Estímulos y previsibilidad

    Por Mauro Maciel


    Federico Tomasevich
    Foto: Gabriel Reig

    Hay mucha tranquilidad en el modo que elige para transmitir confianza acerca de la situación macroeconómica de la Argentina. Pese a que cada una de sus sentencias ofrece rasgos de un evidente entusiasmo con el giro de la política económica local, busca mantener equilibrio y moderación en su optimismo. Cuenta con argumentos sólidos y razonables, aunque pareciera minimizar los prejuicios dogmáticos de los referentes principales del Gobierno nacional, que durante tantos años demonizaron a los organismos financieros internacionales.
    Federico Tomasevich es el CEO de la firma Puente, la otrora casa de cambio fundada hace casi un siglo por el abuelo de Federico, que este convirtió en banca de inversión líder en la Argentina.
    “En términos generales, la situación actual es de un nivel de tranquilidad y certidumbre mucho mayores de los que había a principios de año, cuando la presión por el retraso cambiario era importante”, cuenta Tomasevich.
    “Aquello había empezado a afectar de manera muy aguda a las reservas monetarias y quitó previsibilidad al hecho de poder continuar con el modelo económico, en los términos y condiciones en que estaban planteados en ese momento. Y la consecuencia fue que todos los activos financieros de inversión ajustaron los precios hacia abajo”.

    –¿Qué fue lo que pasó para que eso ocurriera?
    –En primer lugar, hubo una decisión muy acertada de la Presidenta al designar a Juan Carlos Fábrega, un buen piloto de tormenta, a cargo de la presidencia del Banco Central. Principalmente porque es un profesional con 30 años de experiencia en la actividad, que conoce absolutamente todo los recovecos y normas, y sobre todo sabe trabajar muy bien en equipo. A eso sumemos que es muy componedor y tiene diálogo multisectorial.
    Una vez que Fábrega se tomó el tiempo para estudiar la situación, descomprimió la situación cambiaria, resolvió el tema de fuga de divisas y el país comenzó a dar una sensación de previsibilidad mayor. La gran incógnita, que era si las reservas iban a alcanzar hasta fines de 2015, ya está resuelta. Por otra parte, se encargó de generar estímulos monetarios que minimizaran los impactos en el sector económico.
    Es decir, que Fábrega resolvió el frente cambiario y está dando una mano muy grande en el otro, donde la tasa de inflación se estima que va a ser bastante inferior a lo que estaba previsto hacia finales de enero, principios de febrero.

    –¿Cuál fue entonces la respuesta del mercado ante la gestión de Fábrega?
    –Un flujo de inversión hacia todos los activos financieros argentinos, que se tradujo en un crecimiento de los bonos, las acciones y los depósitos y una caída del riesgo país.

    –¿Hay números para el caso?
    –En títulos públicos, los que tuvieron las mayores variaciones fueron el Discount en pesos, 45%; el Bocón PR13, 33%; y el Discount en dólares, 16%. Las acciones del sector industrial crecieron 80%; bancos, 29%; siderúrgica, 15%; alimentos, 3,2%; y petróleo, 1,3%. Mientras que los depósitos tuvieron un aumento de 4% y el riesgo país cayó 23 puntos básicos, en lo que va del año.
    Así que hoy la situación pinta diferente y se empiezan a corregir los precios de todos los activos cotizantes y empiezan a surgir los flujos internacional y doméstico.

    –Es cierto que las reservas se han estabilizado pero, ¿cuánto hay de la liquidación de soja en esta observación?
    –Si estuviéramos en la misma situación de enero, los exportadores no liquidarían.

    –¿Es decir que hay un factor confianza que tracciona?
    –Confianza y de negocios. Si la tasa de devaluación va a 40%, como pasó en 2013, y la tasa de financiación para las grandes compañías cerealeras, a 16%, la alternativa es endeudarse barato, stockearse y no liquidar divisas, para ganar plata.
    Lo que hizo Fábrega fue cambiar la dinámica estructural del modelo agroexportador, al subir la tasa y generar la actualización del retraso cambiario. Ahora no le sirve a una cerealera tomar dinero a 30% si la tasa de devaluación viene a 25% porque pierde. En cambio, liquida sus existencias de mercaderías.
    Es decir, que se rompió con el modelo de negocios que venía funcionando, que desincentivaba y retrasaba la liquidación de la exportación e incentivaba la importación.

