Mondelez International
La responsabilidad social no es es obligatoria. Es estratégica
Desde la empresa se trabaja en cuatro áreas de acción, entendiendo que son aquellas donde se puede generar un mayor y mejor impacto: por eso el programa se llama Impact for Growth, lo que en inglés significa impacto para el crecimiento.
Sebastián Delgui
“Llevamos adelante un programa de voluntariado donde los colaboradores tienen la posibilidad de utilizar horas de trabajo para ayudar a una ONG local. Trabajamos junto al Banco de Alimentos, clasificando alimentos para donación y con la Fundación Sí, ayudando a construir juguetes, útiles y otros materiales para la gente en situación de calle. Estas acciones quizás no sean tangibles, pero tiene que ver con el largo plazo que propone la RSE y el sentimiento de pertenencia de todos los que formamos parte de la empresa”, sintetiza Sebastián Delgui, director de Asuntos Corporativos y Gubernamentales de Mondelez International Cono Sur.
–Para algunos académicos, la RSE es una obligación de la compañía. Es decir, que responsabilidad, en este campo, alude a una obligación. ¿Es una descripción correcta? ¿Por qué?
–Ser responsables es una obligación, sin dudas, en todos los ámbitos. Pero a la responsabilidad social no la definiría como obligatoria, sino como estratégica. Hoy en día, los habitantes de todo el mundo están cada vez más interesados en el bienestar y la garantía de un futuro sostenible, para ellos, sus familias y sus comunidades. Somos conscientes de que los consumidores esperan más de las empresas y de los productos que éstas fabrican y venden. Es por esto que es estratégico entender cómo podemos desde las empresas contribuir a un futuro sostenible a través de ser socialmente responsable.
–La sustentabilidad y la RSE, ¿ayudan a garantizar la existencia de crecimiento económico?
–Las empresas en la Argentina y el mundo han recorrido un largo camino en RSE y ya vemos como los objetivos de sustentabilidad son parte del negocio de muchas compañías, entendiendo no solo el impacto positivo que pueden generar en el planeta y en las personas sino también en el largo plazo de la misma empresa. Para ello, es importante tener una dirección de responsabilidad clara y en línea con pilares clave para cada empresa y comunidad en la que operamos.
Desde Mondelez International trabajamos en cuatro áreas de acción, entendiendo que son aquellas donde podemos generar un mayor y mejor impacto: por eso nuestro programa se llama Impact for Growth, lo que en inglés significa Impacto para el crecimiento.
–La convención aceptada es que a los stakeholders les atraen las compañías cuyas actividades de responsabilidad social producen sólidos beneficios que pueden ser tangibles. ¿Piensa usted que es una afirmación acertada? ¿Por qué?
–Todas las actividades de responsabilidad social resultan beneficiosas no solo para la empresa, como parte de sus objetivos de negocios, sino sobre todo para todos aquellos que forman parte de los proyectos a largo plazo. Hay muchas actividades que pueden ser claramente medibles, como el impacto que tienen en el planeta los ahorros de energía, agua o residuos; y también existen actividades que impactan positivamente en las personas y producen beneficios sólidos en los que participan.
–Hay empresas que, cuando crecen las preocupaciones sobre corrupción empresaria y es grande el impacto de los negocios en la sociedad y el ambiente, sostienen el valor de la autoregulación. ¿Lo cree suficiente?
–Es cierto que la autoregulación es una práctica común y transparente que intenta marcar tendencia sobre determinados temas en pos de agregar valor al trabajo de la empresa. Sin embargo, un verdadero cambio se logra en conjunto y de forma masiva, por lo que trabajar articuladamente entre los entes públicos, privados y el tercer sector debería ser la clave para alcanzar mayores y mejores resultados.
Innovación y tecnología para impulsar la sustentabilidad
No es un secreto que la sustentabilidad en las organizaciones nos desafía constantemente a ser más responsables, más creativos y más innovadores. Nos obliga a buscar aliados, internos y externos, con los cuales seguir impulsando nuevos modelos de negocio, con nuevas reglas y retos.
