Condenados a la estanflación

    Todo esto, aún a pesar de, por un lado, la recuperación del sector agroindustrial –de la mano de la soja y luego de la mala cosecha 2012–, dinamizador por excelencia del PIB local, y, por el otro lado, la continuidad del sesgo expansivo de la política fiscal y monetaria local (consumo e inversión pública). Potenciado ese último factor, por las necesidades políticas del oficialismo (obra pública), dadas las elecciones legislativas de medio término de octubre.
    En particular, nuestras estimaciones indicaron que el PIB promedió un alza interanual de solo 1,4% durante el año pasado, dejándolo tan sólo 0,7% por encima del nivel promediado en 2012. Es decir, más de la mitad del dinamismo 2013, fue en realidad recuperación del terreno perdido durante 2012.
    En el mismo sentido apuntó la serie con ajuste estacional, ya que la misma indicó una variación acumulada nula entre diciembre de 2012 y el mismo mes de 2013. Sí la comparación se realiza con diciembre de 2011, se obtiene una caída acumulada de casi 1,8%. Con lo cual, la inercia de cara a 2014 tampoco es demasiado optimista.
    La demanda interna (DI) promedió un ritmo de crecimiento interanual de solo 1,6% afectada negativamente por la profundización y generalización de las expectativas de inestabilidad macroeconómica y por el impulso del gasto público. La mayor parte de ese bajo dinamismo fue aprovechado por la oferta externa (importaciones), aún a pesar de las restricciones profundizadas en ese sentido. En particular, está última variable promedió un ritmo de crecimiento de 5,5% interanual. Cuatro veces el del PIB.
    Desde el punto de vista de los componentes de la DI, el consumo privado promedió un alza de sólo 1,2% real anual, el público hizo lo propio en 2,3% y la inversión bruta interna fija (IBIF) anotó un alza de 2,3%. Las variaciones respecto de 2011 fueron de 1,3%, 6,8% y -5,5%, respectivamente.
    La tasa de inversión (IBIF/PIB) promedio fue de sólo 21,9%, 1,4 puntos porcentuales inferior a la correspondiente al mismo período de 2011 y tan sólo 0,2 pp mayor a la de 2012. Con lo cual, queda nuevamente justificada la denominación de “recuperación anémica”
    Otro dato relevante respecto del desempeño de la inversión, fue su evolución a lo largo del año. En particular, el dinamismo interanual de la IBIF alcanzó su punto más álgido durante el segundo trimestre (+9,7%), luego de un arranque negativo durante el primero (-3,2%) En tanto, frenó bruscamente durante el segundo semestre, promediando un alza promedio interanual de solo 1,3%, dado el fuerte incremento experimentado por las expectativas de inestabilidad macroeconómica.

    Dinamismo de las exportaciones
    En tanto, la demanda externa (DE, exportaciones) promedió un alza de 5% real anual, y se convirtió en el componente más dinámico de la demanda global (+2%), echando por tierra a aquellas explicaciones que ponen en el deterioro del contexto la mayor parte de la responsabilidad del estancamiento local.
    El dinamismo de las exportaciones se vio afectado negativamente por el mal desempeño de nuestro principal socio comercial (Brasil), el atraso del tipo de cambio real y las estrategias de cobertura (retención de productos exportables por parte de sus productores) que incentivó la combinación del cepo cambiario, por un lado, y las perspectivas inestabilidad macroeconómica, por el otro lado.
    Pero aun así, fue la anemia de la demanda interna, vía bajo dinamismo del consumo privado, especialmente el durable, y de la IBIF, la principal responsable del estancamiento del PIB
    El dato positivo se produjo durante el segundo trimestre del año pasado. En su transcurso llegó a su fin la recesión que venía afectando al PIB desde el segundo trimestre de 2012, al promediar el PIB una alza de 3,4% real anual. Durante el primer trimestre el PIB había caído 0,6%.
    A partir de agosto, superada la etapa más crítica de la cosecha gruesa, ingresados en el cono de incertidumbre electoral, con un de­sempeño de Brasil muy por debajo de los esperado, un proceso de atraso cambiario profundizado por la fortaleza del dólar respecto de las monedas regionales (expectativa de ajuste monetario en EE.UU.) y ante los fracasos cada vez más evidentes del enfoque oficial para lidiar con la crisis de balanza de pagos (expectativas de inestabilidad macro), ese dinamismo comenzó a diluirse rápidamente. A tal punto, que en el tercer trimestre ya promedió un alza de solo 2,3% real anual y durante el cuarto frenó casi totalmente (+0,6% interanual)
    En el caso del último trimestre de 2013, hay que resaltar que ese bajo dinamismo del PIB se produjo aún en el contexto del inicio de una cosecha de trigo cuyo nivel de producción superó en más de 10% a la del ciclo previo.

    Estadísticas oficiales y sus costos
    En lo que ya es un contrapunto clásico, debemos señalar que el INDEC estimó para 2013 una irreal alza de 5% promedio anual, superando en cerca de 3,5 puntos porcentuales nuestra estimación. En 2012, la diferencia entre ambas estimaciones había sido menor a los 3 puntos porcentuales (1,9% oficial vs. -0,7% propia)
    La manipulación de las estadísticas públicas tuvo en 2013, como nunca antes, costos económicos significativos, directos y concretos. En particular, al superar la tasa de crecimiento reportada por el INDEC para 2013 el nivel de 3,22% definido en el escenario base del prospecto del canje de deuda 2005, se gatilló el pago de “cupón PIB”.
    A lo tipos de cambio de cierre de 2013, lo dicho implicó un pago de US$ 1.240 millones para las especies denominadas en esa moneda (legislación local y de Nueva York), uno de € 1.060 millones para la especie denominada en la moneda común europea, otro de ¥ 2.750 millones para la denominada en la moneda japonesa y, por último, uno de $5.260 millones para los cupones denominados en moneda local. Es decir, un pago total por US$ 2.700 millones para las especies denominadas en divisas y US$ 800 millones para la denominada en moneda local.
    La totalidad de ese monto debe ser considerado un sobrepago o premio por manipulación estadística, ya que las estimaciones privadas sugieren tasas de crecimiento para 2013 bien por debajo del límite en cuestión. En consecuencia, en el período 2008-2013 y en el caso particular del cupón PIB, el costo de la manipulación de las cifras oficiales de crecimiento superó los US$ 5.700 millones.

