–¿Cómo podemos vivir en un mundo en el cual todos nos observamos unos a otros y estamos contentos?
–¿Hasta qué punto vamos a compartir cosas? ¿Cuándo vamos a dejar de compartir y hasta qué punto vamos a vigilar a otros y permitir que nos vigilen? ¿Hasta dónde va a llegar esta co-vigilancia? Pregunto esto porque no veo que haya una fuerza que se oponga a esta tendencia. Por eso me resulta difícil creer que va a haber un límite para todo esto y me cuesta imaginar este mundo donde nos auto-vigilamos, nos co-vigilamos y somos vigilados por los Gobiernos. Y sin embargo aceptamos todo eso de buen grado.
Busco la respuesta en la tecnología y esta sugiere que quiere ser observada. Lo que hace Internet es monitorear y copiar; y no se puede dejar de copiar. Uno tiene que dejarse llevar por la corriente de copia. La tecnología está sugiriendo que quiere vigilar, quiere monitorear y eso no lo podemos detener. Entonces tal vez lo que tenemos que hacer es trabajar con este monitoreo, tratar de llevar un poco de simetría o de tener áreas donde no haya monitoreo, al menos temporalmente. Y vuelvo a la pregunta inicial: ¿cómo vamos a vivir en un mundo de monitoreo ubicuo?
Creo en el progreso incremental, donde cada año es apenas un poquito mejor que el anterior. No creo en una utopía donde el mundo no tenga ni un solo problema ocasionado por la tecnología. Cada tecnología nueva crea casi tantos problemas como los que resuelve. Con esto que digo algunos podrían interpretar que para mí la tecnología es como un lavado neutro, porque si crea tantos problemas como los que resuelve, entonces es un lavado 50/50, pero no es así, porque todas estas nuevas tecnologías traen nuevas posibilidades que no existían antes, incluida la nueva posibilidad de hacer daño versus hacer el bien.
Una forma de visualizar esto es pensar en la primera herramienta de todas, el martillo de piedra. Ese martillo de piedra podía usarse para matar o para hacer una estructura. Pero pensemos que antes de que el martillo de piedra se convirtiera en herramienta, esa posibilidad de optar entre usarlo para bien o usarlo para mal, no existía. La tecnología continuamente nos ofrece maneras de usarla para bien o para mal. Amplifica las dos opciones. Amplifica nuestro poder para hacer bien y nuestro poder para hacer mal, pero el hecho mismo de que cada vez no da una opción adicional, es algo bueno que inclina la balanza hacia el bien. Ahora tenemos una opción que no teníamos antes, y eso es bueno.
La tecnología es una manera de producir nuevos problemas. Generamos nuevas tecnologías y generamos nuevos problemas. La mayoría de los problemas que tenemos hoy son tecnogénicos, o sea que fueron creados por tecnologías del pasado. Muchos de los problemas del futuro van a ser creados por tecnologías que estamos creando hoy. La tecnología es una fuente de nuevos problemas. Pero también es una fuente de nuevas soluciones. Pero justamente la posibilidad de elegir entre esas dos cosas es lo que inclina la balanza muy ligeramente a favor del bien en el largo plazo. A escala de la civilización, tenemos una mínima acumulación incremental neta de las dos opciones y esa diminuta acumulación es lo que yo llamo progreso.
Cambio por evolución versus cambio por desarrollo. Hay dos vertientes en tecnología: está el cambio por evolución y el cambio por desarrollo, así como en nuestros propios cuerpos mucho de lo que experimentamos como individuos es provocado por el desarrollo –huevo, embrión, bebé– también dentro nuestro están las fuerzas de mutación en nuestros genes, que tienen un carácter más evolutivo.
