En el primer caso, sigue permitiendo el paso de la agricultura de subsistencia hacia mejores ingresos y niveles de vida. En el último, sigue siendo una vital fuente de innovación y competitividad, haciendo enormes aportes a la investigación y desarrollo, a las exportaciones y al crecimiento de la productividad. Pero hoy el sector manufacturero ha cambiado y ese cambio trae oportunidades y desafíos. Ni los líderes empresariales ni los políticos pueden confiar ya en las viejas respuestas en el nuevo entorno industrial.
La manaufactura del futuro: La próxima era de crecimiento e innovación global, un informe realizado por el McKinsey Global Institute, presenta una visión clara de cómo contribuye la manufactura a la economía global de hoy y cómo será su probable evolución en la próxima década.
Los resultados incluyen los siguientes puntos:
– El rol de la manufactura está cambiando. La forma en que contribuye a los cambios económicos a medida que las naciones maduran: en las actuales economías avanzadas, la industria promueve innovación, productividad y comercio más que crecimiento y empleo. En esos países, también ha comenzado a consumir más servicios y a necesitarlos más para operar.
– La manufactura no es monolítica. Tiene un sector diverso con cinco grupos de industrias, cada uno con diferentes impulsores de éxito.
– La manufactura está entrando en una nueva fase dinámica. A medida que emerge una nueva clase consumidora en los países en desarrollo y las innovaciones generan más demanda, los fabricantes globales tendrán importantes oportunidades nuevas, pero en un ambiente mucho más incierto.
El rol de la manufactura está cambiando. Globalmente, sigue creciendo. Ahora representa aproximadamente 16% del PBI global y 14% del empleo. Pero el tamaño relativo del sector en una economía varía con sus etapas de desarrollo. Cuando las economías se industrializan, la manufactura, el empleo y la producción suben rápidamente, pero una vez que la participación del sector llega a su punto culminante –de 20 a 35% del PBI– cae en una U invertida, junto con su participación en el empleo. La razón es que los sueldos suben, los consumidores tienen más dinero para gastar en servicios y así crece el sector servicios y se vuelve más importante que la actividad fabril como fuente de crecimiento y de empleo.
El rol de la manufactura está cambiando. Globalmente, sigue creciendo. Ahora representa aproximadamente 16% del PBI global y 14% del empleo. Pero el tamaño relativo del sector en una economía varía con sus etapas de desarrollo. Cuando las economías se industrializan, la manufactura, el empleo y la producción suben rápidamente, pero una vez que la participación del sector llega a su punto culminante –de 20 a 35% del PBI– cae en una U invertida, junto con su participación en el empleo. La razón es que los sueldos suben, los consumidores tienen más dinero para gastar en servicios y así crece el sector servicios y se vuelve más importante que la actividad fabril como fuente de crecimiento y de empleo.
Se observa también una evolución. Por ejemplo, aquella visión según la cual la manufactura y los servicios son sectores completamente separados y diferentes ya suena anticuada. Los servicios constituyen una gran cantidad de actividad manufacturera. En Estados Unidos cada dólar de producción industrial requiere 19 centavos de servicios. Y en algunos sectores, más de la mitad de todos los empleados trabajan en funciones de servicios, como ingenieros de investigación y desarrollo y personal de soporte en la oficina.
Empleo y exportaciones
A medida que las economías avanzadas se recuperan de la Gran Recesión, es posible que se acelere la contratación de personal en la manufactura y algunas naciones podrían incluso aumentar sus exportaciones netas. Los fabricantes continuarán contratando trabajadores tanto para producción como para no producción (roles como diseño o servicio de postventa). Pero a la larga, su participación en el empleo seguirá sometida a presiones que resultan de mejoras en productividad, del crecimiento de los servicios y de la competencia global que obliga a las economías avanzadas a especializarse en actividades que requieren mayor calificación.