Por Fernando Hofmann (*)
Ya pasó el tiempo en el que era habitual encontrarse frente a textos o análisis que intentaban explicar la sustentabilidad por un lado y el negocio por el otro. Hoy es moneda de cambio apreciar y comprender que ambos van por la misma senda: conjugando ambos aspectos es que se llega a una estrategia de negocios más amplia, más integral y, por sobre todo, más sustentable.
Los modelos más innovadores que marcan las nuevas tendencias globales, tienen incorporada esta visión de sustentabilidad en su ADN. De otro modo no habrían comprendido del todo el funcionamiento de la misma. El verdadero cambio no reside en modificar algunos procesos del negocio o productos, si no en perseguir un modelo de negocio que contemple la sustentabilidad.
En la actualidad, estamos ante una nueva tendencia en la política de sustentabilidad en la que, cada vez más, vivimos un acercamiento a los departamentos de innovación y desarrollo de las compañías. En las empresas de consumo masivo, como Kimberly-Clark, este acercamiento a la innovación sustentable en la concepción del producto y en todo su proceso posterior de producción hasta llegar a la góndola, es la que está generando nuevos cambios: inversiones y proyectos que se enfocan en mejorar los procesos de las plantas (maquinarias, tecnologías), y mejoras estructurales para seguir la producción de una manera sustentable.
Ritmo de los cambios
La disrupción tecnológica, asimismo, no está sólo orientada al interior de la organización. En muchos casos son los consumidores los que marcan el ritmo de los cambios, generando así un nuevo modo de entender el negocio. La posibilidad de reclamo o de hacer llegar sus necesidades e inquietudes por las redes sociales, las páginas de reclamos y de que una situación personal llegue a ser masiva muy rápidamente, generaron, también, que las compañías presten mucha más atención que antes a los modos de consumo y necesidades de sus clientes.
Por eso entendemos que el desarrollo de la compañía sólo es posible junto al avance, la adquisición de nuevas tecnologías y alianzas estratégicas que incluyen también a los proveedores y que permiten diseñar soluciones novedosas que sobrepasen los beneficios de la productividad y favorezcan el crecimiento de las comunidades en las que se opera.
En nuestro caso, tiene que ver con el propósito de brindar productos para la higiene y el cuidado personal que mejoren la calidad de vida de las personas. El gran reto a partir de lo mencionado anteriormente es crecer de forma sostenida de la mano de una estrategia de innovación, inversión y gestión sustentable.
Un mundo lleno de oportunidades nos espera. Nuestro objetivo es tomar cartas en el asunto y proyectarlo a nuevos horizontes; es mirar hacia el futuro con prácticas de negocio amigables; buscando progresar día a día en pos de seguir mejorando la vida de las personas, de la sociedad, del mundo.
(*) Director de Asuntos Legales y Corporativos de Kimberly/Clark LAO – Región Austral.
ICBC
La necesidad de un trabajo articulado
Para Marcelo Dupont, gerente de Relaciones Institucionales de la entidad bancaria, el principio básico de la sustentabilidad es hacer posible el crecimiento en forma sostenida; es decir, apostar al futuro con las acciones del presente, no solo conseguir un beneficio para hoy. Sin embargo, hacer posible no significa necesariamente garantizar el crecimiento, que dependerá, por otra parte, de muchas otras variables.
Marcelo Dupont
“La inversión en sustentabilidad puede tener distintas caras y efectos, sea por su gestión o porque las reglas del juego cambian y hay que saber adaptarse. Aunque pueda sonar redundante, es fundamental entonces el trabajo articulado entre el sector privado, el sector público y las organizaciones de la sociedad civil. Sin este accionar y pensar conjunto, el riesgo de desperdiciar recursos y no generar el impacto buscado es alto”, indica Marcelo Dupont, gerente de Relaciones Institucionales de ICBC.
–Hay empresas que, cuando crecen las preocupaciones sobre corrupción empresaria y es grande el impacto de los negocios en la sociedad y el ambiente, sostienen el valor de la autorregulación. ¿Lo cree suficiente?
