<p>Efectivamente, Gaza pone a Angora en aprietos. Erdögan debía subrayar los excesos israelíes ante su propio partido islámico, pero sin alarmar a los militares laicos. Una sola cosa lo ayudaba: hace siglos que turcos y árabes se llevan mal, aunque Hamas pidiera la mediación del “premier”. </p>
<p>Todo esto viene de generaciones. Poco después de caer el imperio Otomano, tras la gran guerra de 1914/8, Turquía se erigió en estado secular, algo inconcebible para la mentalidad musulmana, creado en 1922 por Mustafá Kemal Ätatürk. Hoy, empero, el espectro político va de ultrasecularistas a musulmanes radicales. Erdögan es un creyente moderado que arbitra entre fuerzas opuestas. Igual que Turquía misma: Anatolia es la puerta de Eurasia, la frontera norte del mundo árabe y la sur de la órbita rusa.</p>
<p>Como en todo el mundo, la historia pesa. A ojos militares, el imperio era un desastre y metió al país en la gran guerra. A su fin, Turquía fue desmembraba dos veces. Una, inevitable, la privó de lo que hoy son Irak, Siria, Líbano, Palestina, Jordania y los bordes de la península arábiga hasta La Meca y el actual Qatar. La otra, efímera, independizó a los griegos de Esmirna, el grueso de los armenios y parte de los kurdos. Sin ahorrar excesos, el ejército –no los ulema- recobró esos territorios. </p>
<p>En la II guerra mundial, el Eje y los aliados presionaban a Turquía. Pero con los alemanes trabados en los Balcanes o los aliados luchando contra Erwin von Rommel en Egipto, turcos e iraníes se mantuvieron neutrales y eludieron otro desastre. </p>
<p>Pero la guerra fría tampoco fue fácil. Con la Unión Soviética apretando desde noreste y noroeste, Angora debió volverse a Estados Unidos y el tratado noratlántico (OTAN), pues Moscú quería controlar los estrechos –Dardanelos, Bósforo- que unen el Mediterráneo con el mar Negro. </p>
<p>Para confrontar con Turquía (e Irán, otro obstáculo al sur), los soviéticos armaron una cadena de alianzas con países árabes. Exactamente como Gran Bretaña entre 1885 y 1932. Irak, Siria, Egipto y otros quedaron en la órbita moscovita. A su vez, los turcos buscaron cooperar con dos países hostiles a la URSS y sus aliados árabes: Israel e Irán. Hasta 1979, ese esquema triple funcionó. Luego, el régimen teocrático de Ruhollá Jomeini rompió con Israel, aunque no con Turquía.</p>
<p>Años más tarde, surge una opción diferente: Turquía como potencia musulmana con responsabilidades más allá de sus fronteras. Obviamente, esto afecta las relaciones con Israel y EE.UU. Pero, en un sentido, será un mal menor: Tel Aviv ya no es indispensable para la seguridad turca y Washington necesita a Angora más de cuanto ésta necesita a Washington.<br />
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Turquía, un futuro nada fácil de trazar
Más allá de roces, el primer ministro Recep Tayyip Erdögan no desecha la vieja alianza con Israel. Así señala el analista geopolítico norteamericano George Friedman, allegado al Pentágono, en su boletín StratFor (“strategic forecasting”).