
Por Rubén Chorny
Hay por lo menos medio millón de hogares en la Argentina cuyo ingreso mensual promedio supera los $30.000. Y otro millón más reúne, contándoles las costillas a todo el grupo familiar, de $15.000 para arriba. Entre ellos están los que una vez que compraron el auto de alta gama, sofisticados plasmas, celulares smart, pagaron la cuota de algún inmueble, viajaron al exterior en vacaciones y se movilizaron en fines de semana largos, solventan la casa en el country, mandan a los hijos a escuelas pagas, salieron a comer afuera y surtieron holgadamente el refrigerador, les queda un margen para capitalizar, sea como ahorro o como inversión.
Se calcula que 20% de las familias dispone de excedentes de sus ingresos para colocar en un banco a interés, juntar dólares en colchones o cajas de seguridad, oro, abrir una cuenta bancaria en el exterior, armarse una cartera de bonos, acciones, cuotas de fondos comunes, fideicomisos y todo el menú de alternativas nacionales o globales que ofrece el pequeño pero surtido mercado de capitales del país.
Las consultoras de marketing, como W de Guillermo Oliveto o su anterior empleador, CCR, cuando identifican consumidores para sus clientes, estiman que nada más que en la punta de la pirámide de ingresos, 7% de la población puede consumir 70% y 30% le quedaría para atesorar.
Un gurú nacional de las finanzas, cuyo perfil público es inversamente proporcional a su experiencia en los mercados, divide el menú para invertir en cuatro grandes rubros, según el rango de capital en juego:
• El nivel más alto prefiere ladrillos por el atractivo de la renta.
• El que le sigue elige al auto como reserva de valor para ahorrar.
• En tercer lugar, se encuentra quien se conforma con el plasma o electrodoméstico para el hogar.
• Y en el cuarto, el que se resigna a las zapatillas de marca.
Y quizá sea esa escala de zozobras, incorporada a través de generaciones a fuerza de inflaciones, bruscas devaluaciones, planes Bonex, corralitos, quitas en los ahorros, topes jubilatorios, tarifazos, impuestazos y hasta defaults, de los que ningún Gobierno se privó, la que explique por qué es tan reducido el mercado de capitales y tan exiguo el movimiento bancario en relación con el tamaño de la economía visible y ni hablar de la paralela off shore que se fue creando.
Por si tanta incertidumbre e inestabilidad domésticas no alcanzaran a los comunes de los mortales argentinos para planificar un mediano o largo plazo, hoy aporta al cóctel especulativo el errático flujo de divisas que vomita la imprenta de la Reserva Federal para empujar a la economía estadounidense, parte del cual aterriza como golondrinas en los mercados emergentes. Que sí, que no, basta que Washington amague con parar las máquinas de hacer dólares y subir las tasas, para que esas corrientes de divisas entren, salgan, vuelvan a entrar y dejen el tendal cuando terminan retornando al seguro redil del Tío Sam. Brasil e India son los que más lo sufren actualmente.
La Argentina, con sus propios avatares, como las limitaciones a la compra de moneda extranjera y pago de importaciones que llevan dos años, estuvo al margen de ese tránsito cablegráfico de capitales, pero el inversor que presume de globalizado igual mira el Dow Jones, el Bovespa, el Ibex y las cotizaciones de todo tipo de fondos comunes antes de ordenar una operación.

Agustín Trella
Carteras conservadoras y moderadas
Algunos deambulan por las oficinas de agentes de bolsas, por boxes bancarios y muchos no pierden la costumbre de levantar la vista al paso hacia los carteles luminosos de la City, donde otrora resplandecieran las cotizaciones del dólar, el euro. Así uno que otro llega a la banca de inversión Puente, lo atiende un representante, lo ausculta para ubicarlo más o menos en el perfil, averigua en cuánto tiempo va a necesitar el capital, qué tipo de inversiones prefiere, y ahí se le arma la cartera.
Lo relata Agustín Trella, Portfolio Manager de la entidad: “Planteamos una inversión mínima de $100.000, porque nos pareció que a esa suma se puede diversificarla bien, con por lo menos dos o tres activos. Se toman varios porque el inversor apunta a proteger un poco el capital dentro de la cartera. Porque la idea es que si alguna alternativa da mal, con el resto se compensen de alguna manera las pérdidas. Buscamos que tengan liquidez y un rendimiento atractivo, pero que sean balanceados en cuanto a la renta ofrecida”.
