En la primera actitud, dos empresas que invirtieron fuerte en investigación y desarrollo de drogas y vacunas contra el cáncer, encontraron un camino para especializarse en lo que mejor sabe hacer cada una de ellas, sin involucrarse en complejos esquemas de fusión, siempre de incierto resultado.
En la segunda, compras y fusiones que recortan gastos, especialmente en research, con apalancamiento de Wall Street y de inversores listos para ganancias rápidas, se concentran en la fabricación de cremas contra el acné o tratamientos de belleza.
Como demostración elocuente de estas posturas, acaba de verse una batalla de compras que llega casi a los US$ 50.000 millones por los fabricantes de Botox y un canje multimillonario de activos entre Novartis y GlaxoSmithKline que intensificó el frenesí por las compras que impera desde hace meses en la actividad farmacéutica.
En lo que va del año las transacciones totales en empresas farmacéuticas llegan a US$ 140.000 millones, lo que representa alrededor de 13% de la actividad total de fusiones y adquisiciones, según datos de Dealogic. La actividad en este sector ocupa el segundo puesto después de compras en tecnología en términos de valor de transacciones anunciadas este año.
Esta suma incluye el acuerdo de GSK de vender su cartera de productos oncológicos a Novartis en US$ 16.000 millones y de comprar las vacunas del grupo suizo en US$ 7.100 millones. La dupla también combina su negocio de productos de salud en un emprendimiento conjunto controlado por el grupo británico.
La actividad se intensificará aún más si Valeant Pharmaceuticals y el inversor Bill Ackman consiguen el control de Allergan, fabricantes del botox, usado en el tratamiento para las arrugas. Allergan dice que no le ha llegado comunicación alguna sobre una oferta no solicitada de US$ 45.600 millones.
Mientras tanto, las acciones en AstraZeneca subieron casi 5% luego de que se supiera que Pfizer había lanzado un intento de toma hostil por US$ 100.000 millones que, de concretarse, habría resultado en la más grande operación farmacéutica hasta la fecha.
Intercambian activos
La farmoquímica suiza Novartis y la británica GlaxoSmithKline han decidido intercambiar una serie de activos como parte de una operación multimillonaria que dará nueva forma a los dos gigantes farmoquímicos.
GSK vende a Novartis su negocio de productos oncológicos por un máximo de US$ 16.000 millones y le compra por un máximo de US$ 7.100 millones la división de vacunas con excepción del segmento relacionado con el tratamiento de la gripe
Por lo demás, las dos combinarán sus negocios de cuidados sanitarios en un emprendimiento conjunto que controlará el grupo británico.
Novartis anunció, además, que venderá al laboratorio estadounidense Eli Lilly su negocio veterinario por US$ 5.400 millones.
Estas operaciones representan las movidas más importantes hasta la fecha que realizan Joe Jiménez, CEO de Novartis y Sir Andrew Witty CEO de GSK en un intento de reestructurar sus negocios en busca de mayor crecimiento.
Los inversionistas recibieron bien la operación: las acciones de GSK subieron más de 5% y las de Novartis, más de 2%, mientras los analistas financieros celebraban el acuerdo como una operación que fortalece a ambas firmas en áreas centrales.
Movimiento defensivo
Para sortear con firmeza la amenaza a su independencia, tras la fallida toma hostil por parte de Pfizer, hubo un movimiento estratégico de AstraZeneca revelando la intención de vender activos no centrales para su core business, por valor de US$ 15.000 millones.
Según el CEO de la segunda farmacéutica británica, el francés Pascal Soriot, el futuro de las neurociencias y los desarrollos antiinfecciosos están bajo revisión y anunció que habrá decisiones en el futuro cercano.
Tanto el rechazo a ser comprada, como esta insinuación de liquidar activos prescindibles, hicieron que resurgiera el valor de la acción en más de 5%.
AstraZeneca se convirtió en las últimas semanas en divulgador de buenas noticias como para ahuyentar el fantasma de una compra hostil. Anunció buenos resultados del trimestre y advirtió que hay una cantidad de nuevos productos próxima a irrumpir en las ventas en las farmacias.
Aparentemente la puja había comenzado el año pasado, cuando Pfizer hizo el primer acercamiento con total discreción. Soriot se manifestó en contra de los mergers de moda y adhirió a la estrategia de intercambio de activos como acaban de hacer Novartis y GlaxoSmithKline, advirtiendo que están estudiando operaciones similares para intercambiar unidades de negocios no centrales en aras de otras que sí lo son. La firma confía en el potencial de una nueva generación de drogas para atender el cáncer y enfermedades respiratorias, que harán retornar el crecimiento luego del retroceso que significó el vencimiento y la pérdida de patentes intelectuales sobre algunos de sus productos más conocidos y vendidos.
Los ingresos de AstraZeneca totalizaron US$ 6.420 millones en el último trimestre, por encima de los US$ 6.360 millones en igual periodo del año anterior.
El estado del sector
En los últimos años, la regla para el sector farmacéutico fue la baja productividad y una caída en los ingresos. Fusiones y adquisiciones de esos años en el segmento, no lograron mejorar la situación general.
Ahora hay una coincidencia entre una nueva generación de drogas para atacar el cáncer y otras serias enfermedades, que está haciendo irrupción, y el renovado apetito por compras y absorciones que parece haberse desatado en los últimos meses.
La crisis de 2008/9 logró detener el flujo de cambios accionarios (fue cuando Pfizer se alzó con Wyeth tras pagar US$ 68.000 millones). Ahora Pfizer vuelve a primer plano con una oferta por la farma británica de US$ 100.000 millones.
Los próximos meses serán clave para determinar cuál de las dos estrategias logra demostrar su superioridad. O comprar, o intercambiar unidades de negocio valiosas para ambas partes en la negociación.
Ética en el ámbito farmacéutico
Hay otro tema que produce intenso debate en la industria farmoquímica. Tiene que ver con las tácticas de venta y de marketing. Un caso reciente ilustra el punto. Johnson & Johnson derivó US$ 100.000 a través de una subsidiaria, a una enfermera que se dedicó a hablar favorablemente de Nutrecor, un remedio para el corazón, además de entrenar a colegas sobre su uso y firmar un artículo en una publicación médica, exaltando los méritos del medicamento.
Este estilo de marketing agresivo ocurrió en Estados Unidos, no en el Tercer Mundo. Hace pocas semanas, la firma pagó una multa de US$ 2.200 millones por prácticas de este tipo a lo largo de la última década. No es el único caso: hubo penalidades a diversas empresas por irregularidades en el marketing de sus productos.
Los mismos protagonistas han reproducido sus tácticas en mercados emergentes, donde comienza a existir mayor escrutinio (en China, GSK fue acusada de pagar coimas por US$ 500 millones a muchos médicos de ese país para que recetaran sus productos).
Mayor restricción y regulación en este campo comienza a reclamarse en diferentes mercados.
Los críticos sostienen que algo muy malo está ocurriendo en el sector y en esta materia de ventas y promociones. El total de multas pagadas por la industria desde 1991 a 2010, acumuladas, totalizó US$ 20.000 millones. Pero nada más que en los últimos tres años, las empresas del sector fueron multadas en US$ 13.000 millones.
Los presupuestos de marketing han crecido en proporción geométrica, facilitando la implantación de mecanismos reñidos con la ética y la legalidad.