viernes, 10 de enero de 2025

Perfil de una organización dinámica en el nuevo siglo

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Las grandes compañías en Estados Unidos hacen poco para mejorar la eficiencia de los profesionales. En rigor, sus estructuras verticales, recargadas de matrices yuxtapuestas y contingentes, tornan toda tarea en más compleja y engorrosa. Estas reliquias de la era industrial son inadecuadas para los actuales procesos operativos.

<p>&ldquo;Las grandes empresas deben encarar radicales cambios organizativos y, para ello, obtener el m&aacute;ximo de sus profesionales&rdquo;, postulan Lowell Bryan y Claudia Joyce, que dirigen la oficina de McKinsey en Nueva York. Al respecto, hace medio siglo Peter Drucker acu&ntilde;aba el t&eacute;rmino &ldquo;operador del conocimiento&rdquo; para definir a una nueva clase cuyos recursos no eran el capital, la tierra ni el trabajo, sino el ejercicio del conocimiento. <br />
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Hoy se los llama profesionales y representan una considerable proporci&oacute;n de empleados en cualquier compa&ntilde;&iacute;a grande, donde &aacute;reas como servicios financieros, tecnolog&iacute;as de punta, farmoqu&iacute;mica y medios contienen 25% o m&aacute;s de ellos en su personal. Este grupo incluye innovadores que afrontan un entorno de negocios tan proteico como incierto.<br />
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Esos componentes, vitales para que las grandes organizaciones compitan, suelen ver sus tareas obstruidas. Su misi&oacute;n consiste en crear e intercambiar conocimiento y otros intangibles interactuando con sus pares pero, en vez, desperdician tiempo y esfuerzos buscando los datos que precisan &ndash;aun en sus propias empresas&ndash; y coordinando tareas con otros. A menudo, sin apoyo del <em>management</em> medio o superior. <br />
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Pero la ineficacia de los profesionales crece con su prominencia. Cada ola de ellos que entra en una compa&ntilde;&iacute;a genera una expansi&oacute;n exponencial de colaboradores o rivales potenciales e interacciones improductivas. Muchas empresas l&iacute;deres emplean actualmente 10.000 profesionales o m&aacute;s, lo cual significa unos cincuenta millones de posibles contactos bilaterales.<br />
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Entonces, la b&uacute;squeda de informaci&oacute;n implica ubicar a las personas que la poseen, pues la mayor&iacute;a de las organizaciones carece de &ldquo;mercados de conocimiento&rdquo;. Prueba de estas dificultades es el volumen de correos electr&oacute;nicos internos en el mundo: subi&oacute; en ocho a&ntilde;os de 1.800 a 24.000 millones diarios. Entretanto, la cohesi&oacute;n social y la confianza entre profesionales ha ido declinando, con lo cual disminuye su productividad.</p>
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<p><strong>Fallas de dise&ntilde;o</strong><br />
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Los profesionales suelen cooperar entre s&iacute; horizontalmente en cualquier empresa. Sin embargo, anacr&oacute;nicas estructuras verticales los obligan a recorrer compartimentos estancos para localizar colaboradores y apelar a ellos en pos de datos. <br />
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Peor, las matrices organizativas &ndash;dise&ntilde;adas para acomodar los ejes del management &ldquo;secundario&rdquo;&ndash; act&uacute;an como silos que, con frecuencia, implican un par de gerentes medios encima de los profesionales. Por ejemplo, uno de ventas y otro de producto. <br />
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Cualquiera que requiera cooperaci&oacute;n debe, por tanto, subir en el organigrama antes de pasar a otro compartimiento. A menudo, la colaboraci&oacute;n efectiva s&oacute;lo es factible buscando gerentes de l&iacute;nea superiores para resolver conflictos entre silos enfrentados.</p>
<p><strong>Otro modelo organizativo</strong><br />
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Sin la menor duda, las empresas pueden modificar las estructuras verticales, a fin de que los grupos profesionales se concentren en sus objetivos espec&iacute;ficos y asuman responsabilidades claras. A continuaci&oacute;n, ser&aacute; preciso crear redes y mercados internos que faciliten la colaboraci&oacute;n interactiva y la obtenci&oacute;n de los conocimientos necesarios. <br />
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Las compa&ntilde;&iacute;as no s&oacute;lo pueden desarrollar ese tipo de estructuras. Tambi&eacute;n pueden reducir la complejidad de interacciones y mejorar la calidad de la colaboraci&oacute;n interna implementando cuatro principios de dise&ntilde;o: <br />
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1. Simplificar el <em>management</em> vertical y las estructuras de l&iacute;nea, descartando matrices fallidas y planteos ad hoc o limitando el papel del gerente de l&iacute;nea a objetivos inmediatos. <br />