–Son pocos los casos donde la autorregulación es suficiente y sostenible. Un sistema de normas, siempre que sea dinámico ante los cambios, favorece la democratización de la competencia. El riesgo de la autorregulación está en la generación de acuerdos que podrían resultar excluyentes para algunos actores.
–¿Cómo se crea valor con la RSE?
–La RSE crea valor para las marcas, para las empresas, para sus colaboradores, para los consumidores y para la sociedad en su conjunto, mediante el establecimiento de una forma de hacer las cosas en donde la mirada es plural y transversal. Hacer negocios ya no significa obtener ganancias económicas sino hacerlo respetando el medio ambiente, a las personas, la trasparencia en los procesos y la comunicación, y generando un mejor desarrollo de esa sociedad. El valor puede ser medible pero también es intrínseco en cuanto crea cultura, un bien intangible pero que nos identifica y nos educa.
Sin duda las nuevas generaciones están incorporando estos conceptos y se sentirán más comprometidas consumiendo productos y servicios y trabajando en aquellas empresas que se identifiquen con esta mirada.
Aportes desde el core del negocio
La entidad bancaria cuenta con una fundación homónima (Fundación ICBC) que se creó hace más de 40 años. Es una entidad sin fines de lucro que busca contribuir al desarrollo intelectual y espiritual de las personas, en un marco de respeto mutuo e intercambio, a partir de tres pilares fundamentales como el comercio exterior, la cultura y el compromiso social. Es por eso que centra su atención en la capacitación continua a través de charlas, seminarios y la carrera de comercio exterior.
Cabe destacar dos ejes que se articular en forma directa con el expertise de la compañía. Por un lado, en 1998, el Ãrea de Promoción del Comercio Internacional surge de la mano de Fundación ICBC y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional. El programa que desarrolla tiene como propósito ayudar a las pymes a insertarse en los circuitos de exportación. La creación de un vínculo entre empresas, trabajando conjuntamente permite la internacionalización de los participantes. Los consorcios de todo el país reúnen a fabricantes de productos complementarios, o de una misma línea, aumentando la potencialidad de la oferta y la reducción de costos en las exportaciones.
Por su parte, el Instituto de Comercio Internacional ha sido creado por Fundación ICBC para continuar y profundizar las actividades docentes en el campo del comercio exterior, que ya se llevaban a cabo desde la Escuela de Comercio Internacional. No es por lo tanto una nueva institución sino un nuevo marco institucional que busca potenciar una trayectoria y un equipo. Los objetivos principales que mantiene el instituto son: contribuir a la capacitación de cuadros técnicos especializados en comercio internacional, con idoneidad para participar en el proceso de internacionalización de empresas que operan en el país, facilitando su inserción competitiva en el mundo y en la región, especialmente en el Mercosur y contribuir al estudio, la difusión y la discusión sobre cuestiones centrales de la inserción competitiva de bienes y servicios argentinos en los mercados internacionales, globales y regionales.
Danone
Las empresas B y su triple impacto
“El informe sobre prácticas sustentables no debería ser obligatorio. Cada empresa debería optar voluntariamente por elaborar un reporte de desempeño. Los propios stakeholders de la compañía lo demandarán en un futuro, como parte de una práctica de compliance, acceso a nuevos mercados o inversiones”.
Javier Lozada
El “valor agregado” de las herramientas para hacer frente a la corrupción empresaria está, justamente, en la sinergia que una buena alianza público-privada puede generar, según sostiene Javier Lozada, secretario general de Danone ConoSur.
–Hay empresas que, cuando crecen las preocupaciones sobre corrupción empresaria y es grande el impacto de los negocios en la sociedad y el ambiente, sostienen el valor de la autorregulación. ¿Lo cree suficiente?
–Sin dudas las empresas deben ser colaboradoras y aliadas del Estado en la lucha contra la corrupción empresaria, porque se encuentran dentro de sus propias organizaciones en una mejor posición para la prevención de delitos contra el orden económico.