Precisa que la mayoría de los instrumentos de estas carteras son en dólares, “que frente a un plazo fijo que paga 16/18%, algunos ofrecen 12% en dólares al año y otros activos corporativos dan entre 4 y 5% en dólares; otra cuestión a tener en cuenta es que el plazo fijo hay que tenerlo hasta que vence, mientras los activos en cartera se pueden vender antes”.
Según Trella, los activos de renta fija en dólares de la Argentina para conformar una cartera de inversión tienen atractivos rendimientos en comparación a sus pares de la región, como Brasil o Perú.
“Damos a elegir entre dos carteras; una para un perfil conservador y otro para un perfil moderado, cuyos pilares son activos de renta fija soberanos y subsoberanos principalmente en dólares y con atractivos rendimientos.
Ambas se encuentran compuestas principalmente por los siguientes activos:
• Soberanos y subsoberanos de riesgo moderado con rendimiento de entre 9% y 19% anual.
• Subsoberanos en dólares de riesgo bajo con garantía hidrocarburífera y legislación externa, que presentan rendimientos entre 9% y 13% anual.
• Subsoberanos y corporativos “dólar linked”, de corto y mediano plazo, con rendimientos ajustado por el tipo de cambio.
• Corporativos en dólares de buena calidad crediticia con rendimientos entre 4% y 11% anual.
Su compañera, la analista Agostina Nieves, complementa la información: “Los ahorristas tienden a dolarizarse a través de los activos en esa moneda desde que surgieron dificultades para adquirir divisas. Pero sí se pueden comprar bonos y, de este modo, tener la cartera completamente dolarizada”.
De este modo, pone como ejemplo que los títulos soberanos en dólares, como el Boden 15, el Bonar 13 (que venció en septiembre) o el Global 17, a los que se puede entrar con pesos o moneda estadounidense, se pagan en dólares el día del vencimiento.
Señala que “los inversores locales preferían el AS13, que se usó mucho para dolarizar carteras legalmente a través de la bolsa y sin problemas: se compraba en pesos (los últimos se pagaban $934 ) y en unos días se cambiaba medio cupón en dólares a 103,50”.
En cuanto a los bonos garantizados por regalías hidrocarburíferas, dice que “en realidad están cubiertos por esos derechos que pagan las empresas por el petróleo y gas, que destinan al título antes que vayan a parar a las arcas de la provincia. Es una buena alternativa conservadora, porque tiene un riesgo de los más bajos”.
Entre los más recomendados, afirma, está el de Neuquén, que vence en 2021, cuya TIR (tasa interna de retorno) es de 11,5% anual en dólares, tiene amortización trimestral de un poco de capital y cotiza en mercado secundario con buena liquidez”.
La provincia patagónica también emitió letras a 94 días con una tasa de 13,50%; mientras la provincia de Buenos Aires lo hizo a 84 días, con tasa de 14,41%; y Córdoba colocó a 49 días con tasa de 13,07%. “Este tipo de letras rinden un poco más que las que emite el Banco Central y son interesantes, nuevamente con un mercado secundario activo en caso de iliquidez”, destacó.
YPF tiene bonos en dólares, propiamente dichos, que cotizan afuera y pagan en divisas, y también ofrece la variante de dólar linked, tan en boga, que si bien ajusta por tipo de cambio, se paga en pesos a la cotización oficial de Banco Nación. El negocio estuvo en la devaluación, que en agosto, anualizada, fue cercana a 40%.
Trella aclara que hasta las acciones subieron mucho últimamente porque evolucionan conforme al tipo de cambio implícito, “pero nosotros no las recomendamos porque se hace difícil diferenciar el efecto de esa alza y por nuestra visión actual del mercado. Las vemos muy volátiles, por eso nos inclinamos por los activos de renta fija, la mayoría bonos, que se mueven con otro tipo de drivers. Tampoco consideramos los de renta variable”.
Fideicomisos
Si bien los fideicomisos proliferan en inversiones específicas, como consumo, siembra, obras públicas, energía, ladrillos, en Puente resolvieron no incluirlos en las carteras que plantean a la clientela, “porque creemos que los que están son los que mejor se ajustan a un perfil que puede ser moderado y conservador, y al mismo tiempo, tienen liquidez. O sea que si el inversor no quiere esperar hasta el vencimiento y salir un poco antes, que tenga la posibilidad de hacerlo”, explica.
“El fideicomiso tiene una contra no menor, que es que no tiene un mercado secundario. Los que más o menos seguimos son los de consumo (las redes de electrodomésticos), que cotizan en bolsa”, añade.
