Basf
Innovación, investigación y desarrollo, como fortalezas
La inversión en este campo es un pilar para la compañía química de origen alemán, que en 2014 destinó más de € 500 millones a escala mundial en la búsqueda de nuevas soluciones para el negocio agrícola. “Esto representa 27% del total de I+D de todos los negocios del grupo”.
Gustavo Portis
Así lo señala el director de la División Protección de Cultivos de Basf para Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, Gustavo Portis. “A esto se suma una inversión superior a los € 150 millones en biotecnología, que significa más de US$ 2 millones por día en I+D para el agro”.
Unos 10.500 empleados de Basf destinan sus horas laborales a investigación, desarrollo e innovación, en todo el mundo, y generan un promedio de 3.000 proyectos al año.
–¿Cómo han sido los últimos años para el negocio de agro de Basf en el plano local?
–América latina es el sector de mayor desarrollo en la región, que va a seguir creciendo, y en ese sentido la Argentina es uno de los jugadores más importantes. Llevamos cinco años de crecimiento en ventas. La división protección de cultivos de Basf tuvo ventas por más de € 5.400 millones en 2014, proporcionando soluciones innovadoras.
–¿Afectó a la venta de insumos agrícolas la caída de los precios de los commodities en el mercado mundial?
–La caída en los precios ha tenido impacto en todo el mercado agrícola y por supuesto en las decisiones que toma el productor que busca eficiencia y mejores alternativas frente a un escenario complejo.
–¿Fue necesario establecer una estrategia diferente de la habitual en el plano comercial?
–Nos hemos adaptado a los cambios en las formas de operación y a los tiempos. Estamos en más de 140 países y cada uno tiene su forma de operar. Como ejemplo, aumentamos nuestras herramientas de pago con canje en granos, con la posibilidad de fijar precios a futuro y pagando un premio en el precio por sobre el valor de mercado.
–¿Qué otras dificultades ha enfrentado el sector?
–Además de las cuestiones de coyuntura, no debemos olvidar las dificultades que tiene que enfrentar el productor en su día a día, como el problema de malezas resistentes. Basf busca responder con velocidad y brindar soluciones concretas. Hemos desarrollado el programa “experto en malezas”, para que el productor pueda lograr un control efectivo, a través de un modelo de manejo basado en la combinación y rotación de ingredientes activos y modos de acción.
–¿Cuál es el segmento de mayor protagonismo entre la oferta de BASF?
–El principal foco de Basf es tener un completo porfolio de productos, por lo tanto nos orientamos en dar soluciones para el cuidado de las semillas, control de malezas, enfermedades e insectos, además de ofrecer productos funcionales para un mejor desarrollo del cultivo y aumento de la producción.
En tratamiento de semillas, Basf es la única empresa que desde su plataforma de desarrollo ofrece todas las soluciones con inoculantes, promotores de crecimiento, polímeros y colorantes, completando la paleta con insecticidas y fungicidas. Además, cuenta con un porfolio de 20 herbicidas y nueve modos de acción.
–¿Cuánto representa la Argentina para el mercado global de Basf Agro?
–Puedo brindar el dato de Sudamérica, que en 2014 aportó 24% de las ventas globales.
–Hacia 2012, BASF adquirió a Becker Underwood e ingresó en el mercado de inoculantes. ¿Hay mucho terreno por explorar aún allí?
–Con la adquisición de Becker Underwood, Basf fortaleció su oferta en soluciones integrales más rentable y sustentable para la agricultura. Por supuesto, es un negocio muy interesante desde donde podemos aportar mucho valor para el productor. Durante este año 2015, luego de tres años de la adquisición Becker Underwood, pasaremos a ser la mayor empresa en el segmento.
–Hoy nos encontramos con un escenario de concentración de soja que afecta a la fertilidad de los suelos y un aumento de malezas resistentes. ¿Qué opinión tiene Basf al respecto?