    –¿Qué efectos puede generar una nueva devaluación?
    –El BCRA no tiene que emitir ninguna señal de que habrá una devaluación futura en el corto plazo, porque eso haría que los exportadores dejen de liquidar sus dólares, especulando con un tipo de cambio mayor. Está previsto que el tipo de cambio no se va a correr drásticamente en los próximos meses y con una tasa de interés elevada, no conviene financiarse caro si el tipo de cambio no va a subir. Conviene liquidar y no tomar dinero.

    –Con este nivel de inflación, ¿podría volver a perder competitividad en octubre, por ejemplo? ¿No hay amenaza de inflación inercial?
    –Después de la quita de subsidios a las tarifas, más otros cambios como la recomposición del IPC, posiblemente, pero habrá corrección cambiaria si la Argentina la necesita. Y si se concreta el acceso al mercado internacional de deuda, la Argentina no necesita devaluar más.
    Hay una cuestión de pérdida de reservas por expectativas de devaluación, y la demanda de divisas es inversamente proporcional a la existencia de reservas. Si hay capacidad de tomar créditos en el mercado internacional, cae la demanda de divisas. O sea, me dan acceso al crédito, el valor del dólar es menor.
    Si mejoran las reservas de la cuenta capital, los tipos de cambio (el dólar arbitraje versus el oficial) van a converger.

    –¿Por qué?
    –Porque hoy hay un sobrecosto de 20% que el mercado paga para hacerse de moneda extranjera, por si se llegan a quedar sin reservas. Ahora, en la medida que la Argentina genere más previsibilidad y empiece a ganar en volumen de reservas, la brecha se empieza a achicar. Y si la Argentina tiene acceso al mercado de capitales, la brecha desaparece.

    –¿Va a acceder la Argentina al mercado de capitales?
    –Sí. En el primer trimestre de 2015 seguramente puede haber cero brecha, como consecuencia de lograr el acceso al mercado internacional de deuda.

    –¿Esto incluye el Club de París…?
    –Todo. Para que la Argentina acceda al mercado internacional de deuda tiene que tener resuelto el tema con el Club de París, el tema de los holdouts y resuelto el tema del Ciadi.
    Por el lado de YPF, se emitió un bono por U$S 500 millones y hubo ofertas por hasta US$ 2.000 millones. Eso quiere decir que la Argentina es sujeto de crédito si no existiera el tema de los holdouts, que no es un tema menor, sino que es crítico.
    El país es sujeto de crédito, pero hay un problema técnico, que es el riesgo de embargo, en caso de emitir deuda en el mercado internacional, por parte de la Justicia estadounidense con el conflicto abierto. Pero si la Argentina quisiera emitir deuda por U$S 5.000 millones a 8%, hoy los consigue.

    –¿Cuánto impacta el déficit fiscal, en los acuerdos para ingresar al mercado internacional de deuda?
    –Cero. Se puede profundizar en la quita los subsidios y corregir el déficit fiscal, con lo cual no es un tema estructural, sino que es un tema político.

    –De acuerdo, pero ahí está el punto, entonces…
    –Está bien. Es un tema de voluntad política, no es estructural. No hace falta que el precio de la soja trepe de los U$S 500 a los U$S 1.000 para resolverlo. En este momento, no hay voluntad política de desarmar todo el esquema de subsidios, pero sí de empezar a desarmarlo, con lo cual es un tema soluble. El problema lo tendríamos si no fuera soluble. Que el Gobierno haya empezado a operar para resolverlo, indica que estamos en buen camino.

