La banca minorista busca sobrevivir

    Ya no se trata de una vaga amenaza. La revolución digital enfrenta a los viejos actores con la necesidad de encontrar, rápido, técnicas de sobrevivencia. La amenaza es clara y real para la banca minorista (el Citi se está desprendiendo de este negocio en la Argentina y el resto de América latina).

    Las regulaciones del poder político nunca le gustan a los bancos. Pero esta vez, el nuevo enemigo se llama tecnología financiera. Por las dudas hay bancos de gran importancia que se apresuran a concertar alianzas con estos potenciales devastadores competidores.

    Todas las actividades del campo del entretenimiento, de los medios de comunicación, del retail en todas sus expresiones, del negocio hotelero y del transporte por taxis han sufrido el impacto de lo que se ha dado en llamar “la disrupción tecnológica”.

    ¿Por qué no ocurriría lo mismo en el campo de la banca y las finanzas? Es una actividad centrada en la información; tanto que gasta buena parte de sus ingresos en information technology.

    Las tres funciones centrales del sector financiero son: pagos de todo tipo, intermediación entre ahorro e inversión, y seguros. Las tres son demandantes en grado sumo de información.

    Sin duda los bancos y las compañías de seguros son hoy las instituciones centrales de la actividad financiera. Son los bancos los que manejan de forma casi exclusiva los sistemas de pago y acreditan la mayor participación en toda intermediación financiera y creadores de instrumentos financieros (igual las empresas de seguros que tienen un rol central en evaluar y gerenciar riesgos).

     

    Fintech llega para quedarse

    La nueva tecnología financiera tiene toda la intención de transformar el negocio, tal como lo conocemos. A su favor tiene que muchos bancos pecan –según opinan sus clientes– de ineficiencia y altos costos.

    Todavía falta “bancarizar” a mucha gente. Y no hablemos de la Argentina o de países de la región. En Estados Unidos hay 10 millones de hogares que no tienen cuentas bancarias.

    Aun así, en todo el mundo generan la impresionante cifra de US$ 1,7 billones (millones de millones) que representa 40% del total de pagos que se hacen en el planeta.

    La nueva tecnología puede transformar este escenario de dos maneras diferentes: una es transformar los pagos dándoles inmediatez (en lugar de horas o días). El famoso bitcoin (tecnología blockchain) dará mayor fortaleza al sistema. Una tecnología que puede revolucionar de verdad pagos locales e internacionales, y un negocio detrás del cual hay muchos pretendientes, muchísimos de ellos recién llegados a este campo.

    La segunda, los préstamos punto a punto, persona a persona, donde nuevas plataformas lograrán dejar afuera de la intermediación a los tradicionales prestadores, vinculando ahorristas con inversores.

    Hay quienes piensan un futuro en el cual los pagos, la creación de moneda y la intermediación serán negocios separados.

    La otra gran fuente de transformación que se insinúa con fuerza es big data. En el campo bancario incidirá sobre la calidad de los préstamos. Pero tendrá enormes efectos sobre el negocio de seguros, donde los aseguradores contarán con mucha más información estratégica y confiable sobre sus clientes. Las empresas sabrán a quienes no deben asegurar por el riesgo que implican, y además tendrán menos necesidad de consolidar reservas para cubrir riesgos. Lo que naturalmente planteará problemas éticos y sociales que habrá que resolver.

    Lo cierto es que las consecuencias de la crisis de 2008 (la verdadera Gran Depresión) todavía se están pagando en el negocio bancario. Lo que alarma ahora es la posibilidad de malas noticias otra vez. Indicios de menores ganancias, reducción de personal y derrumbe en el precio de las acciones.

    Los bancos están bajo presión. Y por si fuera poco, a la presión reguladora de los Gobiernos, se suman nuevos competidores que se dedican a robar parte de sus negocios.

    ¿Hay una declinación de la actividad? Por lo menos, atraviesa por tiempos inciertos. La rentabilidad está constreñida. Las regulaciones abundan. El promedio de utilidades, medido con décadas anteriores, es realmente menor.

    Una explicación es que esta es una etapa provocada por el exceso regulatorio. Otra es que lentamente se vuelve a la normalidad después de la tremenda crisis de 2008. La tercera sugiere que se vive una lenta decadencia de los bancos, que podría acelerarse. Hay una nueva y masiva competencia de empresas tecnológicas que erosionan buena parte del tradicional negocio.

     

    Resultados reveladores

    Muy reveladoras del clima que se vive en este segmento de la actividad financiera son las principales conclusiones de la “Encuesta Global de PwC sobre FinTech”, edición 2016:

    Por ejemplo:

    • 76% de los encuestados piensa que parte de sus negocios están en riesgo a causa de las fintech. Ven que los nuevos start–ups se enfocan directamente en el usuario final, dejando de lado por completo, a los bancos. No es de sorprender que la pérdida de la participación en el mercado y la presión sobre los márgenes sean consideradas como amenazas clave para la industria bancaria.

    • Para 75% de los encuestados las tecnologías fintech generan un mayor foco en el cliente. Pero, mientras la orientación hacia el cliente es un punto débil para los bancos tradicionales, es una posición de fortaleza para las start-ups. Las nuevas empresas han identificado las frustraciones de los clientes como una oportunidad y están desarrollando soluciones para abordarlas, en tanto que los bancos tradicionales aún están rezagados.

    Ello puede explicar por qué la competencia entre los bancos y las nuevas empresas está empezando a dar lugar a la denominada “colaboración directa”, siendo los bancos los más activos, de todos los sectores financieros, en celebrar alianzas con compañías fintech. 42% de los encuestados dice que está participando en alianzas conjuntas y creando fondos de riesgo para financiar a esta nueva generación de empresas.

     

    Impacto de medios y redes sociales

     

    Los medios sociales, y las redes sociales que crean, están cambiando la forma en que los bancos y otras entidades financieras entienden su propio negocio.
    El cliente demanda más y los servicios financieros buscan la forma de adaptarse. Los medios sociales están transformando las relaciones bancarias de manera muy significativa, desde la mejora del servicio al cliente hasta permitir a los usuarios enviar dinero a otros a través de plataformas en línea. Empresas de nuevas tecnologías financieras están utilizando los datos de medios sociales para ayudar a la gente a tener acceso a crédito o incluso a abrir una cuenta bancaria. Pueden incluso afectar la posibilidad de obtener un préstamo. La integración está sucediendo tan rápidamente, que es posible argumentar que las plataformas de medios sociales pueden ser los bancos del futuro.
    Estos altos niveles de penetración, de uso y de relacionamiento han hecho que las instituciones financieras estén empezando a reconocer las oportunidades que el mundo digital puede aportar a sus negocios. Están buscando cómo obtener una ventaja competitiva con respecto a otras instituciones al mismo tiempo que tratan de mitigar las amenazas planteadas por los medios de comunicación social, como cuando las personas comparten información altamente sensible públicamente.