Autopartes: no está muerto quien pelea

    Por Florencia Pulla


    Norberto Taranto

    Norberto Taranto entra en la categoría de empresarios que se inventaron a sí mismos: es decir, que se hicieron desde abajo, que aprendieron el oficio de otros, que se animaron a tomar riesgos. “Yo heredé de mi padre la profesión. Él trabajó toda su vida en una fábrica de juntas y luego, con otros socios, fundó la suya propia. Yo ahí trabajaba como vendedor hasta que decidí independizarme y crear Taranto que siempre tuvo como objetivo hacer juntas para el mercado comercial; para la línea de medianos. Empezamos en Avellaneda con cinco personas en 1980; a los siete años ya éramos 150. En poco tiempo explotó. Aproveché la caída de otros empresas familiares para ocupar ese espacio y luego nos diversificamos”.

    Cuando Taranto habla de diversificarse lo dice en serio. De esa empresa original, una autopartista especializada en juntas, creció a otros negocios, incluso poniendo el pie en mercados que le eran ajenos. Hoy el grupo está integrado por Taranto San Juan (que se dedica a sellados y es una empresa cercana al corazón de Norberto, que vivió dos años allí), Taranto (de fricción y fijación) y tiene dos distribuidoras en la Argentina pero también en el país hermano de Brasil en donde puso un pie hace algunos años para no irse jamás. Pero quizás la más particular de todas las unidades de negocios sea Agrícola Taranto que se dedica, por decisión y no por obligación de una balanza comercial ajustada, a vender uvas para hacerlas pasas. “Crecimos a la fuerza –confiesa– un poco orgánicamente y otra por adquisiciones. Eran tiempos más complicados que este y teníamos miedo de dejar espacios vacíos por si a empresas brasileñas se les ocurría instalarse y convertirse en una competencia muy grande para nosotros”.

    Poca integración nacional

    Hoy por hoy el negocio sigue estando en la reposición, un mercado que en la Argentina puede seguir dándole una sonrisa a los Taranto, teniendo en cuenta que los récords de patentamientos alcanzados en los últimos años tienen una estrecha vinculación con el crecimiento en la venta de autopartes pero a unos años de distancia de la compra, cuando las garantías expiran.

    “Nosotros estamos en el mercado de reposición y en el mercado de equipos originales. Al principio vendíamos a Fiat y Renault pero dejaron de fabricar sus motores en el país. Entonces decidimos dedicarnos con más énfasis al mercado de reposición, que es hoy nuestro principal negocio. Queremos entrar al mercado de equipos originales y lo hacemos a través de una fábrica de tornillos que adquirimos y que le vende a todas las terminales”.

    Aunque en todos los nuevos lanzamientos las automotrices se esfuerzan en remarcar el porcentaje de integración con autopartes nacionales –el famoso 30% al que aspira el Gobierno– lo cierto es que en la realidad todavía araña 25%, según la cabeza de Grupo Taranto, muy lejos de 40% que reclama el sector. “La integración no es la ideal. Ahí las terminales son muy duras para nacionalizar partes y hacen muy lento nuestro trabajo. Por más que este Gobierno haya tomado medidas, como fomentar mesas de integración, es cuesta arriba. Autopartes siempre ha sido un sector débil en este sentido. Hoy existe un déficit en la balanza comercial y las terminales no ayudan. En nuestro caso logramos ser competitivos pero no se puede generalizar”.

    Sin medidas drásticas

    Famoso por haber ganado dos veces el Premio Nacional a la Calidad, Taranto hace hincapié en que hay que seguir invirtiendo en la calidad percibida y en la capacitación del personal. Básicamente: la calidad tiene que ser entendida como una inversión y no un gasto.

    Quizás resulte contradictoria la presencia de este discurso en un contexto de crisis para el mercado de autopartes, con grandes conflictos sindicales y empresas multinacionales despidiendo y suspendiendo empleados. “Para nosotros esto es coyuntural. No es nuestra primera vez sorteando una crisis y comparada con la de 2002 o con la global en 2008, es nada. Pero vivimos un momento económico especial y los medios no ayudan fomentando el temor. Quizás las multinacionales tomen medidas más drásticas pero las nacionales vemos más allá de la ganancia; queremos que el trabajador esté bien. Hay que entender que Brasil también cayó y que todo el Mercosur está entrando en una fase complicada. Pero creemos que hay razones para seguir invirtiendo; nosotros no suspendimos a nadie”.