Por María Teresa Lavayén
Wendy Kopp y Guillermo Ghillione
Foto: Gabriel Reig
La pata argentina de esta red se llama Enseñá por Argentina y trabaja, desde hace seis años, reclutando futuros profesionales en las facultades de todas las disciplinas para que dediquen dos años a enseñar a los niños con más necesidades. La iniciadora de todo esto, Wendy Kopp, visitó Buenos Aires para una reunión regional.
El período universitario suele ser el momento de las grandes preguntas sobre la vida, la patria, la justicia, la injusticia, la sociedad real y la ideal, el mundo de hoy y el posible mundo del mañana. Una jovencita que en 1989 cursaba último año de la carrera Políticas Públicas en la Universidad de Princeton pensaba en todas esas cosas para elegir un tema para su tesis de grado. Las opciones giraban en su cabeza, pero una idea se iba perfilando cada vez con más claridad: en su país, Estados Unidos, la supuesta tierra de igualdad de oportunidades, el nacimiento condiciona el tipo de educación que recibirá una persona, y a largo plazo, sus opciones de vida.
Simultáneamente a su alrededor veía otro fenómeno: el campus universitario donde vivía era repetidamente visitado por activos reclutadores de empresas que buscaban estudiantes a punto de graduarse para convencerlos de que durante dos años, los primeros desde su graduación, trabajaran para las firmas que ellos representaban. A esta jovencita eso nunca le interesó pero sí la ayudó a redondear la idea que ya esbozaba para su tesis de grado y que se convertiría en el embrión de algo que luego dio la vuelta al mundo. ¿Y si la misma insistencia y poder de convicción que ponen esos reclutadores para que los futuros profesionales vayan a ganar plata a Wall Street, la pusieran otros para lograr que los mejores y más prometedores graduados comprometan dos años de su vida enseñando en escuelas de sectores carenciados?
“La idea es fascinante, pero no va a resultar”, le dijo su tutor. Pero Wendy Kopps la desarrolló igual porque vio en una tesis doctoral la posibilidad de explicar al mundo un método que podría aportar algo nuevo al tan necesitado sistema educativo del país.
La tesis fue, efectivamente, el embrión de Teach for America, una ONG que Kopps creó en 1990 con un sueño como misión: “que un día todos los niños de esta nación tengan la oportunidad de tener una educación de excelencia”. En 2007 Kopp llevó la misión educativa de Teach for America a escala global y fundó junto a Brett Wigdortz, Teach for All , una red global de empresas sociales independientes que trabajan para ampliar las oportunidades educativas en sus respectivos países enrolando para ese esfuerzo a los graduados universitarios más destacados y con mayores aptitudes de liderazgo.
En entrevista exclusiva con Mercado, Wendy relató las inconmensurables dificultades iniciales. La más grande de todas, la financiación. Ella debía salir a pedir recursos para algo que no daría más plata. Las entrevistas las conseguía después de infinitas cartas y llamadas. Consiguió hablar con Ross Perot, aquel muchas veces millonario tejano que en 1992 se autoproclamó candidato presidencial, y escuchó esto: “Si logras conseguir un millón y medio de dólares vuelve que yo te daré los otros 500.000”, le dijo. Y Wendy, con persistencia, consiguió lo necesario para hacer crecer su plan.
–¿Cuáles son para Wendy Kopp las características de “un buen maestro”, o sea de alguien que consigue que el alumno aprenda?
–En todo el sistema de Teach for All hemos investigado mucho qué es lo que diferencia a los maestros que logran éxitos y logran poner a los chicos en la senda hacia mayores oportunidades. Esa investigación demostró que enseñar es un acto de liderazgo, especialmente en un contexto de sectores carenciados. Una buena maestra, o maestro, tiene una idea clara de qué es lo que intenta lograr con los chicos y hace lo mismo que un gran líder: crea una relación muy fuerte con sus alumnos, con las familias, con los demás maestros de la escuela, todo para crear confianza y credibilidad; invierte mucho trabajo y mucho tiempo.