    Conclusiones y perspectivas 2014
    La negativa gubernamental a avanzar en el ajuste del esquema de política económica local derivó en la profundización de los dese­quilibrios de fondo y en la generalización de las perspectivas de inestabilidad macroeconómica, condenando al nivel de actividad al estancamiento en un contexto de alta inflación.
    El segundo año consecutivo de estanflación aportó desafíos significativos para los distintos eslabones de las cadenas productivas locales. Los productores de bienes no exportables o importables debieron ingeniárselas para trasladar a precios los mayores costos, en medio de un contexto caracterizado por una demanda débil y la extensión de los plazos de pago.
    En el caso de los productores de bienes transables (exportables o importables), el atraso cambiario fue sinónimo de erosión de los márgenes de rentabilidad (commodities) y/o de pérdida de capacidad de venta (competitivos por precio) Hubo que trabajar mucho hacia dentro de las organizaciones, para lograr compensar con ganancias de eficiencia la reducción de los márgenes de rentabilidad.
    De cara a 2014, y dado que no se esperan modificaciones en los aspectos de fondo, debemos señalar que lo más probable es que el nivel de actividad reincida en zona de cuasi-estancamiento como resultado de, nuevamente, una demanda interna anémica y una externa que seguirá siendo afectada por el atraso cambiario y las medidas de racionamiento. Justamente por todo lo dicho es que proyectamos un alza del PIB de sólo 1%, que estará fuertemente condicionada al logro de una cosecha de soja históricamente elevada (similar a la de 2011) y a un dinamismo medianamente aceptable de la economía brasileña (+2% real anual), que asegure un crecimiento mínimo para las exportaciones industriales.
    Por Consultora Ledesma

    Construcción y mercado inmobiliario

    Las consecuencias del cepo

    La construcción y su eslabón comercializador, el inmobiliario, continuaron sufriendo las consecuencias del cepo, de las expectativas crecientes de inestabilidad, del escaso desarrollo del crédito hipotecario y de un ajuste del precio de los inmuebles en moneda de reserva que siguió produciéndose a tranco lento, por segmentos y de forma poco transparente.

    Respecto del dificultoso ajuste de precios, vale la pena resaltar que el precio promedio en dólares de realización retrocedió mucho más respecto de los de años previos, que el precio promedio publicado.
    En ese contexto, fue mucho peor el desempeño del nivel de actividad del sector inmobiliario. Pues, básicamente, la construcción encontró en la obra pública (año electoral), en el plan PROCREAR impulsado por el Estado Nacional y en las refacciones y ampliaciones de las estructuras residenciales, sostenes a partir de los cuales defender un nivel de actividad necesariamente inferior al último máximo (2011), pero aun así históricamente elevado.
    Además, incluso en el caso de las construcciones nuevas para fines residenciales o comerciales, la construcción sufrió menos. Pues, la comercialización de los inmuebles a estrenar no se resintió tanto como la de los usados.
    En particular, al estar la mayor parte de los costos del desarrollador y/o constructor denominados en pesos, fue mucho más fácil que el mismo estuviera dispuesto a recibir el pago en pesos y con un ajuste significativo en el valor equivalente del metro cuadrado en dólares. Ergo, el mayor ritmo de ajuste de los precios en ese segmento, se tradujo en un abaratamiento relativo de las unidades nuevas respecto de las usadas.
    De acuerdo a nuestras estimaciones el nivel de actividad de la construcción promedió un ritmo de crecimiento interanual de 3,5% durante 2013, acumulando un alza de 3,1% respecto del cierre de 2012 (serie con ajuste estacional)
    Sin embargo, el nivel de actividad 2013 continuó ubicándose casi 2% por debajo del 2001. En tanto, el nivel alcanzado por la serie con ajuste estacional a fines de 2013 se ubicó 3,4% por debajo del último máximo (julio 2011)
    Vale la pena resaltar que el desempeño del nivel de actividad y de las ventas de materiales fue mucho mejor que el mostrado por el nivel de empleo sectorial. Pues, respecto del último, el IERIC informó un ritmo promedio de contracción interanual de -1,8% durante los primeros once meses de 2013.
    En tanto, la AFCP señaló que los despachos de cemento portland al mercado interno promediaron un alza interanual de 11,8% durante 2013. Los de hierro redondo hicieron lo propio en 5%. Por último, la producción de asfalto, íntimamente vinculada a la marcha de las obras públicas viales promedió un alza anual levemente superior a 7%.
    En relación al impulso brindado al sector por la obra pública, el propio INDEC estimó un alza promedio anual para todo el sector levemente inferior a 5% anual, en tanto que en el caso de las obras viales y de infraestructura la ubicó por encima de 11% y 9% intera­nual, respectivamente. En cambio, la estimación oficial indicó un avance de solo 1,6% para las estructuras residenciales.

    La óptica del sector inmobiliario
    Desde el punto de vista del sector inmobiliario, la porción más importante del mercado la representan las ventas de inmuebles usados. Segmento en el cual el ajuste de precios y la disponibilidad a aceptar pesos fue mucho menor, con lo cual el dinamismo se resintió mucho más.
    Para los propietarios de inmuebles usados, aceptar un reducción significativa en el precio en dólares publicado y/o buena parte del pago en pesos, implicaba realizar una significativa pérdida de capital respecto de los precios de adquisición, si la misma había sido relativamente reciente, o al menos, de los de oportuna valuación (efecto riqueza negativo).
    En consecuencia, el sector inmobiliario contó sólo con el sostén de las ventas de inmuebles a estrenar y los alquileres.
    En el caso de los alquileres, hay que resaltar que la mayor oferta de metros en la que derivó el mal desempeño de las ventas en el segmento usado, se tradujo en una reducción del valor de los mismos en dólares e, incluso, en término de la mayor parte de los bienes y servicios locales.
    Los dos principales mercados inmobiliarios del país, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, acusaron contracciones significativas del principal indicador sectorial: las escrituras.
    En particular, en el caso de CABA, y a la fecha de cierre del presente anuario, el Colegio de escribanos informaba que durante los primeros diez meses de 2013 el número de actos escriturales había experimentado una caída de más de 27% respecto del mismo período de 2012. En tanto, si la comparación se realizaba respecto del mismo período de 2011, se obtenía una contracción en torno a 45%.
    En el caso de la provincia de Buenos Aires, el Colegio de Escribanos informó que el número de escrituras de compra-venta realizadas durante los primeros diez meses de 2013 resultó 12% inferior a las realizadas durante el mismo período de 2012, y casi 25% menor si la comparación se realizaba con 2011.
    Por Consultora Ledesma

    Hay que mirar los últimos seis años

    En busca de un nuevo modelo

    La dinámica que había servido de sustento para darle movilidad durante buen parte de la última década al mercado inmobiliario y a la construcción en el país, se vio severamente afectada durante los últimos dos años. El inversor individual que sin dudarlo nutría con sus ahorros a la actividad del real estate, se retrajo en número y disponibilidad.