No obstante, las emisiones de fideicomisos financieros marcaron en julio un nuevo récord (excluyendo las que van con destino a financiar obras de infraestructura), al totalizar algo más de $2.060 millones. La cantidad de operaciones llegó a 22 frente a un promedio mensual de 17 entre enero y junio.
Algunos siguen a la inflación junto a los títulos públicos en pesos, las cauciones, los cheques de pago diferido y las obligaciones negociables.
Los fideicomisos para consorcios al costo dan mayores utilidades que los plazos fijos, y los pooles de siembra se vieron afectados por el fracaso de la cosecha de algodón y las sequías.
Los que funcionan son aquellos cuya escala brinda protección y seguridad, dada la diversificación de cultivos y campos incluso frente a las inclemencias climáticas. Los hay que van por la quinta campaña y proyectan una renta promedio anual 16% en dólares, si bien recibe los aportes en pesos al tipo de cambio oficial.
Con una inversión menor en pesos, se ingresa a un negocio de siembra de 35.000 has aproximadas, donde el capital total alcanza los US$ 20 millones.
Dólar linked
Los inversores chicos tienen una muy buena opción dólar linked, que consiste en fórmulas de ajuste por el tipo de cambio oficial, más alguna tasa de interés, aplicable en títulos, la mayoría son provinciales: Buenos Aires, CABA, Córdoba, emitidos en cuatro clases.
Los corporativos son bonos pero de empresas, que cotizan en dólares; en muchos casos tienen mínimos, lo que significa que se requiera un inicial de 10, 50.000, como Petrobras 2017, Arcor 2017. No suelen ser recomendados a inversores chicos porque son de largo plazo y por el tipo de rendimiento que dan, el bono soberano sería en ese caso preferible. El Petrobras 2017 da entre 4 y 5% de TIR, mientras el Boden 2015, que vence en dos años, rinde más o menos 12%.

Nicolás Bridger
Foto: Gabriel Reig
Pronósticos macro y micro
Nicolás Bridger, de la consultora Prefinex, prevé para 2014 que continúe el financiamiento vía BCRA y Anses, lo cual se traducirá en presiones inflacionarias y del tipo de cambio crecientes, con un factor de incertidumbre adicional, como será el resultado de la saga judicial de los holdouts. Además, desde el flanco externo, ve venir un éxodo de capitales de los países emergentes ante las medidas monetarias de la Reserva Federal de EE.UU. y que el bajo crecimiento brasileño afectará la demanda de automotores nacionales que impactará negativamente en el PIB.
Y en ese marco, recomienda un porfolio diversificado y que sirva de escudo ante la inflación, incluyendo:
• Activos de renta variable local: acciones de empresas locales que se beneficiarían con un escenario de mejora de la competitividad (empresas orientadas al mercado externo, ejemplos: Aluar, Siderar, Tenaris).
• Títulos públicos en dólares o dólar linked (Boden 2015, Bono Ciudad de Bs As).
• Fideicomisos de construcción en pesos.
La participación de cada uno de estos activos en las carteras dependerá de la aversión al riesgo del inversor y de los montos disponibles, aclara.
Para lo que va del año, Prefinex estimó que las acciones de Siderar arrojaron el mejor rendimiento, con 80,6%, y que YPF remontó la magra performance de la primera mitad del año pasado, y de enero a agosto acumuló 49,5%. Otra siderúrgica, Tenaris, obtuvo 39,5%, casi lo mismo que el índice de Merval, en cuyo panel sobresalen 13 empresas líderes. Algo más abajo se situaron el Bonar 2013 y el bono de Buenos Aires 2015, con 37 y 35% respectivamente.
El denominador común de todos estos guarismos fue la incidencia que tuvo la aceleración del tipo de cambio oficial a partir del segundo trimestre. En ese aspecto, se conjugó también la inversión en Cedears, formado por acciones de empresas extranjeras, que se compran en pesos en la bolsa porteña y cotizan en su mayoría en Estados Unidos.
Para entender cómo funciona la valoración, está el caso de Tenaris, que el año pasado vio incrementado su precio en 64% en la Bolsa de Buenos Aires, pero solo 14% si tomamos su ADR (cotización en el exterior de las acciones de empresas locales) en el NYSE.
Claro que la volatilidad es mucho mayor y no son para cualquier inversor combinaciones como las que caracterizan a esta operatoria bursátil.
