Por Alberto Ford (*)
Fue una sorpresa la difusión de esta masa de documentos con datos reservados. Es discutible que la iniciativa de investigar los depósitos y publicar los resultados haya surgido de dos ignotos periodistas alemanes que fueron capaces, por añadidura, de armar una red global de cientos de sabuesos provenientes de decenas de países.
Hace falta algo más que el afán de ser justiciero y tener la primicia. Además, como veremos, la cosa viene de más lejos y, sobre todo, de un poco más arriba. Pero más allá de las especulaciones habituales en estos casos, lo importante es el hecho fáctico.
A partir de ahora, quien quiera sacar la plata del país tendrá que pensarlo dos veces… y hacer bien las cuentas para ver si le conviene. En lo que sigue se advierte que hay una cadena de hechos relacionados que puede desembocar en resultados que están lejos y no necesariamente vinculados en forma directa al que al principio fue motor de la saga.
La deducción puede aparecer un tanto forzada1, sin embargo veremos que hay una lógica posible que la sustenta.
Pocas veces (o tal vez nunca) hemos estado en presencia de una configuración tan compleja de nuestra realidad cotidiana. Veamos las variables implicadas en este andarivel: corrupción, paraísos fiscales, secreto bancario, manejos financieros, repatriación de capitales, inversiones productivas, políticas de estado, jubilados, pobreza cero, etc.
Sin duda, la cuestión de los paraísos fiscales (PF) parece ser un eslabón apropiado para comenzar a tirar de una cadena conceptual que explique el enfoque. Existen 73 PF alrededor del mundo. Son territorios cuyos sistemas tributarios favorecen, de manera especial, a los no residentes, tanto personas físicas como entidades jurídicas; en el mundo tienen características específicas que permiten su identificación:
• Poseen escasos o nulos convenios con otros países en materia tributaria.
• Ofrecen a empresas y ciudadanos protección del secreto bancario y comercial.
• No poseen normas de control de movimientos de capitales (origen o destino). Esto permite el blanqueo de dinero y reciclaje de capitales.
• Tienen un sistema que permite la convivencia de un régimen tributario para los nacionales y otro para los extranjeros.
• Poseen una infraestructura jurídica, contable y fiscal que permite la libertad de movimiento de personas y bienes.
Alberto Ford
Paraísos fiscales
Sin que esté claro cómo y por qué nació, el término “paraíso fiscal” comenzó a acuñarse desde los años 50, aunque según la bibliografía el origen de esa facilidad de élite para la actividad financiera (también llamada refugio fiscal, en inglés tax haven) puede rastrearse hasta la antigüedad, obviamente con las características propias de cada época. Sin embargo, por su expansión en los pasados años 70, no se puede dejar de notar que la creación de PF coincide con el cambio de configuración del sistema capitalista, al rojo vivo por esos años, en su paso de la fase imperialista a la transnacional y global. Antiguamente, la empresa multinacional enviaba a la sede central los beneficios, producto de su actividad en el extranjero. Hay un caso curioso, de película. En Asesinato en el Senado, que cuenta la historia de la lucha de Lisandro de la Torre contra la corrupción relacionada a los frigoríficos, se puede ver cómo Swift enviaba a Londres dinero escondido en latas de corned beef. Esa práctica se modifica cuando la transnacionalización torna apátrida a la empresa: se queda sin sede central adonde enviar sus ganancias; tampoco las hace en efectivo. Esas firmas, que solo preservan su denominación originaria, han desconfigurado su pertenencia territorial. Son de todo el mundo. Y ahí aparece otro S.W.I.F.T, en este caso la red de remesas financieras vía satélite. Son como dos metáforas, cada una a su tiempo. En ese contexto mutacional toman cuerpo los PF.
En ellos conviven dineros blancos y negros. Los primeros son de depositantes que no se sienten seguros en sus países de origen a pesar de haber declarado los fondos. En el segundo caso, convive dinero que puede haber sido ganado lícitamente pero que ha eludido el pago de sus impuestos y, en una mezcla discepoliana, el proveniente de actividades ilícitas (corrupción, trata, narcotráfico, terrorismo, crimen organizado, etc.).
Por distintas razones, los PF comenzaron a ser cuestionados tempranamente. En un informe encargado en los años setenta por el Club de Roma entre otros al chileno Juan Somavía, luego director general de la OIT, ya se dice que “otro objetivo –ciertamente a largo plazo– podría ser la conclusión de un acuerdo contra los refugios fiscales”2. El problema radicaba y lo sigue haciendo –con abstracción de hipocresías y justificaciones– en que la herramienta en sus distintas formas implica una colisión entre los intereses de los depositantes (bajo cualquier forma jurídica) con las posibilidades recaudatorias de los países. Esos conflictos pueden perdurar contenidos durante un tiempo pero en algún momento se desatan.
