domingo, 22 de diciembre de 2024

Si las promesas de Trump pasaran a ser realidad …

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Hay dos grandes acuerdos bipartidarios en Estados Unidos, que corren serio riesgo de terminar con el nuevo mandatario. Al menos, si cumple las promesas hechas durante la campaña electoral.

Uno es la adhesión a acuerdos de libre comercio globales. El otro es la vigencia de alianzas militares a gran escala, lideradas por Washington, para preservar –al menos así reza la declaratoria usual- la paz mundial.

Socios importantes de la superpotencia no esconden su inquietud y sus temores. Las suposiciones alcanzan a todos los gobiernos europeos, a Gran Bretaña (el socio privilegiado), a Canadá y México (el NAFTA peligra), Japón, y también los países nórdicos y bálticos.

Son las políticas enunciadas durante la contienda electoral, pero también los gestos y la personalidad de Trump los que alientan incertidumbres y ansiedades.

Se espera una oleada proteccionista en lo comercial y aislacionista en los actuales vínculos con el resto del mundo. El principal arsenal nuclear del mundo bajo el mando de Trump hace temblar a amigos y enemigos.

Toda la estrategia de contención de China en Asia puede ser abandonada (dijo que impondría aranceles de 45% a los productos chinos), dejando en situación muy desventajosa a los hasta hoy aliados de Estados Unidos.

Si se ingresa en una guerra comercial en gran escala –como muchos suponen- habría una larga etapa recesiva (mucho peor que lo ocurrido en 2008).

Los aliados militares recuerdan bien lo que afirmó en la campaña: los que quieran protección militar de Estados Unidos, deberán pagarla. No la parte proporcional, sino toda la que reciban. Es decir, los tratados defensivos serán una fuente de ingresos para el país. Japón y Corea ya hacen las cuentas y temen que Trump esté listo a tolerar una zona exclusiva de seguridad de China. Estados Unidos absorbe hoy 75% del costo total de la OTAN.

Pero estos tradicionales amigos y aliados de Washington no tienen alternativas. Centros de poder son Rusia, China y Estados Unidos. Y en muchísima menor medida, la Unión Europea.

Todos se preguntan qué ocurrirá en el futuro cercano con organizaciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la OCDE. Entre tanto, la nueva derecha populista europea celebra –por ahora- la llegada del millonario a la Casa Blanca.

 

 

 

 

 

 

 

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