Con la mirada en los próximos 100 años

    Por Carina Martínez


    Juan José Aranguren
    Foto: Gabriel Reig

    En 2007, Mercado entrevistó al presidente de Shell en un momento álgido de su vínculo con el Gobierno. Hoy, enmarcado en una nueva etapa del sector en el país, y con grandes expectativas de lograr la integración final de la empresa, José María Aranguren analiza los principales temas del sector energético y pasa revista de los hitos de una compañía que ha sabido construir una imagen de marca asociada a la calidad.

    Con 35 años en la compañía, 12 de los cuales transcurridos como presidente, este ejecutivo todo terreno atravesó las ya conocidas vicisitudes de su enfrentamiento con el Gobierno nacional. En lo que se presenta como una etapa clave para el desarrollo del sector energético, Shell cumple sus primeros 100 años de presencia en el país, y su presidente solo piensa en lo que vendrá.

    Nuevos desafíos para el sector energético

    –En el contexto internacional, ¿qué nuevas perspectivas introduce en el sector el avance de EE.UU. en su autoabastecimiento energético?

    –Hasta hace un tiempo, había una tentación a pensar que habíamos alcanzado el pico de producción. Pero las nuevas técnicas que permiten explorar de forma no convencional los mismos hidrocarburos que antes extraíamos de forma convencional y que están entrampados en las rocas formadoras, o rocas madre, ha generado un cambio de paradigma, y un mercado altamente importador, como EE.UU., está en camino de autoabastecerse. Esto podrá concretarse en 2018 – 2019. Como el recurso no renovable tiene un horizonte de producción aún mayor, se ha producido un amesetamiento o caída.
    También la disminución del ritmo de crecimiento de China hace que haya una menor demanda, por lo tanto hoy hay condiciones de mercado que hacen pensar que los niveles de precio no van a seguir el camino ascendente que tuvieron en los últimos años.

    –¿Cuáles son las potencialidades del país y los principales obstáculos para lograr el autoabastecimiento?

    –Una de las grandes ventajas del país es que existen los recursos. Tenemos veintitantas cuencas sedimentarias donde ha habido depósito de hidrocarburos, de las cuales solo hemos explorado cinco. O sea que hay mucho potencial para explorar. Además, tenemos un mercado limitado; 40 y pico millones de habitantes supone una demanda por recursos, tanto alimentarios como energéticos, que puede satisfacerse fácilmente y, si tenemos mayores recursos, podemos estar generando divisas a partir de la exportación.
    Como desventaja, diría que no hemos sido lo suficientemente inteligentes en generar políticas de largo plazo que permitan un desarrollo sostenible de cualquier actividad; nos falta planificación. La geología parece estar a nuestro favor, la tecnología es conocida y hay empresas que pueden realizar este tipo de explotación.
    Además, se trata de una actividad altamente intensiva en capital tanto humano como financiero, y este capital está disponible.
    Durante unos años, tuvimos niveles de precios que estuvieron separados de los internacionales, y esto generó una disminución de las reservas y de la producción. Con los subsidios, durante mucho tiempo se mandaron señales al mercado, tanto a la demanda (“consuman ahora porque luego va a ser más caro”), como a la oferta (“no inviertan porque hoy no tiene rentabilidad; déjenlo para más adelante”). Esto generó que no alcance la energía que producimos y por eso hoy, al reconocerse que el precio es una variable importante para el desarrollo de la energía, los precios se están acomodando.
    Y falta, además, otro elemento, fundamental en cualquier tipo de explotación, que es el marco regulatorio; lo que algunos llamamos seguridad jurídica. Significa tener reglas claras, que no se cambien, que se aprueben en el Congreso y que aquel que invierte magnitudes relevantes de capital tenga la certeza de que, en la vida útil del proyecto, va a poder remitir a sus accionistas más de lo que puso, que es el objetivo por el cual alguien desarrolla un negocio.

    –¿El capital está disponible en el mundo?

    –El capital está disponible y va a ir a aquel lugar que le ofrezca las mejores garantías de estabilidad tributaria y jurídica, para tener menores riesgos. Y lo hará independientemente de lo que ocurra en ese país, ya sea que haya guerra o conflictos internos, porque el objetivo de una empresa petrolera es encontrar recursos que se puedan transformar en reservas para luego poder extraerlos y ganar dinero.
    Por eso hoy estamos frente a una oportunidad como país de generar una política de Estado, que sea consensuada por todos los actores económicos y valorada por ellos para que podamos mantenerla por 30, 40 años, dándonos objetivos de largo plazo, no solo para alcanzar el autobastecimiento sino para generar divisas que el país pueda utilizar en seguridad, justicia, educación, salud, etc.