    José Rozados

    Por José Rozados (*)

    Lo que provocó una marcada caída en la compraventa de inmuebles que en la ciudad de Buenos Aires, se tradujo además en una fuerte reducción en el número de nuevos edificios a construir que se retrajo al equivalente de la cuarta parte de la cantidad de m2 de hace tan solo dos años atrás.
    Los últimos datos disponibles del Colegio de escribanos de la ciudad de Buenos Aires, disponibles hasta el mes de octubre de 2013, evidencian una caída comparada con relación al mismo período del año anterior del 27%. Esta baja de la actividad inmobiliaria se suma a la merma que ya había experimentado en ese mismo periodo el año 2012 con relación al 2011, que había alcanzado algo más del 35%. Desde diciembre de 2011, mes a mes se han anotado caídas interanuales indicando que aún no se habría llegado al piso. Del mismo modo y en forma aún más dramática, la superficie presentada en proyectos para construir obras nuevas en la ciudad de Buenos Aires, cayó durante los primeros diez meses de 2013 en 65% con relación al mismo período del año anterior. La disminución de la superficie a edificar resulta aún más elocuente en números si se la compara con 2011 en forma directa, anotando una caída de casi 75% en los m2 a edificar e incorporar al mercado.
    La explicación de tamaña reducción no sólo hay que adjudicarla a lo que pasó durante el último año. Desde unos seis años atrás, la inflación de costos, que impone un muy buen manejo de la administración de los proyectos y mecanismos en la actualización de los costos, ya era un síntoma de alerta pero que igualmente había sido relegado en un contexto de fuerte crecimiento económico que generaba ahorro concentrado en la cúpula de la pirámide de ingresos, la cual de todas maneras veía en la compra de un inmueble al destino ideal donde resguardarse frente a la desvalorización del peso. Así durante años, el ladrillo le peleó de igual a igual al dólar, en la lucha de preservar el valor del ahorro, ganándole incluso por amplia ventaja entre los años 2004 a 2010.
    Pero, hacia finales de 2011, el cepo cambiario, logró lo que no pudo la inflación y la de­sa­­celeración económica. El dólar fue repuesto como el gran protagonista por la conducción económica a través de las medidas de control de cambios, las cuales al reforzar su escasez, provocaron una disminución casi inmediata del número de compras de inmuebles usados en la mayoría de las principales ciudades del país.

    Magnitud de la caída
    A poco más de dos años de distancia de la imposibilidad del libre acceso al mercado oficial de cambios, y a pesar de iniciativas como el Cedin en el medio, el mercado inmobiliario sigue aún sin reaccionar. A partir de los registros de escrituras la caída de la inversión en inmuebles puede cuantificarse en cerca de US$ 10.000 millones anuales a escala país.
    Muchos actores del mercado, negaron en un principio que el cepo cambiario y el virtual desdoblamiento de la cotización del dólar sería tan grave para la actividad y se esperanzaron después incluso con una reactivación de la mano del Cedin, que a estas alturas ya ha quedado demostrado que resultó un rotundo fracaso como medio de reactivación de la compraventa de inmuebles.
    Las cifras son evidencia contundente: hasta ahora hemos presenciado un ajuste por cantidad y no por precio en el mercado de la compraventa de inmuebles. Precisamente en este renglón, las cotizaciones no han asimilado la fuerte devaluación del peso frente a la moneda utilizada como referencia para fijar el valor de las propiedades. Mientras que el tipo de cambio marginal, en el que se sacan las cuentas en los negocios inmobiliarios, experimentó una depreciación de más de 120% en dos años, los precios de concreción muestran una reducción que en el mejor de los casos y según el tipo de propiedad alcanzó 15/20%. Tamaña distorsión en el valor de la moneda patrón, generó que los inmuebles –en términos generales– hayan duplicado su valor en pesos en dos años, distanciando aún más la posibilidad de compra de los sectores medios ajenos por otra parte a la posibilidad de acceder a un crédito hipotecario en condiciones de ser asumido por sus ingresos.
    Mientras tanto, desarrolladores inmobiliarios ágiles de reflejos, a través de un acertado diagnóstico, reconfiguraron y/o afianzaron la modalidad de venta en pesos con cada vez más plazo de financiación, como una fórmula de llegar al bolsillo de la clase media y no apuntar, solo al ahora esquivo inversor proveniente de la punta de la pirámide de ingresos.
    Esta nueva metodología aplicada a proyectos en edificios de propiedad horizontal de escala considerable irrumpió, el año pasado, con el interior como pionero y con Córdoba a la cabeza. Estos planes a modo de “círculo cerrado” comenzaron a ser imitados en Buenos Aires y otras latitudes del país. Sin embargo, aún resta comprobar como esta nueva vuelta encontrada por el mercado para financiar los proyectos madura con el tiempo, verificando el cumplimiento en tiempo y forma de las condiciones pactadas.
    Estamos en presencia de un nuevo ciclo. En él, pesos, cuota y plazo son las tres variables que sin duda lo dominarán al menos durante este año que recién se inicia. De su responsable combinación dependerá el funcionamiento del mercado en los próximos años.

    (*) El arquitecto José Rozados es presidente de Reporte Inmobiliario.

    Sector agropecuario

    Otra vez la soja al rescate

    El sector agropecuario fue el factor dinamizante del PIB por el lado de los productores de bienes y, nuevamente, el principal generador de divisas, dado su relativamente bajo coeficiente de importación y su relativamente alto coeficiente de exportación. Claramente, hacia el interior del sector resaltó el desempeño de la producción de soja, por dinamismo y aporte.