–El gran desafío es cómo alimentar a una población creciente con recursos escasos y cuidando el medio ambiente. Y para Basf la respuesta está en la sustentabilidad, que es uno de nuestros pilares. Creemos que lo lograremos con el desarrollo de tecnologías y soluciones que contribuyan a una agricultura más sustentable, resolviendo los principales problemas y mejorando los rindes para producir más alimento, de mejor calidad y más eficiente. Sin dudas, una mejor rotación de cultivos, como toda buena práctica agrícola, es necesaria para garantizar y preservar la sustentabilidad.
Somos conscientes del compromiso que tenemos como empresa, por eso trabajamos con los agricultores para crear la química que puede mantener el suelo fértil y fructífero con la cantidad adecuada de agua y nutrientes, administrando el recurso tierra de forma sustentable y pensando en el futuro.
Dow
Foco en semillas y protección de cultivos
Dos plantas de procesamiento de semillas; una en Colón, Provincia de Buenos Aires, con capacidad para producir 300.000 bolsas al año, y otra en Venado Tuerto, Santa Fe, para 800.000 bolsas y potencial de almacenamiento de 3.600 toneladas en silos y secado a granel.
Jorge Parizzia
A ello se suma una planta de formulación y envasado de herbicidas, insecticidas, fungicidas y coadyuvantes, en el complejo San Lorenzo, a 35 kilómetros de Rosario. Se trata de la estructura que da soporte al negocio de Dow AgroSciences en el mercado local
“Colón es una planta que recibe, evalúa y clasifica semillas de girasol, mientras que en la de Venado Tuerto se hace lo propio con semillas de maíz”, cuenta su director de Relaciones Institucionales, Jorge Parizzia. “El trabajo allí consiste en la recepción del campo, la evaluación y el control y una vez que logramos la calidad correcta, se pasa por una serie de procesos para embolsar y salir al mercado”.
–¿Cuál es el negocio de Dow AgroSciences?
–Dow está en el negocio de productos de protección de cultivos y en semillas y biotecnología. Estas son las dos plataformas en las que trabajamos. No operamos en inoculantes ni en fertilizantes.
–¿Qué significó el ingreso en el mercado de semillas?
–El ingreso en el mundo de semillas nos generó un cambio en la cultura y el liderazgo institucional, que lo transitamos y lo seguimos transitando.
–¿Cómo fueron los últimos años para el negocio del agro?
–Diría que hay dos disparadores: mejoramos mucho nuestro germoplasma de maíz, específicamente, con una inversión importante para el país en I+D, y por otro lado, en malezas resistentes.
En ese sentido continuamos con el desarrollo de protección de cultivos, desde seguir trabajando en inversiones, en obtener tecnologías nuevas y en mantener un grupo de técnicos de altísimo valor en muchos casos líderes de la geografía en la que están.
–¿Cuánto se destina a la investigación?
–En el proceso completo de una molécula hay que pensar entre US$ 150 y 300 millones. De alguna forma, se parte de un montón de supuestos de moléculas que pueden tener determinadas actividades de control en distintos cultivos. A partir de allí, en los invernaderos se empieza a observar el control, en el ámbito de la toxicidad y se observa si el producto es viable. De no serlo, se comienzan a descartar moléculas.
Es un proceso de muchísima exigencia académica, profesional, que tiene que pasar también por los sistemas regulatorios que aprueben los estándares, a la vez que el producto debe funcionar a nivel de campo.
–¿En qué negocio está puesto el foco con mayor interés?
–Queremos traccionar con lo que más conocemos que es protección de cultivos al negocio de semillas, pero en verdad por toda una inversión muy importante de mejoramiento vegetal, esa tracción resultó mucho más aceitada de lo que esperábamos. Tuvimos un impacto en la fijación de producto para poder tener hoy híbridos, o sea, germoplasmas que es el chasis donde después se pone el evento, y eso lo hemos mejorado mucho.
–¿Cuánto representa el mercado argentino para Dow?
