Expectativas divergentes en la relación atlántica

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Tres reuniones más o menos relevantes tienen lugar estos días: el Grupo de los 20, la Organización del Tratado Noratlántico, un encuentro entre Barack Obama y la comisión europea. En suma, definirán los nexos entre Estados Unidos y la Unión Europea.

Seg&uacute;n George Friedman y su bolet&iacute;n &ldquo;Strategic Forecasting&rdquo; (StratFor, allegado al Pent&aacute;gono), la clave de los tres eventos es la relaci&oacute;n hist&oacute;rica entre EE.UU. y Alemania. Si bien se tocar&aacute;n la crisis sist&eacute;mica y Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n, entre otros, el problema de fondo reside en la transici&oacute;n de George W.Bush a Obama.<br /><br />En el mapa de este analista no figuran los emergentes, pero s&iacute; la dupla UE-EE.UU, que representa m&aacute;s de la mitad del producto bruto mundial. A su vez, la econom&iacute;a alemana es &ndash;junto con la francesa- una locomotora regional y, como tal, su cooperaci&oacute;n es clave para Washington. Bajo el &ldquo;aislacionista&rdquo; Bush, el clima entre Washington, Berl&iacute;n y Par&iacute;s han sido desagradables, para decirlo suavemente.<br /><br />La campa&ntilde;a electoral de Obama sostuvo que &ndash;entre otros errores-, Bush y Richard Cheney no consiguieron (ni intentaron) acercar EE.UU. a Alemania y Francia. En vez de buscar relaciones din&aacute;micas, los norteamericanos se anquilosaron en una alianza con la incondicional Gran Breta&ntilde;a. A tal extremo que el &ldquo;think tank&rdquo; ultraconservador en torno de Cheney y Donald Rumsfeld &ndash;secretario de defensa- acu&ntilde;&oacute; el concepto &ldquo;proyecto siglo XXI anglosaj&oacute;n&rdquo;.<br /><br />Sin la menor duda, hoy Obama y las potencias europeas quieren forjar nexos m&aacute;s estrechos entre s&iacute;. Pero, como toda expectativa, &eacute;sta plantea inc&oacute;gnitas. Para los europeos, Bush no los consultaba y, en cambio, les exig&iacute;a mucho; de ah&iacute; que ahora esperan que Washington consulte m&aacute;s y pida menos. Pero, si bien es cierto que Obama los consultar&aacute; m&aacute;s que Bush, ello no significar&aacute; que les exija menos: los roces previos a la cumbre del G-20 lo se&ntilde;alan claramente.<br /><strong><br />Expectativas divergentes</strong><br /><br />Para empezar, la reuni&oacute;n en ciernes es un problema en s&iacute; misma. Aparte de pa&iacute;ses europeos y EE.UU., incluye China, Rusia, India, Jap&oacute;n, Surcorea y otros emergentes que Friedman prefiere obviar. Su tema central es, claro, la crisis sist&eacute;mica iniciada en Occidente. Curiosamente, para este experto, desde la cumbre de noviembre, &ldquo;el panorama financiero se ha despejado en forma substancial. Hay p&aacute;nico, pero no en la escala de octubre a febrero&rdquo;. <br /><br />Lo que s&iacute; subsiste y se ahonda es la discordia. En particular entre EE.UU.-Gran Breta&ntilde;a y la Eurozona, cuyos puntales son Alemania, Francia, Italia y los escandinavos. Washington y su &ldquo;delegada&rdquo; en la UE optan por una estrategia de fuertes est&iacute;mulos a la econom&iacute;a f&iacute;sica. El d&uacute;o pretende que la Eurozona (diecis&eacute;is adherentes a la moneda &uacute;nica) lo imite. <br /><br />&iquest;Qu&eacute; temen? Que Alemania en particular &ndash;una econom&iacute;a netamente exportadora- aproveche la demanda eventualmente creada por los est&iacute;mulos en EE.UU. y Gran Breta&ntilde;a para atiborrarlos de sus productos. Friedman se centra es el asunto porque comparte los resquemores de Washington y, por eso, golpea sobre Alemania, como locomotora europea. Pero las posturas de Berl&iacute;n y Par&iacute;s tienen amplio apoyo en el G-20, cosa que no ocurre con Washington-Londres. <br /><br />Subsiste, en efecto, ese viejo sue&ntilde;o de &ldquo;bloque anglosaj&oacute;n&rdquo;. Sin embargo, el contexto es tan distinto que ni siquiera el d&oacute;lar es lo que era, pese a un alza coyuntural. Ante ese bloque, Alemania-Francia lideran uno m&aacute;s s&oacute;lido y mejor relacionado con el resto del G-20, especialmente China y Sudam&eacute;rica.