    Nuestras estimaciones indican que el sector agropecuario promedió un alza anual de casi 5,5% durante 2013 (casi cuatro veces la del PIB), recuperando el terreno perdido durante el año previo (+0,2% vs. 2011) y explicando por sí mismo y en forma directa poco más de un quinto del dinamismo experimentado por el producto local durante el mismo período. Su aporte directo e indirecto se aproximó a medio punto porcentual. Es decir, explicó más de un tercio del alza del PIB.
    En cuanto a la evolución a lo largo del año, hay que resaltar que el punto más crítico correspondió al segundo trimestre (+8,6% interanual), luego de un inicio positivo (+3,2% interanual durante el primer trimestre) En tanto, y al igual que ocurrió con la mayor parte de los sectores productivos, aunque en menor magnitud, el nivel de actividad sectorial se fue desacelerando a medida que transcurría el segundo semestre. En particular, la tasa de crecimiento se redujo a 6,4% anual durante el tercer trimestre, cerrando el año con un alza interanual en torno a 4,2%.
    Hacia el interior del sector, por lejos y como era de esperarse, resaltó el alto dinamismo de las actividades agrícolas, que promediaron un alza anual de 6,9%. Sin embargo, el nivel de actividad agrícola continuó ubicándose 8,3% por debajo del máximo alcanzado en 2011.
    La soja fue por lejos el cultivo estrella con un incremento del volumen producido de 22,9% y del área implantada de 7,1%. De esta forma, la soja llegó a concentrar durante el ciclo 2012/13 casi 60% del área implantada con los quince cultivos extensivos tradicionales y 70% de la superficie cubierta con los cinco más importantes. Explicó en forma directa más de 40% del alza experimentada por el sector agropecuario en 2013 y más del 70% de la correspondiente al subsector agrícola.
    Asimismo, de lo dicho se desprende que continúa profundizándose la tendencia al monocultivo, ante un esquema de política económica macro y sectorial, que dice combatirla, pero que al gravar asimétricamente al sector agrícola (exige al máximo los márgenes) e incrementar las fuentes y niveles de riesgo del mismo, favorece la opción por soja, dado su relativamente bajo coeficiente de inversión y gasto por hectárea cultivada y su relativamente más alta resistencia climática.
    Asimismo, si se considera un coeficiente de exportación de 100% entre grano y subproductos industriales, se puede concluir que el principal grano oleaginoso explicó por sí mismo 25% de la oferta de dólares aportada por las exportaciones locales.

    Girasol y maíz
    La segunda oleaginosa en relevancia, el girasol, experimentó un retroceso de 7% en su nivel de producción, dada la caída de casi 10% en el área implantada con el cultivo. Esta última retrocedió por segunda vez consecutiva, alcanzando el segundo registro más bajo de los últimos trece ciclos agrícolas.
    En tanto, el maíz con destino comercial, que también sufrió un significativo recorte en el área implantada (-26%), logró incrementar su volumen de producción en 12,6% respecto del ciclo precedente, merced del incremento de más de 60% experimentado por los rindes, ubicándose los últimos en torno a los niveles record para los últimos 13 años.
    La cosecha de sorgo 2013 aportó un volumen 15% inferior al alcanzado durante el ciclo previo, dada la reducción del área implantada (-3%) y el efecto negativo sobre los rindes de las condiciones climáticas adversas.
    El trigo tuvo una muy mala cosecha 2013, experimentando el volumen obtenido del cereal un recorte de casi 42% respecto del ciclo previo, explicado por la combinación de la reducción del área implantada (-27% vs. ciclo previo) y el efecto negativo de las condiciones climáticas adversas sobre los rindes (-19% vs. ciclo previo)
    La cebada cervecera experimentó un salto en el volumen de producción de grano de 26%, fruto de una expansión del área sembrada de más de 50%, que fue parcialmente neutralizada por el efecto adverso del clima sobre los rindes.
    El volumen de producción del otro cereal relevante, el arroz, se estancó en un nivel similar al del ciclo previo (2011/2012) y, consecuentemente, significativamente inferior al del 2010/2011. Así también había ocurrido con el área implantada.

    Mal las frutas
    La mayoría de las producciones frutícolas cerraron el segundo ciclo negativo consecutivo para los volúmenes de producción (2011/ 2012 y 2012/2013), afectado por el clima adverso (falta de lluvias y heladas) En tanto, continuaron padeciendo la reducción de márgenes que supuso la profundización del atraso cambiario.
    El limón volvió a reducir su producción en 2013. A tal punto, que se estimaron pérdidas equivalentes a 20% del total cosechado. El volumen producido ya se había contraído más de 17% en 2012. Similar situación se registró con la producción de naranja, cuya producción también había experimentado un derrape de 17% en el ciclo 2011/2012.
    El panorama fue similar para las frutas de pepita. El volumen de producción de manzana ya había acusado una caída superior a 25% durante 2012. Nivel en torno al cual se mantuvo en 2013. Los niveles de producción de pera también se resintieron durante los últimos dos ciclos (-5,7% y -2%), aunque en magnitudes significativamente menores.
    El algodón, así como buena parte del resto de los cultivos industriales, también tuvo una mala cosecha 2013. En particular, el volumen de producción se redujo 23% respecto del ciclo previo, dada la menor área destinada al cultivo (-34% vs. ciclo previo).
    En el caso de las actividades pecuarias, el consolidado logró promediar una alza anual de 4,5%, impulsado, principalmente, por el mayor dinamismo de la ganadería vacuna y porcina. El desempeño fue mucho más homogéneo a lo largo del año, a excepción del primer trimestre, durante el cual el nivel de dinamismo fue bajo.
    En el caso de los vacunos, la cantidad de kilos equivalentes res con hueso promedió un alza anual de 8,6%, en tanto que el número de cabezas faenadas hizo lo propio en 11%. En el caso de los porcinos, el total anual de cabezas faenadas durante 2013 se ubicó poco menos de 20% por encima del correspondiente a 2012.
    El nivel de actividad de la cría de aves de corral tuvo un desempeño mucho más modesto. En particular, la faena (producción de carne) promedió un alza anual de solo 1,5%, en tanto que la producción de huevos se contrajo más de 7%.
    En el caso de la producción primaria de leche, el repunte experimentado por los volúmenes entregados a la industria láctea durante la última porción del año no alcanzó para sacar al acumulado anual de la zona negativa. En particular, la variación anual fue de -2,3%.
    Por último, los servicios agropecuarios, cuya demanda deriva directamente del desempeño de los dos subsectores previos promediaron una ala anual de 6,5%.