Sabe, o aprende, a aprovechar muy bien el tiempo. E inventa formas para conseguir el tiempo que necesita para ayudar a sus alumnos. Es incansable. Busca recursos donde no los hay para tener lo que los chicos necesitan para aprender. Así son los maestros que tienen éxito. Esos chicos que mandamos de las universidades a las aulas son los líderes más extraordinarios que yo jamás he conocido. Claro que no todos nacen líderes, pero nosotros seleccionamos a la gente por su potencial de liderazgo y luego creamos una cultura que les da experiencias y oportunidades de desarrollo que fomentan mentalidad de líder y los ayudan a conseguir esas habilidades.
Una vez que uno advierte lo que se necesita para tener éxito en ambientes con grandes carencias, la respuesta no es aspirar a tener un ejército de maestros absolutamente súper heroicos. Eso no es realizable. No vamos a resolver el problema educativo desde el aula solamente. Hacen falta cambios más grandes. Hay que reformular las escuelas y para eso harán falta cambios de política, cambios en el sistema. Por eso pedimos a los graduados dos años de compromiso.
Después, algunos se quedan porque han descubierto una vocación. Pero necesitamos que los demás se vayan a trabajar cada uno en lo suyo pero con la mirada puesta en la educación de los carenciados. Lo que logramos es conocimiento del problema y preocupación por solucionarlo. Ahí está nuestro mayor valor. Aspiramos a que al cabo de los dos años todos nuestros maestros se pregunten qué es lo pueden hacer, ellos, para mejorar el sistema. Algunos enseñarán, otros irán a dedicarse a la política, otros decidirán colaborar desde la medicina porque hay que mejorar la salud de esos niños. En fin, cada uno en su especialidad, pero con la mente puesta en la igualdad educativa. Pero en promedio, en todo el mundo, 60% de todos nuestros “maestros” se queda en la educación.
–Suponiendo que contara con todo el apoyo y el dinero necesarios para mejorar el sistema educativo de un país. ¿Por dónde comenzaría?
–Lo más importante es decidir cuáles son los resultados que buscamos. Eso nos permite orientar los esfuerzos. Lo ideal sería coincidir todos en una definición de esa meta: qué nivel buscamos, qué conjunto de estándares hacen falta para crear capacidades en todos los niveles. Sin eso todo lo demás es difícil. Para eso necesitamos liderazgo fuerte en todas partes pero creo que todo comienza con los maestros. Pero no podemos tener grandes maestros sin tener grandes directores de escuelas, y no podemos tener grandes directores de escuelas sin tener un sistema bien diseñado y no podemos tener un sistema bien diseñado sin tener buenas políticas.
Debemos canalizar una buena cantidad de la energía de los futuros líderes –los más prometedores y con mayor nivel de educación– hacia el desafío de la educación. Sin eso, creo que no tenemos ninguna posibilidad.
¿Qué hace un líder exitoso cuando su compañía tiene un problema? Llama a los mejores para resolverlo. Y sin embargo en todas partes, en mi país, en la Argentina y en casi todo el mundo, las personas con más valor y mejor nivel de educación se van a trabajar a cualquier sector menos a educación. Esto no quiere decir que no haya gente increíblemente capaz en educación. Hablo del promedio. Enseñá por Argentina está tratando de cambiar eso. Pero, contestando la pregunta, si alguien me ofreciera un cargo en el Gobierno no lo aceptaría, porque creo que lo que estamos haciendo es lo más eficaz si realmente queremos cambiar el sistema. Empezar por los maestros.
La inexperiencia como valor
He aprendido a valorar la experiencia que se adquiere con el tiempo pero a veces me pregunto si Teach for America y Teach for All habrían ocurrido si yo hubiese tenido mucha experiencia en aquel momento. Creo que en parte todo eso fue el producto de la inexperiencia. Hacer preguntas absurdas e ir tras cosas que la gente piensa imposibles. Yo creo que el mundo necesita que nuestros jóvenes se hagan cargo de los desafíos más grandes y más arraigados en los primeros momentos de su carrera. Algunos piensan que es mejor esperar hasta obtener experiencia y habilidades antes de intentar hacer algún cambio. Yo les diría: no esperen. Necesitamos preguntas absurdas. Los necesitamos a ustedes antes de que aprendan todo lo que hay para aprender. Si se animan temprano es muy probable que la experiencia la adquieran mientras ya están solucionando un problema.
