Empleos o automatización: descartar la falsa opción

spot_img

Nadie duda de que el avance en automatización y el uso intensivo de robots impulsará la productividad global. Que buena falta hace (ya que ha declinado como sustento del crecimiento económico de largo plazo en toda Europa, Estados Unidos y las economías más avanzadas, durante la última década). La inquietud que se plantea es, si al adoptar estas nuevas tecnologías se perturba el mundo del trabajo tal cual lo conocemos.

KPMG – MERCADO

 

En este debate hay, en forma nítida, tres grupos claramente definidos.
El primero es de los negadores. Dicen que nada pasará y que no hay que perder el tiempo con especulaciones sin sentido, cuando hay otros temas terrenales mucho más urgentes que atender (a duras penas logran esconder el miedo que les inspira el futuro).

El segundo es el de los apocalípticos. En poco tiempo, los robots dejarán sin trabajo a los humanos. La inteligencia artificial terminará con las máquinas esclavizando a la humanidad (todavía recuerdan las escenas del film Terminator). Masas famélicas, desempleadas y sin ingreso provocarán inmenso desorden social y no habrá quien pueda comprar buena parte de lo que produzcan las máquinas. Predicen el fin del capitalismo y la instalación de Estados represivos. Una distopía, como se le llama ahora.

Finalmente, el tercer grupo, el de los racionales optimistas. Sostiene que el avance tecnológico producirá pérdida de trabajo, pero que a la vez creará nuevas posiciones calificadas que solo podrá ocupar el ser humano.

Aseguran, además, que esto no ocurrirá mañana. Pero sí en algunos años, tal vez no tantos como quisieran, pero de forma manejable, que permitirá reentrenar y brindar otro conocimiento a las nuevas generaciones y –aunque parece más improbable– también a muchos de los desplazados. Este último enfoque es el que prefieren los autores que han colaborado en esclarecer este gran interrogante.
Esta es la posición a la que adhiere esta investigación especial y por eso es el eje de este informe especial sobre “Cómo será el empleo en 2030”, que surge como alianza intelectual entre KPMG y Mercado.

Es que a medida que los procesos se automatizan, las empresas comienzan a entender la necesidad de la mano humana operando los botones y palancas que hacen que todo funcione.
Las tendencias que van a incidir en el futuro del trabajo son: tecnología, demografía, urbanización y poder económico. De ahí surge la predicción tentativa de cómo será el mundo del trabajo en 2030.
Estamos atravesando una transformación fundamental en la forma de trabajar. La automatización y las “máquinas inteligentes” están reemplazando tareas y empleos humanos y cambiando las habilidades que buscan las organizaciones en su personal.

–¿Cómo creen los trabajadores que evolucionará su espacio laboral en los próximos diez años? ¿Y cómo entienden que esto afectará sus perspectivas de empleo?


–La mayoría considera que las habilidades humanas seguirán siendo requeridas a pesar de la automatización.
La automatización es uno de los factores más considerados: aunque 73% opina que la tecnología nunca reemplazará la mente humana, 37% piensa que está poniendo en riesgo su puesto de trabajo y 60% prevé que serán pocas las personas que tendrán un empleo estable en el futuro. Frente a esta percepción, la capacitación cobra más relevancia que nunca: 74% está dispuesto a aprender una nueva habilidad o capacitarse con mayor regularidad.

Para 2030, los sectores de transporte y manufactura tendrán un alto potencial para la automatización del trabajo mientras que la salud y la educación son menos automatizables.


Ganancias y pérdidas

Algunos pronósticos señalan que casi la mitad de los empleos con sueldo que hay en la actualidad van a desaparecer. Serían puestos automatizados en poco más de una década.
Aun suponiendo que el pronóstico sea correcto, los expertos arguyen que lo que pasará será un enorme cambio en las tareas que cumplan los seres humanos. Sostienen que apenas 5% de las posiciones desaparecerá de forma definitiva. Los demás cambiarán, a veces de modo drástico.

Lo que se avecina –argumentan– para el año 2030 es que 400 millones de empleos se perderán por la robotización y la automatización. Pero simultáneamente, se crearán 55 millones de nuevas posiciones, de las cuales hoy no existen en su inmensa mayoría.

En suma, no habrá escasez de trabajo –al menos, no en exceso–, pero el punto es en dónde estarán nuevos y viejos empleos. Y cuáles habilidades y conocimientos deberán incorporar los actuales trabajadores para seguir activos en un mundo tan cambiante. No es lo mismo aprender los secretos del oficio a los 20 años, que ser reentrenado –casi de modo permanente, a los 40 y a los 50 años.
En síntesis, todavía los seres humanos controlan el futuro.

Impulso a la productividad

Empleos que van a desaparecer, que cambiarán y que se crearán

La automatización le dará a la economía global el empujón de productividad que tanto necesita, mientras al mismo tiempo permitirá avanzar en ambiciosos programas sociales como curar enfermedades o aportar soluciones al desafío del cambio climático. La trampa está en que adoptando esas tecnologías se puede trastocar el mundo del trabajo.