2. Desplegar fuera de l&iacute;nea equipos para detectar oportunidades y emplear <em>management</em> din&aacute;mico para resolver desequilibrios entre corto y largo plazo. <br />
3. Desarrollar mercados de conocimiento y redes formales para estimular creaci&oacute;n e intercambio de intangibles. <br />
4. Confiar en medidas de desempe&ntilde;o, antes que en la mera supervisi&oacute;n, para extraer lo mejor de los profesionales autogestionados. <br />
Esas ideas tal vez no sean del todo novedosas, pero Bryan y Joyce no conocen empresas que las apliquen en forma hol&iacute;stica. Este d&eacute;ficit limita la capacidad de explotar plenamente un potencial dado. Por ello, una organizaci&oacute;n que trate de simplificar su estructura vertical, sin promover mayor colaboraci&oacute;n entre profesionales autogestionados, podr&aacute; mejorar su eficiencia. Pero eso quedar&aacute; sobrecompensado por un decrecimiento de efectividad.</p>
<p><strong>Simplificando estructuras de l&iacute;nea</strong><br />
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Lo primero en materia de dise&ntilde;o consiste en clarificar relaciones jer&aacute;rquicas y responsabilidades de los gerentes de l&iacute;nea que deben cumplir metas contables. De ah&iacute; que toda otra consideraci&oacute;n quede al margen hasta que se cristalizan las expectativas de corto plazo. Para ello, una compa&ntilde;&iacute;a ha de definir un eje de <em>management</em> dominante (producto, funciones, demograf&iacute;a, clientes).<br />
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Luego eliminar&aacute; matrices y estratos ad hoc que suelen diluir la autoridad de quienes tienen la potestad para adoptar decisiones. El <em>management</em> din&aacute;mico y una colaboraci&oacute;n de mejor calidad son los mejores m&eacute;todos para cumplir los prop&oacute;sitos de la nueva organizaci&oacute;n.<br />
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Una empresa que apunte a estructuras de management perfeccionadas debe crear mecanismos decisorios efectivos. Por ejemplo, los involucrados en compartir costos de tecnolog&iacute;as inform&aacute;ticas (TI). Esos mecanismos se generan definiendo y clarificando las responsabilidades de cada miembro en los equipos superiores de liderazgo, aparte de establecer los comit&eacute;s de gobierno necesarios. Tambi&eacute;n puede ser preciso sacar de la estructura de l&iacute;nea, funciones de apoyo relevantes que exigen gesti&oacute;n espec&iacute;fica y, por lo tanto, profesionales capaces de gestionar esas funciones.<br />
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Finalmente, deben crearse estratos y papeles paralelos para promover redes formales que alcancen a toda la compa&ntilde;&iacute;a. As&iacute;, definir consistentemente las funciones del supervisor contable o el gerente de pa&iacute;s contribuye a que la gente interact&uacute;e y colabore.</p>
<p><strong><em>Management</em> din&aacute;mico</strong><br />
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Una vez que la nueva estructura vertical permite a los gerentes de l&iacute;nea dedicarse a los asuntos de corto plazo, los dem&aacute;s profesionales podr&aacute;n centrarse en tareas de largo plazo, como la generaci&oacute;n de utilidades. Las ventajas de la separaci&oacute;n son obvias: nadie desea que quienes est&aacute;n en la cotidiana lucha mano a mano dise&ntilde;en programas y armas de largo plazo.<br />
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Tareas de a&ntilde;os, como lanzar productos, construir negocios o redise&ntilde;ar la plataforma tecnol&oacute;gica de una empresa, usualmente requieren peque&ntilde;os grupos de profesionales en tiempo pleno, con libertad para experimentar y detectar caminos o esquemas exitosos. Pocos gerentes de l&iacute;nea &ndash;que viven expuestos a las presiones del mercado&ndash; tienen el tiempo o los recursos para encarar aquellos procesos.<br />
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Pero ello no significa que las empresas desechen la disciplina a favor de tal o cual proyecto. En rigor, una estrategia con base en carteras de iniciativas permite planear ordenadamente aplicando procesos de &ldquo;inversi&oacute;n ensayada&rdquo; t&iacute;picos del capital de riesgo o de investigaci&oacute;n y desarrollo (I+D) habituales en empresas l&iacute;deres. En cada una, existe usualmente un gerente superior, encargado de asegurarse de que los recursos se empleen bien. Cuando una iniciativa est&aacute; lista para una fase plena &ndash;proyecciones de costos e ingresos lo bastante claras para presupuestarlas&ndash;, puede pasar a estructuras de l&iacute;nea. <br />
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En ese punto &iquest;c&oacute;mo hacen los gerentes para convertir el concepto de desempe&ntilde;o general en realidad operativa? Por supuesto, recurriendo al <em>management</em> din&aacute;mico. En escala empresaria, claro, las compa&ntilde;&iacute;as gestionan ingresos de corto y largo plazo integr&aacute;ndolos al presupuesto total mediante iniciativas estrat&eacute;gicas. Por ende, deben adoptar formas sist&eacute;micas y efectivas de lograr equilibrios.<br />