    Necesario acuerdo empresas-Estado
    –¿Cuál es su opinión respecto de la gestión pública de recursos naturales?

    –Creo que no podemos estar dependiendo exclusivamente del mercado ni tampoco exclusivamente del Estado. Tiene que haber una participación tanto del privado como una responsabilidad del Estado, particularmente en cuanto a la planificación. Podemos discutir si el Estado tiene que ser juez y parte; hay países donde lo es y países donde no. Pero tiene que haber reglas claras, entes de defensa de la competencia, que sean autárquicos y que no dependan del mismo ejecutivo que a la vez es responsable de manejar la empresa estatal o mixta.
    El Estado tiene que ser responsable de un planeamiento de tipo indicativo, o sea establecer qué queremos tener como matriz energética, cuánto queremos tener de energía renovable, cuánto de hidroelectricidad, cuánto de energía nuclear, para no llegar a la situación en que estamos hoy, en que tenemos una altísima dependencia de los hidrocarburos fósiles (87% de nuestra matriz energética es petróleo y gas, y el gas es 53-54% del total). Esto nos llevó a cometer algunas decisiones como construir, hace 15-18 años, cuatro gasoductos con Chile y un oleoducto que nos conecta con Chile, y hoy esos gasoductos y oleoductos están vacíos y si uno los quiere utilizar sería al revés de para lo que fueron ideados.
    Debe existir un acuerdo entre Estado y mercado para generar las condiciones, que el planeamiento vaya en línea con un desarrollo sostenible del sector. No lo hemos logrado hasta ahora.

    –¿Cuál su postura respecto de la nueva Ley de Hidrocarburos?

    –Lo importante de las leyes no es tenerlas sino cumplirlas. ¿Qué ventajas tiene una ley? Que se debate en el seno del órgano de la democracia por excelencia, que es el Congreso. Ahora, si el ejecutivo propone una ley y la aprueba la primera minoría del Congreso y eso alcanza porque tiene la mitad más uno, no necesariamente significa que esa ley fue sometida a un adecuado debate. Mi preocupación es que no se alcancen los consensos suficientes como para asegurarnos que tenemos una política de Estado.
    Es fundamental tener una ley, pero luego no tiene que ser modificada por la administración. Como ocurre. Hoy tenemos decretos, en el mismo sector energético, que van en contra y anulan artículos de leyes que habían sido aprobadas por el Congreso.
    Es necesario modernizar y considerar, en un nuevo texto legal, lo que en 1967 se definió como Ley de Hidrocarburos; porque hay factores que antes no se tenían en cuenta, como la exploración y producción costa afuera, la explotación no convencional, el avance en temas ambientales. Y si queremos reordenar el marco regulatorio argentino, hay que asegurarse que esa ley va a propiciar los objetivos que tenemos para el sector energético; atraer capitales para poder transformar nuestros recursos en reservas y ese potencial en una realidad.

    –¿Cuál es la potencialidad de atraer Inversión Extranjera Directa en el sector?

    –Creo que la potencialidad sigue siendo alta. En este momento el interés está en una etapa exploratoria, de identificación del recurso, evaluación del lugar de la concesión donde los niveles de productividad son mayores, para ir diseñando cuál es el área donde se pueden obtener las mayores producciones de hidrocarburos, tanto de petróleo como de gas, y de ir entendiendo también –porque la roca no es uniforme– cuáles son las mejores técnicas para perforar pozos en un desarrollo masivo. Esos procesos tienen tres etapas, que pueden ser de dos o tres años cada una. Luego de estos seis – siete años, se toma la decisión final de inversión, para un desarrollo masivo. En las áreas que nosotros tenemos es algo que se va a alcanzar para mediados de 2016. En ese momento se tomará la decisión final de inversión, que asciende a cifras multibillonarias.

    El debate de hoy
    –¿Cómo enfrenta el sector la resistencia de los ambientalistas respecto del fracking?

    –En estos temas, es necesario ampliar el nivel de diálogo. Cuando hay temor o duda lo que se logra con el debate y la explicación es un grado de concientización de la población de lo que se debe o no se debe hacer. No creo que exista una sociedad que esté más al tanto de la cuestión ambiental como la de EE.UU., donde se hace fracking desde hace 20 años. En la Argentina, se hace fracking en la explotación convencional… Lo que tenemos que discutir es qué nivel de uso vamos a hacer del agua, qué medidas de protección vamos a tomar, cuánto del agua de superficie que atraviesa la provincia de Neuquén termina en la provincia y cuánta descarga en el Atlántico, qué vamos a hacer con el flujo de retorno cuando se está haciendo el proceso de perforación. O sea que el tema se salda con una adecuada discusión y aquellos que dicen no, tienen que decir por qué dicen no, para que los que decimos sí tengamos que decir con qué medidas se puede hacer en forma sostenible.

