<p>A su criterio, “prevenir es mejor que curar. En general, los indicadores marchan bien. Justamente por eso, quienes toman decisiones o analizan nuestra economía están echando miradas al futuro no tan lejano. Su objeto común es mitigar de antemano ciertos problemas potenciales”.<br />
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Hablando con Knowledge@Wharton e Insead, (también dirige la división china de la universidad Tsinghua), queda claro para él que el gigante se dirige a una peligrosa escasez de granos. Por de pronto, “ya padecemos de poca tierra arable por habitante. Paralelamente, a medida como avanzan la industrialización y la urbanización, los costos laborales aumentan a ritmo sostenido”. <br />
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Ambos componentes se transfieren enseguida a los precios agrícolas, en particular los de cereales. La población consume granos en grandes cantidades. No sólo eso, también precisa insumos básicos para la producción de otros rubros alimentarios. En conjunto, estos factores conducen a una “tormenta perfecta” que, por su parte, eleva la demanda de cereales.<br />
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De acuerdo con Li, la creciente necesidad de granos es un problema mundial y se nota en China, donde las tierras de pan llevar representan apenas un tercio de sus 9.600.000 km2. “Bastaría una mala cosecha para desatar una escasez general de alimentos. Podemos imaginar que, con la frecuencia y la severidad de los desastres naturales en nuestro país u otros, la producción mundial de cereales decrezca. Ello comportaría graves amenazas a la seguridad alimentaria, riesgos de hambrunas e inflación de precios”.</p>
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<p><strong>Fluctuaciones en hidrocarburos</strong></p>
<p>Este funcionario del banco central chino también vislumbra falta global de petróleo y gas. Para él, ello involucra efectos negativos para el desarrollo del país. No obstante, señala que hidrocarburos y granos son dos tipos de recursos y riesgos muy distintos entre sí.<br />
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Para empezar, “los riesgos asociados a crudos reflejan la relativa concentración geográfica de la oferta. Mucho más que los granos, los hidrocarburos responden más inmediatamente a cambios políticos y económicos. Por ejemplo, la recesión en Estados Unidos y la Unión Europea han deprimido los precios petroleros. Sin embargo, aun leves recuperaciones pueden provocar una veloz reacción de valores”.<br />
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Dado que Beijing depende del extranjero para sus necesidades de combustibles fósiles, cualquier alza importante devastaría la economía. A criterio de Li, “debemos estar preparados para amplias fluctuaciones. Ello implica reservas locales de crudos equivalentes a tres/seis meses de consumo. Pero también debieran diversificarse factores de riesgo suscribiendo contratos a largo plazo con países proveedores. Además, han de comenzarse a explotar fuentes de energía no convencionales”.</p>
<p><strong>¿Demasiado efectivo?</strong></p>
<p>Durante unos tres decenios, China vino experimentando un sostenido incremento en medios de pagos, en especial M-1 (efectivos y depósitos a la vista). A mediados de año, esa masa sumaba US$ 10,5 billones (millones de millones): casi dos veces su producto bruto interno y superior al M-1 de EE.UU.<br />
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Li explica que esta excesiva circulación plantea varios riesgos a la economía. “Sin opciones inversoras viables –señala a Knowledge@Wharton-, podrían aparecer burbujas de precios y determinados activos podrían subir más de lo prudente. Lo hemos visto con la crisis inmobiliaria norteamericana de 2006/8. Al alcanzar precios insostenibles, la burbuja estalló y condujo a una licuación económica”.<br />
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En el caso chino, Li sugiere que se replantee la política monetaria a fin de reducir el monto de circulante. “China debiera acentuar la supervisión y vigilancia sobre el sistema financiero”. El experto habla como si la banca local fuese privada. Más efectivo sería pedir que los excesos de liquidez saliesen del país. Por ejemplo, que se aplicasen a rescates europeos.</p>
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