Opciones poco convencionales
Lucas Agrello, analista de Rava Sociedad de Bolsa, menciona al Bogar 18 (emitido por el Estado argentino) como otra variante de los bonos a tener en cuenta. Se ajusta por el Coeficiente de Estabilidad de Referencia (CER, que depende de la medición de precios del Indec) y tiene un plazo de recupero de 2,74 años (1.000 días), que es más largo y, por consiguiente, más arriesgado.
La tasa de retorno o ganancia inicial es de 12%, que luego del ajuste al ritmo en el que se mueve la inflación oficial se ubicará finalmente arriba de 22%. En tanto, el pago del interés mensual se encuentra en 2% más el ajuste.
Entre las recomendaciones también figuran los cheques de pago diferido, un instrumento que nace a partir de empresas que descuentan cheques en la bolsa. Estos instrumentos se dividen en “avalados” y “patrocinados”, pero los analistas se inclinan por aquellos porque presentan un riesgo menor al estar avalados por las sociedades de garantía recíproca.
“Hay plazos de entre 30 días y más de 180, pero lo más recomendable es apuntar al tramo de entre 120 y 180 días porque deja un retorno mayor”, subrayó Trella.
Ezequiel Estrada, analista de Bullmarket Brokers, insta a no olvidar los cupones PBI del canje de deuda como una de las mejores alternativas de inversión. “Para que no paguen renta, la economía no debería registrar crecimiento de acá a fin de año, algo improbable”, explica.
“Si la tendencia se confirma, todavía tendrían margen para subas adicionales. Si la economía creciera este año 3,22%, los tenedores de estos papeles en dólares estarían cobrando en diciembre el equivalente a poco más de 80% del valor actual de los derivados en esa moneda”, calcula.
El Cedin es un instrumento de blanqueo. Aún es una incógnita porque no se formó un mercado secundario. El Banco Central demostró que se cumplió la promesa de pagar en dólares en ventanilla, pero por ahora no hay liquidez. También se comenta en voz baja en los corrillos financieros que el principal problema está en la operatoria, ya que la Unidad de Información Financiera, que no funciona en forma autárquica como en otras partes del mundo porque depende del Ministerio de Justicia, obliga a los bancos a reportar operaciones sospechosas (ROS) para ser investigadas, lo cual queda registrado en las bases de datos. Pero lo más delicado es que se personaliza el cumplimiento de ese requisito en un oficial, que es finalmente el responsable de denunciar esos ROS.
Conclusiones
Desde una óptica estrictamente financiera, el concepto sería:
• Invertir en pesos en negocios dolarizados para resguardo de la inflación, protección ante una eventual devaluación que va camino hacia 20% y obtención de una renta por sobre otros instrumentos financieros.
• Recalar en el plazo fijo, alternativa aún muy utilizada en nuestro país, teniendo en cuenta que no cubre la inflación, ya que la tasa promedio, según informa el Banco Central de la República Argentina, ronda 15%. La cuenta sale sola: $50.000 a 30 días rinden casi $600 de interés con un plazo fijo a tasa promedio.
• ¡Atención con el oro! Bridger le sigue poniendo alguna ficha como una alternativa en el contexto actual de incertidumbre financiera, ya que, si bien a lo largo de 2012 y en lo que va de 2013 perdió terreno, en los últimos años registró subas y, en general, gana valor cuando al resto de los mercados le va mal.
A decir verdad tampoco se dan en la Argentina las condiciones para que la especulación financiera gane espacio en las sobremesas de los asados, en las reuniones entre amigos, o en los terceros tiempos de las actividades deportivas. Hasta se da la especial característica de que los jóvenes de hasta 30 años no traen incorporada la cultura de guardar para el futuro. Renuevan los celulares y el auto. Prefieren gastar los excedentes en viajes, pagar los pasajes con tarjeta a un dólar de 5 pesos y pico y andar con lo justo para cubrir lo básico. Para eso le sirvió arrastrar la idiosincrasia gasolera de más de dos generaciones de ancestros inmigrantes o hijos de…, aunque no de la obsesión que tenían de prevenir el mañana.

Volatilidad, sentencian las pantallas globales
El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, bien puede dar fe metafórica de que se resfrió en cuanto del otro lado del continente empezó a estornudar el jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke.
Así como los dólares que se emitían en el Norte para salir de la crisis del último lustro se derramaban por las economías emergentes, como la brasileña o la india, un buen día la Fed comenzó a considerar que ya era suficiente y hora de empezar a cerrar las esclusas y los capitales emprendieron el regreso a las plazas tradicionales.