<strong>Esos est&iacute;mulos, no</strong><br />
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La canciller democristiana Angela Merkel, por otro lado, insiste en que su pa&iacute;s no puede permitir el tipo de est&iacute;mulos promovido por los anglosajones. Sucede que sus problemas demogr&aacute;ficos impiden esa variante, pues impondr&iacute;a una pesada deuda, insostenible a largo plazo, sobre una poblaci&oacute;n cuyo crecimiento vegetativo es negativo.<br />
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Las objeciones francogermanas tienen sentido desde el punto de vista de Merkel. Tambi&eacute;n, con cierto cinismo, si se interpretan como intento de usufructuar las pol&iacute;ticas de Obama.<br />
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Como se&ntilde;alaba la jefa del gobierno teut&oacute;n, &ldquo;la pol&iacute;tica internacional, m&aacute;s all&aacute; de buenas relaciones, es tambi&eacute;n asumir los intereses nacionales&rdquo;. Justamente, lo que sostienen el soci&oacute;logo alem&aacute;n Ralf Dahrendorf o el economista italiano Giulio Tremonti.<br />
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En forma paralela, surge la cuesti&oacute;n de c&oacute;mo afrontar las crisis financieras en Europa central y oriental, dentro o fuera de la UE, no causadas por activos t&oacute;xicos anglosajones, sino por malas gestiones locales y por bancos de Europa occidental que fueron adquiriendo posiciones dominantes al este y al sudeste desde la anterior crisis sist&eacute;mica (1997/8).<br />
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<strong>&iquest;Qui&eacute;n rescata?</strong><br />
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Esos bancos empezaron a ofrecer hipotecas y otros tipos de financiamiento en euros, francos suizos o yenes y a bajo inter&eacute;s. Todo marchaba viento en popa hasta que las monedas locales &ndash;polaca, h&uacute;ngara, letona, estonia, checa, rumana- empezaron a depreciarse en octubre. El importe de los vencimientos subi&oacute; provocando cese de pagos en perjuicio de bancos austr&iacute;acos, suecos, italianos, etc.<br />
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Considerando que era cuesti&oacute;n interna de la UE, Estados Unidos no se meti&oacute;. Por su lado, Alemania &ndash;menos expuesta que otros pa&iacute;ses- contribuy&oacute; a bloquear un multirrescate europeo. A su criterio, los pa&iacute;ses afectados deb&iacute;an acudir al FMI, m&aacute;s apto para manejar problemas de econom&iacute;as no l&iacute;deres.<br />
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Sencillamente, sostuvo Berl&iacute;n, el organismo se emplear&iacute;a para lo que fuera creado. Pero, para Washington, los alemanes estaban tratando de usar dinero de terceros (EE.UU., Jap&oacute;n, China y otros aportantes) para resolver problemas europeos. <br />
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A esas complicaciones se a&ntilde;ade &uacute;ltimamente la automotriz Opel, propiedad de General Motors, al borde de la bancarrota. Estados Unidos no quiere saber nada con ella. Por ende, el entuerto es claro: Berl&iacute;n y Washington quieren superar esa crisis y la sist&eacute;mica, pero sus planteos con opuestos. <br />
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Como trasfondo, la econom&iacute;a norteamericana es la mayor del mundo en producto bruto interno &ndash;si se excluye la Eurozona- y su eventual recuperaci&oacute;n obrar&aacute; como locomotora. Lenta pero tangible. Seg&uacute;n la sapiencia convencional, esto no cambiar&aacute; en bastante tiempo. Ergo, Alemania no tiene motivos para ponerse en una situaci&oacute;n m&aacute;s dif&iacute;cil que la presente. <br />
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Toma y daca</strong><br />
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Mientras tanto, Berl&iacute;n no ceder&aacute; en materia de est&iacute;mulos y Washington &ndash;es decir, Obama mismo- no presionar&aacute;. Pero, si &eacute;ste cristaliza el aporte extra por US$ 100.000 millonescomprometido con el Fondo Monetario, &ldquo;habr&aacute; repercusiones en Washington&rdquo;, imagina Friedman.<br />
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El mundillo pol&iacute;tico y sus &ldquo;lobbies&rdquo; son hoy sensibles a los US$ 3,5 billones en endeudamiento incurrido por Obama. En particular, los casi dos billones para rescatar malos banqueros con dinero del contribuyente. En semejante clima, un monto comparativamente chico (US$ 100.000 millones) para que el FMI rescate a Europa central y oriental ser&aacute; arduo de digerir. <br />
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Sin duda, Washington necesitar&aacute; algo de Bruselas en retorno. Friedman supone que ese toma y daca tendr&aacute; lugar en una cercana reuni&oacute;n de la OTAN. Otros analistas le restan trascendencia al encuentro. <br />
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En realidad, ese encuentro girar&aacute; alrededor de Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n y la presencia de una &ldquo;coalici&oacute;n militar&rdquo; en el primero. Obama tiene intenciones de pedir a los aliados europeos mayor presencia en el escenario afgano, donde el gobierno de Kabul se ve cada d&iacute;a m&aacute;s acosado por la alianza talib&aacute;n-al Qaeda y su propia inepcia.

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