En el último medio siglo la economía mundial se multiplicó seis veces. El ingreso per cápita promedio casi se triplicó y cientos de millones de personas salieron de la pobreza. Pero, a menos que se pueda mejorar mucho la productividad, el próximo medio siglo puede ser muy diferente. La economía mundial retornará a su tasa de crecimiento relativamente lenta para el largo plazo.
Tal el vaticinio de una investigación realizada para el McKinsey Global Institute (MGI) que lleva por título Global Growth, can productivity save the day in an aging world?
La rápida expansión de las últimas cinco décadas será considerada, para los investigadores futuros, una aberración de la historia y la economía mundial retornará a su tasa de crecimiento lenta para el largo plazo.
Si esto resultara cierto, el problema es que con menor crecimiento de la población y mayor expectativa de vida se limita el crecimiento en la población en edad de trabajar. Durante el último siglo hubo dos grandes motores para la expansión del PBI: el crecimiento poblacional (que aumentaba el número de trabajadores) y el aumento de la productividad. El empleo y la productividad crecieron a tasas de 1,7 y 1,8% respectivamente entre 1964 y 2014, empujando hacia arriba 2,4 veces la producción del empleado promedio. Sin embargo, este viento de cola demográfico se está debilitando y hasta convirtiendo en viento de frente en muchos países.
El resultado es que el empleo crecerá apenas 0,3% al año durante los próximos 50 años según un pronóstico del MGI. Aun si el crecimiento de la productividad igualara el ritmo que tuvo durante el último medio siglo, la tasa de aumento en el crecimiento del PBI global igualmente caerá 40%, a 2,1% al año. La nueva normalidad será entonces un crecimiento económico más lento del que hubo en los últimos cinco años de recuperación de la Gran Recesión de 2008, y durante la crisis energética entre 1974 y 1984.
Sobre esta discusión opinan algunos protagonistas del pensamiento local.
Ciclo de expansión y desarrollo
La clave está en la competitividad
Dante Sica (*)
El crecimiento es un proceso que requiere de una serie de condiciones para producirse, y mucho más aún, para sostenerse en el tiempo. La Argentina actual es prueba de ello: luego de su mayor ciclo de expansión en términos históricos, el PIB real se ha mantenido prácticamente sin cambios en los últimos cuatro años.
Entonces, si el crecimiento no es un fenómeno permanente, cabe preguntarse qué condiciones demanda para estar presente y perpetuarse. En el caso de nuestro país, el interrogante apunta a definir cómo reinstalar un ciclo de expansión similar al de la última década, que pueda sostenerse en el tiempo y siendo más ambicioso, que conduzca al desarrollo.
Una macroeconomía sana es una condición necesaria para lograrlo y supone corregir los desequilibrios acumulados en los años pasados entre los que se destacan la distorsión de precios relativos (principalmente tarifas y tipo de cambio), la elevada inflación, el déficit fiscal (y su financiamiento con emisión monetaria) y el cepo cambiario.
Sin embargo, esto no es suficiente. Además de una macro inestable, hoy el país presenta un marco regulatorio y jurídico deteriorado que desalienta la llegada de capitales de riesgo. Por lo que será necesario llevar a cabo políticas transversales que permitan avanzar sobre lo que se conoce como competitividad sistémica, que abarca la solidez del marco institucional, una infraestructura adecuada, un mercado de capitales que apalanque las decisiones de inversión y un sistema educativo amplio y de calidad. También demandará definir una estrategia de inserción externa, donde la clave pase por recuperar la alianza con Brasil, pero también revalorice el Mercosur, mirando al resto de la región. Finalmente, será menester definir políticas sectoriales que permitan explotar las ventajas comparativas del país.
De lo anterior se desprende que no será sencillo recuperar las condiciones que aseguren un ciclo de crecimiento con vistas al desarrollo. Pero las cuatro plataformas productivas en las que se apoya el país –alimentos, energía, minería y servicios tecnológicos– constituyen una base sólida para emprender exitosamente este proceso.
(*) Director de ABECEB y ex secretario de Industria y Minería de la Nación
Algunos paréntesis
El crecimiento como proceso permanente
Nicolás Litvinoff (*)
Hace varios años tuve la oportunidad de dictar la materia de Desarrollo Económico en el posgrado de una conocida universidad privada, y fue allí en donde aprendí (enseñando, como sucede siempre) la importante diferencia entre Crecimiento y Desarrollo.