Esta situación de tener que barajar las consecuencias de la tecnología –que de ninguna manera es nueva en la historia de la humanidad– es analizada por James Manyika y Michael Spence en el informe publicado en Harvard Business Review que Mercado condensa aquí. 
Vivimos en un mundo donde la productividad, sostén fundamental del crecimiento económico en el largo plazo, se derrumbó.

En Estados Unidos, Europa y otras economías avanzadas, el crecimiento de la productividad se desaceleró en forma tan drástica en los últimos diez años que muchos economistas piensan que tal vez el mundo haya entrado en una era de estancamiento justo cuando necesita más que nunca que crezca la productividad para mantener el crecimiento de países con envejecimiento de la población. 

La robótica avanzada llega para ayudar con inteligencia artificial y máquinas que “piensan”, dos tecnologías que permiten mejorar la actividad humana en muchas áreas. Para las empresas las ventajas están a la vista: además de reducir el costo laboral –un factor de suma importancia– la automatización introduce modelos de negocio totalmente nuevos y mejoras que van mucho más allá de las capacidades humanas, como aumentar rendimiento, calidad y también la velocidad de respuesta en cantidad de industrias diferentes. 

La automatización le dará a la economía global el empujón de productividad que tanto necesita, mientras al mismo tiempo nos permite avanzar en ambiciosos programas sociales como curar enfermedades o aportar soluciones al desafío del cambio climático. El problema es que al adoptar esas tecnologías se trastocará el mundo del trabajo. 
Por un lado están los empleos que serán desplazados y por el otro los que van a cambiar y los que se van a crear. 

La última investigación realizada por el McKinsey Global Institute sugiere que cerca del 15% de la fuerza laboral global podría quedar desplazada para 2030, pero que los puestos que probablemente se creen compensarían los perdidos. Esto, con una condición importante: que las economías logren sostener un alto crecimiento económico combinado con fuertes tendencias que impulsen la demanda de trabajo. Aun así, entre 75 y 375 millones de personas en todo el mundo habrán cambiado de categoría ocupacional para 2030 según sea la velocidad de adopción de la automatización.

Desafío importante

Los empleos que se ganen van a requerir mayores logros educativos y niveles más altos de capacidad cognitiva y de comunicación porque los trabajos que requieren habilidades rutinarias, como recolección o procesamiento de datos van ir siendo cada vez más realizados por máquinas automatizadas.

La capacidad de las personas aumentará gracias a máquinas capaces de actuar como asistentes digitales que a su vez van a requerir de las personas un permanente desarrollo y evolución de capacidades. 

Según McKinsey, las economías avanzadas serán las más afectadas porque allí se van a reducir más los trabajos de empleos y de ingresos medios. En las economías emergentes, a mediano plazo, el panorama entre empleos perdidos y ganados se ve más favorable y el efecto neto podría ser una aceleración del crecimiento en la clase media. 

En todas partes las sociedades deberán tomar decisiones importantes para hacer frente a estos desafíos. Algunas intentarán detener o demorar la adopción de la automatización. Aunque eso fuera posible –no lo es– significaría abandonar los beneficios en productividad que traerá la tecnología. 

Otros caminos son todavía menos deseables. Optar por escaso crecimiento del PBI y lento crecimiento del empleo significará estancamiento, y descontento social por ingresos que no avanzan. La automatización rápida que solo trae crecimiento de la productividad por aumento de la eficiencia no crea empleos y va a agravar el descontento social. 

Los investigadores de McKinsey sugieren que habría que adoptar tecnologías de automatización por los beneficios que traigan a la productividad mientras al mismo tiempo se actúa proactivamente con las transiciones laborales que acompañarán esa adopción. La relación entre productividad y empleo es menos negativa de lo que parece a primera vista, porque el aumento del PBI que trae la productividad aumentará el consumo y, por ende, la demanda de trabajo. Como siempre ha ocurrido en el pasado.

La clave, la capacitación

Aunque cueste creerlo, la IA va a crear empleo

Incluso si el mundo se llenara de robots, la educación permanente puede mantener empleada a la gente, dice Peter Schwart, vicepresidente de Salesforce. Las razones de su postura están explicadas en su libro The Art of the Long View: Planning for the Future in an Uncertain World, que se reseña a continuación.

A mucha gente le preocupa que los robots, y otras máquinas con inteligencia artificial, ya estén en condiciones de robar empleos e imaginan que el futuro traerá desempleo por todas partes. Pero hasta la más somera lectura de la historia muestra que esto ya se ha vivido antes. 

En 1928 el Times decía que “la marcha de las máquinas deja sin empleo a la gente”. En 1956 el mismo diario anunciaba que los “trabajadores ven que la revolución de los robots les roba los empleos. Y en diciembre 2017 un editorial del Times preguntaba en el título: “¿Los robots le quitarán el empleo a nuestros hijos? Y respondía más abajo: “es probable”. 

Sin embargo, en este momento Estados Unidos está cerca de tener pleno empleo. Una vez más se escuchan cataratas de advertencias sobre empleos que se pierden y, una vez más, hay razones para dudar de ellas. El verdadero peligro que genera la inteligencia artificial podría ser la persistente escasez de trabajo calificado.