    Perspectivas para 2014
    Descontando condiciones climáticas moderadamente favorables, esperamos que durante 2014 el sector agropecuario promedie una tasa de crecimiento anual en torno a 2,2%. La desaceleración se explicará en su mayor parte porque el punto de comparación (2013) será mucho más exigente que el previo (2012).
    Esperamos que la cosecha 2014 de soja supere los 52,5 millones de toneladas, aproximándose al record de 2011. Aunque no superándolo. En consecuencia, el volumen de producción será 6,6% superior al del ciclo precedente. Todo esto, como resultado del incremento del área implantada con esa oleaginosa y rindes que descontamos se ubicarán en torno al promedio de las últimas quince cosechas.
    En igual sentido jugará el trigo, pues esperamos que la cosecha 2014 del cereal alcance los 9 millones de toneladas, incrementándose casi 10% respecto del ciclo precedente.
    En tanto, aun descontando rendimientos en torno a los máximos de los últimos 15 ciclos, el volumen de producción del girasol, el maíz y el sorgo se resentirá significativamente respecto de la cosecha 2013 (-24,7%, -6,5% y -2,8%, respectivamente), dadas las significativas reducciones experimentadas por las correspondientes áreas implantadas.
    En tanto, las perspectivas para el algodón son buenas y en el caso de buena parte de la frutas se esperan registros en línea con los de los ciclos precedentes o levemente superiores.
    En función de todo lo dicho, es que proyectamos una tasa de crecimiento promedio anual para las actividades agrícolas de 1,2%. En tanto, esperamos que las actividades pecuarias sostengan en mayor medida el dinamismo, al promediar un alza anual de 3,1%.
    Por Consultora Ledesma

    Economías regionales

    Problemas de rentabilidad

    El año 2014 se presenta con muchos matices para el sector agropecuario, las cadenas agroindustriales y las economías regionales. Desequilibrios macroeconómicos, problemas de rentabilidad, política económica no favorable. Ciertas expectativas se renovaron con el cambio de ministro de Agricultura y Ganadería.

    Por Ernesto A. O’Connor (*)


    Ernesto A. O’Connor

    La acumulación de problemas se enfrenta a una cosecha que apunta a ser record en soja, pero con problemas en el resto de los cultivos y en las producciones regionales, que muestran una pérdida de competitividad similar a la de fines de la convertibilidad.
    Impactos de la política económica: la política sectorial persiste con conceptos que ya demostraron su fracaso. Cuando el agro produce fuerte, genera mayores exportaciones, que con el tiempo aprecian la moneda, así se genera una “enfermedad holandesa” sobre bienes transables de menor competitividad, como la industria manufacturera (pierde competitividad debido a la apreciación cambiaria), y esto, se asegura, termina reduciendo el salario industrial. Por otra parte, como la Argentina exporta bienes-salario (carne, trigo, maíz), es decir, que integran “la mesa de los argentinos”, éstos encarecen su precio interno. Por último, la renta del agro crece, y se supone que esto va a generar sub-inversión, con lo cual el Estado deber capturar parte de esa renta. De esta visión, llevada al extremo desde 2006 en adelante, se llegó a los ROES, retenciones, cuotas, subsidios, etc.
    Por el lado de las economías regionales, el atraso cambiario y la inflación han impactado de lleno en la rentabilidad. La menor producción es notoria a nivel de distintas provincias, con la consecuente pérdida de riqueza regional. A esto se suma la carencia de mano de obra en épocas de cosecha, en competencia con el abanico de planes sociales ofrecidos desde el sector público desde hace unos años.
    Esta visión intervencionista termina históricamente igual: se ahoga la producción, cae la oferta, caen las exportaciones y los precios internos de los bienes salarios suben con la consecuente inflación que estas políticas generan.

    Producciones regionales
    Por el lado de la producción agropecuaria, se encuentra tendencialmente estancada desde 2008: en el quinquenio 2009- 2013 ha registrado una producción promedio de 93 millones de toneladas. Por otra parte, según los meteorólogos, el país gozó de unos 25-30 años de alta humedad entre comienzos de los 80 y hasta 2008. Desde entonces se habría ingresado en una fase climática seca –nada que ver con el calentamiento global– de otros 25 años. Esto ya se habría reflejado en las sequías de 2008 y 2011, con lo cual de los últimos cinco años, dos fueron malos climáticamente, lo que cambia un poco las tendencias productivas.
    De este modo, se suman una política económica que no favorece a la producción, con nuevas tendencias climáticas poco estimulantes, y que invitan a diversificar la producción. A esto precisamente la política oficial no colabora, pues incentiva la sojización en desmedro del trigo y del maíz.
    Así, para 2014, la previsión de producción de soja a diciembre alcanza a un record de 55,3 millones de tn, con 25,5 millones de maíz (casi 1 millón menos que en la campaña previa), magra producción de trigo de 10 millones de tn, sorgo estable en 4,4 millones, girasol y cebada en baja. Esto arrojaría una producción total récord de 105 millones de tn, con la salvedad que la mayor sojización conspira contra la sustentabilidad del suelo.
    Por el lado de las economías regionales, se advierte una continuidad de los problemas de rentabilidad, por una suma de factores: inflación, presión de costos de insumos más salariales, y tipo de cambio apreciado. Pese a la persistente devaluación del peso promovida por el BCRA, el tipo de cambio oficial no logra quebrar una brecha de 50% con el tipo de cambio blue, lo que perjudica las decisiones de inversión y la rentabilidad de varias actividades.
    Por citar algunos casos, la industria vitivinícola viene reemplazando exportaciones de vinos por mosto, reduciendo el valor agregado, mientras que olivícolas, o frutas como manzanas y peras, muestran una perspectiva compleja. Otros casos como la miel o los limones enfrentan directamente las consecuencias de la política comercial externa argentina, pues a las restricciones impuestas a las importaciones se sucedieron reclamos ante la OMC de muchos países, y medidas de freno a las exportaciones argentinas, sobre todo de producciones regionales que gozaban de algún tratamiento arancelario o paraarancelario benéfico.
    Hay que optimizar la potencialidad de las producciones regionales. Como el país es muy competitivo en recursos naturales, creemos que está claro que se debería dejar crecer su potencial productivo. Esto aumentará su oferta, con ello habrá boom de exportaciones y divisas, y la oferta sobrará en el mercado interno. Para esto hacen falta nuevos consensos superadores que potencien la producción y la creación de empleo del agro y de todas las economías regionales del país.

    (*) El doctor Ernesto A. O’Connor es profesor de la UC.

    Industria

    Otro año difícil que confirmó temores

    Todas las ramas sufrieron la erosión de los márgenes que implicó el contexto estanflacionario y, peor aún, el proceso de atraso real del peso respecto de las monedas de nuestros principales socios comerciales. En tanto, el giro de negocio se estancó, ya que el nivel de producción industrial fue prácticamente similar al de 2012.