La manufactura no es monolítica. No hay dos industrias que sean exactamente iguales; algunas son de trabajo intensivas y otras de conocimiento intensivas. Algunas dependen mucho del transporte mientras otras necesitan la proximidad de los clientes. El trabajo de McKinsey identifica cinco segmentos y analiza cómo influyen los diferentes factores en el lugar donde se construyen las fábricas, o se hace investigación o se va al mercado.
El segmento más grande por producción incluye industrias como la automovilística, productos químicos y farmacéuticos. Esas industrias dependen fuertemente de la innovación global para los mercados locales y también requieren proximidad a los mercados. El segundo segmento es procesamiento regional, que incluye industrias como edición, alimentos y bebidas. El segmento más pequeño, con solo 7% del valor agregado global, produce productos intercambiables de trabajo intensivo.
La manufactura está entrando en una nueva fase dinámica. Para 2025, habrá aparecido una nueva clase de consumidores globales y la mayor parte del consumo se realizará en economías en desarrollo. Esto va a crear interesantes oportunidades de mercado Mientras tanto, en los mercados establecidos, la demanda se fragmenta mientras los consumidores reclaman mayor variación y más tipos de servicios de posventa. Una gran cantidad de innovaciones en materiales y procesos –desde nanomateriales hasta impresión en 3D y robótica avanzada– también promete crear nuevas demandas y impulsar más productividad en todos los sectores de la manufactura y en todas las geografías.
Nuevos métodos y capacidades
Todas esas oportunidades surgen en un contexto lleno de desafíos. En algunos mercados de mano de obra barata, los sueldos están subiendo. La volatilidad de los precios de los recursos, una escasez en ciernes de talento y mayores riesgos regulatorios crean un ambiente que es mucho más incierto de lo que era antes de la Gran Recesión.
Fabricantes y políticos necesitan nuevos métodos y nuevas capacidades. Las empresas deben desarrollar una profunda comprensión de los mercados emergentes y de las necesidades de sus clientes. También necesitan métodos más ágiles para el desarrollo de la estrategia, usando planeamiento de escenarios en lugar de pronósticos, por ejemplo. Y tendrán que hacer grandes apuestas sobre oportunidades de largo alcance, como explorar nuevos mercados en economías en desarrollo o cambiar a materiales nuevos, pero deben hacerlo de manera de minimizar el riesgo.
Uno de los principales desafíos será encarar el tema de la huella que se deja en el planeta de manera mucho más precisa. Las industrias trabajo intensivas siempre toman el camino de los sueldos bajos, pero otras, con necesidades más complejas, deben sopesar factores como el acceso al transporte barato, a la información sobre consumidores o a empleados calificados. El resultado podría ser un nuevo tipo de compañía global de manufactura, una empresa en red que usa “big data†y analytics (ver informe en página 144) para responder rápidamente y con decisión a las condiciones cambiantes y perseguir oportunidades de largo plazo.
Para los políticos, apoyar industrias y competir globalmente significa que la política debe estar basada en una amplia comprensión de los diversos segmentos industriales en una economía nacional o regional, y también de las tendencias que las afectan. Por ejemplo, quienes modelan la política energética deben considerar qué segmentos serán afectados por los costos energéticos, cómo podría ser el impacto y cómo afectarán la decisión sobre la ubicación. También deberán reconocer que sus objetivos de largo plazo de crecimiento, innovación y exportaciones se cuidan actuando como facilitadores de los fabricantes (con cosas como inversión en infraestructura moderna) y ayudándolos a forjar las conexiones que necesitarán para acceder rápidamente a los mercados emergentes en crecimiento.
Dos prioridades fundamentales tanto para Gobiernos como para empresas son educación y el desarrollo de habilidades. Las empresas tienen que crear sus capacidades en investigación y desarrollo además de experiencia práctica en análisis de datos y diseño de producto. En la fábrica van a necesitar trabajadores calificados y conocedores de computación y gerentes ágiles para las cadenas globales de suministro. Además de apoyar los esfuerzos actuales por mejorar la educación pública –en particular la enseñanza de matemáticas y habilidades analíticas, los políticos deben trabajar con instituciones industriales y educativas para asegurar que las habilidades que se aprenden en la escuela son las que necesitan los empleadores.