<p>Ninguno de ellos tiene respuestas positivas. En sí, el interrogante es curioso, pues presupone la existencia de sustitutos viables para un sistema que viene funcionando desde fines del siglo XVII. “La verdad –opina el docente- es que, por el momento, las únicas opciones serias al modelo anglosajón son otras formas de capitalismo”. El renano, por ejemplo.<br />
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Pero esta alternativa, también llamada “modelo europeo continental”, “no es sostenible” afirma este ex analista del Fondo Monetario Internacional. Sucede que “mezcla generosos gastos sociales, jubilación temprana y redistribución de ingresos más equitativa”.<br />
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Sin duda, el esquema resulta “imposible” para la mentalidad de la tecnocracia fondista. En tercer lugar, aparece el “capitalismo darwiniano chino. Su puntal son empresas exportadoras que actúan en un contexto de dura competencia, escasa seguridad social y papel hegemónico del estado”. Algunos prefieren llamar a este modelo “maltusiano”. Pero Rogoff tiene una objeción: “el sistema chino cambia constantemente”.<br />
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A su criterio, se ignora hasta qué punto se transformarán las estructuras políticas, economías y financieras del gigante (ya es el segundo producto bruto interno). Varios expertos estiman que, en última instancia, Beijing marcha hacia una forma distinta de capitalismo. “En verdad –presume el numen de Harvard-, la clave reside en que todos los esquemas capitalistas son temporales e intercambiables”.<br />
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Sin ir más lejos, el reciente fracaso en concluir un nuevo acuerdo mundial sobre cambio climático en Durban es síntoma de la persistente parálisis en la materia. En el plano económico, la crisis sistémica, su secuela recesiva y el endeudamiento de la Eurozona marcan contradicciones entre los programas de rescate y –como señalan Stiglitz o Krugman- “sus inútiles medidas de austeridad”.</p>
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¿Existe o no sucesor para el capitalismo?
La pregunta viene formulándose desde la crisis sistémica (2007/09) por el difunto Christopher Hitchens hasta la actualidad. Joseph Stiglitz y Paul Krugman (Nobel 2001, 2008) la replantearon hace poco. Ahora, la retoma Kenneth Rogoff desde Harvard.