miércoles, 25 de diciembre de 2024

También Naciones Unidas sepulta el consenso de Washington

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“El laissez faire de los últimos 20 años, o sea el fundamentalismo de mercado, fracasó estrepitosamente. La desregulación alentó a acumular riesgos cuya corrección genera deflación por sobreendeudamiento y sólo puede contrarrestarse vía nuevas deudas”.

<p>Se trata de un trabajo de 60 p&aacute;ginas distribuido en marzo por la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (en ingl&eacute;s UNCTAD). En el cono sur fue saludado con un hondo silencio.<br />
Esta rotunda condena al extinto consenso de Washington (1989) figura en &ldquo;Crisis econ&oacute;mica mundial: fallas sist&eacute;micas y remedios multilaterales&rdquo;.<br />
A criterio de la entidad, sus llamados &ldquo;en pro de una gesti&oacute;n monetaria y financiera mas rigurosa es hoy m&aacute;s pertinente que nunca&rdquo;. Ciertos efectos de la crisis sist&eacute;mica desatada desde las econom&iacute;as centrales &ldquo;tienen alcance mundial. Su din&aacute;mica resulta de las fallas en desregulaci&oacute;n local e internacional, los persistentes desequilibrios por falta de un sistema monetario com&uacute;n y las hondas inconsistencias en pol&iacute;ticas comerciales&rdquo;.<br />
Sin duda, se apunta a dos entidades multilaterales: Fondo Monetario Internacional y Organizaci&oacute;n Mundial de Comercio (FMI, OMC). <br />
En esas condiciones, la tarea esencial es &ldquo;quebrar la espiral descendente de los precios de activos, influida por la demanda en contracci&oacute;n, y recomponer la capacidad prestadora del sector bancario&rdquo;. Vale decir, para &ldquo;dar cr&eacute;dito orientado a la inversi&oacute;n productiva, el crecimiento econ&oacute;mico &ndash;en t&eacute;rminos de producto bruto interno- y evitar a deflaci&oacute;n de valores&rdquo;. <br />
El informe no ahorra ni diluye cr&iacute;ticas. &ldquo;La fe ciega en la eficacia de los mercados desregulados y la ausencia de un sistema monetario apoyado en la cooperaci&oacute;n fue fatal. Cre&oacute; la ilusi&oacute;n de que las especulaciones en diversos segmentos pod&iacute;an dar ganancias inagotables y daban patente para el derroche&rdquo;.<br />
Se trataba, en suma, de una ficci&oacute;n virtual, donde el dinero se reinventaba a s&iacute; mismo v&iacute;a instrumentos tan complejos o vol&aacute;tiles como los derivativos. Los grandes bancos centrales y el FMI no quer&iacute;an ver la realidad que s&oacute;lo se&ntilde;alaban economistas serios o el comit&eacute; de Basilea (Banco de Ajustes Internacionales). Era esa &ldquo;muerte del dinero real&rdquo; anunciada por Joel Kurtzman (1993)&nbsp; y ya vinculada a la especulaci&oacute;n pura por Charles Kindleberger (1989).<br />
&ldquo;Tanta disfunci&oacute;n sist&eacute;mica &ndash;apunta el organismo- s&oacute;lo puede subsanarse mediante una reforma completa que recobre la regulaci&oacute;n y donde se confiera papel decisivo a los gobiernos&rdquo;. Esto es, al sector p&uacute;blico, no a banqueros responsables. &ldquo;Contra la opini&oacute;n de la sapiencia convencional, el estado est&aacute; en mejores condiciones de medir y evaluar movimiento de precios en los mercados objetos de las especulaci&oacute;n financiera, sobre todo los de futuros y opciones. Los gobierno, claro, no deben vacilar en intervenir si vislumbran desequilibrios importantes&rdquo;. M&aacute;xime ahora, cuando el de Estados Unidos o Gran Breta&ntilde;a estatizan todo tipo de bancos.<br />
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También se observa el papel y el peso crecientes de inversores financieros en gran escala, dentro de los mercados a término de insumos básicos. Ello ha afectado sus valores y ha aumentado la volatilidad subyacente. “En lapsos de auge económico, como el prevaleciente hasta 2007, se generaban burbujas especulativas en ciertos rubros intangibles, que han estallado tras el colapso de las malas hipotecas y han hecho proliferar de activos tóxicos”.<br />
Por ende, los reguladores -prescribe el documento- deben “obtener datos más completos sobre las transacciones, para entender qué factores definen en cada momento los movimientos de precios. Esto les permitirá intervenir ante operaciones problemáticas y cubrir  hueco normativos fundamentales, impidiendo que los abusos en mercados extrabursátiles no regulados  -el de derivativos es uno- lleven a la especulación desmedida”.<br />
La inexistencia de un sistema internacional cooperativo, capaz de gestionar fluctuaciones cambiarias, ha generado una desenfrenada especulación con divisas y ha ahondado los desequilibrios mundiales. Como sucedió en el sudeste asiático (1997/8), “la especulación cambiaria y la crisis subsiguiente empujaron varias economías al borde de la quiebra”. En esos días, las recetas del FMI agudizaron los problemas y causaron violencia social.<br />
En relación con esos episodios, la crisis argentina de 1997/2002 y las actuales turbulencias (que por vez primera castigan a EE.UU. tanto como a otros países), “las economías en desarrollo no deben ser objeto de evaluaciones o calificaciones desde los mismos mercados financieros o bursátiles culpables de sus problemas”. Esto una alusión indirecta a agencias como Moody’s o Standard & Poor’s.
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