    Holdouts: cese de hostilidades
    Para Tomasevich el conflicto entre el Estado argentino y los holdouts sufrió un cambio notable y confía en que la solución llegará finalmente, como resultado de la buena voluntad que la mayoría de las partes involucradas han expresado en el último tiempo, fundamentalmente a partir del apoyo del Gobierno de Estados Unidos al Estado argentino.
    “La situación cambió bastante. Primero, porque la Argentina emite otro tipo de señales a los reguladores y a la Justicia de Estados Unidos. Señales totalmente distintas. Por eso es que el Gobierno de Obama apoyó a nuestro país, y por eso es que la Justicia y el Gobierno de EE.UU. dejaron de ser tan hostiles con la Argentina, como lo eran un año atrás”.

    –¿A qué se debe el cambio de actitud?
    –La justicia de EE.UU. no gana nada con un default técnico de la Argentina. Más bien, compromete la posibilidad de cobro de los acreedores. Si uno manda a su deudor a la quiebra, cuando no tiene que ir a la quiebra, las posibilidades de cobrar son aún menores. Ese es el juego.
    Mandar al default técnico a la Argentina era un mal negocio para todos: pierde la gente, las empresas, el Estado y los acreedores. Y también los inversores, que más de la mitad son estadounidenses. Entonces la Justicia tiene que generar hechos de justicia, y no limitarse a decir que va a generar un default técnico para castigar al Gobierno argentino.

    –¿Cuál fue el punto de quiebre que hizo modificar la postura del Gobierno estadounidense?
    –Que la Argentina cambió su vocación de diálogo.

    –¿Por qué?
    –Porque la Argentina necesita abrir la cuenta Capital, necesita emitir. Entonces si necesita emitir este tema tiene que estar resuelto.
    La Argentina dijo que va a pagar y está emitiendo todas las señales en pos de buscar una solución razonable para que política y económicamente se pueda llegar a un acuerdo.

    –¿Y en el caso de la Justicia y Gobierno de EE.UU.?
    –Ellos cambiaron su postura porque les conviene. Y porque hay inversores estadounidenses que compraron títulos argentinos y también hay holdouts que dicen “podemos estar muy enojados con la Argentina pero nos conviene cobrar, no nos conviene no cobrar”.

    –¿El acuerdo con Repsol tuvo que ver con este cambio de posturas?
    –Definitivamente. Repsol, Ciadi, Club de París, el IPC del SER… es toda una concatenación de hechos. Están tratando de hacer buena letra y lo que se interpreta afuera es que hay una evidente buena voluntad y que se quiere llegar a un acuerdo.

    –¿Qué posibilidades se le asigna a un default técnico de la Argentina por un fallo favorable de la Justicia estadounidense?
    –Hay un consenso de 90% del mercado mundial que dice que la Argentina no entra en default técnico.

    Reconfiguración del negocio

    –En términos económicos, ¿hubo un crecimiento en el volumen de mercado?
    –Los mercados de capitales, las bolsas, tienden a desaparecer.

    –¿Cómo se explica eso?
    –Porque hoy en el mundo los negocios son bilaterales entre entidades. Cada vez son más grandes los Goldman Sachs y cada vez hay menos brokers. En los años 80, en Estados Unidos había el doble de brokers de los que hay hoy y no había jugadores tan grandes como Goldman Sachs. Entonces hay una concentración de las bancas de inversión, una desaparición de los brokers y una división de la banca comercial y la banca de inversión, de tal manera que el panorama es más claro.
    Entonces el monto que operan las bolsas es irrelevante. Están desapareciendo, porque se están fundiendo los brokers. Pero eso ocurre desde hace 20 años, porque el modelo ese no existe más.

    –¿Por qué razón se producen estos cambios?
    –La tecnología suprime el negocio del comisionista. La banca de inversión es la antítesis de un broker, no tienen nada que ver. El broker no hace negocios; sino que intermedia activos. Una persona le pide que le venda una cantidad determinada de bonos del Tesoro y el broker va al mercado, a ver si los consigue. Pero lo que quiere el inversor es saber el valor del activo en el momento para decir si compra o no.
    Entonces, puede llamar a Goldman Sachs, a Credit Suisse, a Puente para averiguar a qué precio los venden y elegir a quién comprarle. Ese negocio de las transacciones mundiales no viene cayendo, al contrario. Lo que está muriendo es el negocio del comisionista porque nadie quiere operar con alguien que no puede cotizar lo que uno necesita.