Pero ese período se acabó. Las naciones emergentes no crecen a la velocidad de antes, especialmente en comparación con las naciones desarrolladas, y las fisuras entre los diferentes sistemas se han hecho más evidentes. En la última encuesta global de directores ejecutivos que realiza PwC todos los años, solamente 35% de los respondentes contestó que cree que el mundo está yendo hacia una mayor unidad económica y 59% cree que los modelos múltiples van a coexistir y competir entre sí. Para confirmar esta apreciación no hay más que ver cuán diferente es la inversión estatal y privada en Estados Unidos, China, Japón y la Unión Europea. Esas naciones y regiones operan con supuestos fundamentalmente diferentes sobre la forma en que debe organizarse la economía. La tensión entre estas diferentes premisas aumenta en forma paulatina.
En suma, un nuevo orden económico global está surgiendo para reemplazar al que existió desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para el futuro previsible, la economía global estará definida por un complejo conjunto de relaciones económicas en permanente cambio. Las economías seguirán interconectadas económicamente pero con reglas siempre cambiantes para los negocios internacionales.
¿Cómo hace un líder de empresa para manejar esa complejidad? ¿Cómo hace para cruzar el umbral hacia el próximo orden económico con confianza y habilidad? La pregunta la hacen Denis Chesley, Miles Everson y John Garvey, todos consultores especializados de PwC en un trabajo para Strategy & que titulan “Winners, Losers and Strategies in the New World Economic Order”.
La forma más eficaz, dicen, es prestando atención a tres tendencias básicas: la dispersión del poder económico; la continua evolución de modelos de crecimiento dirigidos por el Estado; y la aceleración de la disrupción que sufren las empresas como consecuencia del cambio tecnológico. Esas tendencias pueden parecer evidentes, pero ninguna de ellas es lo que parece a primera vista. Además, seguirán evolucionando por caminos inciertos. Si las analizan con detenimiento los empresarios podrán ayudar a sus organizaciones a dar los pasos necesarios para progresar en el nuevo orden económico mundial.
Dispersión del poder económico
Se está produciendo un cambio fundamental. El dólar estadounidense está perdiendo su posición exclusiva como moneda de reserva mundial. En las próximas décadas, ningún país podrá dominar la balanza de pagos como lo hizo Estados Unidos durante más de 70 años.
La última vez que pasó algo así fue al final de la Segunda Guerra Mundial y el catalizador fue la Conferencia de Bretton Woods en 1944. Luego de aquella sesión Estados Unidos se convirtió en el país que negociaba los acuerdos internacionales para que los asuntos financieros se realizaran con orden.
Adoptaba así un liderazgo global que se mantuvo hasta hoy. Las instituciones multilaterales que surgieron entonces, como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional (FMI)), estaban sujetas a la fuerte influencia de Estados Unidos y funcionaron bastante bien durante mucho tiempo. Esto no quiere decir que no haya habido choques.
Cuando en forma unilateral Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1971, por ejemplo, el “shock Nixon” desató dos años de negociaciones antes de que las grandes economías aceptaran que sus monedas flotaran frente al dólar. Pero durante el período de la posguerra, Estados Unidos se sentó a la cabecera de la mesa con otras grandes economías para tomar las grandes decisiones. La intención era casi siempre favorecerse mutuamente entre amigos, casi todos con economías democráticas y liberales.
Durante los 70 años que siguieron a Bretton Woods, la superioridad económica de Estados Unidos se basó en cuatro pilares. Los dos primeros fueron su pujante relevancia económica y las redes comerciales que estableció y dominó. Ellas eran también los motores del crecimiento global. Los otros dos pilares fueron el estatus del dólar como moneda global de reserva y la influencia de Estados Unidos en las instituciones multilaterales. Así, brindó estabilidad a la economía global y una plataforma para la cooperación internacional.
Hoy, las economías emergentes están cuestionando los cuatro pilares. El país desafiante más notable es China, cuya influencia económica global surgió rápidamente en la última década. En 2014, China se convirtió en la economía más grande del mundo en términos de poder adquisitivo. Era entonces la de mayor crecimiento del G20. Un indicio de la importante influencia económica china se ve en que su reciente desaceleración tuvo repercusiones en todos los mercados del mundo. Esa influencia ya debilitó el primer pilar, la fortaleza de la economía estadounidense de la posguerra.
China es también el mayor exportador del mundo. La rápida adopción de este rol le ha dado enorme influencia en las redes comerciales, lo cual debilita el segundo pilar. Por otro lado, se está deteriorando la eficacia de los acuerdos comerciales multilaterales mientras son reemplazados por acuerdos regionales que comienzan a dominar. Esos acuerdos regionales representan una erosión de la capacidad estadounidense para fijar las reglas para todo el mundo.
El avance de China en cuanto a establecer el renminbi (RMB) como moneda para acuerdos internacionales debilita el tercer pilar con suma velocidad.
