Mercosur y (¿o?) la Alianza del Pacífico

    Por Alberto Ford (*)

    En el caso de la UE para un acuerdo de asociación referido a cuestiones económicas y comerciales con vistas a crear una zona de libre comercio entre ambos bloques. Con los países del Pacífico, se explora la apertura de rutas comerciales hacia los mercados asiáticos. Mauricio Macri busca establecer puentes con los países transcordilleranos, como lo ha demostrado con visitas y movimientos recientes.
    El mundo está marchando hacia la regionalización. No solo por el cuestionamiento a que se ven sometidos los estado–naciones desde hace por lo menos cuatro décadas (demasiado distantes de las necesidades de la gente por un lado y de los complejidades de la globalización por el otro), sino también porque lo que ahora se busca es privilegiar distinto tipo de identidades que no han sido tenidas en cuenta cuando nacieron los estados hace más de dos siglos. Así, las dimensiones étnicas, comerciales, culturales, geográficas, productivas, son vistas con mayores potenciales de sustentabilidad que las dadas por la disposición de fronteras, en muchos casos caprichosas, trazadas en la mayoría de los casos en función de intereses ajenos a los pueblos afectados.
    La bibliografía indica claramente que el mundo se encamina hacia una economía de super bloques –la Asociación Trans Pacífica, la Asociación Trans Atlántica, el bloque económico de China con sus vecinos, la Alianza del Pacífico, etc.– que buscan dar los pasos adecuados para insertarse en la nueva realidad mundial.
    Podemos tomar dos ejemplos paradigmáticos. El más candente, el enfrentamiento que tiene lugar en Oriente Medio incurso en una guerra absurda. La caída del imperio otomano al finalizar la Primera Guerra Mundial dio lugar a una cantidad de estados que se crearon por el Acuerdo de Sykes-Picot (diplomáticos de Gran Bretaña y Francia).
    En ese momento solo se tuvo en cuenta los intereses de las potencias vencedoras, básicamente referidos al petróleo o la conectividad territorial; no contemplaron en lo más mínimo las identidades de los habitantes del lugar. Por ejemplo, el pueblo kurdo, con una pertenencia milenaria, fue separado entre cuatro países distintos (Turquía, Irán, Iraq y Siria). Obviamente, hoy son los luchadores más aguerridos por sus sagrados intereses nacionales y su unidad territorial, en esta guerra que parece nunca acabar.
    La Unión Europea (UE) por su parte se ve sacudida cada tanto por los reclamos de autonomía que se dan en distintos países: Cataluña y país vasco en España, Donetsk y Lugansk en Ucrania, flamencos y valones en Bélgica, etc.
    Más candente, la decisión de una ajustada mayoría de electores británicos (cada vez más arrepentidos) por el Brexit –de repercusiones notoriamente menores a las que se pronosticaron en caliente al conocerse los resultados– ha evidenciado, sin ambages, un hecho más trascendente: la voluntad del pueblo escocés y sus gobernantes de permanecer dentro de la UE, aun a costa de la ruptura del Reino Unido.
    El separatismo europeo no es un reclamo momentáneo ni se apoya en una base débil. Ya desde los años ochenta en el viejo continente conviven decenas de configuraciones meso y micro regionales representativas de partes de los países. Por ejemplo, el Comité Europeo de las Regiones (CDR), creado por el Tratado de Maastricht, es la asamblea de los representantes locales y regionales que da voz directa a los entes subnacionales (es decir, las regiones, provincias, municipios y ciudades) dentro del marco institucional de la UE. Por su parte, a escala micro unas 160 regiones –muchas de ellas transfronterizas– de 28 estados europeos, en representación de casi 200 millones de personas, se congregan en la Conferencia de Regiones Periféricas Marítimas de Europa (CRPM). Esos agrupamientos conviven en el marco institucional de la Unión Europea, promoviendo un desarrollo más equilibrado del territorio continental y marítimo sin que se vean afectados por los conflictos mencionados. Un tema a seguir, de implicancias estratégicas, es la forma en que interaccionan estos niveles y la evolución referida a su preponderancia mutua.