El crecimiento económico es fácil de mesurar: basta con seguir la performance de una sola variable, que es el PBI (Producto Bruto Interno). Según la misma, la economía global ha gozado las últimas décadas de un crecimiento económico basado en las innovaciones tecnológicas y en la fuerte demanda de China, apenas empañado por dos pequeñas “pausas” que pudieron ser mucho peor: la explosión de la burbuja de las .com en 2001 y de las hipotecas subprime en 2008.
Medir el grado de desarrollo económico, por otro lado, es mucho más difícil, ya que debemos tener en cuenta otras variables como ser: pobreza, alfabetización, esperanza de vida, mortalidad infantil, etc…, cuyos datos muchas veces son difíciles de conseguir aún sabiendo que pueden estar “maquillados” por el poder de turno para mostrar una realidad mucho menos cruda.
¿Dónde radica la importancia de esta distinción entre crecimiento y desarrollo? Muy simple: el crecimiento económico puede lograrse exprimiendo al máximo las leyes del capitalismo más salvaje, en donde la codicia es, como nos decía Gordon Gekko (el protagonista de la película “Wall Street”) en los años 80, algo bueno para el conjunto de la sociedad; mientras que el desarrollo requiere muchas veces de producir a pérdida (una pérdida económica para una empresa o sector que se convierte en una ganancia para la sociedad en su conjunto).
El viejo economista austriaco Joseph Schumpeter estaba en lo cierto cuando hablaba en el año 1942 de la “destrucción creativa” que ocurre cada tanto en las economías de mercado, en donde los nuevos productos destruyen a viejas empresas y modelos de negocios, creando una situación de crisis momentánea que forma parte de un hecho esencial del capitalismo.
El crecimiento económico seguirá su rumbo, basado en el consumismo y el endeudamiento, y solo deberá soportar algunos “paréntesis” propios de su dinámica, a no ser que se menosprecie la importancia del desarrollo económico en post de las mega-ganancias.
Si ello ocurre, entonces sí podríamos en algún momento vivir una discontinuidad económica importante de consecuencias impredecibles, pero esperemos que la inteligencia y el sentido común de los líderes globales logren eludir ese escenario no deseado.
(*) Director de Estudinero.net http://www.estudinero.net/, empresa que brinda cursos de finanzas personales online para principiantes. Autor del libro Maten al Banquero, de Grupo Planeta.
El desafío social
Camino del desarrollo
Francisco Cabrera (*)
Cuando uno mira la historia en el largo plazo, es bastante claro que en los últimos doscientos o trescientos años la humanidad ha descubierto maneras de generar más riqueza que nunca antes. El ser humano promedio vive hoy más y mejor de lo que vivían hace 300 años los más ricos de la sociedad: mejor vivienda, mejor educación, más acceso a los bienes de una dieta balanceada, gas, electricidad, entretenimiento y los muchos etcéteras que genera una economía de mercado.
Desde ya, el mundo ha tenido momentos de mayor y de menor crecimiento y crisis profundas. Pero de alguna manera, el desarrollo se ha sostenido. Hacia el futuro, el gran desafío es mantener ese desarrollo, mantener ese crecimiento, de manera social y ambientalmente sostenible. En los últimos años ha crecido cada vez más la conciencia ambiental y surgido mecanismos de mitigar daños. Y hacia el futuro, el desafío social será cada vez más importante a partir de la necesidad de generar empleo en un mundo donde las tecnologías aumentan cada vez más la productividad.
Para la Argentina todo esto significa grandes oportunidades y desafíos. En primer lugar, porque el crecimiento argentino ha sido mucho más errático que el del mundo; en segundo lugar, porque partimos de una situación social mucho más compleja que la de las economías más avanzadas, con más desigualdades sociales y regionales. Pero Argentina tiene la oportunidad de sumarse a ese desarrollo y hacerlo sostenible. India y China continúan sacando a millones de personas de la pobreza y esas son oportunidades para la agroindustria; y el mundo desarrollado parece ir hacia una sociedad de bienestar que brinda oportunidades para la Argentina urbana (el diseño, el turismo, las industrias creativas, los servicios).
