<p>El juez Robert Gerber –tribunal de quiebras, Nueva York- aprobó hace dos días la de GM, pero dio hasta el jueves plazo para completar la acción. Ambas ventas, según el artículo 363 de la ley federal, convierten lo que era una táctica en sustituto de una reestructuración empresaria.</p>
<p>Hace quince o veinte años, nadie habría podido aplicar ese artículo (parte del título XI) para vender una compañía entera. Si bien ambos casos no acabarán con las reestructuraciones convencionales ni con el negocio de los estudios, los alcances mismos de GM y Chrysler indican que el 363 puede valer para firmas de todo volumen y perfil.</p>
<p>Para quienes ya siguen esa estrategia judicial, ambos precedentes allanan el camino a causas o litigios más rápidos. Los acreedores tendrán menos tiempo para llegar a arreglos, especialmente en situaciones donde los prestamistas imponen plazos perentorios a las compañías. Así ha sucedido con el estado federal respecto de las dos automotrices.</p>
<p>Donde el estado desempeña papel dominante, los letrados tienden a suponer que controlan menos las cosas que en bancarrotas comunes. De hecho, el plazo impuesto por el gobierno a GM expiraba con junio y eso le permitió al tribunal tramitar 850 objeciones en tres días. Lo normal en la materia puede llevar semanas.</p>
<p>Tanta prisa generó escepticismo entre los bonistas y tres de ellos pidieron a Gerber mayor parsimonia. A su vez, funcionarios del Tesoro observaron que los trámites de bancarrotas comunes no se modificarán radicalmente: GM y Chrysler son situaciones excepcionales determinadas por un factor político: Barack Obama quería asegurar la sobrevivencia de una industria emblemática para Estados Unidos (lo había prometido durante la campaña electoral).</p>
<p>Inicialmente, el Tesoro esperaba que en sesenta días se aprobase la alianza Fiat-Chysler: 42 más la etapa de la Suprema Corte. En lo atinente a GM, la operación llevaría de sesenta a noventa días. Tal como marcharon las cosas, sólo se precisaron treinta y seis. <br />
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Enseñanzas de dos veloces bancarrotas automotrices
En mes y medio, General Motors y Chrysler comparecieron ante un tribunal de quiebras y pasaron a ser controladas por el Estado. Hasta hace poco, ningún jurisconsulto o abogado hubiese considerado posible semejante desenlace ni tan pronto.