Pero ya en los primeros tiempos sorprendió al mundo: ahora lo describen como el líder más fuerte que ha tenido China en muchos años: implementó cambios profundos y desmanteló la tradición de gobierno colectivo. Políticamente lo ven como conservador y económicamente como liberal.
Sin embargo, mucho pasan por alto las paradojas de su política. Por mencionar sólo una, quiere convertir al sector privado en el gran impulsor de la economía y crear una economía que avance por la innovación. Al mismo tiempo, impone fuertes controles sobre Internet, discrimina contra las tecnológicas extranjeras. Y desalienta una verdadera economía de mercado.
Es cierto que fue anunciada ya hace varios años, pero ahora en forma indubitable existe un nuevo corazón de la estrategia china, regional y global. Y el impulsor es Xi Jimping. Reinventar la milenaria “ruta de la seda” como el gran cinturón económico asiático que se complementará con la “ruta de seda marítima”. Sin hablar de la presencia explícita de la potencia asiática en toda Ãfrica, y en forma creciente en buena parte de América latina.
Una estrategia no exenta de riesgos y conflictos. En buena parte de esa vasta geografía hay intereses encontrados con Estados Unidos, Japón, India e incluso Rusia. En cuanto a la actividad en algunos países latinoamericanos y africanos, comienza a haber duda sobre la capacidad de repago de los préstamos concedidos especialmente para desarrollo de infraestructura.
La nueva conducción política china intenta también un giro de calidad en su accionar internacional. No solamente invertir para asegurarse la provisión de productos básicos, sino para expandir también la industria y la capacidad de construir infraestructura, que están sobredimensonadas dentro del país.
Así, la tenencia de deuda estadounidense y de otros países, comienza a convertirse en inversión extranjera directa y en capital de un nuevo banco de desarrollo para competir con el Banco Mundial.
China le cuestiona a Estados Unidos su derecho a navegar las aguas del “Mar de la China” como si fuera suyo. En verdad, en el sudeste asiático la marina estadounidense está acostumbrada a tratar el Pacífico como “lago americano”, garantizando la libertad de navegación y ofreciendo tranquilidad a sus aliados. Este es el punto de confrontación más serio entre ambas potencias, y Xi Jimping ha reforzado el milistarismo chino.
En el plano internacional, China asumirá en este mes de noviembre el liderazgo del G20 y tendrá la oportunidad de poner su sello en las herramientas de la gobernanza mundial. Sus supuestos aliados en la construcción de un orden post norteamericano — Rusia, Brasil e India – tal vez no sean la ayuda eficaz que se podría suponer. Putin tiene detrás de sí su agresiva estrategia en Ucrania y ahora su ataque a Siria (sin contar con el potencial conflicto con China en el Asia central, por la estrategia de la nueva Ruta de la Seda de Beijing). Rousseff está en medio de una profunda recesión y un escándalo por corrupción. Y el presidente de la India, Narenda Modi no orienta su política en dirección a China. Al contrario, se apresta a competir con ella en Ãfrica, donde aspira a tener presencia significativa.
Aun así, China es la segunda economía del mundo, la segunda en gasto militar y la fuerza dominante en integración política y económica en el sudeste asiático además de ser una voz muy fuerte en todos los temas globales.