En este sentido, la autorregulación es una herramienta clave y sumamente útil para generar una cultura de ética y buenas prácticas a través de la implementación de políticas que velen por el buen gobierno corporativo y a orientar las prácticas de sus empleados.
Sin embargo, la autorregulación por sí sola no es suficiente, sino que es complementaria a la acción del Estado, que en definitiva es el responsable último por el establecimiento de normas claras acerca de qué conductas podrán quedar implicadas en la corrupción empresaria y por la aplicación de sanciones que sean uniformes para todo el sector privado. En otras palabras, sanciones que puedan trascender la esfera interna de cada empresa frente a estos actos.
En consecuencia, el “valor agregado” de las herramientas para hacer frente a la corrupción empresaria está, justamente, en la sinergia que una buena alianza público-privada puede generar.
–¿Considera que a medida que las empresas ponen más énfasis en el desarrollo sustentable se vuelven más éticas en sus prácticas comerciales –lo cual significa que se reducen los casos de sobornos y corrupción–? ¿Por qué? ¿Conoce casos –propios o ajenos– que lo ejemplifiquen?
–La sustentabilidad tiene tres ejes: uno social, uno ambiental y otro económico. El eje económico tiene que ser ético para que los resultados de la empresa sean de largo plazo. Es por ello que las empresas han desarrollado programas de compliance con el fin de asegurar el cumplimiento con los principios éticos y las normas legales que les permitan tener sustentabilidad en el largo plazo.
Un ejemplo de ello, es la reciente certificación como Empresa B de Aguas Danone Argentina, sello que distingue a empresas transparentes, que miden sus impactos económicos, sociales y ambientales de forma simultánea.
–En general, la alta gerencia de las empresas considera esencial definir y desarrollar modelos de negocios, elaboración de productos y prácticas de comportamiento que tengan en cuenta las implicaciones ambientales y sociales en cada paso. ¿Es esto lo que está ocurriendo en la Argentina, según su experiencia y conocimiento? ¿Cuáles son los principales desafíos que debe afrontar el país en la materia?
–Existe cada vez más una responsabilidad de contribuir a generar una mayor transparencia en las organizaciones, incluyendo información sobre qué hacen, cómo y cuál es el impacto. Si bien todavía queda camino por recorrer, hay señales positivas que indican que vamos en esa línea. Un ejemplo de ello son las empresas que tienen dentro de su ADN el triple impacto: económico, social y ambiental, como las “Empresas B”, que a su vez se transforman en un modelo a seguir por sus cadenas de valor.
–Aumenta el debate en torno a la obligatoriedad o no del informe de resultados en el campo sustentable y de la RSE. Algunos propician una ley que imponga la obligatoriedad del reporte; otros sostienen la conveniencia de la autorregulación en este tema. ¿Cuál es su posición? ¿Por qué?
–El informe de resultados o reporte es una herramienta muy importante que ayuda a la compañía a medir el impacto y alcance de sus acciones a través de distintos indicadores y permite analizar el desempeño general de la estrategia definida. Sin duda, para poder gestionar y mejorar, el primer paso es medir y luego analizar y consolidar la información.
Esta práctica no debería ser obligatoria, sino que cada compañía, en base a su camino recorrido y trayectoria, debería optar voluntariamente por elaborar un reporte de desempeño. Los propios stakeholders de la compañía lo demandarán en un futuro, como parte de una práctica de compliance, acceso a nuevos mercados o inversiones.
Banco Patagonia
No hay fórmulas secretas pero sí buenas prácticas
En su estrategia de RSE de apoyo a la educación, esta entidad bancaria desarrolla programas de educación financiera, de equipamiento a instituciones educativas, de promoción de la solidaridad en jóvenes estudiantes y de becas para el acceso a la educación formal.
Celina Lesta
“El sector privado tiene la capacidad de impactar positivamente en la sociedad y es por ello que Banco Patagonia tiene una estrategia de inversión social definida, mediante la que cual se impulsan proyectos que crean valor en la comunidad, en alianza con autoridades y organizaciones de la sociedad civil especializadas en educación, deporte, cultura, desarrollo local y emprendedurismo y medio ambiente”, afirma Celina Lesta, Jefa de RSE de la entidad.