Mucho de lo que vemos en tecnología no es evolución sino desarrollo. Esto significa que si miráramos a millones de planetas diferentes con vida descubriríamos que hay un curso general de desarrollo para la trayectoria de la tecnología, o sea que lógicamente aparecería, digamos, primero la alfarería y después la electrónica. Hay ciertas tecnologías precursoras y lo mismo ocurre ahora con el crecimiento del mundo conectado. Hay ciertas etapas de desarrollo y parte de esto es una cosa cíclica donde hay un período de apertura y luego un período de consolidación. Luego otra revolución, otro período de apertura y luego una nueva consolidación.
Cuando nació la Web era abierta y caótica, y con pocas reglas. Luego vimos la consolidación y tenemos los mundos cuidados de Facebook y Google+; la próxima etapa probablemente será muy abierta y salvaje y loca y caótica mientras las cosas se organizan para luego cercarse en sistemas propietarios mientras la gente trata de entender lo que quiere hacer.
Kevin Kelly
Los próximos 20 años van a hacer empalidecer los últimos 20. La gente tiende a creer que el futuro de la Web es una Web 2.0, o sea una Web mejorada. Cuando nació la Web muchos decían que iba a ser una televisión mejorada, como una televisión 2.0. Miles de fuentes diferentes dándonos información especializada: un portal sobre caballos, uno de perros y uno de gatos. Eso no contemplaba la verdadera revolución de la Web, que consistiría en que la mayor parte del contenido sería generado por la gente que la usa. La Web no era una TV mejorada, era la Web.
Ahora pensamos que el futuro de la Web va a ser una Web mejorada, una Web 2.0. Pero no es así. Va a ser tan diferente de la Web como la Web lo fue de la TV. Creo que en esta próxima etapa va a ser una nueva frontera con mucho espacio abierto y donde no va a imperar la ley. Habrá sensación de incertidumbre, de nuevas posibilidades y veremos la resistencia de los jugadores ya instalados que intentarán llevar las aguas para sus molinos. El paso siguiente después de eso será el colapso y consolidación de esa frontera. Si retrocediéramos nada más que 20 años y le pudiéramos contar a la gente de entonces todo lo que podemos hacer con este dispositivo que llevamos en el bolsillo. Si les contáramos que tenemos una enciclopedia, que podemos ver mapas, nuestras cuentas bancarias y leer diarios y que además todo eso es gratis nos mirarían como si estuviéramos locos. Dirían que no tiene sentido económico. Y en realidad no lo tiene. Pero los próximos 20 años van a hacer palidecer los últimos 20. Estamos apenas en el principio de los principios de todas estas cosas. Ahora sentimos que todas las grandes cosas ya ocurrieron, pero nada grande ocurrió todavía.
El manejo de la atención en la Web. El tema de la atención y de la abrumadora cantidad de información que estamos generando y de este implacable chorro de nuevas cosas que está haciendo difícil para cualquiera, joven o viejo, prestar atención a un contenido largo, implica un desafío. También es incierto para qué lado va a ir. ¿Se trata de algo inherente a esta tecnología que va a hacer las cosas cada vez más difíciles? ¿O se trata de una fase que vamos a superar, que nos vamos a cansar y volver a otras cosas? No lo sabemos, podría ir para cualquiera de los dos lados.
La serie Lost ha tenido un éxito increíble y tiene más de 100 horas de duración y una narrativa muy complicada. Hace 20 años nadie hubiera pensado que alguien iba a prestar atención a una serie de 100 horas. Otra pregunta: ¿Los libros largos recuperarán su lugar? No lo sé. Los chicos de ahora no miran televisión. Las películas no son centrales para ellos. Lo que es central es lo que ven en YouTube. Ahí está el centro de la cultura. Sin hacer juicio de valor, las opciones no son entre TV, cine o libro. Va a haber otras. Vamos a usar la tecnología para reorganizar la forma en que presentamos ideas profundas para que la gente les dedique tiempo.