Es cierto que los robots se están volviendo más inteligentes gracias a las mejoras en inteligencia artificial. Están haciéndose cargo de muchas tareas repetitivas que podrían interpretarse como una amenaza para el trabajo humano. Pero esta tendencia debería ser mirada en el contexto de la permanente innovación tecnológica y del progreso económico global, que en todos los momentos de la historia ha generado siempre empleos para la gente. 

En 1950, solo el 55% de la población estadounidense en edad de trabajar tenía empleo. Para 2015, ese porcentaje había subido a 60%. Eso representa un aumento de casi 100 millones de empleos, aun después de haberse introducido muchas tecnologías supuestamente asesinas de trabajos, como las grúas de embarque, los cajeros automáticos y las hojas de cálculo computarizadas. Lo mismo podría ocurrir esta vez, especialmente si se implementan innovaciones en educación para ayudar a la gente a adaptarse a los cambios.

Mayores niveles de empleo

Hay dos razones por las que la automatización conduce siempre a acrecentar los niveles de empleo.
La primera tiene que ver con habilitar clientes. Las nuevas tecnologías convierten lo que antes era lujo, en una necesidad. Y para sostener esas necesidades hace falta trabajo. Un ejemplo: en 1950, muy poca gente podía pagarse un viaje al extranjero. Pero a medida que el precio del pasaje de avión fue bajando, se produjo una explosión en el negocio del turismo de larga distancia. 

Hoy los casi 1.000 parques de diversiones que hay en todo el mundo son visitados por unos 1.000 millones de personas al año y más de 2,4 millones de empleos giran alrededor de ellos solamente en Estados Unidos y Europa. Ya sea que hablemos de los artistas que trabajan allí o de los ingenieros que inventan los juegos o de los actores que se sacan fotos con los niños o de los administradores de los puestos de comidas o de los que crean las campañas de marketing, estamos hablando, en todos los casos, de empleos que no existían en 1950. 

Otro ejemplo: en los años de la década del 60, si uno necesitaba efectivo iba a la ventanilla del banco. En 1967, cuando instalaron el primer cajero automático en el Barclays Bank de Londres, la gente pensó que provocaría la desaparición de los cajeros humanos. No fue así. 

Es cierto que no volvieron más los días en que los empleados dedicaban una parte importante de su tiempo a contar billetes para los clientes. Es cierto también que se redujo el número de cajeros por banco. Pero la tecnología ATM (de los cajeros automáticos) abarató la apertura de sucursales y los cajeros humanos se encontraron con tiempo para resolver los problemas más complejos de sus clientes y podían atenderlos mucho mejor que en 1960. Es más, aumentó el número total de personas atendiendo cajas. 

Ahora bien. Un cajero de aquellos años no podría entrar a trabajar en un banco de hoy sin antes capacitarse. Esa es la exigencia que traen las nuevas tecnologías. Por todas partes hay empleos que no se cubren porque no se encuentra gente capacitada para ocuparlos.
En el área de tecnología, por ejemplo, por todos lados hay vacantes sin llenar. Los sistemas inteligentes no reemplazan personas, amplifican sus habilidades y las ayudan a lograr aumentos en el desempeño que antes no eran posibles.


Naturaleza del trabajo

La segunda razón por la que no se van a perder empleos, aun con la actual ola de cambio tecnológico, tiene que ver con la naturaleza de los trabajos. Una persona que tiene un empleo realiza muchas tareas diferentes y no todas son vulnerables a la automatización. Por eso, más exacto que decir que IA reemplazará muchos empleos, sería afirmar que podría usurpar muchas de las tareas que constituyen los empleos de hoy. 

Las tareas físicas previsibles son las más fáciles de automatizar. Las máquinas son fabulosas con el trabajo rutinario de alto volumen. Usan su poder mecánico para reemplazar la fuerza humana. También van a reemplazar a las personas en la realización de las tareas menores de una oficina. 

Pero seguirán siendo deficientes en tareas abstractas como resolución de problemas complejos y todavía peores en interacciones que requieren empatía y sentido común. Tampoco se van a manejar bien en entornos donde hay pocos datos. Las máquinas inteligentes necesitan que se las alimente con datos para, a partir de ellos, hacer inferencias. Por eso les cuestan mucho los problemas no estructurados. La innovación será imposible si se la delega a un robot, por bien programado que esté. 
Pero aunque desaparezcan las viejas tareas, aparecerán nuevas. Los empleos del futuro se construirán alrededor de esas tareas. Las empresas tendrán que ayudar a sus empleados a actualizar su experiencia y capacidad para incorporar las nuevas habilidades. Aquellos que no dependan de un empleador tendrán que capacitarse por su cuenta. A Alvin Toffler se le atribuye esta frase: 

“Los analfabetos del siglo 21 no serán los que no puedan leer y escribir, sino los que no puedan aprender, desaprender y reaprender”. 

Los niños que hoy están en la escuela van a terminar con empleos que no existen todavía. Necesitarán continua recapacitación y reaprendizaje. Y también los empleados en el extremo opuesto de las edades.