Las principales líneas de acción y programas en los ámbitos de inversión social en los que trabaja el Banco Patagonia son:
Educación: Programa Universidades –en el marco del cual se impulsa “Banco Patagonia Emprende”–; programas de acceso a la educación formal mediante becas y acompañamiento; programas de educación financiera para personas de tercera edad y jóvenes; Concurso “Nosotros Queremos…” y Maratón Nacional de Lectura.
Desarrollo Local y el Emprendedurismo: Programa de fortalecimiento para emprendedores en Río Negro; Programa Integral de Emprendedores Fundación Impulsar – Banco Patagonia; Mentes Transformadoras.
Cultura y deporte: Apoyo a proyectos en el marco del Régimen de Promoción Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Conciertos de Collegium Musicum; apoyo a deportistas y clubes de la Provincia de Río Negro.
Voluntariado: Concurso de proyectos solidarios para colaboradores; Campaña Solidaria del Día del Niño; Construcción de huertas comunitarias en escuelas rurales; Construcciones de viviendas de emergencias; Plantación de árboles; Mentoreo a estudiantes secundarios y emprendedores;
Medio Ambiente: programa de separación de residuos; políticas de ahorro de papel; programa “Venta sin Papel”; Política de créditos con análisis de riesgos socio ambientales.
–Suele afirmarse que cuando una compañía logra la reputación de tener una conducta de RSE obtiene una ventaja competitiva en trabajo, producto y mercados de capitales. Establecer legitimidad social puede ayudar a las firmas a asegurar una licencia para operar. ¿Coincide con este diagnóstico? ¿Cuáles son los principales desafíos a afrontar?
–La licencia social para operar es un factor determinante no sólo para el ámbito ambiental y social sino también en el aspecto económico de toda compañía. El sector privado tiene la posibilidad de llevar a cabo grandes programas con impacto positivo en las comunidades en las que desarrolla sus actividades. El desafío es identificar y seleccionar los ámbitos en los que intervendrá, de qué forma lo hará y con qué aliados estratégicos.
La ventaja competitiva no se da obteniendo una conducta de RSE sino incluyendo la Sustentabilidad en todos los procesos y operaciones del negocio, de forma sostenida, transparente y en constante revisión para identificar oportunidades de innovación y mejoras.
–Lo que las empresas invierten, ¿tendrá siempre el efecto que se espera sobre la sociedad? ¿Qué deben hacer las compañías para lograr este efecto positivo?
–Existen muchos cambios en el escenario global y personas trabajando en distintos sectores para lograr un desarrollo sustentable. Un ejemplo a escala internacional es la adhesión que se logró a los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) en la Cumbre de París 2015.
El rumbo hacia la sustentabilidad, se logra enfocándose en las oportunidades y en el camino recorrido, tomando herramientas y propuestas desarrolladas para ayudar a los ciudadanos, las empresas y los gobiernos a alcanzar un desarrollo sustentable.
El resultado de la inversión social privada no es lineal ya que los temas que se abordan son complejos y multidisciplinarios. Las empresas que invierten en las comunidades en las que operan pueden hacer un ejercicio de definir estratégicamente las líneas de acción en las que lo harán, y ser consecuentes con sus resultados.
La empresa que logra evaluar de forma analítica los ámbitos de intervención, que hace de forma integral, responsable, transparente e involucrando a los actores claves del proceso, seguramente logrará efectos positivos en la sociedad. No hay fórmulas secretas pero sí buenas prácticas públicas que pueden tomarse como referencia.
–¿Cuál sería su reflexión final sobre las tendencias en RSE y sustentabilidad?
–La sustentabilidad es un tema de agenda, ya no es una tendencia que viene, sino una realidad que está presente en todos los ámbitos de la sociedad. El camino hacia la sustentabilidad nunca llega a su fin, ya que siempre se pueden seguir mejorando procesos e innovando para lograr un impacto positivo.