En cuanto al cuarto pilar, China está tratando de expandir su presencia en las actuales instituciones multilaterales y de crear nuevas. Su aporte al presupuesto de Naciones Unidas se duplicó entre 2010 y 2015 y ahora representa 5% del total de los aportes a Naciones Unidas. Tiene una participación cada vez más grande en los esfuerzos de paz, control del cambio climático y reducción de pobreza.
La creación de un nuevo orden económico global es inevitable. Aunque China no va a reemplazar a Estados Unidos, a este último le va a resultar cada vez más difícil recuperar su posición de dominio económico global porque hay otras economías aumentando poder e influencia. El FMI prevé que India, tercera economía del mundo por poder adquisitivo, será en 2016 la de mayor crecimiento del G20. Surgirá como un actor económico influyente con intereses propios.
En este mundo de poder económico en dispersión, la estabilidad será más preciada que nunca. Pero la naturaleza de esa estabilidad no será dictada por ningún de los grandes jugadores. Dependerá de la calidad de las relaciones económicas entre las principales naciones, incluso aquellas que tengan sistemas económicos diferentes.
Richard Nixon
El modelo estatal
Este actual giro en el poder económico global será diferente del último gran cambio en 1944 en un aspecto importante. Entonces el bastón de mando de la influencia económica global pasó de Gran Bretaña a Estados Unidos, dos países con una visión del mundo similar. Aun así, el proceso de traspasar la polaridad de un lado al otro del Atlántico duró 40 años: el cambio había comenzado a principios del siglo 20.
Hoy, por el contrario, asistimos a un rebalanceo mucho más rápido entre sistemas económicos y políticos diferentes, cada uno con distinto nivel de confianza en los mercados y en el papel del estado. El modelo estatal de China ha generado importante crecimiento en la última década. Es evidente entonces que ese modelo no va a ser suplantado por una forma tradicional de capitalismo en el futuro previsible.
El modelo estatal mantiene popularidad porque se lo asocia con un fuerte crecimiento en las economías emergentes. Los Gobiernos en América latina y Rusia, entre otras áreas, lo fueron manteniendo en los últimos años.
La dispersión de poder económico y sus resultantes incompatibilidades, cobrarán más evidencia en las áreas de logística, telecomunicaciones software e infraestructura. Con sistemas paralelos en esferas competitivas de influencia, el movimiento de insumos, bienes, servicios, capital y talento de una esfera de influencia a otra estará menos alineado. Las empresas no estarán exentas de sufrir disrupciones periódicas, como demoras en la acreditación de los pagos o en los aranceles comerciales.
Un posible ejemplo involucra el sistema global de pagos. La red The Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT), que intercambia información global de pagos entre más de 9.000 instituciones financieras en todo el mundo, está sujeta a la influencia de los bancos norteamericanos y europeos.
En 2015, el Cross-Border Inter-Bank Payments System (CIPS), auspiciado por China, fue presentado como alternativa al SWIFT. Si todo sale según el plan, el CIPS procesará pagos internacionales denominados en RMB. No va a reemplazar al SWIFT porque 45% de las transacciones internacionales están denominadas en dólares y todos los bancos internacionales tendrán necesidad de acceder al sistema bancario norteamericano. Pero con el CIPS funcionando bien, algunos bancos internacionales podrían decidir operar sin la licencia de la banca norteamericana. Y Estados Unidos tendrá menos fuerzas para imponer reglas a bancos no estadounidenses.
Disrupción tecnológica
La tecnología siempre ha sido una fuerza de disrupción. Después de 1945, los Gobiernos invirtieron fuertemente en investigación militar y espacial. Surgieron así internet y la navegación satelital, ambas producto de esas investigaciones. Hoy están apareciendo cantidades de tecnologías nuevas, algunas con capacidad para cambiar drásticamente las cosas, especialmente en robótica, nanotecnología y medicina. Todas afectarán nuestra sociedad y nuestros negocios. Pero desde la perspectiva de la influencia económica, se destacan tres desarrollos. No son tecnologías propiamente dichas. Son reacciones comerciales y políticas a la disrupción tecnológica.
Cíberseguridad. El primero involucra la cíberseguridad, que se necesita porque los hackers en internet continúan logrando acceso a propiedad intelectual, intimidan adversarios y alteran asuntos públicos y privados. El número de ataques a sistemas industriales de control en todo el mundo creció cuatro veces desde 2013 a 2014. Según un informe de Dell Security, es probable que no se logre una defensa global contra los cíber ataques porque eso requeriría un nivel de cooperación internacional impensable.
Por otro lado, si los Gobiernos intervienen para controlar este problema, podrían afectar el uso de internet de la población y de las empresas. Esas acciones también pueden limitar el crecimiento económico. Por eso, los gobiernos deberán calibrar sus acciones tanto como en el pasado hicieron con los mercados de cambio para equilibrar sus objetivos de intervención con la posibilidad de afectar el crecimiento económico.
Energía. El segundo desarrollo relacionado con la tecnología es la cambiante geopolítica de la energía. El poder de las naciones productoras de petróleo fue notable por lo menos desde la crisis petrolera de 1973. Ahora, las tecnologías diseñadas para recuperar fuentes no convencionales de petróleo y gas han trastocado la balanza de la oferta y la demanda.
