La crisis del euro muestra debilidades típicas de uniones monetarias

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Los episodios de Grecia, Portugal y España ponen en duda la viabilidad de ambiciosos esquemas cambiarios. Comenzando por el más grandioso de la historia capitalista: el euro, por supuesto, hoy expuesto a una licuación hace poco inimaginable.

<p>Las instituciones en danza son la inicial uni&oacute;n econ&oacute;mica y monetaria (UCE), el frustr&aacute;neo pacto de Maastricht (1992) y su criatura, la Eurozona (1999). Si el detonante fue la insolvencia griega, sus nexos son m&uacute;ltiples.<br />
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&bull; Mala pol&iacute;tica de cr&eacute;dito. La nueva divisa permiti&oacute; a componentes marginales de la UCE endeudarse a bajos intereses porque, se supon&iacute;a, sus riesgos cambiarios y fiduciarios se hab&iacute;an comprimido. Eso condujo a malas pol&iacute;ticas crediticias y un auge de pr&eacute;stamos m&aacute;s tarde impagables. <br />
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&bull; Tasas reales desalineadas. Ese auge prestamista se canaliz&oacute; a sectores no transables de econom&iacute;as &ldquo;subdesarrolladas&rdquo;, elevado sus precios en relaci&oacute;n con los transables. Era un cl&aacute;sico modelo de reapreciaci&oacute;n real bajo una moneda fija, por el cual el sector transable no puede competir. La econom&iacute;a, pues, es incapaz de generar super&aacute;vit exportables netos necesarios para repagar a los acreedores externos. <br />
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&bull; Disciplina d&eacute;bil. En una uni&oacute;n monetaria, ese punto llega m&aacute;s tarde de cuanto hubiese sido posible en un sistema de paridades administradas. En &eacute;ste, los mercados se anticipan al momento cuando los problemas crediticios se agudizan, porque detectan la declinaci&oacute;n de reservas internacionales usadas para parapetar una moneda sobrevaluada. Pero, en una uni&oacute;n monetaria, sus miembros acceden a excepcionales niveles de endeudamiento.</p>
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<p><strong>Transferencias internas.</strong></p>
<p>Los ortodoxos estiman que debe haber mecanismos para transferir ingresos dentro de una unión monetaria, para sostener a los miembros desproporcionadamente afectados. Al menos, mientras se ajustan a un cimbronazo. <br />
La clave reside en que el peso del ajuste –a falta de moneda única para toda el área- caiga en precios y salarios locales. Cuando hay divisa única, cualquier baja de la paridad cambiaria reduce de golpe costos en toda la economía.<br />
Lo anterior destaca el problema de precisar ajustes sólo en precios y salarios locales. Si una crisis los deja en niveles internacionalmente no competitivos, debe restaurar el marco de competencia. En el caso de Grecia, la crisis fue el propio auge crediticio sin sostén a largo plazo.</p>
<p><strong>Proyectos monetarios</strong></p>
<p>Las propuestas más ambiciosa de unión, por lo menos hasta el derrumbe del euro, arrancan con la Unión de Emiratos Árabes (UEA) y el consejo cooperativo que abarca todo el golfo Pérsico (Kuweit, Bahréin, Qatar, Omán). Dejando de lado ciertos problemas estallados en 2009, se trata de países con altas calificaciones crediticias internacionales, pero sociopolíticamente medievales y necesitados de modernizarse.<br />
Tiempo antes la crisis sistémica de 1997/8 generó iniciativas tendientes a unión monetaria de Asia sudoriental y meridional. Luego se amplió el esquema a Surcorea, Australia y Nueva Zelanda, lo cual elevó la heterogeneidad del conjunto aun en lo etnico. En una dimensión muy distinta juegan agrupaciones y proyectos latinoamericanos, que van de anacronismos huecos como la Unión Panamericana o novedades como Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). También están el Mercosur, el Grupo Andino y un fantasma llamado Aladi en Montevideo.</p>
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