Reinventar los empleos 

El líder tiene la responsabilidad de hacer frente al desafío de la automatización, pero de una forma que tal vez no anticipaba. Si sus competidores agregan nuevas capacidades para satisfacer las diferentes necesidades de los clientes, tendrá que hacer como ellos o más. Tendrá, por eso, necesidad de pensar más creativamente sobre los empleos que tiene, las tareas que contienen esos empleos, las habilidades que los empleados van a necesitar y la capacitación que deberá brindarles. 

Deberá comenzar a desmembrar los empleos en las diferentes tareas que los componen. Luego identificar cuáles son ideales para las personas y cuáles son mejores para las máquinas. Cualquier empleo actual en una compañía debería ser estudiado de esta forma. Por ejemplo, no se van a necesitar camioneros nada más que para llevar el vehículo de un lugar a otro. Harán falta personas que combinen las habilidades de un agente de ventas, de un anunciante y de un vendedor para sentarse en esos camiones y relacionarse con los clientes a la vez que hacen las entregas. 

Están apareciendo además nuevas herramientas basadas en biología neural, nuevos paradigmas computacionales y máquinas inteligentes. Esas herramientas pueden acelerar y mejorar la capacidad de aprender de la gente. En muchos casos, las mismas tecnologías que parecen eliminar empleos serán los medios de entrega de nuevas habilidades que mantengan empleada a la gente. 

Recapacitar a las personas para un nuevo entorno no debería ser algo tan difícil. Como sociedad, si no comenzamos a facilitar la recapacitación y la educación masivas, vamos a ensanchar la brecha entre los que tienen y los que no y a aumentar la inestabilidad económica y política en todo el mundo. La educación por sí sola no va a resolver todos los problemas económicos pero aumentar su eficacia es un requisito para hacerlo.

Los que se asustan del avance de los robots se equivocan de peligro. Crear un cultura de aprendizaje permanente es la forma para que pasemos de esta economía a una que dé la oportunidad de prosperar a más personas. La responsablidad de brindar esa educación no puede recaer solo en los Gobiernos. En ese entorno la empresa tendrá un rol fundamental.

Trabajadores más productivos

Por qué los radiólogos pueden estar tranquilos

Mucha gente dice que esta actividad será de las primeras víctimas del avance de las máquinas. Analizar imágenes médicas es una tarea ideal para el “aprendizaje profundo”, una técnica de inteligencia artificial que primero llamó la atención por su habilidad para enseñar a las computadoras a reconocer objetos en imágenes.

Muchas compañías creen que incorporar IA al trabajo de la clínica significará diagnósticos más rápidos y más baratos. Las máquinas podrían también ver detalles que los humanos no ven y evaluar cuál peligrosos es un cáncer con solo mirar un scanner. 

Sin embargo, hay otros investigadores en IA que piensan que se podrá prescindir totalmente de los seres humanos. “Es obvio que deberíamos dejar de entrenar radiólogos”, dijo en 2016 Geoffrey Hinton, una luminaria en inteligencia artificial. 

El año pasado Andrew Ng, otro investigador estrella, hablando sobre la capacidad de IA para diagnosticar la neumonía a partir de placas de rayos X, se preguntaba “si los radiólogos deberían estar preocupados por sus empleos. Con el aprendizaje profundo de las máquinas es lógico que cunda la alarma entre los trabajadores que ejecutan todo tipo de trabajo no físico.

En realidad la aplicación de IA a la medicina sugiere que el tema es más complicado. Las máquinas inteligentes van a cambiar muchos campos permitiendo analizar rápidamente gigantescas pilas de datos para descubrir cosas que para la gente podrían pasar desapercibidas. Pero no va a volver redundante a la gente. Y lo demuestra la radiología, esa misma actividad que es usada como ejemplo del apocalipsis que podría venir.

En primer lugar está la naturaleza misma de IA. Algunos afirman que los radiólogos mecánicos hacen mejor trabajo que los de guardapolvo blanco. Otros dicen que los humanos aventajan. Es probable que en el futuro las máquinas saquen una clara ventaja, pero hay que tener en cuenta que, al menos en el futuro previsible, la inteligencia artificial tendrá una mira “estrecha”. 

Ningún ser humano es tan bueno en aritmética mental como una calculadora de bolsillo, pero eso es todo lo que la calculadora puede hacer. Es una técnica de reconocimiento de patrones y patrones hay en todos lados. Pero en definitiva es limitada, una suerte de idiota sapiente electrónico que se destaca en una determinada tarea mental pero se desconcierta con otras. 
En lugar de preguntarnos si IA puede reemplazar un empleo es mejor ver si podría reemplazar a los humanos en una tarea específica.


El toque humano

Eso lleva a una segunda razón para el optimismo: la naturaleza del trabajo. La mayoría de los empleos consisten en muchas tareas, aunque eso no sea obvio para quien mira de afuera. Las hojas de cálculo todavía no han logrado dejar sin trabajo a los contadores porque la contaduría es mucho más que hacer columnas de cifras que se suman. 