La Agencia de Información Energética de Estados Unidos estima que Estados Unidos podría convertirse en exportador neto de energía ya en 2019, gracias a la revolución del fracking. Aun si los precios del petróleo repuntaran un poco el creciente uso de energías renovables va a reducir la importancia geopolítica de los productores de petróleo. No debería sorprender que las dos grandes naciones consumidoras de petróleo, Estados Unidos y China, sean también las que más invierten en energías renovables. Otra señal del cambio de fortuna es la Breakthrough Energy Coalition anunciada en noviembre de 2015 por Bill Bates y Mark Zuckerberg, fundadores de Microsoft y Facebook respectivamente. Se trata de una sociedad multimillonaria de investigación entre los sectores público y privado no solo para combatir el cambio climático sino también para lograr una posición de influencia en la oferta energética para la industria tecnológica.
Desarrollo tecnológico. La tercera tendencia importante relacionada con la tecnología es la distribución geográfica de los desarrollos tecnológicos, que ya no está limitada a las economías desarrolladas. Hoy los innovadores en tecnología están diseminados por el mundo y el capital los busca donde quiera que estén.
Las tecnologías importantes surgen allí donde más se las necesita. Para pagos móviles, es Ãfrica, donde millones de personas carecen de acceso a bancos o telecomunicaciones de línea fija. En el mundo industrializado las instituciones financieras se desviven por estudiar blockchain, una tecnología para verificación automática que permite las monedas digitales como el bitcoin. Si surge a escala global, la combinación adecuada de nuevas tecnologías financieras podría cambiar notablemente la estructura del negocio de los servicios financieros. En efecto, las tecnologías revolucionarias pueden surgir en cualquier parte. Eso crea incertidumbre y se hace más difícil confiar en las fuentes establecidas de poder y estabilidad.
Consejos para las empresas
Las tendencias no existen en el vacío. Interactúan entre sí para crear patrones de cambio. Si bien no se pueden predecir las formas en que se van a combinar, sí es posible prepararse para los tipos de incertidumbre que nos esperan.
El nuevo entorno no es conocido, ni siquiera para los más experimentados. Quien deba tomar decisiones importantes para su empresa debería ocuparse de seis áreas clave:
1. Desarrollar un centro de excelencia para prevenir ciberataques. Como todos los riesgos, esos ataques exigen estudiar los procesos de negocios para minimizar su impacto y adecuar la infraestructura y el talento a los desafíos que están en juego. Por lo menos hay que ser capaz de responder con eficiencia los ataques.
2. Dominar el RMB. La debilidad económica de Estados Unidos y Europa, combinada con el crecimiento económico de China han legitimado el uso de RMB tanto como moneda comercial como de reserva. Una fuente de ventaja competitiva en los próximos años será el acceso al RMB. Otra será la banca corresponsal eficiente y los acuerdos de compensación financiera que permiten a los bancos realizar transacciones internacionales.
3. Reconocer las relaciones del Gobierno como una competencia fundamental. A medida que el poder se transfiere a escalas regionales, nacionales y locales y los acuerdos comerciales se regionalizan, la capacidad para influir legítimamente en los stakeholders del Gobierno hará la diferencia entre éxito y fracaso. Esto no vale solamente para las industrias reguladas como bancos y servicios públicos sino para todas las organizaciones. El manejo del riesgo geopolítico, las relaciones con los stakeholders del gobierno y la capacidad para dominar asociaciones público?privadas será un requisito para las compañías que quieren prosperar a escala global.
4. Manejarse con eficiencia en un mundo multipolar. Las organizaciones tendrán que evaluar cómo se verán afectados sus negocios o sus objetivos con el cambio hacia un mundo multipolar, en particular en Asia, donde China competirá cada vez más por el dominio e India evoluciona velozmente. También tendrán que preparar sus capacidades logísticas para poder mover suministros, bienes, servicios, capital y talento por las esferas de influencia.
5. Cultivar talento allí donde hagan negocios. El conocimiento local y la habilidad lingüística de la fuerza laboral, especialmente del equipo gerencial, serán fundamentales para el negocio y las oportunidades en todo el globo. Las diferencias entre los mercados van a necesitar más desarrollo de talento local o regional. Además, los modelos de gobernanza deberán adaptarse para equilibrar cuidadosamente toma de decisión local con consideraciones y requerimientos globales y regionales.
6. Alimentar la innovación en todas partes. La dinámica competitiva en este mundo en rápida evolución podría ser trastocada por compañías nuevas cuyos líderes anticipan tendencias y las lideran. Para hacer frente a eso, toda organización deberá establecer una cultura de innovación en todo el globo. Las más inteligentes instalarán centros de innovación con un instructivo abierto. Esos esfuerzos irán más allá de lo tecnológico, las compañías deberán trabajar juntas para desarrollar complejos ecosistemas nuevos.