–Hoy estamos entre los tres primeros y queremos seguir jugando, por organización y por lo que tenemos, de la mejor forma. De la mejor forma éticamente, de la mejor forma respetando el medio ambiente, de la mejor forma respetando a la sociedad donde interactuamos, de la mejor forma en reputación e imagen.
BioAg
Innovación, investigación y desarrollo, como fortalezas
La inversión en este campo es un pilar para la compañía química de origen alemán, que en 2014 destinó más de € 500 millones a escala mundial en la búsqueda de nuevas soluciones para el negocio agrícola. “Esto representa 27% del total de I+D de todos los negocios del grupo”.
Guillermo Bort
“Los movimientos globales de grandes empresas en el segmento de productos biológicos sin dudas han generado y sigue generando importantes cambios en el escenario competitivo de este mercado”, dice Bort.
–¿Con qué tipo de dificultades se ha enfrentado el sector?
–En el plano interno, el desafío ha sido lidiar con mayores costos. En el plano externo, el desafío de continuar con el posicionamiento de tecnologías de punta mientras que la situación de caída de rentabilidad que sufrieron nuestros clientes los empujaba al uso de soluciones de menor tecnología y menor costo.
–¿Qué tipo de estrategia adopta la compañía en el plano comercial ante un escenario volátil?
–Todas las temporadas tienen un nuevo desafío. La temporada pasada hubo que volcar mucha creatividad para crear propuestas de valor para nuestros clientes y enfocarnos en dar las mejores soluciones de financiación posibles. No observamos un gran impacto en los volúmenes de venta, aunque si observamos una menor adopción de las tecnologías de punta, que fueron reemplazadas por soluciones de menor valor.
–¿Qué sucedió con los valores de los insumos importados para la producción inoculantes?
–Hemos observado algunos cambios pero sin magnitudes importantes. Vale destacar que la gran mayoría de los insumos son de procedencia local y no de origen importado. Como empresa somos netamente exportadores ya que desde nuestra planta industrial se exportan productos terminados a varios países de América latina, con Brasil como principal destino.
El porcentaje de insumos importados no es significativo en cuanto a su impacto en la estructura de abastecimiento. A lo largo de los últimos años hemos desarrollado una importante base tecnológica en nuestros proveedores locales. Solo algunos insumos menores, muy específicos, son comprados exclusivamente en el exterior.
–¿Cuánto invierte su empresa en investigación, ensayos y nuevas soluciones para el agro?
–En referencia a productos biológicos, la adopción de estas tecnologías en la Argentina es una de las más altas del mundo. Es difícil separar los montos de inversión específicos para la Argentina ya que los procesos de innovación están totalmente globalizados. Para dar magnitud a nuestra inversión, este año se inauguró un centro de innovación, con la última tecnología disponible en North Carolina que alberga a 90 científicos enfocados 100% en el desarrollo de productos biológicos.
Se han llevado al campo 500 microorganismos candidatos de transformarse en nuevos productos, en 90 diferentes localidades del mundo y con una enorme cantidad de repeticiones. Se encuentran en pleno funcionamiento equipos de innovación enfocados en los principales mercados y cultivos, que trabajan tanto en el desarrollo de la tecnología básica, como en las tecnologías de fermentación y producción, y en las tecnologías de aplicación foliar y sobre semillas de estos productos.
–Las multinacionales tradicionalmente vinculadas a los agroquímicos se vuelcan a los inoculantes. ¿Es un negocio rentable?
–Es un negocio de gran potencial de largo plazo. En particular para Nitragin, la alianza con Monsanto nos introduce en un proceso de innovación sin precedentes. Hoy podemos decir que existe una inversión en I+D que cambia los paradigmas de la industria y apuesta a la creación de una nueva ola de productos biológicos totalmente transformacionales. Se ha iniciado un proceso de investigación que incluye miles de nuevos microorganismos, en la búsqueda de nuevas tecnologías para mejorar el rendimiento de los principales cultivos, y adicionalmente, se encuentran en desarrollo varios conceptos de productos para el control de malezas, plagas y enfermedades que están basados en productos biológicos.
