La ruta de la sustentabilidad

    Rubén Chorny

    La rara alquimia entre rentabilidad, equilibrio social y ambiental afronta un escollo no menor en la acentuada desigualdad de fuerzas que caracteriza a las relaciones de poder entre bloques económicos, países y sociedades.
    En ningún discurso deja de estar presente la preocupación por los malos tratos a los que se somete al planeta, las emanaciones de gases, el recalentamiento global, la contaminación, las catástrofes que acompañan al cambio climático, el avance de la pobreza y la violación de derechos humanos fundamentales, como el libre acceso al agua, o la destrucción de los hábitats naturales.
    Pero a la hora de ceder algún cero en los balances, de tratar a seres humanos de inferior condición socioeconómica como semejantes, o de no perder el turno de orador en el foro político, suele campear la excusa que Poncio Pilatos instaló al comienzo de la era cristiana: el lavado de manos.
    Las Naciones Unidas ofician, en ese aspecto, de lavatorio desde la cumbre de Estocolmo 1972 en más y convierten a la política en la faceta más turbia de la sustentabilidad. Acumuló desde entonces más de 40 años la serie de los encuentros de las tierras, en las que los representantes de los países no hacen más que pasarse literalmente la pelota cuando se abordan los temas concretos de cuidado y preservación del medio ambiente.
    Vino Nairobi 1982, cinco años después se formalizó el concepto de “desarrollo sostenible” en el informe anual de la Comisión Brundtland, 1992 en Río, Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo, Berlín 1995, Kioto 1997, Buenos Aires 1998, La Haya 2000, Marrakech 2001, Johanesburgo, 2002, Copenhague 2009, Río +20, y el prólogo del G7 en Alemania a la cumbre de diciembre en París.
    En ninguna se pudo hacer aprobar la declamada sustitución de combustibles fósiles por fuentes de energía renovables, pero recién en el último cónclave de los poderosos de la tierra el gran logro fue fijar como objetivo para antes de 2050 una reducción de las emisiones de CO2 entre 40% y 70% con respecto a 2010. Anfitriona del evento, la canciller alemana, Angela Merkel, terminó siendo brutalmente sincera: “es evidente que 40% no es suficiente”; pero “sabemos que el G–7 solo, aun cuando dejara de emitir CO2, no podría resolver el problema. Los países emergentes, como China, deberán contribuir al cambio climático”.
    Lejos de aquel mundanal escenario, la coordinadora de Responsabilidad Social del CEADS, Ana Muro, le pasa el escáner empresarial a ese pronunciamiento político: “Es un mensaje muy fuerte a la comunidad internacional. Se vienen haciendo muchas cosas en cuanto a lo que tiene que ver con el cambio climático, la huella de carbono. Va a haber más presiones, por lo que las empresas van a tener que tomar más acciones de preservación y cuidado. Pero hay que reconocer que ya vienen trabajando bastante”.
    Su jefe, el director ejecutivo del Consejo Empresarial Argentino para el Desarrollo Sostenible, Sebastián Bigorito, habla de una elevación en la vara del cumplimiento por parte de las empresas que excede a las leyes, mientras que el encargado del tema en PwC, Marcelo Iezzi, advierte que si bien hay regulaciones que no se aplican en el país, las empresas que exportan se ven obligadas a cumplirlas.


    Reducir emanaciones

    De cualquier forma, las compañías multinacionales ya vienen administrando desde hace 15 a 20 años cambios en su cultura productiva tendientes a reducir las emanaciones y la generación de desperdicios.
    No es que de golpe les haya picado el bicho de la filantropía ni que se volviesen ecologistas, sino que comenzaron a regir en Europa y EE.UU. regulaciones en materia de consumo energético, tratamiento de residuos, emisiones de gases de efecto invernadero y uso del agua.
    Una avanzada de las corporaciones a escala global mutó la amenaza en oportunidad e incorporó las prácticas de Responsabilidad Social Empresaria, los voluntariados y las acciones comunitarias a los negocios.
    Hasta el CEO de una de las empresas de mayor penetración en el planeta, Unilever, Paul Polman, se avino a profeta del ecologismo, con piezas oratorias que bien podrían habérsele atribuido al premio Nobel de la Paz africano Wangari Maathai.
    Empezaron en el mundo a pulular plantas de reciclados de desperdicios, sistemas que mejoran la eficiencia energética y en el uso del agua, tecnologías que sustituyen la industria de la reposición por la de duración prolongada, inversiones todas de largo plazo que redundaron en ahorros de costos reflejados en sucesivos balances.
    El factor más dramático de cambio que podría inclinar aún más el fiel de la balanza hacia la sustentabilidad sería si las empresas –las que cotizan en la Bolsa en todo el planeta– abandonasen la arraigada tradición de los balances trimestrales por cuyos resultados se juzga a los altos directivos.
    Si la conducción debe vivir pendiente de estos resultados de corto plazo, nunca alentará programas de preservación y reciclado de agua, de protección de la salud y de mejora en la educación, todas inversiones de largo plazo, por definición.