Práctica y estudio. Otro tema interesante. Todos nosotros hemos dedicado unos cinco años de estudio y preparación deliberada al aprendizaje de la lectura y escritura. Y ese proceso de aprendizaje nos “recableó” el cerebro. Si nos llevó cinco años de práctica y estudio aprender a leer y escribir ¿por qué deberíamos suponer que para dominar estos nuevos medios basta con tenerlos cerca? No se puede aprender cálculo matemático acercándonos a gente que sabe cálculo, hay que ponerse a estudiarlo. Podría ser que para dominar el tema del manejo de la atención, pensamiento crítico y aprender cómo funcionan y responden estos dispositivos tecnológicos, tengamos que pasar algunos años aprendiendo. Entonces podremos manejar nuestra atención, nuestra distracción.
La gran promesa; un mundo prosumidor. Vivimos una era que Alvin Toffler llamó del “prosumidor”, donde la gente no solo consume sino que además crea productos. La tecno-alfabetizacion trata no solo de consumir medios sino de crearlos. El movimiento de los hacedores significa que algunas de las divisiones artificiales que tuvimos en la sociedad industrial se diluyen y los campos ya no son separados. Es cierto que la mayoría de las cosas van a ser producidas por robots y automatización, pero nosotros podemos modificarlas, cambiarlas hasta un punto que no existía en la era industrial. Pero nada de esto se aprenderá por ósmosis, hará falta entrenamiento, educación y mucho estudio para realmente entender cómo funciona este mundo, que las tecnologías tienen restricciones, problemas y costos.
Creo que todavía no hemos entendido la ventaja de las computadoras. Si bien todo va muy rápido con Internet, somos seres biológicos y nos llevará generaciones de inversión en infraestructura para ver las ventajas de largo plazo. Nos va a llevar otra generación entender lo que es la Web.
Las prohibiciones no sirven. Hay un gran retraso entre la llegada de algo y su uso y comprensión total, con sus más y sus menos. Esa brecha siempre va a existir entre la llegada de algo nuevo y nuestra aceptación. En tecnología las prohibiciones no funcionan. Las prohibiciones son siempre postergaciones. No se puede regular tecnología prohibiéndola. Solo la regulamos por medio del uso. Tenemos que usar las cosas para poder conducirlas o reacomodarlas. Pero no podemos manejarla no usándola o prohibiéndola. Lo más conveniente es relacionarse con ella, y mantenerse alerta trabajando con ella, usándola. Es a través del uso que la podemos conducir.
Lo más fascinante es buscar formas de colaborar entre nosotros. Lo que estamos haciendo ahora es tratar de inventar otras formas de trabajo colaborativo, otras formas de hacer empresa social. Algunas tienen forma de empresas, otras son híbridos. Tenemos las ONG que muchas veces están monetizadas y tenemos estos otros colectivos como Wikipedia, Linux y fuente abierta, que no están monetizadas. Hay nuevas áreas. Lo verdaderamente fascinante es buscar formas de colaborar entre nosotros, algunas de ellas implicarán dinero, otras rechazarán deliberadamente ciertos aspectos del dinero. Pero conviene verlas como formas de detectar o de intentar explorar las diferentes formas en que se puede organizar el trabajo de la gente y procurar darle algo a cambio a la gente para que lo siga haciendo. El dinero también evolucionó y siempre seguirá impulsando cosas, pero esa no es la mejor forma de entender lo que está pasando. Si nos detenemos a mirar veremos que se están intentando muchas variedades interesantes de dinero.
Uno de los efectos de esta economía de redes y de este crecimiento de las redes es que “cuando más grande es, más grande se hace”: cuanto más tiene más grande se hace y más atractiva se vuelve. Y así tenemos las explosiones exponenciales de las redes. Por eso Microsoft se hizo tan grande, y Google y Facebook. Todas operan con el mismo principio. El fenómeno que muestran todas estas redes es que siempre va a haber estos ganadores que toman todo pero que las mismas fuerzas que las hacen grandes las ayudan a desenredarse con la misma rapidez. Son éxitos temporarios en cierto sentido: con la misma velocidad que crecen, colapsan (el caso Blackberry). No deberíamos envidiar ese éxito porque es efímero, y además, es muy natural.