Todo esto permite pensar en la generación de empleos y valor en la Argentina. Con una política seria y consistente, podemos crecer de manera social y ambientalmente sostenible para que la Argentina se integre al desarrollo mundial y mejore la calidad de vida de los argentinos. Ese camino, el del desarrollo sostenible, es posible.
(*) Ministro de Desarrollo Económico del GCBA.
La restricción externa
Crecimiento no es desarrollo
José Ignacio de Mendiguren (*)
¿Es lo mismo crecer que desarrollarse? No. Esa es la primera distinción a tener en cuenta para transitar el camino que comunica a nuestro país con el futuro. El crecimiento responde a variables cuya evolución está atada a contingencias. El desarrollo, en cambio, es un proceso de largo plazo que necesita de definiciones estratégicas que fijen ritmos y prioridades. El crecimiento es un proceso primordialmente espontáneo; el desarrollo es un proyecto que requiere voluntad, planificación y ejecución.
Las distorsiones y desacoples en nuestra economía ocurren porque desatendemos o malinterpretamos una variable clave: la restricción externa. Ese es el cuello de botella con el que constantemente nos hemos topado, que ha derivado en los movimientos pendulares que abortaron los procesos de crecimiento e imposibilitado la profundización de un modelo de desarrollo.
El caso de la soja es paradigmático: partimos de un nivel de US$ 250 por tonelada de poroto de soja en 2002 y llegamos a un pico de US$ 634 en 2008, y luego de una caída nuevamente un pico en 2012 de US$ 684. El excedente que obtuvimos por los términos de intercambio favorables debería haber servido para impulsar un cambio en la matriz productiva, cuyas deficiencias derivan en una constante demanda de dólares para importar bienes de capital e insumos para la industria. No fue así.
Necesitamos consensuar entre todos un modelo que, por ejemplo, no venda el poroto de soja sino que, a partir de la agregación de valor, haga posible la colocación de productos argentinos en las góndolas del mundo. Pasar del granero al supermercado.
Como lo evidencia el ejemplo de la agroindustria, necesitamos establecer los principios básicos de un modelo de desarrollo que nos permita agregar valor a partir de las ventajas comparativas que la Argentina presenta. Pasar del crecimiento al desarrollo, esa es la cuestión.
(*) Secretario de la Unión Industrial Argentina y Diputado Nacional.
Consecuencias menos visibles
¿Condenados al crecimiento?
Nicolás Bridger (*)
Mercado nos invita a reflexionar sobre una inquietante hipótesis: ¿llegará el día en que no habrá más crecimiento económico? Mi primera reacción fue recordar un grafico de la evolución de la economía desde el año 1000 AC a la actualidad del notable libro “Farewell to Alms” de Gregory Clark. En él se observa que la producción per cápita es un proceso con dos etapas diferentes: i) por casi tres mil años la economía estuvo atrapada en una trampa malthusiana donde la producción per cápita fluctuaba alrededor de un valor medio, ii) crecimiento exponencial a partir de la revolución industrial (haciendo lucir casi imperceptibles las crisis económicas recurrentes, más allá de que obviamente las personas que las atravesaron no las experimentaron de esa manera).
Visto así parece imposible que el crecimiento económico se detenga, avanzando de la mano de la aparición constante de novedades tecnológicas. Esto no significa que este escenario sea un jardín de rosas. Por ejemplo, la robotización creciente que actualmente estamos experimentando traerá aparejado nuevos desafíos relacionados con la distribución del ingreso y la respuesta a un mayor tiempo de ocio (sin entrar en hipótesis alarmantes del tipo Terminator, donde las maquinas se vuelven en nuestra contra).
Sin embargo hacer predicciones de fenómenos sociales de largo plazo requiere como ingrediente la humildad epistemológica, no debiendo tomarse al crecimiento económico por sentado. Un elemento que es la contracara de este proceso y que podría ponerlo en jaque es el calentamiento global, un fenómeno con resultados inciertos en la economía y que hasta ahora ha sido tímidamente abordado por los líderes globales. Por lo tanto resulta difícil dar un veredicto definitivo respecto a la pregunta inicial, pero lo importante es no idealizar el crecimiento económico como objetivo primario y tener en cuenta sus consecuencias menos visibles a la hora de efectuar cualquier análisis.
(*) Economista.