    Sebastián Bigorito
    Gabriel Reig

    El Papa ecológico

    Sin embargo, para la encíclica ambiental que publicó recientemente el Vaticano, Laudato sí (Alabado seas), nada de esto es tomado en consideración: “la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas”, sentencia al vincular “el clamor de la Tierra con el clamor de los pobres”.
    Francisco denuncia en un lenguaje simple y directo: “Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad y el medio ambiente”.
    El ecologista Antonio Brailovsky rescata, además, de la encíclica que “no solo reclama por el derecho humano al agua (que fue negado hace unos meses por el Congreso al eliminar del Código Civil el artículo 241, que determinaba la responsabilidad del Estado para garantizar a todos los habitantes el acceso al agua potable, como se ha declarado necesario en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas), sino que lo plantea como el primer derecho humano, porque es condición necesaria para el ejercicio de los demás”.
    Y destaca que “previsiblemente, condena el despilfarro energético, la industria del descarte, la agricultura basada en la saturación de plaguicidas y la gran minería que deja sin agua a los seres humanos. Es decir, las bases de nuestro actual sistema económico. También dice, contradiciendo las cifras optimistas de muchos gobiernos y también de Naciones Unidas, que los excluidos son la mayor parte de la población mundial”, traduce Brailovsky.
    La encíclica sorprende al mundo reacomodando las economías luego del cimbronazo internacional que arrancó en la banca, atravesó transversalmente la producción y comercio y activó mecanismos de intercambio de capitales y de mercancías que transmitieran una reactivación modular del mapamundi. Lo social y ambiental marchan atrás.
    En un contexto de desigual distribución del ingreso debajo de cada puntito en más o en menos de PIB, había visto la luz el documento final de la Conferencia de las Naciones Unidas Río + 20, titulado “El futuro que queremos”, casi un códice compuesto por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acompañados de 169 metas, que integran los aspectos económicos, sociales y ambientales y reconocen los vínculos que existen entre ellos para lograr, de modo integrado e indivisible, las prioridades mundiales del desarrollo sostenible en todas sus dimensiones.
    La condición para que se hagan realidad es que se conforme una alianza mundial para el desarrollo sostenible con participación activa de los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y el sistema de las Naciones Unidas, más que un milagro actualmente, según la reprimenda papal: “El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”, amonesta en uno de los seis capítulos en que se dividen las 187 páginas de la versión en español de Laudato si.
    Pero de dónde mejor que desde la Santa Sede para presionar por el milagro de torcerle el destino a esta nueva Cumbre del Clima que se celebrará en París a fin de año y que la burocracia no le vuelva a ganar la partida a la Tierra, como ya sucediera en las antecesoras.