    –¿De qué manera deberían articularse las energías convencionales y las alternativas?

    –Existe una ley en la Argentina que indica que para 2021 debemos tener 8% de energías renovables. El agua es un recurso que uno puede llamarlo gratuito, pero hacer una obra de infraestructura hidroeléctrica tiene un costo muy superior para producir electricidad, que una usina térmica que se puede hacer en un año y medio, contra cinco o seis años de la hidroeléctrica. La energía nuclear conlleva también otros riesgos, otras aprensiones que también son controlables y hay que tratar de desmitificar. Creo que tenemos que hacer un balance adecuado, generar condiciones para lograr una oferta energética amplia, porque el país lo permite. Hay que tener un adecuado balance entre lo que es térmico disponible a partir del petróleo y gas y las otras formas de energía que, si bien son más limpias, su costo de producción todavía sigue siendo muy alto.
    En esto es central el rol del Estado en su función indicativa, que no sea compulsiva, generando condiciones para que en el largo plazo podamos tener una matriz que tenga oferta de distintas fuentes.

    100 años de construcción de marca
    –Este año Shell cumple 100 años en el país, ¿cuáles son los hitos principales en esta historia?

    –El 10 de septiembre de 1914 llegó a la Argentina el primer cargamento de fuel oil y asfalto, y este hecho marca el comienzo de las operaciones en el país. Alrededor del año 20, empezamos la etapa exploratoria en el yacimiento Diadema, en Chubut, y en 1925 comenzamos a extraer petróleo crudo en la Argentina. En el 31, teníamos construida la primera refinería propia en el país. Luego fueron sucediéndose ampliaciones de la refinería, de nuestra red de estaciones de servicio, nuevos combustibles, empezando con la primera marca Energina y terminando con la V Power Nitro que tenemos hoy, y lo mismo pasa con los lubricantes que son muy reconocidos.
    En estos 100 años en el país, Shell ha construido una relación con sus clientes.
    Shell es una empresa internacional multicultural, europea en sus principios. Las empresas operativas en cada país son muy autónomas, no se manejan de manera central desde alguna gran capital del mundo.
    Hemos intentado consolidar una empresa de marca que nos lleva a ser la segunda en cuanto a volumen del mercado, con una base de clientes que es muy apegada a los valores de la marca. Nuestra red de estaciones de servicios comparte nuestros mismos principios de negocio, a pesar de que de las 625 solo 49 están operadas por la empresa o alguna sociedad de la firma. Nuestra primera preocupación es por el único que pone dinero en la compañía, el cliente. A veces nos olvidamos e invertimos menos tiempo en el que realmente vale, porque pone el dinero, y lo invertimos en discutir con nuestros proveedores, Gobiernos, funcionarios, etc.
    El resumen de estos 100 años es haber construido una marca reconocida a escala internacional y local y que nos hace pensar en los próximos 100. Y hoy la expectativa de conformarnos en una empresa integrada ante la posibilidad de empezar a producir nuestro petróleo crudo, si se dan las condiciones, nos permite pensar en el futuro con mucho optimismo.

    –¿Cuál es la participación de mercado?

    –Tenemos 18% en naftas y 13% de gasoil, y somos la segunda empresa en participación, detrás de la compañía de bandera que es YPF, que tiene una presencia a escala país mucho más grande. Shell está más consolidada en sectores urbanos. En las grandes capitales, AMBA, Rosario, Mar del Plata, el market share es mayor.

    –¿Cuáles son los principales proyectos a corto plazo?

    –El proyecto actual es consolidar la etapa exploratoria en la formación Vaca Muerta en Neuquén, con la expectativa de asegurarnos que podemos hacer una explotación eficiente, en la medida en que tengamos un marco regulatorio adecuado. Si esto se logra, terminaría la integración y podríamos estar monetizando esas reservas en nuestras propias refinerías. Hoy, casi el total de los insumos los compramos a terceros, lo cual nos obliga a negociar precios. Cuando tengamos los propios, vamos a lograr grados de libertad un poco mayores.

    Un liderazgo todo terreno
    –En su gestión como presidente, ¿cuáles fueron los mayores desafíos?