Redes de conocimiento
Desarrollar capacidades
Bernardo Kosacoff (*)
El crecimiento de largo plazo se explica en gran medida por la capacidad que tienen las economías para generar e incorporar conocimientos y tecnologías. Resultan elementos clave la educación y el entrenamiento de la mano de obra, los cambios en la organización de la producción y la calidad institucional. Se trata, en suma, de desarrollar capacidades locales para cerrar las brechas de productividad que nos separa de las naciones avanzadas. La competitividad depende de manera significativa de la articulación de las diversas etapas de producción y comercialización. Para ello, es preciso generar y fortalecer las redes productivas, proceso que tiende a romper con los falsos dilemas de la empresa grande versus la PYME y del sector agropecuario versus la industria o los servicios.
Asimismo, se observa la creciente relevancia asignada a las redes de conocimiento en el desarrollo de ventajas competitivas dinámicas. A la vez que se consolidó un nuevo paradigma intensivo en información y conocimiento, avanzó la discusión sobre la competitividad de los agentes que actúan de manera interrelacionada, por oposición a la de quienes lo hacen en forma individual. En nuestro país, el creciente abastecimiento de partes, materias primas y subensambles importados han restringido las cadenas productivas y el desarrollo del proceso de aprendizaje en red. En este marco de conexiones “débiles”, no resulta sorprendente que las redes intensivas en conocimiento tengan un espacio reducido en la estructura productiva.
El desafío es cómo se administra un nuevo sendero de crecimiento, en la cual el sostenimiento de la demanda ocupa el lugar central, mientras que los procesos de inversión están en una situación de espera a ver la evolución del desempeño de la economía. Para ello es necesario un ejercicio colectivo. Se trata de no repetir nuestro pasado volátil y de aprovechar las capacidades de la Argentina. Se requiere de un fortalecimiento de las capacidades empresariales, para que conduzcan un proceso de cambio estructural hacia un patrón de especialización basado en la producción de bienes y servicios con una mayor intensidad tecnológica, de la calificación de los recursos humanos y de una pauta distributiva crecientemente progresiva.
(*) Profesor de la UBA y de la Universidad Torcuato Di Tella.
Nuevos conceptos
Una generación de nuevos productos
Luis Galli (*)
Considero que no habrá un único tema dominante para el próximo año. En Grupo Newsan, de cara a 2016, planeamos continuar creciendo como en los últimos años con nuestra estrategia a largo plazo. Para ello, seguiremos analizando nuevos negocios que nos permitan consolidarnos como uno de los grupos productivos más importantes de la Argentina con proyección internacional.
Concentraremos los esfuerzos para poder obtener siempre los mejores resultados posibles en cualquier contexto que se presente, creemos que la Argentina es un país que no es viable sin industria; lo cual es condición indispensable para poder tener un equilibrio social justo y que todos podamos hacer más.
Otro de nuestros ejes será consolidarnos en el mercado de Mobile con Noblex; el proyecto busca incluir productos de última tecnología en la marca. Para participar en este segmento es necesario un fuerte desarrollo y sentido de la innovación, por lo cual ampliaremos el line up 4G con pantallas más grandes y de mayor resolución, y procesadores más poderosos que soporten los requerimientos que el aumento en el tráfico de la información requerirá.
Adicionalmente vamos a desarrollar productos en el ámbito de los wearables, categoría incipiente pero con fuerte potencial en el mundo.
Asimismo, continuaremos con el desarrollo e innovación de nuevos productos y servicios, como por ejemplo Internet Of Things (IOT), uno de los lineamientos de negocios de la compañía para los próximos 3 años. El foco está en pensar en “ecosistemas de productos y servicios asociados”.
Nuestro proyecto de IOT apunta a incorporar nuevas líneas de negocios transformando la experiencia del cliente en todos los ámbitos del hogar; Smart Kitchen, Smart Living, Smart Clean. Apostamos a la tecnología e innovación en forma permanente como forma de agregar valor al cliente a través de nuevos conceptos.
Desde Grupo Newsan, continuaremos apostando al país y a la industria como lo hacemos hace 24 años, mirando al futuro con optimismo y trabajando duro cada día junto a nuestros más de 4500 profesionales para reafirmar la calidad, innovación y eficiencia de nuestros productos y procesos productivos.
(*) CEO y presidente de Grupo Newsan.