Los radiólogos analizan muchas imágenes. Pero también deciden cuáles imágenes elegir, conversan entre sí sobre diagnósticos difíciles, comentan planes de tratamiento con sus pacientes y demás. La posibilidad de dejar una de esas tareas a un ayudante computarizado los deja, lejos de significar un pronto despido, con más tiempo para concentrarse en otras partes de su trabajo, casi siempre más satisfactorias. 

Una tercera razón para el optimismo es que la automatización también debería fomentar demanda. Aun en el mundo rico, la radiología es cara. Si las máquinas pueden hacerla más eficiente, el precio podría bajar permitiendo que sus beneficios se difundan más y abriendo nuevas aplicaciones para el diagnóstico de imagen. 

En la Revolución Industrial el número de tejedores creció cuando el trabajo se automatizó. El aumento de la eficiencia permitió aumentar la producción, bajar los precios y, por lo tanto, mayor demanda para las tareas que las máquinas no podían hacer. 

Nadie sabe cuán profundos van a ser los efectos de largo plazo de IA sobre el empleo. Pero la experiencia sugiere que el cambio tecnológico lleva más tiempo de lo que la gente cree. A los dueños de las fábricas les llevó décadas aprovechar al máximo las ventajas de la electricidad sobre el vapor.

Todavía no ha terminado la revolución de la computación en la oficina. Las grandes firmas tecnológicas como Google, Facebook y Alibaba tienen los recursos y la experiencia interna para comenzar a usar IA. Las demás avanzarán más lentamente, especialmente en áreas muy reguladas como la medicina.

Nuevos roles a cubrir

La inteligencia artificial no es mala noticia para los empleados

¿Es el fantasma que acecha a los trabajadores? Muchos la consideran una amenaza, pero también se la podría ver como una ayuda que viene a relevarlos de tareas ingratas o peligrosas para que ellos puedan dedicarse a las más satisfactorias.

El temor generalizado es que los programas inteligentes terminen eliminando millones de puestos de trabajo y condenando a toda una generación a aceptar trabajos aburridos y malpagos o a una desocupación forzada. 

No hay motivo para tanta ansiedad, dicen Ken Goldberg de la universidad de California, Berkeley, y Vinod Kumar, CEO de Tata Communications, en India. Ambos publicaron un informe que es mucho más optimista de lo que imaginan los empleados en general. En muchos casos, dicen, aumentará la satisfacción en el trabajo porque la eliminación de tareas aburridas les permitirá ser más creativos.
Sus afirmaciones se basan en los resultados de una encuesta realizada entre 120 altos ejecutivos. Allí descubren que mientras el 57% cree que IA reemplazará cargos existentes, el 77% piensa que creará nuevos roles. Estos últimos creen también que harán falta nuevas habilidades para poder manejar la nueva tecnología y más de la mitad de los jefes ya están tomando medidas para capacitar a sus planteles.

Los autores recuerdan que los cambios tecnológicos anteriores no tuvieron los efectos negativos sobre el empleo que se pensaban al principio. Mencionan algunos ejemplos conocidos. Los escáners de códigos de barra no eliminaron la necesidad de cajeros humanos en Estados Unidos. Los empleos en las industria del retail crecieron a una tasa anual de más de 2% entre 1980 y 2013. La llegada de los cajeros automáticos ahorraron a los empleados de banco la necesidad de entregar efectivo y los liberaron para ofrecer asesoramiento financiero a sus clientes. 

Algunos trabajos podrían volverse mucho más fáciles con IA. Un ejemplo es el de los camioneros. El temor generalizado es que los camioneros van a ser remplazados por vehículos autónomos. Pero maniobrar un camión por calles muy transitadas es mucho más difícil que andarlo por una autopista. Entonces el conductor podría cambiar a modo automático ( y descansar un poco) cuando anda por fuera de las grandes ciudades y retomar el volante cuando se acerca a destino. La analogía evidente es con los aviones, donde los pilotos manejan despegues y aterrizajes pero ponen la computadora para vuelo de crucero cuando llegan a los 35.000 pies. Usar IA evita que el cansancio de los camioneros provoque accidentes.


Eliminar barreras

Pasando a la vida de oficina, la IA puede ayudar con tareas complejas y difíciles y liberar al personal para que pueda trabajar en decisiones estratégicas importantes. Los autores piensan también que la IA podría ayudar, por ejemplo, en la eliminación de las barreras del lenguaje. Las compañías multinacionales suelen tener empleados que no hablan el mismo idioma. La IA puede manejar traducciones en tiempo real para facilitar el diálogo. 

El informe sigue diciendo que la IA puede conducir a una mejor toma de decisiones. Puede brindar una opinión contraria para que los equipos no caigan en la tentación del “pensamiento grupal”, en el cual nadie se anima a discrepar con los demás. Un programa podría analizar e-mails y transcripciones de las reuniones o enviar avisos de alerta cuando descubra anomalías. O puede advertir a un equipo cuando se está distrayendo de la tarea que tiene entre manos. 