Hay una tendencia, entre muchos jóvenes profesionales, a hacerse preguntas como “¿qué tipo de empresa comercial voy a comenzar?”. Para mí la pregunta principal con que deberían arrancar es: “¿Qué problema me preocupa más? ¿Qué problema es el que me gustaría solucionar?”
Yo sé que no comencé Teach for America porque estaba buscando algo nuevo que fundar sino porque estaba viviendo la inequidad educativa como un problema y buscaba una forma de hacer algún cambio real en ese problema. Pienso que más que nuevas iniciativas necesitamos mucha gente ayudando en grandes iniciativas, aunque ya existan. Esto no quiere decir que alguien no deba ir tras una gran idea, si la tiene. Pero lo más importante para los jóvenes es que se involucren en la atención de algún problema que les preocupe mucho, que aprendan durante esa experiencia y que luego vean hacia dónde los lleva eso que están haciendo. Ayudar a escalar un gran problema en empresas ya existentes puede ser tanto o más importante que buscar alguna idea propia para realizar.
Enseñá por Argentina
Todos los emprendimientos de Teach for All tienen un líder local y en la Argentina ese líder se llama Guillermo Oscar Ghillione, un joven que hoy tiene 36 años pero que tenía 30 cuando se enteró de esta iniciativa, a través de un amigo que estaba estudiando en Washington haciendo un Master en Políticas Públicas. Ese amigo escuchó a Wendy, se acercó y le dijo: “Me encantaría poder hacer esto en la Argentina, conozco a alguien en mi país que estudió Administración de Empresas, trabaja en el sector social y está especialmente interesado en el problema educativo”. Ese alguien era Oscar, quien ahora se dedica “full life”, como dice él, a Enseñá por Argentina.
“Hoy estamos trabajando en la ciudad de Buenos aires, en el primer cordón del conurbano, en la provincia en Salta y en Córdoba. Durante los primeros cuatro años (de los cinco que llevamos) trabajamos en Buenos Aires y el año pasado empezamos a hacerlo en Salta y Córdoba. A veces vamos a escuelas donde faltan maestros, pero ahora en Salta y Córdoba trabajamos en programas donde ya hay maestros; trabajamos junto a ellos en el aula. Enseñamos en pareja. Manejamos, con ellos, computadoras, proyectos, talleres, organizamos salidas de la escuela, llevamos gente interesante al aula, llevamos experiencias a la escuela. La idea es tratar de articular los dos mundos: el que viven dentro de la escuela y el que está afuera para que todo eso se combine en beneficio de los chicos”.
–Y a esos maestros –futuros profesionales–, ¿quién les paga?
–Los chicos son empleados de las escuelas y en algunas provincias lo que tenemos es un trabajo articulado con el Ministerio de Educación que nos provee la parte del salario. Pero sacando los sueldos, todo lo demás –el presupuesto que necesitamos para buscar candidatos, reclutarlos, capacitarlos en pedagogía y educación, conseguir profesores para esa capacitación y luego hacer el seguimiento– todo eso es financiamiento que tenemos que conseguir nosotros. Ese dinero lo buscamos en personas, en eventos y en el sector privado. Porque cada una de las organizaciones que forman parte del sistema Teach for All es totalmente independiente en lo financiero. Las reuniones son para intercambiar mejores prácticas, conocer lo que funciona en un país y no funciona en otro, ese tipo de cosas.
Enseñar por Argentina, entonces, tiene el potencial de seguir haciendo las cosas extraordinariamente bien, pero para eso necesita el apoyo colectivo de muchas empresas, organizaciones y Gobiernos. En estos cinco años nos fuimos dando cuenta de que en educación hay muchas urgencias pero no hay imposibles. Lo que necesitamos es que se involucre mucha gente. Entonces seremos un canal para hacer realidad el ideal de que todos lo niños reciban una educación de excelencia”.