Ese reflujo afectó a las monedas locales, como el real, e hizo subir las tasas de interés bancarias para retener algo del éxodo, lo cual repercutió en la actividad económica.
En la City porteña, a Agustín Trella, Portfolio Manager de la Mesa de Clientes Institucionales de Puente, Banca de Inversión, Banca Privada y Trading & Execution, no le dan los ojos para detectar en la pantalla de su notebook cada número que cambia en los tableros electrónicos de todos los mercados que sigue. “Alta volatilidad”, así sintetiza la conclusión que extrae del actual contexto internacional.
“En los dos meses recientes, como en Estados Unidos está subiendo la tasa de referencia y no se sabe cuándo van a empezar a reducir los estímulos monetarios, los capitales comenzaron a retomar los activos seguros o rumbean para el Norte, lo cual genera presiones de apreciación del dólar y depreciación de monedas emergentes”, redondea.
Un mercado chiquito y poco cumplidor
Cotizan la mitad de empresas que en el mercado chileno y peruano; registra también la mitad de fondos comunes de inversión que en México y la décima parte que en Chile y España y la clientela de los fondos es unas décimas más que 1% respecto de Brasil. ¿Será suficiente con una ley de oferta pública para tonificarlo?
La Comisión Nacional de Valores tiró datos contundentes sobre el tamaño del mercado argentino de capitales en comparación con otras plazas de la región:
• Cotizan 107 compañías, contra 245 en Chile, 277 en Perú y 365 en Brasil;
• Hay registrados 292 fondos comunes de inversión, contra 548 de México, 2.215 de Chile, 2.457 de España y 11.935 de Brasil.
• Contabiliza unos 139.000 clientes locales de los fondos, contra más de 2 millones en México, más de 5 millones de España y unos 10,5 millones de Brasil.
El titular de la CNV, Alejandro Vanoli, justificó de este modo la sanción de la Ley del Mercado de Capitales en el seminario internacional “Argentina y América latina: la agenda para el desarrollo y la integración: las relaciones sur-sur”: “Da respuesta a dos problemas centrales que ha tenido el mercado financiero en nuestro país, y en alguna medida también en el mundo, que son las fallas de regulación y las fallas en la estructura de mercado, todo lo cual ha generado un sistema financiero chico, orientado a la especulación y que no brinda un adecuado servicio en acceso, en costos, en alcance a nuestros ciudadanos, a nuestras regiones, provincias y municipios y a nuestras empresas”.
Las ganancias que trasuntan en lo que va del año las escuálidas operaciones que se reportan, sean las minoristas de la Bolsa de Comercio como las mayoristas del Mercado Abierto Electrónico (MAE), son privativas de unos selectos jugadores.
Solo en ese reducido ámbito se entiende que en el medio de la sanción de una ley y su reglamentación, que es resistida por las facultades que otorga al Estado para intervenir en las empresas privadas, se haya duplicado el monto promedio mensual negociado en bonos corporativos respecto del año pasado y que en agosto se haya cuadruplicado respecto del mismo mes de 2012 el volumen negociado en términos absolutos.
Vanoli dio su versión sobre la nueva ley, que encara “un cambio gradual, tanto cuantitativo como cualitativo, de los patrones de ahorro del país”:
• Posibilitar a todos los argentinos, cualquiera sea su ubicación geográfica, acceder a un mercado de capitales que era chico, fragmentado, costoso, ilíquido y poco trasparente.
• Continuar impulsando que el mercado se nutra de actores que nunca fueron convocados y que recién este año comenzaron a invertir en el mercado de capitales.
• Generar que los flujos financieros se correspondan con los flujos reales y los flujos productivos.
• Tratar que el crédito llegue, a partir de la regulación, desde estos ahorristas pequeños, medianos e institucionales a aquellos que requieren financiamiento.
• Permitir que este patrón de ahorro se vaya diversificando en instrumentos que financien a las Pyme, al agro, a la industria, a los servicios y a la tecnología, como serían por ejemplo el Fondo Común de Inversión en Ciencia y Tecnología y el financiamiento de un plan de vivienda popular a través del mercado de capitales como lo es el caso de Procrear.
• Desde la vereda de enfrente del oficialismo, la óptica en torno de la nueva Ley de Oferta Pública es diametralmente opuesta. Se teme por una supuesta falta de transparencia, de tranquilidad para el que hoy cotiza y para el que está en el mercado. Lo puso en palabras el ex titular de la UIA y candidato a diputado por el Frente Renovador, José Ignacio de Mendiguren: “Se puede prestar a extorsiones donde un accionista minoritario le diga a la empresa o me pagás el doble por la participación que tengo o si no te inicio un proceso por intervención; es un tema grave”. Advirtió que “genera fuga” y que prevé “intervenciones” en las empresas, por lo que vaticinó que “el crecimiento que necesita el mercado de capitales no se va a producir”.
