<p> <span style="color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">En verdad, desde hace años la partida está en manos chinas. Verbigracia, en 2008 el producto bruto por habitante, (US$ 6.000 anual) ajustado por diferencia en poder adquisitivo, más que doblaba el indio, según cifras del Banco Mundial. En 2011, la cifra promediaba US$ 7.200. Hacia 1978, cuando arrancaron las reformas chinas, ese guarismo era la mitad del indio. En cuanto a pobreza en el gigante, en 1981 la tasa solía ser un tercio superiores a las de su rival y en 2010 eran una mitad inferiores. Entretanto, pese a reformas económicas desde 1991, la brecha en el PBI sigue aumentando: entre 2008 y 2010, la economía china crecía a razón de 11% anual promedio, contra 8,5% la india. </span></p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Existen buenas razones para este sesgo. Una se centra en factores económicos fundamentales, por ejemplo un crecimiento temprano que moviliza capital y mano de obra vía procesos productivos dinámicos. Hoy, obviamente, no faltan fondos para grandes compañías chinas pero, aun en los primeros años de la década que acabó en 2010, las tasas reales de interés para firmas cotizantes en bolsa eran 50% de las abonadas por sus contrapartes indias. En lo atinente a inversión externa directa, Beijing la atrae por un múltiplo 2,5 veces superior al de Delhi.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Pero, apunta Witt, “movilizar capitales es la parte fácil del asunto cuyo lado espinoso es desarrollar capital humano. En este plano, India tiene un severo problema, vista desde occidente: sus leyes laborales dificultan manejara masas considerables de trabajadores de sector en sector. Para peor, sigue faltando gente con formación o conocimientos básicos, en una sociedad donde el analfabetismo orilla 40%, comparado con menos de 10% en China, cuyos jóvenes rozan ya cero en esa materia, contra 25% en el subcontinente”.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Obra asimismo un factor invisible aun para los propios indios: el peso de religiones sincréticas de origen rural y su escasa afinidad con la economía urbana moderna. Este factor explica también un sistema político corrupto, poco transparente, con restos del milenario régimen de castas. A la inversa, el trasfondo cultural chino no son religiones sino dos filosofías urbanas, confucianismo y taoísmo, compatibles con la apertura económica de 1978 y con el estado actual como lejano sucesor del imperio.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">El propio Banco Mundial interpreta las diferencias según los distintos papeles de cada estado. Una lista de la entidad –de mejor a peor- ubica a India en el puesto 133, sobre 183 en total, por facilidades para hacer negocios. China figura en el octogésimo nono lugar, o sea es bastante más propicia. En rigor, los empresarios indios tienden a tener éxito donde logran evadir las regulaciones federales, provinciales y comunales.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Verbigracia, las ventajas comparativas indias en servicios como la tercerización informática pueden explicarse, en buena parte, por dos factores. Primero, el estado nunca llegó a regular ese tipo de segmentos. Segundo, a diferencia de la industria, la “exportación” de servicios no está trabada por malas rutas ni complicados trámites aduaneros. Basta que funcionen computadoras, líneas telefónicas, etc.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Sin duda, las diferencias espirituales son claves. Amén de las ya señaladas, hubo en la historia dos quiebres decisivos. El primero, cuando el budismo inicial –una filosofía amplia- se partió en mahayana y hinayana. Aquel acabó emigrando a China, este sobrevivió como minoría en su tierra original, pero protagonizó la segunda quiebra generando variantes idolátricas en Tibet-Mongolia (tantrismo) e Indochina-Indonesia (theravada).</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">Lejos de aberraciones politeístas, en China, Corea y Japón la combinación de filosofías, religiones débiles y hasta shamanismo promovió una forma de movilidad social que occidente conocería como iluminismo varios siglos después. Un chino del siglo 8 podía aspirar a los cargos más altos –salvo en la corte imperial- siguiendo una carrera con exámenes en cada etapa. Por el contrario, el sistema hindú de castas congelaba a las personas desde nacer y excluía todo estímulo ligado a la economía, salvo la guerra.</p>
{Geopolítica} China e India, competencia con aire a paradoja
En el largo plazo, puede decirse que China es un avión e India un tren. Pero existen posibilidades de que, en próximos decenios, las cosas se den vuelta. Así cree Michaël Witt, del Institut Européen pour lAdministration dEntreprises (Insead).