<p>Cuando la imaginación nos transporta al año 2010, la primera sensación es de incertidumbre. Parece raro, porque no falta tanto tiempo y en los procesos históricos <i>diez años no es nada</i>; pero existe una sensación de fin de régimen y de país a la deriva.</p>
<p>El camino parece bifurcarse: o continúa ­y tal vez se profundiza­ el esquema neoliberal, o bien se pasa a otro modelo de tipo reformista. La naturaleza de la Argentina de 2010 dependerá de cuál sea el estilo de desarrollo que prevalezca. Cada uno tiene su esquema teórico, sus grupos sociales de apoyo, su articulación internacional y <i>cierta idea de la Argentina</i>.</p>
<p>La primera alternativa para el decenio consiste en la continuación del modelo neoliberal, con la obediencia a las leyes del mercado, la minimización del Estado, la apertura externa comercial y financiera, el respeto a los equilibrios macroeconómicos. Supone la preeminencia del orden económico por sobre los órdenes moral y político. Implica el predominio económico y político del sector financiero y de los intereses estadounidenses, así como la extranjerización de las mayores empresas.</p>
<p>Los motores del sistema son la exportación de productos primarios y la demanda interna de los grupos de altos ingresos. De allí que los sectores claves sean el primario exportador y los servicios e infraestructuras modernos (telecomunicaciones, carreteras, servicios financieros y comercio). La política económica interna se caracteriza por una distribución regresiva del ingreso, el papel del Estado como compensador de situaciones de pobreza, la baja de los costos laborales y la aspiración de lograr el equilibrio fiscal. Para mucha gente, el ideal deja de ser el logro de un determinado tipo de país; su máxima aspiración es <i>zafar</i> de la marginalidad y de la exclusión.</p>
<p>Este modelo neoliberal tiene importantes contradicciones estructurales, ya que en él prevalecen factores que impiden la difusión del crecimiento y llevan a una sociedad dual. Entre ellos sobresalen la concentración de la propiedad y del ingreso, la influencia decisiva del capital extranjero, el elevado componente importado en los bienes intermedios y finales, y la retracción del Estado. Sus factores de agotamiento son la desigualdad social y económica ­que puede llegar a ser intolerable­ y la vulnerabilidad externa, pues las exportaciones están poco diversificadas y se depende de la entrada de capitales externos.</p>
<p><b><i>Cambio de modelo</i></b></p>
<p>La segunda posibilidad que nos plantea el decenio es el cambio de modelo. En un régimen alternativo, que llamaré reformista, los objetivos son diferentes: distribución más justa de la riqueza y del ingreso, industrialización, política nacional independiente. El sector productivo es el predominante, con el apoyo de los grupos de ingresos medios y bajos. Existe una idea de país basada, por el lado de la producción, en actividades intensivas en materia gris, en mano de obra, así como una mayor justicia en la distribución.</p>
<p>El dinamismo del sistema se basa en la demanda interna y regional de bienes y servicios de consumo masivo y en la diversificación de las exportaciones, incluyendo manufacturas. Los sectores claves serían el manufacturero, los servicios sociales, la construcción de infraestructura y viviendas, y los sectores exportadores de productos primarios integrados a la economía nacional. En este esquema, la política económica interna ejecutará una distribución progresiva del ingreso, el Estado será regulador y planificador, existirá una mayor presión impositiva, mayores gastos en infraestructura y servicios sociales, políticas activas de apoyo a empresas pequeñas y medianas, y política monetaria <i>desarrollista</i> con el financiamiento a la economía como principal fuente de creación monetaria.</p>
<p>Los riesgos son el resurgimiento de la inflación, si no se expande con rapidez la oferta interna; y el desequilibrio de la balanza de pagos si no se disminuye la elasticidad/producto de las importaciones y aumentan las exportaciones.</p>
<p>Sin embargo, la principal dificultad para la ejecución de este modelo no es económica sino política. Radica en que no coincide con la actual estructura del poder económico, lo que no lo invalida, si pensamos en los cambios de modelo que tuvo la Argentina en los últimos 50 años.</p>
<p><b><i>Alca o Mercosur</i></b></p>
<p>Esta nueva política implica la vigencia de otro modelo de desarrollo. Para que se advierta con claridad su significado, es ilustrativo señalar las consecuencias de cada modelo en materia de inserción externa. En general, esa inserción también marca el carácter de los grupos internos hegemónicos (cuando dependíamos de Inglaterra, predominaba la oligarquía terrateniente; ahora, con la preponderancia estadounidense, es el sector financiero).</p>
<p>La alternativa a la que nos enfrentamos ahora es el modelo neoliberal, con Alca, o el reformista, con Mercosur. El 2010 nos encontrará incluidos en uno o en otro.</p>
<p>Con el modelo neoliberal se irá al Alca y se dará total libertad a los movimientos de capital; hasta es posible que estemos dolarizados. Nuestra política económica dependerá del sector externo, en particular de la continuidad del endeudamiento y de la inversión directa extranjera. No se revertirá, sino que se acentuará el proceso de extranjerización de las empresas. La principal alternativa de política económica será endeudamiento en abundancia o ajuste por recesión.</p>
<p>En cambio, la integración al Mercosur planteará una situación muy diferente. Ante todo, se trata de una integración entre iguales; a ninguno de los países miembros se le ocurriría intervenir en la política interna del otro. Nuestra estructura productiva se basará en la industria, que podrá ser el principal rubro de exportación al área. Será fundamental la realización de emprendimientos comunes, tal como lo hizo la Unión Europea en su nacimiento, con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (puesto que la finalidad era implantar la paz y las guerras se hacían con carbón y acero, se resolvió que esos recursos fueran comunes a los estados europeos). En nuestro caso, existe un amplio ámbito para esos emprendimientos, desde la creación de la línea aérea y de navegación marítima del Mercosur, hasta las acciones conjuntas en materia de energía atómica, satélites y tecnología. Después de un proceso que de modo sistemático nos cercenó soberanía nacional, podemos encarar otro que genere soberanía regional desde el Mercosur.</p>
<p>En síntesis: en la alternativa neoliberal, en 2010 seremos un área geográfica subordinada (ya que no asociada) a Estados Unidos, con predominio económico y político del sector financiero y con grandes desigualdades sociales. Por el contrario, en la posibilidad reformista, seríamos un país que desde el Mercosur esté tratando de reconstruir su aparato productivo, su capacidad de acción, su bienestar y su soberanía. En el primer caso, no habrá riesgos, pero tampoco esperanzas. En el segundo existirán peligros, pero seguiremos siendo una Nación.</p>
<p><i>Alfredo Eric Calcagno es Ex secretario general del Consejo Federal de Inversiones. Ex funcionario de las Naciones Unidas en la Cepal y la Unctad. Autor de 17 libros, entre ellos</i></p>
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<p>El universo neoliberal y La deuda externa explicada a todos.</p>
Riesgos y esperanzas
Cuando la imaginación nos transporta al año 2010, la primera sensación es de incertidumbre. Parece raro, porque no falta tanto tiempo y en los procesos históricos diez años no es nada; pero existe una sensación de fin de régimen y de país a la deriva.
El camino parece bifurcarse: o continúa -y tal vez se profundiza- el esquema neoliberal, o bien se pasa a otro modelo de tipo reformista.
Por Alfredo Eric Calcagno.