    Compromiso de convivencia

    La directora de Relaciones Institucionales del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE), Laura Massari, cree que no hay más espacio para dilaciones de Gobiernos, empresas y organizaciones en asumir compromisos de convivencia en el mundo.
    “Habrá que tomar la sustentabilidad no solo como un modelo de gestión empresarial, sino también como un modelo de vida”, concluyó junto a académicos, gerentes, CEOS, modelos de nuevas organizaciones sociales y políticos en el marco de Confiarse.
    “Las empresas que no emprendan este viaje, creemos, quedarán muy atrás en el mundo. Por ende, las que ya toman y tomen mayores iniciativas marcarán la punta y cosecharán los frutos”, reseñó.
    Por el momento apenas superan las 8.000 las compañías en todo el mundo que han firmado el pacto de Naciones Unidas.
    Ana Muro, de CEADS, también es de los que creen que los tiempos se achican. “En el corto plazo probablemente los costos de no asumir el modelo sustentable no se paguen, pero sí a la larga y esto haría que la empresa pueda seguir creciendo e innovando en el tiempo gracias a toda su estrategia sustentable”.
    Pone como ejemplo que “si una empresa está ubicada al lado de un lago le utiliza toda el agua y la devuelve sucia, es rentable cinco o 10 años, pero no es sustentable: no puede estar radicada de 20 a 50 años. En el corto plazo sí generaría una rentabilidad usar todo el agua, contaminarla, pero si se apunta al largo plazo, para lo cual se invirtió en maquinaria, personal, capacitación, relacionarse con la comunidad y demás, no cabe otra alternativa que ser sustentable”, reflexiona.
    Las petroleras que se mueven en torno de una explotación sucia en Vaca Muerta vienen tomando nota de este abecé ambiental. YPF le tuvo que poner el pecho a las demandas que llovieron por vaciamiento y contaminación del agua empleada para la perforación en las rocas.

    La onda verde

    Tampoco puede decirse que a las pioneras de mirar los negocios a través del cristal verde les esté yendo tan mal en algunas de las acciones de ese tono emprendidas. El de Unilever es un caso emblemático: con la reutilización de residuos y producción de abono ahorró US$ 10 millones en las 36 plantas de Latinoamérica.
    Otro: Acindar, Grupo ArcelorMittal, logró a escala global recuperar alrededor de 97% de los residuos generados en el proceso productivo, y la planta argentina se acercó a 10 puntos al haber aumentado la reutilización de desperdicios, informa Andrea Dal, gerenta de Ãrea Comunicación Externa y RSE. Inclusive, a través del Proyecto de Recuperación de Subproductos, se aprovechan laminillos, barros y escorias de acería como materia prima de la industria del cemento y en el mejorado de caminos.
    También Ledesma, en su complejo agroindustrial de Jujuy, minimiza y gestiona de manera eficiente los residuos sólidos, líquidos y gaseosos de sus actividades incorporándolos al ciclo natural de transformación de las sustancias orgánicas e inorgánicas. Con los $4 millones que saca anualmente por venderlos, mantiene toda su área de medio ambiente. Y además recicla todos los años en papel un recurso renovable como la caña de azúcar.
    Uno más sería el de Praxair Argentina, que desarrolla programas como “Menos carbón, más verde” que apuntan a ayudar a los clientes a aumentar la disponibilidad de energía y optimizar la eficiencia energética, al tiempo que reducen, por ejemplo, las emisiones de gas con efecto invernadero. Recientemente invirtió más de $300 millones en la construcción de dos plantas de gases del aire con tecnología de punta que aumentan la productividad y reducen el consumo de energía, según Mariana Chiariano, gerente de Comunicaciones y CRM. 
    Destaca el programa “Desperdicio cero” que desvía de rellenos sanitarios 90% de los residuos generados cada mes en las plantas, con el propósito de economizar energía y reducir la contaminación en la fabricación, transporte y descarte de productos para conservar los recursos naturales; evita el uso del limitado espacio del relleno sanitario; y reduce la generación de pasivos futuros. “Para este año esperamos incorporarle 27 plantas más de Praxair en Sudamérica, totalizando 52”, estima.
    Dow ha creado su propio semillero de recursos humanos en la localidad de Ingeniero White, Bahía Blanca, donde se encuentra el complejo productivo más grande que tiene en Argentina. Mediante el Programa Buen Trabajo, que comenzó en 2007, capacita en oficios a jóvenes de entre 18 y 35 años desempleados de esa localidad y la ciudad cabecera de Bahía Blanca a fin de mejorarles la empleabilidad. Lleva capacitados unos 120 jóvenes por año desde esa fecha, con un alto porcentaje de inserción laboral.
    Y así sucesivamente se acumulan pilas de comunicaciones de proyectos empresariales que se enrolan en una suerte de happytalismo, denominación con que se identifica a un modelo de hacer negocios que busca diferenciar y lograr competitividad explotando variables sociales, económicas, ambientales, de gobernabilidad.
    De este modo, hay multinacionales que ya han certificado alguna de sus marcas (modelo de “paraguas” y “comerciales”) para constituirse en elites de líderes de negocios globales que privilegian las operaciones entre sí, un neocapitalismo minimalista que funciona en circuito cerrado.
    Bigorito asegura que “muchos responsables demostraron, en el directorio de sus firmas, que la gestión ambiental, además de generar un impacto efectivo, lleva a una reducción de costos y de riesgos; pero a la vez, el stakeholder que más presiona es el inversor, por el altísimo riesgo que se genera si se afecta la licencia social”.
    Es cierto que las convicciones se refuerzan porque afuera acechan los boicots de comunidades que se sienten perjudicadas por prácticas salvajes de capitalismo y la penosa resignación de las acostumbradas a sufrir ultrajes por su pobreza, a las que el Papa dedicó encendidos párrafos de su reciente encíclica ambiental.
    Por estas latitudes australes, aún se recuerda la lluvia de flechas que los grupos de indígenas ocupantes del brasileño banco BNDES, que subvenciona parte de la gran hidroeléctrica de Belo Monte, considerada una herida a la Amazonia, dispararon desde sus arcos coloridos a la policía que intentaba impedir su manifestación.
    Bajando un poco más por el mapa, el abandono del proyecto minero en Famatina y el conflicto con Uruguay por una planta de pasta celulósica, entre las expresiones más sonoras, dan la razón a quienes sostienen que sería preferible para todos que la participación se realice a través de mecanismos institucionales en los que el diálogo reemplace los conflictos abiertos.
    Ya también desde el propio movimiento ambientalista apareció la autocrítica por haber abandonado la ciencia y la lógica en algún lugar a mediados de los 80, justo cuando la sociedad en general estaba adoptando todos los puntos más razonables de la agenda ambientalista, según expresa Patrick Moore, cofundador de Greenpace.
    Lo atribuyó a que muchos de sus compañeros de ruta no pudieron realizar la transición de la confrontación al consenso, y quedaron enredados en la propia política de los adversarios.