Avon
Un claro foco en las mujeres
La compañía dedicada a la mujer se centra en las temáticas que más la afectan, como la prevención del cáncer de mama y la violencia de género. Durante 2017, el trabajo realizado en esta última materia la posiciona en un lugar destacado de la RSE.
Susana Casabé
“La RSE se ha convertido en una necesidad global creciente de la sociedad en su conjunto –Estado, empresas, organismos no gubernamentales y, sobre todo, consumidores–; al punto tal de que actualmente esta práctica es –o debería ser– intrínseca a todo tipo de industria y actividad, más allá de marcos regulatorios vigentes o de manifestaciones de los ciudadanos”, esgrime Susana Casabé, directora de Comunicación y RSE para el Grupo de Mercados Sur.
–Los programas que implementan las empresas en este campo, ¿deben vincularse con el corazón del negocio, o pueden no tener conexión con él? En su compañía, ¿todos los programas se vinculan con el core del negocio?
–Las compañías son un actor clave de la sociedad y uno de los principales responsables en desarrollar su actividad incorporando políticas de RSE. Por eso, para que este tipo de prácticas sean genuinas y aporten valor a la empresa y, sobre todo, a la sociedad, la RSE debe ser parte esencial de los valores de las compañías y concebida como un modelo de gestión integrado al core del negocio.
En esta línea, Avon es una empresa global de belleza presente en más de 70 países y cuya visión nace –hace más de 130 años– con una marcada dirección sustentable para mejorar la calidad de vida de las mujeres, y un fuerte enfoque de empoderamiento, independencia económica y autonomía. Al empoderar a una mujer se mejoran virtualmente todos los demás aspectos medibles de la sociedad. Por eso, mediante la venta directa de productos de primera calidad, “la Compañía para la mujer” empodera a las mujeres brindándoles la oportunidad de obtener un ingreso económico para poder ser independientes y desarrollar su propio negocio. Actualmente, existen más de 6 millones de revendedoras independientes en el mundo que inspiran a otras a través de la belleza.
Asimismo, puertas adentro, en Avon existe una estrategia global llamada Global Women Strategy, que tiene como principal objetivo garantizar que las mujeres empleadas de la compañía tengan acceso a un desarrollo dentro de la empresa en igualdad de condiciones. Y, a través de las Cruzadas contra el Cáncer de Mama y la Violencia de Género, se ocupa de las dos causas que más aquejan a las mujeres en todo el mundo. Recientemente, en el marco de la alianza Avon-Lalcec (Liga Argentina de Lucha Contra El Cáncer), realizó a escala nacional un total de 5.000 mamografías gratuitas a mujeres en edad de riesgo y sin acceso a dicho estudio. Y, como parte del programa “Alza la voz”, lanzó un Protocolo y Licencia por Violencia de Género con el fin de brindar a sus empleadas en situación de violencia el marco legal para que dispongan de hasta 10 días hábiles, continuos o discontinuos, para abordar su situación.
–”Las compañías que tienen en cuenta el impacto sobre el medio ambiente tienen mayores oportunidades de éxito en el mercado debido a que cada vez más existe una preferencia por parte de los consumidores por adquirir productos que reúnen condiciones de sustentabilidad ambiental”. ¿Es esta una descripción correcta de una tendencia mundial? ¿Y en la Argentina?
–En los últimos años, el cuidado del medio ambiente es un tema que ha cobrado especial interés y preocupación por toda la sociedad. El sector privado debe ser motor de ese cambio, reflejándolo en todas las dimensiones de su accionar, siendo la medioambiental una de las más importantes. Por este motivo, Avon también tiene un fuerte compromiso con el cuidado del medio ambiente, y uno de sus principales objetivos es lograr un equilibrio entre las demandas y necesidades de los consumidores y la protección medioambiental. En esta línea, en 2017 Avon Global donó US$ 50.000 al Programa “Bosques sanos, un mundo mejor” y, a través de un acuerdo con Fundación Vida Silvestre Argentina, el dinero se destinará a la restauración de áreas degradadas para generar corredores ecológicos en la Provincia de Misiones, acción clave para conservar la biodiversidad de la zona.
