<p>La <i>política</i>, para el común de la gente, será más importante a escala local que nacional. La globalización habrá despojado a los gobiernos nacionales de muchas funciones que hoy le competen; la otra cara de esa tendencia es que se reforzarán las identidades locales, los sentimientos de pertenencia y el involucramiento de la gente en su <i>rol </i>de ciudadanos de su <i>polis</i>. Los gobiernos locales tendrán muchas más atribuciones que hoy.</p>
<p>La <i>vida política</i> estará más netamente separada entre los niveles local (la <i>polis</i>), nacional y regional. Seguramente se votará para elegir representantes y autoridades ejecutivas de macrorregiones (Europa, el Mercosur, el Grupo Andino). La participación activa en los niveles más altos será esencialmente de tipo burocrático-elitista: personas profesionales y con vocación por lo institucional y lo público.</p>
<p>Los <i>partidos</i> tendrán un <i>rol </i>escasamente importante. La representatividad dependerá más directamente del ciudadano que de la mediación partidaria; la <i>accountability</i> llevará a los representantes a sentirse deudores de sus votantes antes que de sus partidos. Estos cumplirán funciones ­no excluyentes­ de selección de candidatos y, sobre todo, de proveer estructuras para las campañas electorales. Serán más parecidos a empresas con gerenciamiento profesional que a asociaciones <i>sui generis</i> sin reglas claras como los conocemos hoy.</p>
<p>Los <i>gobiernos locales</i> atenderán más asuntos que hoy, tendrán un comportamiento más <i>amigable</i> con el ciudadano y sensible a la satisfacción de éstos, sus clientes, y estarán más proclives a sentirse parte de la comunidad al igual que otros actores sociales.</p>
<p>La <i>participación ciudadana</i> se ejercerá más a través de canales ajenos a la política de partidos, básicamente organizaciones sociales e intermedias (las mal llamadas ONG) que no son ni ideológicas, ni divisivas, ni conflictivas (como lo son los partidos). Habrá crecido mucho la participación ciudadana en la formulación de políticas públicas, generando opiniones (vinculantes o no) a través de plebiscitos frecuentes y volcando demandas sobre temas específicos.</p>
<p>La <i>opinión pública</i> será un actor con más peso específico. El modelo asimétrico de la cultura del siglo XX ­líderes y fuentes de información que generan mensajes, ciudadanos que los reciben y consumen pasivamente la información­ habrá dado lugar en mayor grado a un modelo simétrico. Internet será no sólo el principal vehículo, sino el modelo interactivo: gente hablando con gente, sin necesidad de líderes formales y mediaciones institucionales.</p>
<p>Los <i>medios de comunicación</i> serán, todavía, mediadores ­o sea, seguirán siendo <i>medios</i>­ Pero estarán más cerca de ser fuente de información que filtros de la misma, como hoy. El ciudadano ávido de información buscará armar su propio diario o su propio noticiero vía Internet.</p>
<p>El <i>rol </i>de <i>ciudadano</i> seguirá siendo ejercido activamente por una fracción menor de la población, interesada en los asuntos públicos, mientras la mayoría seguirá interesada poco o nada, o sólo ocasionalmente, en ellos. Más gente se interesará por actuar ese <i>rol </i>en el nivel local y municipal antes que en el nacional o transnacional (aunque habrá más gente que hoy predispuesta a involucrarse en la política mundial a través de las organizaciones internacionales y regionales). El <i>rol </i>de <i>consumidor</i> será para la mayoría de la gente el más importante, y su ámbito será definido a escala global y no nacional o local. El <i>rol </i>de <i>trabajador</i> será más instrumental: estará poco vinculado con una condición de <i>status </i>permanente en la vida y con la determinación de la clase social de pertenencia.</p>
<p>Una <i>democracia más participativa</i>, y una economía más independiente de la política y los gobiernos, se acompañarán de una mayor especificidad en los intereses de la gente. En distintos segmentos de la población primarán distintos temas por encima de banderías o parcialidades. Eso generará una tendencia a la formación de alianzas puntuales entre los gobiernos (principalmente locales), las empresas y las organizaciones sociales para atacar problemas específicos.</p>
<p>La <i>desintegración social</i> será un problema creciente, porque la vida familiar continuará tendiendo a la dispersión de modelos y muchas personas nacerán sin familias estructuradas. Las comunidades irán desarrollando actitudes muy duras hacia los delincuentes, tendiendo, por un lado, a generar hábitats cerrados y, por otro, a aislar a los desviados sin contemplaciones.</p>
<p>En el plano <i>demográfico</i>, el envejecimiento de la población y la disminución de la tasa de crecimiento poblacional producirán cambios profundos en la estructura social y en los hábitos de consumo. Los niños se constituirán en nichos de mercado, pero la cultura será crecientemente una cultura de adultos. Los ancianos ­cada vez más numerosos y más longevos­ serán un segmento de consumo crecientemente importante.</p>
<p><i>Manuel Mora y Araujo es Presidente de Mora y Araujo y Asociados. </i></p>
La vida pública
La política, para el común de la gente, será más importante a escala local que nacional. La globalización habrá despojado a los gobiernos nacionales de muchas funciones que hoy le competen; la otra cara de esa tendencia es que se reforzarán las identidades locales, los sentimientos de pertenencia y el involucramiento de la gente en su rol de ciudadanos de su polis. Los gobiernos locales tendrán muchas más atribuciones que hoy.
Por Manuel Mora y Araujo