Por Francisco Llorens
Diego Prado, de Toyota; Diego Tyburec, de Mercedes-Benz y Martín Ferrazza, de Ford
Por segundo año consecutivo, Mercedes-Benz fue elegida como la empresa preferida para trabajar en la Argentina, según el Randstad Award. Participaron del estudio 8.005 personas y 71% afirmó que le gustaría trabajar en la empresa alemana. Más atrás se ubicaron Ford, Toyota, Volskwagen, HP, General Motors, Bayer, IBM, Roemmers y Honda.
Esta encuesta se llevó a cabo en durante el último cuatrimestre de 2013 de forma simultánea en 23 países que representan 75% de la economía mundial. En la Argentina, para determinar al ganador, se consultó a estudiantes, trabajadores activos y desempleados, en cuáles de las 156 compañías con más de 1.000 empleados del país les gustaría trabajar.
Andrea Avila, CEO de Randstad, sostuvo sobre los resultados: “Se premia a las empresas que logran transmitir a los trabajadores su confiabilidad como empleadoras, aquellas que, a través de un cuidado trabajo sobre su marca empleadora, despiertan en ellos la curiosidad y el deseo de integrarlas. Ante un escenario de escasez de talento como el que estamos viviendo, en el que el país tiene pleno empleo de profesionales, la construcción de la marca empleadora es una herramienta imprescindible para la atracción y retención de personal clave que las empresas necesitan para crecer”.
Diego Tyburec, director de Recursos Humanos de Mercedes-Benz Argentina, también se refirió al premio: “Ser elegida la empresa preferida por los trabajadores por segundo año consecutivo en la Argentina nos llena de orgullo. Del mismo modo que trabajamos cada día para que nuestros clientes sigan eligiendo la calidad de nuestros productos, nos esforzamos mucho para que nuestros colaboradores sean nuestra mejor carta de presentación hacia afuera, para que eso, junto con la admiración por la calidad de nuestros productos, sean factores que atraigan a nuevos talentos que sientan ganas de ser parte de ellos”.
Con cuatro de los primeros puestos y seis de los primeros 10, la industria automotriz fue, sin dudas, la gran ganadora de esta investigación. En su diálogo con Mercado, Avila desarrolló su explicación: “Es un dato fuerte. El otro país en donde ocurrió esto fue en Alemania, que tiene una fuerte impronta automotriz. Creemos que hay cuatro factores condicionantes que explican este fenómeno en la Argentina. El primero es el factor histórico: la Argentina tiene historia en la industria. Por ejemplo, la primera planta que Ford habilita fuera de Estados Unidos es en la Argentina. Lo segundo a tener en cuenta es que la encuesta se realiza en un año en el que se da el boom de la industria: se vendieron un millón de autos”.
“El tercer factor –continúa– son las retribuciones. Debemos tener en cuenta que el salario es el primer factor para medir una buena empresa para ir a trabajar, y estas son empresas que tienen buenos salarios. Por último, agregamos un cuarto análisis, que es la cadena de valor. Se maneja una cantidad de pequeñas y medianas empresas en su cadena productiva muy amplia. Los proveedores, Pyme relacionadas con las grandes empresas, también tienen incidencia. Hay otras industrias que no tienen este factor”.
Coca-Cola, Arcor, HP, IBM, Bayer y Roemmers
Mal los bancos
A contramano de la automotriz se encontró la actividad bancaria. A pesar del auge que ha tenido en los últimos años, ningún banco logró ubicarse dentro de las 20 compañías más deseadas. Según Avila, “el sector bancario es fuerte, pero en nuestra historia ha tenido un impacto diverso. Aún tenemos muy cerca el 2001, lo que hace que aunque pueda ser atractiva por algunos factores para la población que está buscando trabajo, a la vez puede ser mirada con cierto grado de recelo. Esto no se condice con la realidad ni con los programas de desarrollo de la propia actividad bancaria, pero sí hace referencia a las emociones que nos ligan con ella”.