En los laboratorios este cambio transformacional ha comenzado, y nos entusiasma mucho el potencial que estos proyectos tienen y nos pone un poco ansiosos no tener claridad aun sobre cuándo podrán tener un impacto directo en el mercado. Apostamos a que en cinco años, muchas innovaciones verán la luz originadas en esta nueva generación de productos biológicos.
–La consecuencia alta concentración de soja sin rotación de cultivos afecta a la fertilidad de los suelos y un aumento de malezas resistentes. ¿Qué opinión tiene al respecto?
–Nos sentimos parte del proceso productivo y queremos contribuir al desarrollo de procesos productivos más sustentables, tanto en el plano económico como en el plano ambiental y social. Participamos activamente en varios foros del sector y creemos que este debate es central en la búsqueda de un equilibrio de largo plazo.
Desarrollo biológico, alianza público-privada
Fue el INTA, en su centro de investigaciones de Castelar, el que comenzó a trabajar en el estudio de un hongo biocontrolador de enfermedades de semilla para cereales de invierno, básicamente los cultivos de trigo y cebada. El estudio tenía identificadas más de 130 cepas del hongo, pero debía probarlas en campo para conocer las capacidades industriales de multiplicar las cepas y comprobar además su comportamiento ante el control de enfermedades.
Hallar mecanismos de control de enfermedades, alternativos al control químico, representa un fuerte desafío para la agricultura. Consiste en la búsqueda de soluciones que formen parte de paquetes tecnológicos en línea con una agricultura que tiene por objetivo incrementar la productividad, dentro de los criterios de sustentabilidad y el respeto por el medio ambiente.
En función de ello se llegó a una cepa determinada y se concretó una alianza entre el Inta y Rizobacter, firma argentina de inoculantes, situada en Pergamino, el núcleo central del mercado agrícola. El resultado lleva por nombre comercial Rizoderma, un efectivo controlador biológico de patógenos de semilla de trigo de alta eficiencia y comprobados resultados con índices de rendimiento muy satisfactorios.
El acuerdo determinó que la empresa privada será responsable por la multiplicación de cepas y la comercialización del producto, mientras que el instituto de investigación recibirá regalías por haber hecho la investigación.
“Este es el mejor ejemplo de que se puede hacer una integración público-privada y bien hecha, y en el ámbito local –dice el presidente de Rizobacter, Ricardo Yapur–. Primero, porque es un desarrollo tecnológico del Inta y segundo porque ellos cobran un derecho, que me parece brillante, y les permite seguir investigando y desarrollando y buscar nuevos desafíos, como soja, maíz y otros cultivos”.
100% líquido y de aplicación directa sobre la semilla, Rizoderma es totalmente compatible con otros productos, incluso de origen sintético. En la actualidad, está siendo registrado en Brasil e Italia, y con intenciones de ser registrado en Francia.
Nidera
Vincular productores y consumidores globales
La empresa forma parte de un grupo con presencia en 19 países y casi 3.500 empleados a escala global, de los cuales cerca de 50% se encuentra en la Argentina.
Jorge Correa
“Fue fundada en 1920 en Rotterdam, Holanda, y menos de 10 años más tarde comenzaba sus inversiones en la Argentina, donde desarrolla su mayor volumen productivo”, explica su presidente Jorge Correa.
“Junto con Brasil, nuestra oficina origina la mayor parte de nuestros granos y oleaginosas en el plano mundial. Y además de ello, nos dedicamos a la distribución de tecnología para cultivos y somos líderes en investigación y producción de semillas”, completa.
–¿De qué manera está configurada Nidera, en su estructura productiva y comercial?