Cuando una firma comienza un proyecto la IA puede sugerir cuáles son los expertos de otras partes de la organización que podrían hacer un aporte interesante. En reclutamiento, los gerentes podrían fijar criterios para la “diversidad cognitiva” (buscar personas con diferentes antecedentes académicos y culturales) cuando realizan una búsqueda de personal y luego permitir que la IA sugiera candidatos. Eso eliminaría la posibilidad de contratar a alguien siguiendo las propias tendencias que favorecen muchas veces al estereotipo del hombre blanco.

Todo lo anterior pretende corregir de las predicciones más alarmantes sobre los efectos posibles de la IA. Conviene siempre recordar que la calidad de los programas depende de la calidad de los datos que se les dan. Si los que introducen los datos tienen prejuicios, los programas serán tendenciosos. Como dice Helen Poitevin (de Gartner), “La IA puede ayudar a mejorar la diversidad en el lugar de trabajo si queremos que lo haga. Los mejores empleadores deberían poder convertir la IA en algo positivo para los trabajadores”.

Factores que tendrán incidencia

Trabajo habrá, pero harán falta distintas habilidades

Se percibe el miedo de que por culpa de la automatización en el futuro no haya trabajo para todos. La investigación de un grupo de investigadores del McKinsey Global Institute* arranca con una nota positiva. La historia demuestra que los mercados laborales se ajustan a los cambios en la demanda de trabajadores que producen las disrupciones tecnológicas.

Realizaron dos tipos de análisis: uno basado en modelos de un puñado de catalizadores de la nueva demanda laboral, y otro usando un modelo macroeconómico que incorpora las interacciones dinámicas entre variables.

Si la historia sirve de guía, ser podría esperar que entre el 8 y el 9% de la demanda laboral en 2030 sea para tipos de ocupaciones que antes no existían. 

Ambos análisis los llevan a concluir que con suficiente crecimiento económico, innovación e inversión, puede haber suficiente creación de trabajo nuevo para compensar el impacto de la automatización. 
Un desafío mayor será asegurar que los trabajadores tengan las habilidades y el apoyo que necesitan para hacer la transición hacia los empleos nuevos. Los países que no logren manejar esa transición podrían tener aumento de desempleo y reducción de salarios. 
La magnitud de la creación del empleo y del impacto de la automatización en la fuerza laboral, que variará según el país, depende de cuatro factores.

Nivel salarial

Los sueldos altos son los que justifican el aumento de la automatización. Sin embargo, también pueden verse afectados los países con bajos salarios si las empresas adoptan automatización para aumentar calidad, lograr más control sobre la producción y acercar la producción a los consumidores finales en países con altos sueldos o algún otro beneficio, además de reducir costos laborales.

Crecimiento de la demanda

El crecimiento económico es fundamental para la creación de empleo; las economías estancadas o de crecimiento lento crean pocos empleos netos. Los países con más crecimiento económico y de productividad, podrán esperar más demanda de trabajo.

Demografía

Los países con rápido crecimiento de la fuerza laboral, como India, pueden aprovechar “el dividendo demográfico” que aumenta el crecimiento del PBI. En los países con fuerza laboral en contracción, como Japón, es esperable menos crecimiento del PBI, que derivará solamente de aumentar la productividad.

Combinación de sectores económicos y ocupaciones

El potencial de automatización en cada país refleja la combinación de sectores económicos y la combinazión de trabajos dentro de cada sector. Japón, por ejemplo, tiene un potencial de automatización mayor que Estados Unidos porque allí es mayor el peso de los sectores que son altamente automatizables, como manufactura.

Efectos de la automatización

Estos cuatro factores se combinan para crear panoramas diferentes para el futuro del trabajo en cada país. Japón es un país rico pero la proyección es que su economía crecerá lentamente de aquí a 2030. Enfrentará una combinación de poca creación de trabajo por expansión económica y alta proporción de trabajo que puede ser automatizado como resultado de los altos sueldos y la estructura de su economía.

Sin embargo, Japón también asistirá a una notable contracción de su fuerza laboral para 2030: 4 millones menos de personas. En un escenario escalonado, y considerando los empleos en ocupaciones nuevas que no se pueden imaginar hoy, el cambio neto en cantidad de empleos podría quedar más o menos equilibrado. 

Estados Unidos y Alemania también podrían encontrarse ante un importante desplazamiento de la fuerza laboral, provocado por la automatización para 2030. Pero allí el proyectado crecimiento futuro –y por lo tanto la creación de empleo– es mayor. Estados Unidos tiene una fuerza laboral en crecimiento y, en el escenario de crecimiento escalonado, con innovaciones que llevan a nuevos tipos de ocupaciones y trabajo, está más o menos en equilibrio. La fuerza laboral en Alemania se reducirá en 3 millones de personas para 2030 y tendrá una demanda laboral más que suficiente para dar empleo a todos sus trabajadores, cualquiera sea el escenario.

En el otro extremo está India: un país en rápido crecimiento con potencial de automatización relativamente modesto durante los próximos 15 años, lo que refleja el bajo nivel salarial. El análisis arroja que casi todas las categorías ocupacionales van a crecer en India, lo que refleja su potencial para una fuerte expansión económica.
 
Sin embargo, según los cálculos, su fuerza laboral va a crecer en 138 millones de personas para 2030, o sea el 30%. India podría crear suficiente cantidad de empleos nuevos para compensar la automatización. 

