<p>La década pasada probablemente sea recordada como la de la estabilización. A partir de la sanción de la Ley de Convertibilidad se puso fin a una inflación persistente que había alcanzado dos picos hiperinflacionarios en 1989 y 1990. El impulso que significó la estabilización, sumado a la elevada liquidez prevaleciente en los mercados financieros internacionales, le permitió a la Argentina crecer fuertemente en el período inicial del Plan. Sin embargo, a fines del '94 se produjo una crisis financiera que afectó particularmente a nuestro país, en ese momento uno de los más vulnerables de la región. Las lecciones que nos dejó este episodio nos llevaron a avanzar en la consolidación del sistema financiero, por lo que las crisis de la segunda mitad de la década no se manifestaron en caídas de depósitos en la Argentina.</p>
<p>De todas formas, a pesar de haberse evitado el desarrollo de crisis bancarias locales, la segunda mitad de la década pasada fue un período de bajo crecimiento. En promedio, el PBI per cápita creció a una tasa de 1% anual, cuando lo había hecho a 6,5% en los cuatro años anteriores. Esto se debió a que la desprolija conducta fiscal nos hizo muy dependientes de los capitales externos, por lo que las crisis de los mercados emergentes de este período redujeron los fondos disponibles para nuestro país y dificultaron el crecimiento.</p>
<p>Por estas razones, el saneamiento fiscal se volvió fundamental, porque es imprescindible para revertir definitivamente la vulnerabilidad de nuestra economía y para estimular la inversión en una magnitud tal que le permita crecer sostenidamente. La reducción estructural del déficit fiscal que estamos encarando, y en la que ya obtuvimos resultados importantísimos, permitirá bajar sensiblemente el riesgo país y desencadenará una caída en la tasa de interés que hará que cada vez más proyectos de inversión se vuelvan viables.</p>
<p><b><i>Una economía más moderna</i></b></p>
<p>Pero no creemos que la reducción de la tasa de interés por sí sola garantice el nivel de inversión que necesita la economía argentina. Por eso, nuestro gobierno se ha comprometido con una política de movilización de inversiones y con la modernización de las instituciones, camino que fuera olvidado en la década pasada. Hemos emprendido reformas históricas en el ámbito laboral: descentralizamos la negociación colectiva, lo que permitirá que los contratos laborales se adapten a las necesidades de cada sector o región y que se obtengan importantes ganancias de productividad. También es fundamental la ya sancionada reforma del sistema de salud, porque permitirá un mejor uso de las contribuciones patronales y personales, y reducirá las presiones a incrementar los salarios que surgen del hecho de tener que financiar un doble gasto en salud. Además, estamos trabajando para sancionar una ley antievasión que refuerce la situación fiscal y nos permita, a mediano plazo, reducir tasas impositivas a medida que aumenten los ingresos. Y haremos lo mismo con una nueva ley de coparticipación federal, ideada para introducir mecanismos de distribución de los fondos más transparentes y para establecer una mayor correspondencia entre las decisiones de recaudación y de gasto, de forma de garantizar la solidez fiscal del sector público argentino. Por último, hemos avanzado en una ley de reforma previsional que asegurará la solvencia del sistema a largo plazo y ampliará su cobertura.</p>
<p>En resumen, la tarea que deberán cumplir los gobiernos en esta década, y que éste ya está llevando a cabo, es no dormirse en la estabilización y las privatizaciones, y salir a trabajar duro por una mayor competencia en todos los sectores, por una reducción de los costos de la economía y por una mejora de las instituciones.</p>
<p>Estas acciones provocarán un aumento importante de la inversión. El caso de las telecomunicaciones es un excelente ejemplo de los logros que pueden obtenerse. La década de los '90 nos dejó una red telefónica moderna pero con tarifas altas y ausencia de competencia. Ahora, no podemos darnos el lujo de dejar pasar las posibilidades de subir al país al <i>boom</i> de las telecomunicaciones y de las tecnologías de la información. La desregulación que estamos promoviendo generará inversiones en los próximos años por más de US$ 4.000 millones, ampliará la red y hará descender las tarifas, reduciendo los costos para los productores, mejorando el ingreso real de los ciudadanos y, especialmente, permitiendo un gran desarrollo de los emprendimientos de la nueva economía.</p>
<p>¿En qué otros sectores se dará este proceso de inversión y crecimiento? En muchos en los que la Argentina presenta ventajas, algunos de los cuales ya han manifestado su potencial de crecimiento en los últimos años. A mediano plazo, veo un país muy fuerte en los sectores tradicionales, pero también en otros más nuevos como <i>software</i>, Internet, alimentos orgánicos, cítricos, carne sin aftosa, alimentos con alto valor agregado, turismo, productos de diseño argentino, y otros bienes o servicios cuya producción requiera de recursos humanos capacitados o de la elaboración de recursos naturales.</p>
<p>Este será un país integrado al mundo a través de un bloque comercial abierto y dinámico que, al colocar sus productos en todos los mercados, podrá crecer sin sufrir las depresiones de la década anterior. Si seguimos las políticas adecuadas lograremos transitar este camino, transformando a la Argentina en un país más estable, en crecimiento sostenido y más equitativo, con una economía de pleno empleo y puestos de trabajo de calidad para todos. Con esto en mente estamos trabajando.</p>
<p><i>Pablo Gerchunoff es Jefe del Gabinete de Asesores del Ministerio de Economía.</i></p>
Por una modernización en serio de la economía
La década pasada probablemente sea recordada como la de la estabilización. El impulso que significó la estabilización, sumado a la elevada liquidez prevaleciente en los mercados financieros internacionales, le permitió a la Argentina crecer fuertemente en el período inicial del Plan.
Por Pablo Gerchunoff.