    Sin fagocitar los recursos ecológicos

    Por Ana Muro (*)

    Desde la representación en Argentina de la coalición empresarial más importante y con mayor presencia regional del mundo se impulsa la planificación de soluciones sostenibles en los negocios hasta el 2050.
    Adentrada del cambio de paradigma en los negocios que impulsa el empresariado global, que incorpora factores ambientales y sociales y de gobernanza como nueva forma de concebirlos, la ejecutiva se encarga de instruir a los núcleos locales en la cultura sustentable que adoptaron sus casas matrices.
    Nota una creciente búsqueda de transparencia, generación de alianzas y anticorrupción: “Hoy en día cortan ejes institucionales entre los cuales tocan también a las empresas, en especial a las grandes, por su alcance, y cada vez más llega a las Pyme”, explica.
    “En este sentido, la Argentina no escapa a la realidad mundial, si bien tal vez no se está dando a la misma velocidad que en el Primer Mundo, como sucede con otras cuestiones”, advierte.
    La nueva corriente en curso consta en el proyecto Visión 2050, un trabajo conjunto efectuado por 29 empresas, con el apoyo de la secretaría del Consejo Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), cuya representación en el país ejerce el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS).
    El documento, publicado en 2009, parte de que dentro de 40 años “este planeta estará habitado por un 30% más de personas: unas 9.000 millones, las cuales vivirían bien –con suficientes alimentos, agua potable, higiene, vivienda, movilidad, educación y atención sanitaria suficiente para garantizar el bienestar– dentro de los límites de lo que este pequeño y frágil planeta puede suministrar y renovar a diario”.
    “Se empezó por diseñar el 2050 según cómo lo concibe cada sociedad, se le trazaron nueve ejes verticales y metas con soluciones sostenibles por cada eje cada 10 años a partir de 2020, que se bajan en acciones empresarias”. Y que, a escala local, el desafío se tomó desde 2012 contextualizando a la Argentina en esa misma hoja de ruta sustentable e inclusiva para 2050, aunque adaptada en seis ejes a las características intrínsecas.
    “Actualmente podemos decir que contamos con unas 15 a 20 empresas que están trabajando en función de esas metas para 2020/2030/2040/2050. Si se analizan los planes de estrategia de sustentabilidad de Dow, Sancor Seguros, Unilever, Syngenta, Ledesma, Natura y otras, puede verse cómo cada una estableció planes de trabajo en esos plazos” , puntualiza.
    Aclara que, como la Argentina es muy diversa en todos sus aspectos, “hay empresas que están trabajando específicamente en acciones de Responsabilidad Social, mientras otras están en las de sustentabilidad y hacia ahí tienden, según cada caso: el tamaño de la organización, cómo están plantadas a escala internacional, si lideran o no el mercado y eso va variando”.
    Señala a las compañías líderes como las que tienen la visión más ampliada de sustentabilidad. Y que las más pequeñas son las que están haciendo su recorrido hacia una empresa socialmente responsable.
    No obstante, igualmente enmarca de alguna manera a todas en la ISO 26.000, la guía de responsabilidad social. Aduce en ese aspecto que el cambio de paradigma para la sustentabilidad algunas lo tienen más claro y otras menos.