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Ah&iacute; entra a terciar lo que Bryan y Joyce llaman &ldquo;<em>management</em> din&aacute;mico&rdquo;. Se trata de una combinaci&oacute;n de procesos ordenados, protocolos para toma de decisiones, desarrollo de presupuestos y cronogramas de procedimientos que posibilitan manejar la cartera de iniciativas como parte integral de una conducci&oacute;n superior y en toda la organizaci&oacute;n. Este <em>management</em> din&aacute;mico obliga a las firmas a la asignaci&oacute;n racional de recursos desde arriba, disciplinadamente, en vez de dejar la tarea a gerentes de l&iacute;nea. Este cambio, de paso, simplifica el trabajo de los directivos medios y descarta el organigrama por silos.</p>
<p><strong>Organizar en estratos</strong><br />
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Despejadas de la organizaci&oacute;n vertical, la matriz improductiva y sus estructuras contingentes, aparte de los compartimientos estancos, una compa&ntilde;&iacute;a ha de desarrollar estratos en forma de mercados y redes internas. Esto ayuda a que los profesionales trabajen horizontalmente a lo largo de toda la entidad.<br />
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Los estratos facilitan intercambiar conocimientos, ubicar colaboradores y desarrollar comunidades que generen activos intangibles. Dado que los estratos de mercado y la red interna permiten interactuar horizontalmente a los profesionales &ndash;sin subir ni bajar por cadenas de mando verticales&ndash;, promueven productividad en vez de trabarla.<br />
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Las empresas que establecen esos estratos invierten en minimizar costos de b&uacute;squeda y coordinaci&oacute;n entre profesionales que intercambian conocimientos. Tambi&eacute;n maximizan oportunidades de interactuar en forma productiva y bajando costos.</p>
<p><strong>Mercados de conocimiento</strong><br />
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En los &uacute;ltimos quince o veinte a&ntilde;os, el <em>management</em> del conocimiento ha generado mucho ruido. Pese a grandes gastos, sus resultados han sido escasos. Su valor real deriva menos de la gesti&oacute;n y m&aacute;s &ndash;mucho m&aacute;s&ndash; de crear e intercambiar conocimientos. La clave para ello es entender que los activos m&aacute;s valiosos de una empresa residen esencialmente en los cerebros de sus profesionales.<br />
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Intercambiar conocimientos en forma efectiva es menos un problema tecnol&oacute;gico que organizativo. As&iacute;, para promover la movilidad de informaci&oacute;n las empresas deben levantar barreras estructurales a la interacci&oacute;n entre profesionales. Estas firmas tambi&eacute;n deben aprender a alentar personas que quiz&aacute; ni se conozcan entre s&iacute; &ndash;las grandes compa&ntilde;&iacute;as suelen contener muchos profesionales&ndash; a operar juntas en beneficio mutuo.<br />
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&iquest;Cu&aacute;l es la mejor manera de hacerlo? Por supuesto, una ya muy probada: los mercados internos de conocimientos, que funcionan casi como los burs&aacute;tiles o financieros. Muy bien, pero &iquest;c&oacute;mo crear esos mercados, si el producto es un intangible y tampoco es un servicio? Entre otras cosas, no transan activos o materias primas, ni demandan c&aacute;nones, protocolos, regulaciones ni operadores.<br />
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Al no existir esas condiciones, el mercado interno de conocimientos es artificial y queda sujeto a las propias empresas. En particular, los proveedores de conocimientos deben contar con incentivos y apoyo para producir y vender &ldquo;objetos&rdquo; de alta calidad. A su vez, los &ldquo;compradores&rdquo; han de tener acceso a contenidos m&aacute;s profundos y relevantes, y f&aacute;ciles de asimilar, que en cualquier otra fuente alternativa. <br />
Los mercados de conocimientos son un concepto relativamente nuevo, por tanto son raros. Por ende, armar uno eficaz en una compa&ntilde;&iacute;a grande requiere sustanciales inversiones para reunir las condiciones necesarias y ponerlo en marcha. Pero no es imposible construir uno. Un mecanismo exitoso de este tipo mejora la capacidad de generar e intercambiar informaci&oacute;n y reduce en alto grado costos de b&uacute;squeda y coordinaci&oacute;n. <br />
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Tambi&eacute;n se logra eficiencia similar desarrollando mercados de talento que organicen el personal en grupos. Sea en una divisi&oacute;n, sea en una empresa entera, explorado asignaciones alternativas, desde funciones o proyectos de corto a los de largo plazo. Simult&aacute;neamente, cualquiera con misiones a ofrecer puede examinar esos grupos en pos de oportunidades. Como en el caso del conocimiento, las empresas deben invertir en los mercados internos de talento, de donde surgen profesionales &uacute;tiles para tal o cual directivo.</p>

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