Todo lo recaudado por la marca fue gracias a los voluntarios que se acercaron al espacio que Ala tenía dentro del predio y se animaron a correr con una sonrisa pintada en su mejilla, formando así una gran cadena.
Durante la previa de la carrera se invitó a todos los corredores a pintarse una sonrisa en cada de una de sus mejillas, con el objetivo de crear una cadena de valor que contagie e invite a más gente a colaborar por la educación y el crecimiento pleno de los chicos.
El valor de una sonrisa es ilimitado: no solo crea alegría en el hogar, fomenta buena voluntad sino que también es sinónimo de amistad. Los chicos nos viven contagiando sonrisas y Ala buscó replicar el poder de sus sonrisas con el fin de ayudar a construir un ambiente más sólido para su crecimiento.