una brindar una perspectiva general, no orientada al producto o a la industria.
“Nosotros vamos a la esencia del diseño, de alguna manera imaginamos formar a nuevos líderes que aprendan a pensar, que tengan sentido crítico y sean capaces de diseñar nuevas estructuras para negocios, ciudades o distintas organizaciones”, explica Gabriel Aramouni. “Es algo así como ir formando nuevos Leonardos Da Vinci, que tengan una visión muy general que luego pueda orientarse hacia determinados segmentos específicos”.
Con este proyecto, que llevó varios años de desarrollo, “San Andrés se anticipa a las demandas del mercado y la sociedad que buscan otro tipo de formación, gente con pensamiento más abierto, integrados al mundo, con una visión interdisciplinaria, expandiendo las fronteras con la capacidad de pensar más allá”, sostiene Aramouni.
Por su parte, durante el acto de lanzamiento de la carrera, Blanch exclamaba que se trata de “un proyecto transversal pensado para abarcar la complejidad del mundo actual. La pregunta no es diseño de qué, sino diseño para quién. El diseñador tiene que salirse de sí mismo y pensar en las necesidades de los demás”.