    Ergo, los niveles de rentabilidad sobre el capital invertido volvieron a resentirse y buena parte de los esfuerzos volvió a concentrarse en la optimización de los procesos productivos y la reducción de la incidencia de los costos de comercialización.
    Nuestras estimaciones indican que el nivel promedio de producción del bloque industrial fue prácticamente similar al de 2012 (-0,3%) y que se ubicó 3% por debajo del alcanzado en 2011.
    En tanto, la evolución de la serie con ajuste estacional fue mucho peor y dejó planteados un sin fin de temores de cara a 2014. En particular, el nivel de producción de diciembre de 2013 fue solo 3,5% inferior al del mismo mes de 2012 y cayó casi 8% respecto de diciembre de 2011.
    La evolución no fue homogénea a lo largo del año. En particular, la misma fue similar a la detallada en el caso del PIB. Aunque mucho más marcada (mayor volatilidad).
    Es decir que la industria tampoco logró escapar de la zona de variaciones interanuales negativas durante el primer trimestre de 2013 (-3,3%) Tuvo que esperar al segundo trimestre para hacerlo (+3,8%), gracias al impulso que supuso para el “crushing” de soja la entrada del grano nuevo (cosecha 2013) y el fuerte impulso que implicó para la industria automotriz el boom de ventas al mercado interno y el andar parejo de las exportaciones.
    En particular, durante el primer semestre de 2013 las ventas al mercado interno de vehículos de producción nacional promediaron una tasa de crecimiento interanual en torno a 13% y las exportaciones hicieron lo propio en 29%. En tanto, el volumen procesado de grano de soja se incrementó en 8,6% interanual durante el segundo trimestre, dejando atrás un primer trimestre durante el cual había caído 36% interanual.
    La industria se desaceleró significativamente ni bien se inició el tercer trimestre y se desplomó durante el último cuarto de 2013. Durante el tercer trimestre el ritmo promedio de crecimiento interanual fue de solo 1%. En tanto, durante el último cuarto promedió una caída de 2,8%.
    Las razones hay que buscarlas en:
    I) En el plano de la demanda externa: A) La profundización del proceso de apreciación real del peso respecto de las monedas de nuestros socios comerciales regionales, que supuso el fortalecimiento del dólar en la región (expectativa de corrección monetaria en EE.UU.) B) El desempeño cada vez más por debajo de lo esperado de Brasil.
    En particular, las exportaciones de autos promediaron un ritmo de crecimiento interanual de sólo 4,8% durante el tercer trimestre y se contrajeron casi 26% durante el último cuarto de 2013.
    II) En el plano de la demanda interna: la brusca desaceleración del consumo durable (autos, por ejemplo) y el mayor coeficiente de retención de productos primarios (soja, por ejemplo) que implicó el significativo incremento de las expectativas de volatilidad macroeconómica. Este último como resultado del fracaso de las medidas impulsadas por la actual administración para lidiar con el desequilibrio de la balanza de pagos y la derrota electoral del oficialismo.
    Al respecto, las ventas de vehículos locales al mercado interno promediaron un ritmo de contracción interanual de 3% durante el tercer trimestre y de cerca de 7% durante el último cuarto. En tanto, el ritmo de procesamiento de grano de soja siguió acelerando durante el tercer trimestre (+22% interanual), pero frenó fuerte después de la derrota electoral del oficialismo durante el último cuarto de 2013.
    En lo que se refiere al interior de los bloques, salvando excepciones, el estancamiento o contracción fue la regla. En particular, solo tres bloques (22,4% del sector por ponderadores) promediaron variaciones anuales positivas. Los restantes nueve bloques (77,6% por ponderadores), anotaron variaciones negativas o estadísticamente asimilables a cero.
    La industria alimenticia cerró otro año negativo (-2%) Se trató de la segunda caída anual consecutiva, ubicándose el nivel de producción específico más de 4% por debajo del último máximo (2011).
    La fuerte contracción de la molienda de trigo (-14%), por baja disponibilidad del cereal (mala cosecha 12/13), fue determinante. En tanto, ni la molienda de oleaginosas (-1,9%), ni la industria láctea (-3%), lograron promediar alzas anuales. Esto aún a pesar del buen desempeño de la primera entre el segundo y el tercer trimestre y de la mejoría experimentada por el nivel de producción de la segunda durante la última mitad del año pasado. En sentido contrario, jugaron la faena de carnes rojas y aves (+2,9% y +1,6%, respectivamente)
    En lo que se refiere a la industria automotriz, el año empezó creciendo a buen ritmo, aceleró durante el segundo trimestre y se desaceleró abruptamente durante la segunda mitad. Cayendo fuerte en el último cuarto (-16,4%) En consecuencia, el alza promedio anual terminó siendo de solo 3,5% y el nivel de producción promedio para 2013 continuó ubicándose casi 5% por debajo del correspondiente a 2011.
    La industria metalmecánica fue otra de las que tuvo un muy mal cierre de 2013, como resultado del mal desempeño de Brasil, la apreciación real del peso respecto de las monedas de la región y la fuerte desaceleración del consumo durable. En particular, anotó una caída anual de 3%, que ubicó su nivel promedio de producción para 2013, 6,5% por debajo del correspondiente a 2011.
    La industria productora de minerales no metálicos y la siderúrgica fueron las mayores excepciones de panorama negativo, con un desempeño positivo durante la mayor parte de 2013. En consecuencia, lograron promediar alzas promedio de 5,3% y 4,8% respectivamente. Aun así, ambas continuaron promediando niveles de producción inferiores a los de 2011 (-1,1 y -3,4%, respectivamente) La primera se vio favorecida por el impulso que supuso para la demanda asociada a la obra pública las necesidades electorales del oficialismo y para la demanda privada la continuidad del plan PROCREAR. En tanto, en el caso de la segunda, fue clave la comparación con un 2012 que había estado afectado por numerosas paradas de planta.
    El resto de los bloques industriales experimentaron bajas o variaciones estadísticamente asimilables a cero. A saber: Tabaco (-5,3%), Textil (-0,3%), Papel y Cartón (-0,8%), Edición e Impresión (-6,1%), Refinación de Petróleo (-3%), Química (-0,2%) y Caucho y Plástico (-0,2%).