Media Argentina con más de un pie afuera
Los argentinos en su conjunto (empresas y familias) tienen activos en el exterior por un total de US$ 205.924 millones, que representan 45,3% del PBI calculado en US$ 454.315 millones estimados en pesos de 1993.
La “Posición de Inversión Internacional” que elabora el Indec calcula en unos US$ 200.000 millones fugados de la Argentina, que se van al doble si se aplica el “Método Residual de la Balanza de Pagos” del Banco Mundial, como hizo James S. Henry, de TJN. Uno se basa en encuestas y cruces informativos, mientras que el otro toma el movimiento de capitales ilícitos provenientes de la evasión y elusión tributaria y le agrega los rendimientos que generan año a año esos capitales offshore.
Un veterano cambista que ya ni por teléfono quiere tocar el tema afirma que 90% pertenece a residentes que los atesoraron para cubrirse de la inflación y los sacaron del sistema financiero nacional en una actitud meramente defensiva ante la desconfianza que generan políticos y banqueros.
Eso sí, estima en 30/40% de ese total proveniente de la informalidad, y para el resto predominan las autojustificaciones de elusión.
Difiere del porcentaje que maneja Gaggero, Rúa & Gaggero, al extrapolar lo consignado en las DDJJ de bienes personales del capital depositado en el exterior: solo la décima parte está declarada.
Para tener una idea de la concentración de los particulares en la tenencia de divisas, en la corrida cambiaria iniciada en 2007, 65% de los compradores de dólares lo hizo por montos superiores a 20.000, con picos de 68% en 2008. La mitad compró más de US$ 100.000, para luego ubicarse en 56% en 2009, 53% en 2010 y 54% en 2011.
Sin haber llegado a la banca en el exterior, US$ 40.000 millones descansan en entre 700 y 750.000 cajas de seguridad dentro del sistema bancario, a las que se accede transponiendo pasillos y bóvedas resguardados del público. De los colchones nadie se anima a tirar una cifra.
La plaza bancaria extranjera más próxima y fácil para refugiar ahorros y cubrirlos de la inflación es Uruguay, después viene Miami, según el monto del que se trate. Se estima que en Montevideo hay depositado unos US$ 2.000 millones de residentes argentinos.
Ni blue ni oficial, linked
Para asegurar el tipo de cambio sin necesidad de entrar en el mundo blue hay en la plaza financiera unos títulos cuya modalidad se conoce como dólar linked, que se convirtieron en los últimos meses en las vedettes de los inversores.
Como el Gobierno aceleró este año la tasa de devaluación, llevando el dólar oficial a niveles superiores a $5,50/5,70 , el rendimiento al que apuntan supera el orden de 23/25% anual.
Desde bonos provinciales hasta fondos comunes de inversión han adoptado esta operatoria, cuyas características son las siguientes:
• Se trata de títulos o Fondos Comunes de Inversión en pesos que se van ajustando según el alza del tipo de cambio oficial.
• Se compran en moneda local, pagan intereses y devuelven capital en esa misma divisa.
• Pagan al menos 5% más la devaluación del tipo de cambio oficial.
Inmuebles: caros adentro, baratos afuera
Invertir en cuatro paredes con la expectativa de un retorno a través de la renta es ilusorio en la Argentina. Lo asegura un especialista como José Rozados, director de Reporte Inmobiliario.
“Por lo general la renta que se calcula para un departamento de 2/3 ambientes en Capital está en el orden de 4,5/5% como máximo bruto, y neta la venta, cuando se descuentan los gastos que tiene el propietario, mantenimiento a lo largo de la vida útil, el costo de entrar, de salir, de la inversión, no llega a 3%”, indica.
De ese modo, se necesitarían 33 años para recuperar un capital del orden de US$ 100.000 inmovilizado en ladrillos.
Aclara en ese sentido Rozados que “lo que mide el inversor no es la ganancia, sino más que nada la seguridad, y justamente por eso se conforma con una renta baja”. Un inversor no sofisticado en la Argentina toma el mismo riesgo invirtiendo en un inmueble para volcar al alquiler de un departamento que el de un bono del Gobierno de Estados Unidos, el activo financiero más seguro del mundo.