    Oportunidades

    La hoja de ruta en cuestión establece:

    • Hacer más con menos,
    • Crear valor,
    • Prosperar y
    • Mejorar la condición humana.
    Y son sus aspectos críticos:
    • Abordar el desarrollo de miles de millones de personas, proporcionándoles acceso a la educación y a un mayor nivel económico, en especial a las mujeres, y desarrollar soluciones, estilos de vida y comportamientos radicalmente más ecoeficientes.
    • Incorporar el costo de las externalidades, comenzando por el carbono, los servicios de los ecosistemas y el agua.
    • Duplicar la producción agrícola sin incrementar la cantidad de suelo o de agua utilizada para ello.
    • Detener la deforestación y mejorar el rendimiento de los bosques gestionados por el hombre.
    • Reducir a la mitad las emisiones mundiales de carbono (tomando como base los niveles de 2005) de aquí a 2050, con un máximo de emisiones de efecto invernadero en torno de 2020, mediante el cambio a sistemas de generación de energía con bajas emisiones de carbono, y la mejora de la eficiencia energética desde el lado de la demanda.
    • Proporcionar acceso universal a una movilidad baja en carbono.
    • Mejorar entre cuatro y 10 veces la eficiencia en el uso de recursos y materiales.
    Cumpliendo todos estos objetivos, en 2050 debería poder consumirse el equivalente a los recursos ecológicos de un solo planeta, en lugar de los 2,3 planetas que se necesitarían si se continuase con un modelo ‘business as usual’.

    (*) Ana Muro, coordinadora de Responsabilidad Social del CEADS.

    Reflexiones y experiencias

    Acciones, logros y proyectos

    He aquí nueve testimonios con contenidos de valor excepcional, de protagonistas en el campo de la sustentabilidad, que están en la trinchera aunque no desconozcan ideas y teorías al respecto. Son, en conjunto, un abanico de alternativas, diferentes e interesantes y que ocurren en nuestro entorno, no en una remota geografía.

    Pablo Lacasia, líder de Sustentabilidad de Unilever Cono Sur

    En Unilever se trabaja en torno del Plan de Vida Sustentable, que tiene por objetivo duplicar el negocio de la compañía, reduciendo a la mitad su impacto ambiental y promoviendo el desarrollo social y económico. Dentro del Plan, una de las metas establecidas gira en torno al cuidado del agua. En la Argentina, el consumo de agua en los procesos de manufactura de Unilever, bajó un 19% desde 2008.
    También la empresa redujo en un 30% el consumo de agua en agricultura. Una de las iniciativas más destacadas se realizó en la planta de Mendoza, zona de escasas lluvias, donde cambió el sistema de riego tradicional por el riego por goteo, ambiental y económicamente más eficiente. El mismo implica un ahorro de 30% del agua utilizada en un riego convencional. Esta mejora permite, no solo tener un menor consumo de agua, sino lograr un mejor rendimiento del cultivo por hectárea, hacer un mejor uso de la tierra y el consumo de gasoil, lo que, a la vez, significa una reducción en la huella de CO2.