En las últimas semanas sorprendió la difusión de información referida a la actividad de distintas personalidades mundiales –algunas nuestras– en los paraísos fiscales. Que eso iba a ocurrir ya estaba sugerido en las declaraciones finales de las cumbres del G20 de Londres (2009), Toronto (2010), Cannes (2011), México (2012), San Petersburgo (2013), firmadas y convenientemente controladas en su cumplimiento por los líderes entre otros de EE.UU., Inglaterra, Rusia, Francia, Italia, Alemania, Japón, China, etc. etc. La de la capital inglesa, que se considera liminar por sus definiciones, dice: “tomar medidas contra las jurisdicciones no cooperativas, incluidos los paraísos fiscales… estamos dispuestos a desplegar sanciones para proteger nuestras finanzas públicas y nuestros sistemas financieros. La era del secreto bancario se ha acabado. Señalamos que la OCDE ha publicado hoy una lista de países evaluados por el Foro Mundial de acuerdo con la norma internacional para el intercambio de información fiscal”.3
Este último mecanismo de transparencia es el que se pondrá en vigencia a partir del año próximo. Esa medida –aun hoy rodeada de incredulidad y/o estupor por sus inesperados alcances– es una evidencia de los nuevos vientos que corren en las más altas esferas de la gobernabilidad mundial. Para implementar la recomendación se constituyó el Foro Mundial sobre Transparencia Fiscal “puesto en marcha por la OCDE en respuesta a la llamada del G-20 en la Cumbre de Londres… un instrumento de cambio irreversible hacia un entorno fiscal más transparente… la lucha contra los paraísos fiscales está dando sus frutos”.
Dos pájaros de un tiro
El presidente Macri –casualmente uno de los señalados en los papers– aprovechó la volada y aplicó la teoría de los juegos para lograr un win win de dos pasos. Teniendo en cuenta que las informaciones dadas por los papers (más otros condicionantes que veremos enseguida) generan una predisposición culposa para la vuelta de capitales criollos radicados en los PF y, por añadidura, considerando que el mercado financiero internacional no presenta opciones de mayor rendimiento, envió un controvertido proyecto de ley para la repatriación de capitales. Con ese instrumento ya aprobado se propone saldar una vieja cuenta con los jubilados comprometidos en miles de juicios al estado por liquidaciones mal hechas.
Se estima que los capitales argentinos en el exterior se miden en centenares de miles de millones de dólares de los cuales 10 a 15% puede ser lo que se repatríe inicialmente. Al país puede representarle decenas de miles de millones de dólares; dada la indigencia heredada, una cifra lo suficientemente significativa como para mitigar cualquier reparo.
Lo peor de la problemática para ahorristas, especuladores y ladrones es que están en un brete. La culpa de todo la tiene la FED de EE.UU. que –a pesar de reiterados amagues– sigue sin aumentar las tasas. Recuerdo las verónicas de Ben Bernanke hace cuatro o cinco años cuando las economías más desarrolladas ya estaban saliendo del sofocón que representó la crisis de 2008, dando la impresión con sus declaraciones de que se retornaría a situaciones de mayor normalidad. Sin embargo, la declaración final del G20 que Obama había firmado unos días antes en San Petersburgo no daba lugar a dudas: “Nos comprometemos a cooperar para garantizar que las políticas implementadas para apoyar el crecimiento interno también apoyen el crecimiento mundial y la estabilidad financiera y la gestión de sus efectos indirectos sobre otros países… nos abstendremos de una devaluación competitiva y no vamos a orientar nuestros tipos de cambio con fines competitivos. Vamos a resistir todas las formas de proteccionismo y mantendremos abiertos los mercados.
En nuestro país por ahora las tasas son altas; conviene salirse del dólar para invertir en pesos. Por cierto subsiste la desconfianza. Además, la situación no está exenta de controversias, como se sabe, entre distintas áreas del Gobierno: están los que pujan por mantener alta la tasa para que la inflación no aumente, y los que buscan mejores condiciones de competitividad para la exportación de nuestros productos. Una elemental lógica nos dice que solo es cuestión de tiempo para que las cosas se definan en un sentido en la medida en que la inflación se vaya amesetando como ocurrirá en los próximos meses.
¿Más de una opción?
En la globalización, se dice que las cosas pueden ser de muchas maneras pero terminan siendo de una. Es como con la ley de la gravedad. Para la Argentina está en juego una masa dineraria gigantesca proveniente del sector privado. Si lo del secreto bancario viene como se anuncia, si los paraísos fiscales están cuestionados en lo más alto del poder, si hay una red de sabuesos en todo el mundo a la pesca de evasores o sospechosos de serlo (que a los efectos de la noticia al final da lo mismo), si la FED como todo indica sigue manteniendo bajas las tasas y ninguna plaza ofrece mayores rendimientos que las locales (por lejos), hay que creer o reventar: el desenlace es solo cuestión de tiempo y una pizca de imaginación.
También las empresas se ven observadas. Existen definiciones claras referidas a la “conveniencia” de volver los capitales a los países y transformarlos en opciones productivas que creen fuentes de trabajo para coadyuvar a la atenuación de la pobreza. Hay casos concretos que nos muestran el camino como el comportamiento de las multinacionales de origen estadounidense que han repatriado el último año alrededor de U$S 300.000 millones de ganancias obtenidas en el extranjero. En la próxima cumbre del G20 en setiembre a la que asistirá el presidente Macri, esa recomendación se verá claramente explicitada según lo adelanta el documento preparatorio elaborado por los anfitriones chinos.