China y México tienen salarios más altos que la India y por eso tendrán más automatización. China proyecta un sólido crecimiento económico y tendrá una fuerza laboral en contracción; como Alemania, su problema podría ser escasez de trabajadores. 
En México la tasa proyectada de expansión económica es más modesta y podría beneficiarse de la creación de trabajo.

Reemplear sin demora a los desplazados


Para modelar el impacto de la automatización en el empleo y los salarios, los investigadores usaron un modelo de equilibrio general que toma en cuenta los impactos económicos de la automatización y de las interacciones dinámicas. La automatización tiene por lo menos tres impactos diferentes. 
Primero, está el posible desplazamiento del trabajo.

También puede elevar la productividad del trabajo: las firmas adoptan la automatización solo cuando hacerlo les permite producir más o o mejor con los mismos o menos elementos (materiales, energía y trabajo). 

El tercer impacto es que la adopción de la automatización aumenta las inversiones en la economía, elevando el crecimiento del PBI en el corto plazo. 

El equipo modelizó los tres efectos y creó diferentes escenarios para ver –sobre la base de datos históricos– en cuánto tiempo los trabajadores desplazados encuentran otro empleo.
Los resultados revelan que en casi todos los escenarios, los seis países que forman el foco del informe –China, Alemania, India, Japón, México y Estados Unidos– podrían gozar de pleno empleo para 2030. Sin embargo, el modelo también ilustra la importancia del reempleo rápido de los trabajadores desplazados.

Si encuentran otra posición antes de un año, la automatización eleva la economía general: la plena ocupación se mantiene en el corto y largo plazo, los salarios crecen más que en el modelo de base y la productividad es mayor.

Pero en escenarios donde los trabajadores desplazados pasan años antes de encontrar un nuevo trabajo, el desempleo crece en el corto y mediano plazo. El mercado laboral se ajusta con el paso del tiempo y el desempleo cae, pero con un promedio más lento de crecimiento del salario. En esos escenarios, los salarios promedio terminan más bajos en 2030 que en el modelo de base, lo cual podría aplastar la demanda agregada y el crecimiento de largo plazo. 

En general, los actuales requisitos educativos de las ocupaciones con posibilidad de crecer, son más altos que los que se exigen para los empleos desplazados por la automatización. En economías avanzadas, las ocupaciones que hoy requieren solo educación secundaria o inferior se automatizan menos, mientras que los trabajos que exigen título universitario se automatizan mucho más. 
Los trabajadores del futuro pasarán más tiempo en actividades donde las máquinas no son buenas, como manejo de personal y menos tiempo en actividades físicas previsibles.

El manejo de las transiciones laborales


¿Cómo manejar la transición? El camino equivocado sería intentar demorar la velocidad y el alcance de la adopción en un intento de preservar el status quo. Aunque la adopción más lenta podría limitar la escala de las transiciones laborales, dañaría los aportes que hacen las tecnologías al dinamismo empresarial y el crecimiento económico. 

Lo aconsejable, dicen los autores del estudio, es aceptar esas tecnologías pero ocupándose de las transiciones en la fuerza laboral.y los desafíos que traen. En muchos países, eso podría exigir una iniciativa de la escala del Plan Marshall, con inversión sostenida, programas nuevos de capacitación y programas para facilitar las transiciones de los trabajadores, subsidios y colaboración entre el sector público y privado.

* Los autores del trabajo de investigación son James Manyika, presidente del McKinsey Global Institute; Susan Lund y Michael Chui, socios; Jacques Bughin y Jonathan Woetzel, directores; Parul Batra, Ryan Ko ySaurabh Sanghvi, consultores.

Cómo adaptarse al gran cambio

Distribuir la prosperidad que crea la automatización

La humanidad siempre receló de las novedades que cambiaban el presente para bosquejar un futuro incierto. Cuando aquél se volvía presente advertía finalmente que las ventajas de los cambios superaban las desventajas. La única diferencia entre aquel pasado y hoy es la velocidad con que se nos viene encima el futuro.

Eso dice el profesor Greg Maryniak, vicepresidente de innovación en la Singularity University, quien advierte que hay dos grandes problemas que deberían ser objeto de profundo análisis ahora: la energía y los robots.

¿Los robots y la inteligencia artificial eliminarán empleos en casi todas las áreas?

Con la tasa de desempleo en Estados Unidos cayendo a 5,3%, la más baja en 7 años, los legisladores están respirando tranquilos. En verdad, con el avance del boom tecnológico hay motivos para el optimismo. La manufactura está regresando a las costas estadounidenses con robots haciendo el trabajo de los obreros chinos: las automotrices estadounidenses producirán masivamente vehículos eléctricos que se manejarán en forma autónoma; las empresas de tecnología desarrollarán dispositivos médicos y mejorarán la salud y aumentarán la longevidad; habrá energía limpia ilimitada e impresión en 3D para las necesidades diarias. El costo de todas esas cosas se desplomará y será posible cubrir las necesidades básicas de todos los seres humanos.

Estamos hablando de avances tecnológicos que están ocurriendo hoy pero que darán sus frutos recién en la década de 2020.