    Pablo Cattoni, director de Asuntos Públicos y Gubernamentales de Dow

    Dow desarrolló Stand Up Pouch, un producto 100% polietileno (PE), que al estar desarrollado de un solo material puede ser totalmente reciclable y reprocesado para iniciar un nuevo ciclo de vida.
    Además, esta solución permite reducir los costos logísticos; 20 camiones de empaques rígidos equivalen a un camión de empaques flexibles.
    A su vez, Dow trabajó en conjunto con EcoPlas, asociación civil sin fines de lucro que impulsa el desarrollo sustentable de la industria plástica, para crear y registrar un sello –representado por el ícono de una mano– que aclara que el envase es de PE 100% reciclable. De esta manera, el sello facilita la identificación de los empaques reciclables por parte del consumidor y contribuye a la separación domiciliaria. Además, facilita la recolección y clasificación por parte del recuperador urbano, lo que se traduce en una alternativa diferente en términos de sustentabilidad.
    Este envase puede ser utilizado en varias aplicaciones como productos de higiene personal y de limpieza, alimentos, lubricantes, pinturas, entre otros.
    Varias empresas y marcas ya adhirieron al uso del sello y se espera que sea extensible a otros materiales plásticos.

    Horacio Cristiani, presidente de Gas Natural Fenosa

    En Gas Natural Fenosa venimos desarrollando programas para promover el desarrollo de la sociedad tanto desde la empresa como desde la Fundación. En la empresa nos hemos enfocado en cuatro pilares fundamentales en materia de programas de RSE:
    a) la promoción del uso responsable seguro y eficiente del gas natural a través de diferentes actividades presenciales y online, tanto para niños como para adultos, con el objetivo de evitar accidentes, generar conciencia del ahorro entre usuarios, apuntando siempre al cuidado del medioambiente a través del cuidado de las energías no renovables;
    b) la promoción de la cadena de valor a través de capacitaciones a proveedores, en especial para Pyme en diferentes temáticas de management para que puedan crecer como empresarios y mejorar sus empresas y la calidad de sus productos;
    c) en promover la inserción laboral y los estudios universitarios de los hijos de nuestros empleados, y
    d) en desarrollar planes y programas de gasificación inclusivos para dar servicio a los sectores más vulnerables de la población.
    En Fundación Gas Natural Fenosa nos hemos concentrado en la promoción de las exportaciones de las Pyme, y en promover proyectos de los empleados vinculados a ONG que trabajan en la comunidad.

    Andrea Dal, gerente de Ãrea Comunicación Externa y RSE Acindar, Grupo ArcelorMittal

    En la última década, la compañía logró una reducción de 98% en el consumo de agua en su Planta de Villa Constitución, Santa Fe, luego de realizar al menos cinco cambios en la ingeniería del proceso producción de alambres, haciéndolo cada vez más sustentable. Actualmente, gracias a las mejoras ambientales implementadas en la planta santafecina, se genera un menor impacto en el ciclo de uso del agua y de otros recursos naturales.
    A través de esta planta, la compañía ha podido reutilizar cerca de 21.000.000 m3, con una reposición de agua de aproximadamente 15.000 m3. Desde esta planta se procesa el agua eliminando todo residuo generado en la producción, para posteriormente reutilizarla en la fabricación del alambre galvanizado.
    Hoy, la empresa continúa reafirmando su compromiso con la gestión sustentable replicando esta experiencia en la planta de La Tablada, Buenos Aires, con el nuevo Sistema de Tratamiento Integral de Efluentes Líquidos que este año se pondrá en marcha. La obra incluye la instalación de sistemas de monitoreo continuo de estos efluentes, y garantizará procesos más eficientes, optimizando el consumo de agua.

    Federico Nicholson, director de Ledesma

    Actualmente más de 40 % de la matriz energética de Ledesma es cubierta con fuentes renovables: energía hidroeléctrica, fibra de caña de azúcar, y biomasa compuesta por los residuos vegetales de la caña de azúcar después de la cosecha o zafra azucarera, y madera de plantaciones energéticas de eucaliptos.
    En 2010 incorporó a su matriz energética la malhoja de la caña que quedaba en el campo luego de la cosecha en verde, y la madera de plantaciones energéticas destinadas a este fin. En este proyecto se invirtieron US$ 25 millones, incluyendo una nueva caldera de alta presión, una nueva planta de procesamiento de biomasa y todo el proceso de recolección de los restos agrícolas en las fincas productivas.
    Este sistema aporta unas 14 toneladas de residuos vegetales con alto valor energético por hectárea. De ese total se recolecta la mitad, y el resto queda como cobertura de los suelos bajo cultivo para conservación de la humedad y preservación de los suelos.