–Nuestra empresa tiene dos unidades de negocios bien definidas: granos y oleaginosas (G&O) y semillas. En G&O contamos con dos plantas de molienda de oleaginosas, dos terminales de importación de nutrientes, una terminal de exportación, una planta de refinación de aceite, seis acopios, seis depósitos, un laboratorio de control de calidad de fitosanitarios y nutrientes y cino centros de I+D en siete provincias.
En semillas desarrollamos genética para un mayor rendimiento de los cultivos en todas las zonas productivas y exportamos nuestras semillas a más de 15 países. Producimos y comercializamos híbridos y variedades líderes y una completa gama de nutrientes y protección de cultivos que favorecen una producción más eficiente y segura brindando especial atención al cuidado del suelo.
A su vez, somos líderes en la producción de aceites refinados envasados listos para consumo, con marcas propias, destinadas tanto al mercado nacional como internacional.
–¿Cómo ha sido el desempeño del negocio en los últimos años?
–Pese a las adversidades que afectaron a los negocios de dónde se originan granos y comercio internacional, que incluyen restricciones a la exportación de trigo y maíz y desequilibrio cambiario, seguimos adelante con nuestro plan de inversiones. El último año construimos un nuevo oleoducto y un tanque de aceite que optimizarán el funcionamiento logístico de nuestra planta de Puerto General San Martín, una vez que se habilite el muelle norte de dicha terminal.
En relación al negocio de aceites refinados, muchos de nuestros productos permanecen dentro del programa de “precios cuidados” impulsado por el Gobierno.
En cuanto al comercio exterior, el negocio se vio afectado por la pérdida del mercado de Colombia, a partir de la eliminación de las preferencias arancelarias de los aceites provenientes de la Argentina. Por otro lado, los incrementos de precios autorizados por la Secretaría de Comercio para los aceites que se comercializan dentro del Fideicomiso Aceitero (girasol, soja y sus mezclas) fueron insuficientes frente al aumento de costos verificado en el sector.
Y en semillas, la competencia de las variedades ilegales ha socavado la rentabilidad de todas aquellas empresas que invierten en I+D.
–¿Qué tipo de dificultades ha enfrentado la compañía?
–Entre los factores que afectaron al negocio se puede mencionar las condiciones climáticas adversas y el bajo precio de los commodities, que provocaron una reducción en el área plantada de maíz y girasol; el incremento de costos operativos; el menor monto de regalías cobradas por semillas de soja; significativos costos de reestructuración; y un atraso en la cadena de pagos de insumos, agravado por la demora de las cosechas, por el exceso de lluvias, que afectó especialmente la de maíz.
–¿Cuánto invierte Nidera en investigación y nuevas soluciones para el agro?
–Durante el último ejercicio fiscal hemos continuado invirtiendo en I+D de semillas por más de US$ 17 millones, solo en la Argentina. Dado que la tecnología para cultivos está en el corazón de nuestro negocio, tenemos en cuenta la innovación agrícola como un medio vital para hacer que los alimentos sean más accesibles y asequibles. Si bien la inversión en innovación apunta a mejorar la rentabilidad y competitividad, también proporciona soluciones claves para la agroindustria de mañana y la necesidad de aumentar los rendimientos.
–¿Qué motivos llevaron al acuerdo con la estatal china COFCO, hoy con 51% de Nidera?
–En 2014 establecimos definitivamente nuestra apuesta por el futuro, sorteando las vicisitudes de lo inmediato. Ante la necesidad de la compañía de reinventarse y mantenerse a la vanguardia, realizamos una alianza estratégica con la mayor compañía de alimentos de China, que es COFCO Corporation, y nos permite potenciar nuestra plataforma de “originación” y comercialización, así como también los negocios de semillas y tecnología para cultivos.
Esta nueva asociación nos pone frente a los desafíos de un mundo cuya población crece a ritmo exponencial, al igual que lo hace la demanda de alimentos. Estamos convencidos de que podemos liderar este desafío, a partir de nuestro modelo integrado de negocios, que atraviesa toda la cadena de valor granaria y conecta de manera eficiente a los productores agrícolas y los consumidores globales de alimentos.