    Rousseff y Peña Nieto

    El escenario regional

    El subcontinente sudamericano posee distintas configuraciones a escala macro, meso y micro. Por tomar el caso de nuestro país, hay decenas de microrregiones (corredores productivos, consorcios, etc.), normalmente dentro de las provincias y en algunos casos transfronterizas. También están las mesorregiones que agrupan a provincias nacionales y, en algunos casos, asociadas a provincias o estados de los países de vecinos.
    Así, la Comisión Regional de Comercio Exterior del NEA Litoral (Crecenea Litoral) fue creada de común acuerdo entre las provincias de Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa Fe, con el fin de impulsar la integración del noreste argentino (NEA) con los estados fronterizos vecinos. En 1988 se concretó el Protocolo Regional Fronterizo 23 del Programa de Integración y Cooperación Económica entre la Argentina y Brasil; desde allí la Crecenea Litoral integró su problemática con la de los estados del sur de Brasil (nucleados en el Codesul, el Consejo de Desenvolvimiento del Sul, en el que se incluyen los estados de Mato Grosso do Sul, Paraná, Río Grande do Sul y Santa Catarina). 
    En América Latina conviven el Mercosur con la Alianza del Pacífico (AP) que está integrada por Chile, Perú, Colombia, y México. Esas dos macrorregiones suscitan en este momento el mayor interés del subcontinente. La razón principal son los acuerdos que ellas –o sus integrantes en forma individual– han concretado o están en vías de hacerlo relacionados a cuestiones comerciales. Así, los países de la AP integran conglomerados de Asia Pacífico. Uno de ellos, la APEC (Asia–Pacific Economic Cooperation) es un foro multilateral creado en1989 del que forman parte Chile, Perú y México. Los mismos países también lo hacen en la TPP, Trans Pacific Partnership, fundada este año. En general ese tipo de acuerdos tiene en común el objetivo de consolidar el crecimiento y la prosperidad de los países del Pacífico a través de temas relacionados con el intercambio comercial, coordinación económica y cooperación entre sus integrantes. Por su parte, el Mercosur está por estos días en discusiones con la Unión Europea para concretar una zona de libre comercio.
    Un problema a observar es si esos dos agrupamientos principales de América latina pueden desenvolverse cada uno por su lado. Todo indica que hoy los países buscan relacionarse en distintas direcciones. Así, el presidente Macri manifestó el deseo de participar como observador en la reunión de la Alianza del Pacífico que se realizó a fin de mes en Santiago. La pregunta es: ¿pueden convivir como compartimentos estancos esos dos agrupamientos?

    ¿Una relación de complementariedad?
    En una reunión celebrada el año pasado entre los mandatarios de Brasil y México, Dilma Rousseff declaró solemnemente que “no seremos causales de falsas rivalidades o prisioneros de la geografía… México y Brasil saben que la relación entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur debe ser vista como complementaria y no como alternativa”1. La precisión no es de menor importancia a la luz de la rivalidad manifiesta que existe entre las dos economías más grandes de América Latina.
    El comercio bilateral entre los dos países alcanza US$ 9.200 millones al año. Es decir, si bien hay confrontación, también se muestran complementarios. Sin embargo, la conducta en materia de acuerdos con terceros países no es la misma. El Mercosur impide a sus integrantes hacer acuerdos de libre comercio de manera individual, mientras que no ocurre lo mismo con la AP: México tiene tratados comerciales con 45 naciones. Los datos ponen en evidencia esos distintos comportamientos.
    El arancel promedio en AP se sitúa en torno a 6%, en tanto el del Mercosur lo dobla, situándose en 11%. AP mantiene tratados de libre comercio con más de ochenta países; más de 20 países se han constituido en sus observadores, mientras que Costa Rica, Guatemala y Panamá están gestionando su inclusión como países miembros. Mercosur carece de acuerdos comerciales con China y con Estados Unidos.
    También hay similitudes: tanto Mercosur como AP tienen a China entre sus principales socios, y a ninguno se le escapa que el dinamismo de esa relación entre China–Mercosur y China–AP podría dar un salto de calidad, dado que China, con 18% de la población mundial y una clase media creciente, representa un enorme mercado potencial para Latinoamérica.
    Otro aspecto en el cual se diferencian es la configuración de origen. Uno de ellos, el Mercosur, sigue el modelo de la UE, el que claramente no pretende ser replicado por la AP. El Mercosur apostó a conformar un mercado común entre sus miembros, lo que implica el mismo nivel de integración que pretende alcanzar la AP. Sin embargo, esta última pretende hacerlo de forma más pragmática y quizás menos ambiciosa que lo planteado por el Mercosur, inicialmente, con la constitución previa de una unión aduanera, dos objetivos que técnicamente no se han alcanzado en los más de 20 años de vigencia del agrupamiento.