    Perspectivas 2014
    No somos optimistas de cara a 2014. Ni por el lado de los márgenes, ni por el lado del giro del negocio. En consecuencia, esperamos que los niveles de rentabilidad sobre el capital invertido continúen deteriorándose.
    Si bien se espera que la mayor disponibilidad de soja y trigo y los altos precios externos para la leche en polvo impulsen el nivel de actividad de la industria alimenticia, la continuidad de los factores de fondo que explican el proceso inflacionario y de apreciación real del peso (expansión fiscal y monetaria), por un lado, y el ajuste que seguramente experimentará el nivel de gasto en obra pública, dada la escasez de recursos y las menores necesidades electorales del oficialismo, por el otro lado, apuntan en sentido exactamente contrario.
    Asimismo, es de esperar que el nivel de incertidumbre asociada a la expectativa de inestabilidad macroeconómica se mantenga en niveles elevados, dadas las razones descriptas en el párrafo anterior. Con lo cual, lo más probable es que el gasto en consumo de bienes durable y la inversión en bienes de capital sigan mostrando escasos niveles de dinamismo. En el caso de la última, también jugará en ese sentido la reducción de los niveles presentes y esperados de rentabilidad sobre capital invertido.
    Para colmo de males, las perspectivas de ajuste monetario en EE.UU. no permiten esperar una mejora en el desempeño del mercado brasileño, en particular, e indican una reducción del dinamismo en la mayor parte de la región latinoamericana, en general. Al tiempo que dificulta, al punto de hacerlo prácticamente imposible, que el peso pueda revertir buen parte del atraso real respecto de las monedas regionales sin antes reducir significativamente los altos niveles de inflación.
    Mucho peor, si consideramos el impacto negativo que el endurecimiento monetario y la, consecuente, alza de las tasa de interés de largo plazo tendrá sobre el precio internacional de los commodities agrícolas e industriales.
    Por todo lo dicho, proyectamos otro año de estancamiento para el nivel de actividad industrial.
    Por Consultora Ledesma

    Ambiente desafiante

    Un año sin grandes ganadores

    Luego de un 2013 en el que la característica sobresaliente fue la heterogeneidad sectorial, con algunos pocos grandes ganadores (agro y automotriz como los más destacados), varios con performances aceptables (algunas ramas del consumo masivo, nichos del sector de la construcción, metalmecánica) y muchos perdedores, el año próximo asoma complicado.

    Por Dante Sica (*)


    Dante Sica

    Sin dudas, nos enfrentamos a un escenario extremadamente complejo en lo económico, político y social. Un ambiente desafiante para la mayoría de las empresas.
    En la esfera económica, tanto en la cuestión macro como en los temas sectoriales aparecen grandes problemas y pocas soluciones. Con el regreso de Cristina a sus funciones, parecía comenzar un proceso de cambios en la política económica. De hecho, se reconocieron problemas que el Gobierno ignoraba, se empezaron a transitar caminos que las autoridades afirmaban hasta hace muy poco que jamás transitarían y se fueron funcionarios que teóricamente eran inamovibles.
    Sin embargo, si bien la estrategia oficial apunta (o apuntaba) en la dirección correcta, también posee una importante debilidad: no parece seguir la secuencia adecuada. El Gobierno estaría avanzando en cuestiones que derivarían en mejoras en el mediano plazo, pero sigue sin resolver las urgencias del corto. Por más que el clima de inversión mejore (lo que aún está por verse), los dólares de la inversión y el acceso al crédito no llegarán con la rapidez y en la cantidad que demanda la hemorragia de reservas. Mientras que la corrección cambiaria sin un plan anti-inflacionario y sin un ajuste de tarifas podría agravar en vez de corregir los desbalances.
    Además, el envión del recambio de Gabinete parece haberse desacelerado, en el mejor de los casos. Los conflictos sociales junto con varios anuncios contrarios al mensaje que parecía transmitirse con las primeras medidas, han diluido el efecto positivo inicial en el empresariado.
    Lo sucedido en materia de conflictividad social también ha subido todavía más la vara de exigencia que enfrentan las autoridades para resolver los temas macroeconómicos y sectoriales pendientes. Destruir algunos de los íconos del relato reconociendo problemas, tiene solo el costo del relato y todo el beneficio de ganar nuevos apoyos en el mundo empresario. Pero corregir las tarifas y poner en caja a la inflación es mucho más complicado políticamente por los costos distributivos y sobre el empleo.
    El problema es que el tiempo pasa y las soluciones a cuestiones urgentes siguen sin aparecer. Y el margen de maniobra económico, social y político se agota, con la pérdida de reservas internacionales como el taxímetro más palpable de las inconsistencias. Todavía no es tarde para reaccionar, pero si no se pone en marcha una solución será el mercado el que la imponga, con todo lo que esto significa siempre en términos sociales.
    En este marco económico, social y político, las empresas de todos los sectores deben llevar adelante sus negocios. Tarea para nada fácil, con múltiples flancos externos abiertos a innumerables contingencias, que se suman a problemas sectoriales e incluso propios de cada empresa.

    Sin sectores que se destaquen
    Por eso no debe sorprender que a nivel productivo no esperemos grandes ganadores para 2014. Por un lado, no volverá a operar el efecto de bajas base de comparación como este año. Pero tampoco habrá sectores Estrella, como es el caso de la industria automotriz o el agro en 2013. En cambio, se estima un menor crecimiento general, a tono con las proyecciones de menor ritmo de avance para el PBI, y con una profundización de las heterogeneidades.
    En cuanto al agro, las perspectivas resultan heterogéneas. Se espera una baja cosecha de trigo para 2013/14, tanto por las distorsiones regulatorias como por el impacto negativo del clima en la siembra. A la vez, la producción de maíz también resultaría menor a la última campaña, principalmente por factores climáticos. No obstante, existen mejores proyecciones para la soja, dado que se espera una producción local cercana a los 50 millones de toneladas.
    Por el lado de las economías regionales, a pesar de la mejora marginal en términos de competitividad que supone un mayor ritmo de devaluación de la moneda local, esto no alcanza en todos los casos para corregir los desbalances acumulados. Costos en dólares en aumento, demanda estable y mayor competencia internacional son los factores que determinan las dificultades que deberán enfrentar las producciones regionales.
    La industria volvería a crecer en 2014, con la mirada puesta en lo que ocurra tanto a nivel interno como en Brasil. De todas formas, se espera un crecimiento moderado, con una desaceleración respecto de 2013. Continuará enfrentando costos en aumento, pérdida de posicionamiento en algunos mercados internacionales y problemas estructurales que afectan la competitividad industrial.
    Dentro de los que mejores perspectivas tienen de acuerdo a nuestro análisis, se encuentran la construcción, los laboratorios, la molienda de soja y los lácteos. En el primer caso, si bien desaparecerá el empuje de un año electoral, se espera que el plan PROCREAR continúe traccionando. Al mismo tiempo, se mantendrán las condiciones que vuelven más atractivas las inversiones en ladrillos, frente a una escasez de alternativas de ahorro. Así como también jugará a favor un cierto acomodamiento del sector a las distorsiones en los precios. No obstante, la tendencia al alza de las tasas empezará a jugar en contra.
    Por el lado de los laboratorios, los datos de facturación continúan siendo robustos. Sin embargo, las tasas de expansión son más bajas que en los años previos, revelando una tendencia a la desaceleración del mercado interno. El sector de molienda se verá favorecido por la cosecha de soja con pronósticos optimistas, que le permitirá continuar el crecimiento de 2013. Mientras que los lácteos tienen un panorama positivo gracias a un precio internacional de la leche en polvo que se encuentra en valores cercanos a los históricos, que traccionará a la producción y las exportaciones locales de estos productos en 2014. Además, el consumo local de los diferentes productos per cápita también se encuentra en buenos niveles, y se espera se sostenga.

