<p><strong>Cuestión de apertura</strong><br />
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Por supuesto, los analistas occidentales tienen la obsesión de siempre: ¿habrá apertura?¿cómo será? Los ortodoxos de Goldman Sachs acaban de sacar el informe Shanghai 2020: CFI de Asia oriental, que no es muy optimista. Quizá pensando en sus nexos con Hong Kong, Tokio o Singapur, GS cree más factible “un vasto mercado local, no un CF regional o internacional”. <br />
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Pero los altos funcionarios municipales no desean que Shanghai sea como Seúl o Taipei, ciudades vibrantes pero no claves de mercados globales. Recuerdan que este enorme puerto tenía ya en el siglo XIX un papel dominante en la economía física, el comercio con Occidente y el mercado de capitales en el este asiático. Sus objetivos son exactamente opuestos a los de Goldman Sachs.<br />
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A criterio de Booz & Co., para que eso suceda hacen falta dos medidas de Beijing: convertibilidad plena del yüan y fluido tráfico monetario hacia dentro y fuera del país. Pero China lo ve de otro modo y, en todo caso, no quiere un capitalismo de mercado.<br />
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Fang Xinghai, director de servicios financieros metropolitanos en Shanghai –o sea la MGFSO)-, señala: “nuestra moneda será global y los extranjeros manejarán activos en ella. Pero ¿dónde se generarán? Claro, en un CF local por lo cual la ciudad deberá promover la salida de activos en yüan y absorber inversiones externas”. <br />
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<strong>Indicios</strong><br />
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En verdad, el gobierno central ha señalado varias veces que busca un yüan totalmente convertible en términos de la actual canasta dólar-euro-yen, sin empero haber fijado un cronograma. La crisis sistémica occidental (2006/09) y su presente secuela europea no facilitan las cosas, aunque los países emergentes asiáticos no la hayan sufrido como imagina GS.<br />
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Sin embargo, en junio el banco central anunciaba que permitirá una suave alza del yüan. Pero no parece tomar en serio a los analistas de Booz, Goldman Sachs y Hong Kong, que imaginan hasta 40% de depreciación de la moneda china respecto del dólar o la triple canasta. En realidad, la expansión del PBI y las tenencias en letras de la tesorería norteamericana apuntan en sentido contrario.<br />
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Por ahora, Beijing permite colocaciones limitadas en plazas locales, mediante el programa de inversiones institucionales (QDIIP, otro galimatías poco claro). El mecanismo permitirá eventualmente a entidades extranjeras emitir o colocar acciones y bonos en Shanghai. “Estamos esperando ls primeras listas –admiten intermediarios occidentales-, pero ignoramos cuándo habrá noticias concretas. Quizás para fin de año”. Los expertos en general apuestan a papeles líderes (“red chips” los llaman en Hong Kong), emisiones de compañías chinas mayores y hasta estrellas como Coca-Cola o algunos bancos privados.<br />
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Los planes oficiales implican un cambio “aperturista”, que involucra alentar emisiones y colocaciones bursátiles tipo ofertas públicas iniciales (OPI). Con el aumento de la confianza en los mercados locales, Shanghai inclusive, probablemente se sientan estimulados a ofrecer “red chips” existentes en Hong Kong desde los últimos años 90 en forma de cotizaciones dobles. Naturalmente, Goldman Sachs rechaza la variante arguyendo que los mercados de capital chinos son “relativamente inmaduros y, en particular, Shanghai muestra una cantidad de brechas operativas y reglamentarias”.</p>
<p>En 2009, el consejo de estado –órgano ejecutivo superior en materia de decisiones- aprobó los planes para convertir a Shanghai en centro financiero internacional (CFI). No obstante, el respaldo pleno del gobierno no será suficiente para el éxito del intento. En efecto, la infraestructura china en ese plano dista de hallarse a punto. La lentitud de la reforma regulatoria –especialmente en convertibilidad y propiedades extranjeras- puede frustrar las ambiciones de la ciudad. Pero esta es la visión de su vieja rival, Hong Kong. <br /> <br /> <strong>Adelantos</strong><br /> <br /> Por cierto, ha habido notables progresos. En títulos, instrumentos de renta fija y productos primarios (los segmentos locales que han hecho conocer a Shanghai), el mercado viene creciendo vigorosamente. Según la Federación Mundial de Bolsas (WFE), a fin de 2009 la SSE era ya tercera en el planeta, con transacciones anuales por US$ 5.1 billones y la sexta en capitalización. Con US$ 2,7 billones.<br /> <br /> En cuanto al mercado de renta fija, a marzo el volumen de bonos en yüan renmimbi (RMB) acumulaba US$ 2,5 billones, con el gobierno predominando (2,16 billones) vía emisiones equivalentes a 3% del “stock” mundial. Así indica el Banco Asiático de Desarrollo (BAD). Si bien muy lejos de 40% en dólares o 16% en yen, su incremento es prometedor. En 1996, por ejemplo, las emisiones en yüan no pasaban de US$ 62.000 millones; apenas 0,2% del total global.<br /> <br /> Mientras tanto, de acuerdo con la asociación de futuros, que supervisa el espinel internacional, el valor de esa gama en China -incluye Shanghai, Dailan y Zhenzhou- a fin de 2009 sumaba cien billones de yüan, unos US$ 11 billones. En términos de materias primas transadas vía contratos, Shanghai se trata del segundo mercado local y el décimo global. En 2000, era apenas el vigésimo nono, con sólo 4.100.000 contratos.<br /> <br /> Este proceso continúa, especialmente porque la economía china mantiene el ritmo del producto bruto interno. “Nadie podría ser acusado de euforia desmedida si presume que, en la década entrante, 2011/20, este país habrá cambiado radicalmente y será mucho más poderoso como mercado financiero”. Así señala Andrew Cainey, director de la consultoría Booz & Co. en Shanghai. “Este crecimiento redundará a favor de devenir un CFI líder”. <br /> <br /> </p>