Se hace difícil para todos; sobre todo para los antros de la corrupción y el manejo de dinero negro o ilícito de diversa procedencia. La declaración final de la última cumbre del G20 (Brisbane, 2015) dice: “Respaldamos el Plan de Acción Anticorrupción 2015-16 del G20 que apoyará el crecimiento y la capacidad de recuperación de la economía. Nuestras acciones están construyendo cooperación y redes, incluyendo la mejora de la asistencia jurídica mutua, la recuperación del producto de la corrupción y la condena a funcionarios corruptos”.
Más drásticos aún en el documento preparatorio de la Cumbre del G20 en China se manifiestan por la “negación de acogida a funcionarios corruptos, la recuperación de los fondos de la corrupción, y la repatriación de los funcionarios corruptos… para salvaguardar la credibilidad del Gobierno” lo que está preanunciando la fuerte presencia de dichas advertencias en las deliberaciones del próximo setiembre.
Por su parte, en la Cumbre de los jueces sobre la trata de personas y el crimen organizado realizada recientemente en el Vaticano, Francisco se declaró partidario de “aplicar, según las modalidades de cada país, la praxis italiana de recuperar los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad”.
Pero no solo a los corruptos se les hace difícil. En realidad el problema más complejo (y complicado) es qué hacer con la plata. No existe ni por lejos disposición ni las competencias necesarias para llevar adelante proyectos con creación de fuentes de trabajo que estén en consonancia con el monto de los capitales potencialmente disponibles en el sistema financiero global. Empezará a pasar en la Argentina lo que ya está pasando en el mundo hace unos años: una disponibilidad cuasi ilimitada de recursos y una carencia dramáticas de proyectos capaces de utilizarlos.
Las políticas de estado tomarán un cariz compulsivo apenas disimulado. Los créditos serán cada vez más accesibles, y las exigencias para un manejo transparente, eficiente, eficaz y efectivo (3E) de los recursos serán cada vez más rigurosas. No es una novedad; es lo que viene pasando cada vez con mayor asiduidad en el mundo desarrollado adonde la Argentina se dirige rauda a pesar del descreimiento de una parte considerable de la sociedad que aún no lo ve o acepta por razones ideológicas.
¿Condenados al éxito?
Estamos entrando en una fase estratégica. Una conjunción de factores exógenos y endógenos (donde los primeros serán determinantes como ha ocurrido cada vez que se han producido mutaciones en nuestro devenir histórico) ya han comenzada a ponerse en evidencia. Visitas de jefes de Estado y altos funcionarios de los países más importantes del mundo; lo mismo, los CEO de las principales empresas globales; funcionarios de organismos internacionales y regionales; la prensa de todo el mundo, sin excepciones, interesada en los cambios producidos.
No fue Duhalde el primero aunque bien que la aprovechó. La célebre e ironizada sentencia hasta el cansancio sobre un destino fatal para nuestro país, tiene otro autor: Argentina está condenada al éxito fue dicho por Helio Jaguaribe en oportunidad de una visita académica a la Universidad Complutense de Madrid realizada en 1992. Es pertinente preguntarnos sobre las razones de la previsión por parte de una personalidad eminente como el politólogo brasileño a pesar de que hemos venido cayendo en picada durante los últimos 80 años. Jaguaribe no es adivino. El pronóstico se funda en una proyección de factores –ventajas comparativas y competitivas para un observador experimentado– que posee nuestro país y que, a pesar de las recurrentes crisis que hemos padecido, no se han visto afectadas en su esencia.
Argentinos a las cosas. Con la vista puesta en el mundo, es hora de arreglar nuestra casa. Orden, transparencia y previsibilidad. Es el momento justo para redoblar el paso. Se impone desplegar un gran esfuerzo y una mayor sabiduría para poner los inmensos recursos que disponemos en función del crecimiento y el desarrollo de nuestro país. Tenemos a mano una oportunidad histórica. La imaginación al poder.
(*) Ingeniero Químico, FIQ-UNL, Santa Fe. Maestría en Desarrollo Económico Local (tesis en preparación), UNSAM-UA de Madrid. Unión de Parlamentarios del Mercosur, asesor.
1- Una mezcla potenciada entre El sabueso de los Baskerville y el efecto mariposa
2- Jazairy Iopis, Kuin Pieter, Somavía Juan, Las empresas transnacionales, en Tinbergen, Jan, Reestructuración del orden internacional, Fondo de Cultura Económica, México, 1977 (subr. mío)
3- Declaración final del G20 (Londres, 2009) en file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador/Escritorio/2009communique0402%20(2).pdf http://ingenieroalbertoford.blogspot.com.ar/2016/06/g20-londres-2009-un-pacto-fundacional.html (subr. mío)