En la misma línea se encontró el retail, quien obtuvo un mal índice a la hora de relacionar la conciencia del nombre de las marcas con el atractivo: cuenta con un alto conocimiento (por encima de 70%), pero menos de 30% de los encuestados desearían ingresar a estas empresas. “Creo que el comercio minorista no hace un desarrollo de marca empleadora fuerte aún, en el sentido de promocionar sus valores distintivos. Además, hay que tener en cuenta que seguridad laboral y retribución son dos de los aspectos más valorados, y esta es una actividad que carece de estas dos características: no tiene un salario atractivo y es proclive a los vaivenes económicos, por lo que no puede dar tanta seguridad”, analiza Avila.
Si continuamos con los sectores como unidad de análisis y no las empresas, el gran ganador fue el de software y tecnología de la información, que relegó incluso al automotor. “El sector tecnológico –cuenta Avila– sigue teniendo una demanda que la oferta de perfiles de personas calificadas no puede cubrir. Sigue pendiente desarrollar una articulación público-privada y planes de desarrollo de carrera relacionados con incrementar la cantidad de jóvenes que se especializan en tecnología, porque es una industria que crece y que no para de demandar conocimientos y talentos. Con la velocidad que tiene este segmento, da la sensación de que la brecha pareciera que se agranda en vez de acortarse”.
Luego, Rubén Figueiredo y Andrea Avila, de Randstad
Factores determinantes
Además de destacar a las empresas más atractivas, el estudio de Randstad abarca otras cuestiones relacionadas. Una de las más importantes es la que se refiere a los criterios elegidos por los trabajadores a la hora de elegir a un empleador.
Con respuestas múltiples, los factores más elegidos fueron salario competitivo y beneficios (la destacó 70% de los encuestados), seguridad laboral a largo plazo (59%) y ambiente de trabajo agradable (51%). Luego se ubicaron oportunidades de crecimiento profesional (47%) y flexibilidad en el trabajo (36%).
Si bien este año se han observado signos de quietud en el mercado, Avila no lo relaciona con los dos criterios destacados en primer y segundo lugar: “Los factores que surgieron este año son los mismos que tuvimos el año pasado y coinciden a escala mundial. Más allá de las economías y las culturas, las personas priorizamos estos factores. El año pasado teníamos una diferencia con los países europeos: allí aparecía como primer elemento determinante la seguridad en el trabajo. Esto se debía a la crisis que se vivía. A la vez, hay que recordar que la encuesta fue hecha sobre el cierre del año pasado: la muestra termina antes de que empiece un proceso de desaceleración económica, por lo que no podemos relacionar directamente el tema de seguridad en el trabajo con el temor o la baja movilidad que las personas normalmente sentimos”.
Además de un mercado laboral con menor movimiento, en nuestra economía también se puede ver el impacto de la inflación. ¿Es por eso que las retribuciones fueron el atributo más elegido? “Para nosotros, el salario tiene un peso importante. Sentirnos retribuidos económicamente forma parte de las necesidades básicas que buscamos en el trabajo, queremos tener un trabajo digno que nos dé una buena retribución. En la Argentina particularmente el salario está condicionado por el mercado económico, más allá de que a escala mundial todos tengamos las mismas necesidades. Hay que tener en cuenta que el estudio trata sobre qué me gusta de la empresa en la que no trabajo a la cual puedo llegar a ir a trabajar, y qué me mueve de esa empresa. Ahí surge la paga, y sin dudas hoy en nuestra economía tiene peso. Y tiene peso porque de acuerdo a la industria de la cual estemos hablando, los salarios pueden ser significativamente diferentes. No son lo mismo las industrias petrolera o de alimentación, que la actividad bancaria. La disparidad de industrias y de ingresos en cada una de ellas es muy fuerte. Por lo tanto, para nuestra interpretación, más allá que de que todos en el plano mundial busquemos tener una buena paga, tiene un condicionamiento especial en nuestro país por las condiciones inflacionarias y porque queremos mantener nuestro poder adquisitivo al momento de buscar un nuevo trabajo”, asegura Avila.
