Los aficionados cambian la faz de la manufactura

    Si Anderson –ex director de la revista Wired– está en lo cierto, la manufactura asiste al comienzo de un cambio similar al que ya están viviendo los medios, en cuyo sector las grandes cadenas de difusión ahora comparten sus mercados con proveedores de contenido “muchos a muchos”, tales como diseñadores de aplicaciones y editores de libros electrónicos.
    Makers desarrolla la premisa que Anderson presentara en su primer libro, The Long Tail: Why the Future of Business Is Selling Less of More. En aquel libro, publicado en 2006, decía que aunque la economía digital en red podía parecer dominada por unos pocos jugadores grandes, existe una enorme cantidad de oportunidades para pequeños jugadores porque esa economía no necesita grandes despliegues de distribución para llegar a los extremos de la curva de la demanda. Esas oportunidades –dice ahora Anderson en su nuevo libro– están sosteniendo el advenimiento del movimiento de los “hacedores” y cambiando la faz de la fabricación.
    Este movimiento de los hacedores nació en Internet, donde aficionados de fin de semana comparten planos y tutoriales en foros online. Estos hacedores no solo están haciendo cosas para ellos mismos y para sus amigos y colegas sino que también están iniciando negocios para vender componentes, equipos y productos terminados.
    Algunos de estos negocios se convirtieron en compañías multimillonarias en los últimos años. Una es SparkFun, que fabrica componentes electrónicos con ingresos anuales de US$ 30 millones; otra es MakerBot, fabricante de impresoras 3D que atrajo inversiones por valor de US$ 10 millones. Tanto apuesta Anderson al crecimiento de estos negocios que dejó su cargo de CEO de Wired para ocupar el mismo cargo en 3Drobotics, una startup de la cual es cofundador.
    Lo que diferencia a estas compañías de hacedores, dice Anderson, es que estos consideran a sus clientes como participantes en el negocio. Por ejemplo, publican en la Web los planos de sus productos porque saben que quienes están esperando ese producto van a hacer sus aportes.
    Fabricación digital
    El conocimiento distribuido no es el único factor que contribuye al crecimiento de este movimiento. Un papel muy importante le corresponde a las herramientas de fabricación digital que con su bajo costo permiten a la gente fabricar impresoras 3D, cortadores láser o molinos robot. El impacto de estos desarrollos sobre la manufactura podría ser importante.
    Lanzar una fábrica ya no requiere conseguir un mercado masivo si se puede llegar a los clientes adecuados, donde sea que estén. La microfinanciación colectiva (crowdfunding) mediante pre-ventas en sitios como Kickstarter.com y Launcht.com, hace posible a estas startups reunir el capital inicial sin vender participación en la propiedad a capitalistas de riesgo. Luego están los mercados online (como Etsy.com y Fab.com) que dan a diseñadores desconocidos la posibilidad de llegar a los públicos que buscan. Y también están los proveedores como MFG.com y Alibaba.com que hacen posible que un negocio familiar trabaje con sus vendedores en todo el mundo.
    Pero el mundo de los hacedores no es un jardín de rosas. Crean trabajo, pero también lo destruyen si se tiene en cuenta que la mayoría de estas pequeñas empresas fracasan antes de su tercer año. También es frágil una red global de pequeños proveedores. La infraestructura de transporte está sujeta al capricho de un clima global volátil y estas pequeñas empresas no tienen la fuerza de las grandes para aplicar presión a sus fleteros. En suma, la situación de estos emprendimientos no es perfecta pero sí aceptable. Si parte de su infraestructura se cae, innovan y salen adelante.
    Los grandes fabricantes harían bien en seguir de cerca el movimiento de los “hacedores”. Las empresas de telecomunicaciones son ahora plataformas de comunicación muchos a muchos y los pequeños proveedores de servicios de Internet son sus clientes, no sus competidores. A las fábricas les vendría muy bien aprovechar un mercado muchos a muchos.