    Alfredo Fagalde, director General de ManpowerGroup

    Desarrollamos cinco programas de inclusión laboral junto a instituciones de la sociedad civil, a través de los cuales ofrecemos herramientas de capacitación, asesoramiento y orientación laboral de diferentes grupos en desventaja: personas con discapacidad, mujeres en proceso de reinserción laboral, mayores de 45 años, jóvenes de bajos recursos y migrantes y refugiados en el país. De este modo, fortalecemos la diversidad de las comunidades en las que operamos mejorando las condiciones de empleabilidad de estos colectivos, a la vez que contribuimos a generar oportunidades para que todos puedan ser parte de la fuerza laboral.
    Además, a través de la iniciativa “Construyendo puentes hacia un mundo laboral más inclusivo”, invitamos a nuestros clientes a crear valor social compartido, evaluando cuál es el mejor candidato para un puesto no solo por perfil, sino también considerando la posibilidad de comprometerse activamente promoviendo la inclusión y la diversidad en su empresa.

    Ignacio Martínez Sabino, responsable de Comunicación Corporativa de Henkel Argentina

    La planta de Chivilcoy de Henkel se encuentra en proceso de reemplazo de los contenedores plásticos para sus adhesivos industriales “Aquence” por empaques de cartón reciclables. Los contenedores plásticos requerían 480 litros de agua para su lavado y recuperación, mientras que la nueva medida permitirá el ahorro de 96.000 litros de agua al mes. Además, son 57% más livianos y, al ser plegables, aumentan ocho veces la capacidad de traslado por cada camión, disminuyendo la cantidad de fletes y, por lo tanto, las emisiones de dióxido de carbono. Los contenedores de cartón son totalmente reciclables, lo que permite la utilización de este residuo como materia prima en su proceso productivo. A su vez, la planta ya cuenta con un novedoso tratamiento de residuos biosólidos basado en la lombricultura. Su objetivo es transformar los lodos provenientes de la planta de efluentes líquidos, para obtener compost para suelos y reutilizar parte del agua recuperada en próximo el proceso productivo.

    Mariana Chiariano, gerente de Comunicaciones y CRM de Praxair Argentina

    Desarrollamos diferentes aplicaciones y sistemas industriales para el tratamiento de agua y aguas residuales: por ejemplo, Control de pH permite reducir los niveles de pH con mayor precisión y mejorar la seguridad de los procesos; Proceso de reducción del lodo con Ozono Lyso para disminuir la cantidad de sólidos excesivos generados a través del tratamiento de aguas residuales; Sistema de Oxigenación In Situ (I-SO) que disuelve oxígeno gas en aguas residuales lo que permite aumentar a más de 100% la capacidad del tratamiento biológico y atenuar las emisiones de contaminantes y los olores. 
    Además, ofrecemos a nuestros clientes un sistema de tratamiento de aguas amigables con el medio ambiente, que incluye un soporte técnico y el análisis completo para determinar cuánto dióxido de carbono se requiere para tratar el agua, obtener un pH deseado y restablecer un nivel de minerales equilibrado. También desarrollamos un servicio de oxigenación de emergencia para resolver problemas de paro, mantenimiento y/o capacidad en el tratamiento de aguas que surjan como resultado de condiciones climáticas extremas, fallas eléctricas, cargas excesivas, derrames o mantenimiento de la planta. 

    Evangelina Priotto, gerente de Recursos Humanos de UPS Argentina y Uruguay

    UPS cuenta con su servicio Carbon Neutral que permite a sus clientes colaborar de forma sencilla y económica con la reducción de las emisiones de carbono asociadas con el envío de paquetes, documentos, carga o fletes a cualquier lugar del mundo. Si los clientes eligen esta opción de servicio, UPS destina un porcentaje del costo a proyectos que benefician directamente al medioambiente, como plantar árboles y capturar biometano.
    Por otra parte, los aviones Boeing 767 de UPS incorporaron winglets en la punta de cada ala, superficies con forma de flecha que mejoran la eficiencia general del avión, reduciendo las emisiones de CO2.