    Dos definiciones

    Un mercado común es un tipo de bloque comercial que se compone de una unión aduanera combinada con una zona de libre comercio. Permiten el libre movimiento de los factores de producción (trabajo y capital) entre los países miembros, eliminan restricciones comerciales y establecen un arancel externo común. Por su parte, una unión aduanera es un área de libre comercio que no es necesariamente un mercado común, es decir, los estados miembros adoptan una política comercial común hacia los estados que no son miembros pero no permiten que los factores de producción circulen libremente.
    En sus orígenes el Mercosur tuvo un perfil netamente económico y comercial como la AP; empero, desde hace unos años fue ponderando más sus intereses políticos, lo que ha ido transformando al bloque en un foro que se encuentra más cerca de la Unasur que de la AP. Entre las principales razones por las cuales el Mercosur viró en sus intereses (de lo económico y comercial hacia lo político), se destacan las transformaciones políticas de la región sudamericana aunque éstas hoy están en acelerado cambio. También han variado sus concepciones en lo referido a modelos económicos.
    La AP cuenta con una economía más abierta en comparación con el Mercosur, hecho que queda en evidencia si se analizan los aranceles promedio de los dos procesos de integración: el arancel promedio del Mercosur es el doble del nivel de la AP, 12,1% frente a 6,6%. Por cierto estos procesos transcurren con rapidez y sus cambios son frecuentes; sin embargo es de prever que los modelos del Mercosur se vayan asemejando a los de la AP en materia de apertura.
    En materia de exportaciones la AP aventaja al Mercosur en 28 puntos porcentuales en la participación de las exportaciones con contenido tecnológico; eso se explica por la estructura exportable de México sobre todo por la complementariedad de áreas productivas con los EE.UU.
    En lo referido al comercio intrarregional, si bien la AP aumenta progresivamente el comercio de esa modalidad, el mismo se sitúa 10 puntos por debajo de los niveles presentados por el Mercosur. El bajo nivel de comercio intrarregional de la AP en comparación con el total del comercio, tiene que ver con la importante concentración de las ventas de México con Estados Unidos. Por su parte, gran parte del comercio intrarregional del Mercosur está explicado por el que se verifica entre Brasil y Argentina, más allá de las enormes dificultades de este momento.
    Con referencia a la inversión extranjera directa (IED), el Mercosur logró captar una suma de IED superior a los US$ 84 mil millones de dólares en 2012, mientras que la AP, superó los US$ 71 mil millones en el mismo año. Cabe resaltar el caso de Brasil, líder indiscutido en captación de inversiones en 2012, con 78% del total del Mercosur y 42% del total de IED de los dos bloques que alcanzó los US$ 155 mil millones en 2012.
    En materia de territorio y población, Brasil representa 67% y 71% respectivamente de Mercosur mientras que México 38% y 56%. En cuanto al PBI, Brasil alcanza 71% del PIB del Mercosur y en la AP, México es el 58%. M

    (*) Alberto Ford es ingeniero.

    1- Dilma Rousseff: “La Alianza del Pacífico y el Mercosur deben ser complementarios” http://www.infobae.com/2015/05/27/1731350-dilma-rousseff-la-alianza-del-pacifico-y-el-mercosur-deben-ser-comp