    (*) Dante Sica fue secretario de Industria de la Nación y es director de abeceb.com

    Servicios

    Un panorama heterogéneo

    El bloque productor de servicios no fue la excepción y también tuvo un 2013 complicado desde el punto de vista de los dos determinantes básicos de la rentabilidad (el giro del negocio y el margen) y heterogéneo en cuanto al desempeño de los distintos sectores que lo componen.

    El bajo nivel de dinamismo de los productores de bienes, el mediocre desempeño del comercio exterior y el impacto sobre el consumo privado de las mayores expectativas de inestabilidad macroeconómica fueron los principales factores detrás de ese bajo dinamismo. En tanto, la buena cosecha gruesa y la continuidad de la política fiscal expansiva, jugaron en sentido contrario.
    En particular, nuestras estimaciones indican que el nivel de actividad agregado de los sectores productores de servicios logró promediar un alza de solo 1,6% anual durante el año pasado, gracias al impulso que aportó el sector transporte y las comunicaciones y la administración pública, la educación y la salud. En consecuencia, el nivel de actividad agregado para los servicios logró ubicarse más de 2% por encima del correspondiente a 2011.
    Siempre según nuestros cálculos, el nivel de actividad sectorial de las actividades de transporte, almacenamiento y telecomunicaciones promedió un alza anual de 3,9%. Ubicándose 8,8% por encima del promedio de 2011.
    El dinamismo 2013 fue explicado en su mayor parte por:
    A) La recuperación del transporte de cargas, que se benefició de la mayor cosecha gruesa, el alza de la producción siderúrgica, la mayor producción de materiales de la construcción y, por último, el crecimiento de la industria automotriz.
    En particular, el nivel de actividad específico promedió un alza anual de 3,9% respecto de 2012, aunque no logró recuperar todo el terreno perdido durante ese último año, razón por la cual siguió ubicándose casi 6% por debajo del correspondiente a 2011.
    B) El sostenido boom de las telecomunicaciones, especialmente la telefonía celular, cuyo nivel de actividad promedió un alza anual de 13,8%. Este subsector, apalancó los registros sectoriales durante los últimos trece años, dada sus sostenidas y significativas tasas de crecimiento. A tal punto, que el nivel de actividad 2013 resultó 27,5% superior a 2011.
    C) El transporte de pasajeros y la utilización de peajes jugaron en sentido inverso, aunque solo compensaron parcialmente el impacto positivo de los anteriores. Al respecto, nuestros números señalan contracciones anuales de -0,3% y -2,7%, respectivamente.
    En el caso del sector de la administración pública, la educación y la salud, en el cual el principal componente son los salarios, en su mayor parte financiados con fondos públicos, el alza promedio de 2013 fue de 2,7%. En consecuencia, el nivel de actividad sectorial acumuló un avance de 6,7% respecto de 2011.

    Comercio minorista y mayorista
    En tanto, las actividades de comercio mayorista y minorista anotaron un alza promedio de sólo 0,9% real anual, explicada en su mayor parte por las operaciones relacionadas con las exportaciones. Estas últimas fueron por lejos el segmento más dinámico. En tanto, las relacionadas con el mercado interno se vieron afectadas por el escaso crecimiento del consumo durable y la inversión, sobre todo durante el segundo semestre.
    Nuevamente, hay que resaltar que el alza 2013 se quedó corta frente a la contracción registrada durante el año previo, de forma que el nivel de actividad específico siguió ubicándose 1,6% por debajo del promedio 2011 (último máximo)
    La actividad del turismo y el ocio también cerró un 2013 poco dinámico, al promediar su nivel de actividad un alza de solo 0,8%. Al respecto, vale la pena resaltar que el nivel de actividad de la industria hotelera se vio perjudicada por la menor afluencia del turismo extranjero y el incremento del emisivo que supuso la combinación del cepo con la apreciación real del tipo de cambio oficial y, su primo, el dólar tarjeta o turista. Hace dos años que el sector se encuentra relativamente estancado en torno al mismo nivel de actividad.
    El panorama fue todavía más desalentador en el caso de las actividades empresariales, inmobiliarias y de alquiler (AEIA) y los servicios profesionales, personales, sociales y comunales (SPPSC). Las AEIyA crecieron tan solo 0,5% respecto de 2012 y, en consecuencia, continuaron ubicándose 2,7% por debajo del nivel de actividad promedio 2011. Los SPPSyC promediaron un alza anual de solo 0,8%.
    En el caso de los primeros, resaltó la continuidad del mal momento del sector inmobiliario afectado por la combinación del cepo, la inexistencia del crédito hipotecario, el mayor nivel de incertidumbre macroeconómica y un ajuste pendiente del precio de las propiedades en moneda extranjera o de reserva que continuó a tranco lento.
    En el caso de los segundos, el estancamiento fue resultado del bajo nivel de dinamismo de la mayor parte del resto de los sectores productivos, que son los demandantes de la mayor parte de los servicios profesionales, por un lado, y las pautas de consumo privado más austeras que impulsó el incremento de las expectativas de inestabilidad macro­e­co­nómica, el estancamiento de la demanda de trabajo y el incipiente deterioro del salario real, por el otro lado.
    Por último, el nivel de actividad de la intermediación financiera se perjudicó como resultado de los menores volúmenes operados en el mercado oficial de cambios y de activos financieros y el impacto de los cambios regulatorios sobre los propios mercados de valores y la actividad de los bancos.

    Perspectivas para 2014
    De cara al próximo año, es de esperar que el bajo dinamismo del sector servicios se sostenga, dado el cuasi-estancamiento previsto para los productores de bienes y de deterioro de las expectativas del sector privado.
    Al respecto, y en un contexto de variaciones acotadas, es de esperar nuevamente que sean el transporte, las comunicaciones y las actividades íntimamente relacionadas con el sector público las que continúen liderando desde el punto de vista de los niveles de dinamismo.
    Por Consultora Ledesma