–Al analizar los programas permanentes en sustentabilidad o RSE, ¿las empresas pueden tener la certeza de que están avanzando en la dirección correcta?
–Realizar alianzas con los referentes del ámbito público representa para las empresas una manera eficiente a la hora de obtener un mayor impacto con sus acciones, al mismo tiempo que opera como una brújula para determinar si están transitando por el camino correcto. Ya que para las compañías, lograr que su visión trascienda las palabras para transformarse en acciones visibles de compromiso, no es tarea fácil. Solo se logrará si las acciones de RSE están alineadas con el core del negocio y se trabaja de manera mancomunada con el resto de los actores involucrados, con el objetivo de aunar esfuerzos y potenciar resultados en pos del beneficio de la sociedad.
Crecimiento a largo plazo
La sustentabilidad es un camino
Cada vez son más las empresas y personas que priorizan vincularse con organizaciones que compartan sus mismos valores y que tengan un propósito social claro. La estrategia para hacer negocios está cambiando, a la vez que los patrones de gestión se adaptan a la luz de las nuevas demandas.
Por María Amelia Videla*
María Amelia Videla
Hacer bien las cosas es una condición necesaria, pero ya no es suficiente. Es aquí donde se abre una nueva oportunidad para las empresas: trabajar para el desarrollo de un futuro sustentable. Utilizar nuestra capacidad para mejorar procesos, generar eficiencia, administrar el riesgo e impulsar la innovación sustentable, no sólo nos hará más competitivos, sino que además aportará su grano de arena para lograr una sociedad mejor y un crecimiento económico a largo plazo.
Sin embargo, integrar la sustentabilidad a la gestión de la empresa implica un proceso progresivo y sistematizado que debe atravesar todo el negocio sin excepción. Y, si bien es un tema de creciente importancia para los grupos de interés, aún no ha alcanzado la misma dimensión en las agendas de todos los directorios. Los máximos representantes de una organización (sea cual sea su fin) deberían comenzar por analizar y determinar qué aspectos de sostenibilidad tienen –o pueden tener– un impacto material dentro de la capacidad para alcanzar sus objetivos, identificar cómo las oportunidades y riesgos relacionados con este tema impactan como camino para llegar a la innovación y estudiar también las mejoras en las estrategias en el mediano y largo plazo.
Obtener el compromiso y apoyo activo de los líderes de las organizaciones para impulsar la agenda de sustentabilidad es importante, pero también lo es apostar a un proceso integral y continuo de capacitación en la materia y habilitar canales de comunicación efectiva con los colaboradores de la compañía. Contar con herramientas que mejoren el proceso de diálogo y fomenten la escucha activa permitirá a la organización responder más rápidamente y con mayor solvencia las demandas de transparencia.
El objetivo es poder anticiparse a las tendencias globales, dado que cada vez son mayores las exigencias en materia ambiental y social. Justamente la sustentabilidad está ayudando a establecer una plataforma de productos y servicios completamente nuevos, basados en estos nuevos paradigmas.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que Naciones Unidas lanza en Septiembre de 2015 vienen a interpelar a las empresas y naciones a focalizar sus acciones en la materia para hacer de éste un mejor planeta para todos.
En ManpowerGroup basamos nuestra gestión en la prestación de servicios con pleno compromiso con las personas y su bienestar, y cumpliendo con altos estándares de conducta corporativa en nuestras relaciones con clientes, empleados, proveedores, entidades gubernamentales y las comunidades en las que operamos.
No solo buscamos posicionarnos como un buen lugar para trabajar, un mejor socio comercial y un ciudadano corporativo confiable, sino que trabajamos para responder a las crecientes demandas de transparencia, integrando las expectativas y necesidades de cada uno de nuestros grupos de interés; aprovechando nuestras capacidades para contribuir a resolver problemáticas sociales de forma innovadora. Porque estamos convencidos que, el empleo significativo y sostenible, tiene el poder de cambiar el mundo.
*Directora de Sustentabilidad y Asuntos Públicos de ManpowerGroup Argentina