Gran Bretaña mira de afuera pero no la pasa bien

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Antes o después de la cumbre en Bruselas, resulta obvio que Londres sigue del lado perdedor. Esto quedó más claro cuando David Cameron dio el portazo y su viceprimer ministro, el demoliberal Nicholas Clegg, buscó apagar el incendio. Sin lograrlo.

<p>En el interior de la calle Downing n&uacute;mero diez, cunde &ndash;pese a su principal ocupante- la impresi&oacute;n de que, si cae el euro, Gran Breta&ntilde;a misma se hundir&aacute; con la Uni&oacute;n Europea. &Eacute;se es el peor escenario. El mejor tambi&eacute;n es inquietante: si la UE o los diecisiete miembros de la Eurozona consiguen poner la casa en orden y consolidan el euro, los ingleses quedaran marginados del continente. Pero ese aislamiento no ser&aacute; esplendido, como en los siglos XVIII y XIX.<br />
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Muchos europeos al oeste de Rusia vienen siendo irritados, desde 2009, por la obvia satisfacci&oacute;n brit&aacute;nica mientras de desmoronaba el euro y la libra, apenas una moneda local, resist&iacute;a los embates especulativos. Por cierto, la esterlina y su viejo rival, el franco suizo, son meros espectadores en la peor crisis desde el fin de la guerra fr&iacute;a (1990).<br />
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&ldquo;Alemania es l&iacute;der incuestionable de la regi&oacute;n&rdquo;, se&ntilde;alaba Charles Grant, director del Centro por la Reforma Europea (CRE). &ldquo;Francia sin duda le est&aacute; subordinada y Gran Breta&ntilde;a ejerce la menor influencia desde la segunda guerra mundial o desde la disoluci&oacute;n de su imperio colonial&rdquo;.<br />
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Esto pone en primer plano un problema: la salud de su negocio financiero, una vital locomotora econ&oacute;mica y pol&iacute;tica. M&aacute;xime en tiempos de nulo crecimiento, profundos recortes del gasto p&uacute;blico y social. Naturalmente, es &ldquo;un contexto vulnerable a nuevas regulaciones de la Eurozona, capaces de perjudicar la competencia brit&aacute;nica en los mercados mundiales&rdquo;. <br />
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Pese a todo cuanto est&aacute; en juego, el gobierno de coalici&oacute;n que encabeza Cameron parece reducirse al papel de espectador impotente. Debati&eacute;ndose entre presiones antieurope&iacute;stas locales y el eurobloque, tras Bruselas hay una sola cosa segura: la UE continuar&aacute; adelante con o sin Gran Breta&ntilde;a.<br />
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Ni Angela Merkel ni Nicolas Sarkozy han ahorrado calificativos poco gratos a Cameron. El presidente franc&eacute;s fue especialmente c&aacute;ustico reproch&aacute;ndole al ingl&eacute;s, el lunes, &ldquo;ha perdido usted una buena oportunidad de callarse la boca. Estamos hartos de sus cr&iacute;ticas e intentos de aleccionarnos. Hace poco declaraba detestar el euro y luego quiso interferir en nuestras deliberaciones&rdquo;.</p>
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