    –Muchos de estos desafíos fueron públicos y notorios. Tenemos principios de negocios que queremos respetar en el marco de las regulaciones existentes en la Argentina, como la libertad de mercado –los precios son libres en el país–. Y quiero recordar que en marzo de 2005, ante una decisión libre que permitía el marco regulatorio, cuando el precio de nuestros insumos, el petróleo crudo, había pasado de US$ 50 a 55, o sea había aumentado 10% y nosotros aumentamos el precio de los combustibles 2,7% nafta y 4,3% gasoil, el Presidente de la República convocó un boicot en contra de nuestros productos. Ese fue un momento álgido.

    –¿Y los desafíos internos a la empresa?

    –El principal es que, en ese manejo de la situación externa, hay que asegurarse de que haya un adecuado grado de comunicación interna. Aprendí en estos años la necesidad de mantener a la organización, de todos los niveles, adecuadamente informada. A nadie le gusta un titular que dice que Shell en la Argentina es responsable de la dolarización del mercado. Como no es verdad, tenemos que explicarlo adecuadamente, porque los primeros embajadores de la empresa son los empleados, que tienen su familia y allegados.
    Dos veces por semana tenemos reuniones de a grupos chicos, de 10 personas, de distintos niveles en la organización, para compartir, escuchar preguntas, observaciones, quejas o formas en que podemos mejorar los procesos en la compañía.
    Además, tenemos una encuesta anual, a escala global, para medir el “humor” de la organización.

    –En cuanto a la gestión de RR.HH. ¿cómo se da el vínculo empresa-universidad?

    –A veces son las mismas universidades que vienen a la empresa para ofrecer sus propios recursos. Existen carreras de posgrado en el sector de petróleo que están escuchando sobre hidrocarburos no convencionales y quieren evaluar qué se necesita de la universidad para que los nuevos recursos estén preparados para satisfacer las demandas. Creo que hay mucho para hacer, particularmente en la Argentina, que tiene una relación entre egresados de carreras duras y blandas (sociales) que es la inversa de lo que se necesita. Esto también es una planificación en la parte educativa; que se den condiciones que favorezcan el desarrollo de profesionales en las ciencias duras.

    –En esto, ¿es importante el rol de las cámaras?

    –Sí, por supuesto. Durante cinco años fui presidente de la Cámara de la Industria del Petróleo. Pero durante mucho tiempo las cámaras han sido casi sellos de goma. Esto en parte fue fomentado por las administraciones últimas, que preferían negociar con empresas individuales, en lugar de recibir una propuesta de tipo colectivo. Hoy, pareciera que el mismo sector empresario que lo fomentó se está dando cuenta de que no fue útil. Por eso se generó un foro de convergencia empresaria, como una manera de decir, “estuvimos muy desunidos y en esa desunión no pudimos proponer medidas que aseguren un desarrollo sostenible de ciertos sectores de la actividad”. Si queremos en el futuro tener políticas de Estado, las cámaras son el sector clave para que en la discusión Gobierno-privado ese tipo de política de Estado pueda debatirse.

    –¿Desea agregar una reflexión final?

    –Cuando uno cumple años, parece que está terminando una etapa de la vida. En este caso se está iniciando, y en una circunstancia particular, porque el sector energético es quizás la causa –y la solución– de algunos de los problemas que tenemos. Estamos importando por US$ 12.500 millones para tener energía cuando nuestro subsuelo tiene esa energía, todavía en forma de recursos. Para transformarlo en reservas, tenemos que generar las condiciones. Y, ahora hablando más como ciudadano argentino que como presidente de Shell, digo que soy optimista. Porque no tanto por virtud pero sí por necesidad, vamos a lograr transformar lo que es una potencialidad en una realidad, que es lo que la Argentina nunca dejó de hacer. Convertirse en una productora económica de los recursos que la naturaleza le dio.

    Shell en Vaca Muerta

    “A fines de 2011, basados en la experiencia que tenemos en el desarrollo de explotación no convencional de recursos hidrocarburíferos en EE.UU., iniciamos un proceso de participación de UTE existentes que habían formado parte de las rondas de exploración que había ofrecido el Gobierno en Neuquén, y entramos en tres áreas. Como operadores, en enero de 2012, nos incorporamos en Sierras Blancas y Águila Mora, con 65% de participación. Y en marzo, con 80%, en Cruz de Lorena. El 1 de octubre de ese año empezamos a perforar el primer pozo y, además, hemos anunciado nuestra incorporación en dos áreas, ya no como operadores, al comprar 42% de participación del 85% que tiene la empresa Total Argentina, en Rincón de la Ceniza y La Escalonada, en la misma cuenca donde ellos son los operadores”.