El año pasado, consultada por Mercado, la CEO de Randstad señalaba al solapamiento como una de las mayores problemáticas del mercado laboral. Actualmente, no cree que haya mejorado, sino al revés: “Está cada vez peor, se ve agravado año a año. La gente que dentro de las compañías está sujeta a convenciones por el tipo de tarea que realiza se ve favorecida respecto a aquella que no está en esa situación. Y se hace difícil para las compañías disponer de fondos para poder producir incrementos en los mandos medios”.
Para solucionarlo, entonces, se busca “reforzar con paquetes y beneficios más completos –continúa– para aquellos que son profesionales y trabajar con motivación en desarrollo de carrera, con esquemas más agresivos de bonos y premios. Es un problema que seguirá existiendo mientras tengamos los actuales niveles de inflación, y mientras tengamos grupos poblacionales dentro de nuestras organizaciones que se ajustan sus salarios según los convenios colectivos de trabajo, que se acercan o superan la inflación, versus los profesionales, en donde no sucede así. Es un desafío constante para todas las empresas”.
Aspectos blandos
Otro de los datos interesantes del estudio consistió en destacar los rasgos de personalidad más buscados en las empresas. Es decir, si la empresa fuera una persona, cuáles serían esos rasgos deseados. ¿Los más destacados? Honestidad y fiabilidad.
“Es una pregunta interesante –opina Avila–, porque lo que se hizo es preguntar como si la empresa fuera una persona, lo cual nos lleva a los jefes, quienes llevan adelante los rasgos de personalidad. Honestidad y fiabilidad son claves, basta con que cada uno se lo pregunte, más allá de la encuesta. Esto tiene que ver con que es necesario para que cada trabajador se sienta respaldado. Y además, que sea honesto, porque si no lo está haciendo bien, o si no está dando lo que quiere recibir del empleado, hay que charlarlo para poder modificarlo. Entonces, estas son las características clave que se transmiten en el carácter o cultura de las empresas, y que se trasladan también a la cultura de los jefes inmediatos. Porque no es abstracto, esto se vive día a día de forma concreta”.
El equilibrio entre la vida personal y la laboral es, sin dudas, uno de los temas a los que más atención se presta en Recursos Humanos. Según el estudio, esto no se debe a una gran carga de trabajo o a quedarse fuera de horario en la oficina. El primer aspecto destacado entre los que pueden atentar contra ese equilibrio fue “Ambiente de trabajo desfavorable” y el segundo “Escasa cooperación entre los colegas”.
Según Avila, lo que perjudica “tiene que ver con aspectos netamente blandos, en cómo me siento. Y si yo no me siento bien, no me siento en un equipo de trabajo seguro o acompañado, por más que trabaje ocho horas y me vaya a casa, me voy mal”. Y agrega que “la generación y sabe trabajar mejor en equipo, es cierto. Pero aún su participación en las organizaciones no es amplia, no supera 20 o 25%. Veremos qué pasa cuando incremente su participación en las empresas, pero no me animaría a decir que esto se modificará solamente por una cuestión generacional con el paso del tiempo”.
Finalmente, el traslado hacia el trabajo. Con las grandes ciudades con crecientes problemas de tránsito, se ha vuelto un problema difícil de resolver. Sin embargo, el estudio baja un poco las alarmas al comparar la expectativa con la realidad. En promedio, los consultados creyeron que 35 minutos es un tiempo aceptable para destinar a movilizarse a sus lugares de trabajo, mientras que destinan realmente menos de ese tiempo, 32 minutos.
Avila advierte: “Hay muchas diferencias entre las regiones. Cuando se analiza el corte de región, en Ciudad de Buenos Aires y Conurbano Bonaerense el tiempo sube y se produce una inversión: gastamos más tiempo para ir a trabajar que el que desearíamos. La expectativa de trasladarse en 35 minutos en esos lugares es superada por la realidad”, finaliza.