Entonces los legisladores podrían tener un problema nuevo: la desaparición de empleos humanos. No solo habría menos empleos para la gente que hace trabajo manual; también los trabajadores del conocimiento podrían ser reemplazados por computadoras. Casi todas las industrias y profesiones sentirán el impacto y eso creará una serie de problemas sociales, porque mucha gente no se va a poder adaptar a un cambio tan dramático. 

Pérdida de empleos

La élite tecnológica que está liderando esta revolución asegura que no hay nada de qué preocuparse porque crearemos nuevos empleos como ocurrió en los siglos anteriores cuando se produjo la transición de la economía agraria a la industrial. Marc Andreessen ha llamado a esta idea de un futuro sin empleos una “falacia ludita” refiriéndose a los temores de que las máquinas eliminarían empleos humanos. Esos temores resultaron infundados porque creamos nuevos y mejores empleos y estuvimos mucho mejor. 

Cierto, estamos viviendo una vida mejor. Pero lo que está faltando en estos argumentos es el marco de tiempo en el cual se produjeron las transiciones. La revolución industrial se fue desarrollando a lo largo de varios siglos. Las revoluciones tecnológicas de hoy están ocurriendo en años. Seguramente vamos a crear algunos empleos intelectualmente exigentes, pero el problema es recapacitar a los trabajadores que pierden su empleo hoy. 

La primera gran ola de desempleo será causada por los autos con autonomía de manejo. Seguramente traerán enormes beneficios eliminando accidentes y congestión de tránsito, haciendo más productivo el tiempo de traslado y reduciendo el uso de energía. Pero van a eliminar millones de puestos de trabajos a taxistas, camioneros y transportistas en general. Los autos robóticos totalmente automatizados ya no están en el ámbito de la ciencia ficción. Hay camiones que se manejan solos en las autopistas y tractores que se manejan solos en las granjas.

La manufactura también se va a transformar. Desde hace muchos años los robots vienen realizando operaciones quirúrgicas, ordeñe de vacas, reconocimientos militares y ensamble de productos. Pero no eran lo suficientemente hábiles como para hacer el tipo de trabajo que hacen los humanos al instalar placas de circuitos integrados. La última generación de robots industriales de la suiza ABB y la estadounidense Rethink Robotics pueden hacer eso. Yumi, el robot de ABB, puede hasta enhebrar una aguja. Cuesta US$ 40.000.

Con los avances en inteligencia artificial, cualquier empleo que requiera el análisis de información puede hacerse mejor con computadoras. Esto incluye los puestos de los físicos, abogados, contadores y brokers de bolsa. 

Hay tantas cosas para entusiasmarse como para temer. Si somos lo suficientemente inteligentes como para desarrollar tecnologías que solucionan los problemas de las enfermedades, el hambre, la energía y la educación seguramente podremos también encontrar soluciones para los problemas sociales. Pero debemos comenzar por comprender hacia dónde vamos y prepararnos para los cambios. Debemos ir más allá de la “falacia ludita” y pasar a una conversación profunda sobre el nuevo futuro.

Adecuarse a los nuevos desafíos

El trabajo en la era de la digitalización

Los grandes cambios registrados en los últimos tres siglos fueron impulsados por la irrupción de nuevas tecnologías que cambiaron los sistemas de producción económica y la organización social. El inicio se ha caracterizado siempre por la resistencia, es decir el miedo a perder lo que se tiene, y por ello fue una constante el conflicto entre tecnología y empleo.

Por Claudio A. Logaldo (*)

Sin embargo, el resultado final en todas las épocas ha sido una mejora y ampliación del mercado laboral con nuevos conocimientos adquiridos y un sustancial progreso en la calidad de vida de las personas. 
Hacia fines del siglo pasado la alarma era que la mitad de los trabajos iban a desaparecer por la automatización de las actividades, especialmente en el comercio y los servicios. Y lo que no se podía automatizar debía ser trasladado a países con una regulación laboral o ambiental menos exigente o donde la mano de obra y los impuestos eran más baratos. Esta tendencia de optimizar el beneficio del negocio tiene aún vigencia en esta nueva centuria pero fue simultáneamente fue superada por el propio desarrollo de la tecnología que impone otros parámetros más allá de la renta de un negocio.

Cualquier sea el caso, la cuarta revolución industrial en marcha impulsada por internet, big data, drones y la impresión digital, entre otros, ya está haciendo crujir el sistema laboral heredado del siglo XX. Y la pregunta es la misma de siempre: ¿podremos adaptarnos al cambio o seremos víctimas? 
Un dato objetivo a tener en cuenta: en las últimas encuestas mundiales que realiza anualmente KPMG a más de dos mil CEO de las empresas más importantes, se nota un aumento de la preocupación de los empresarios en cuanto a los efectos que produce la disrupción tecnológica en sus negocios y, al mismo tiempo, una mayor toma de conciencia de la necesidad de adecuar sus recursos humanos a estos nuevos desafíos. 

Es que la tecnología está atravesando todos los niveles de la vida humana. La experiencia y el conocimiento compartidos libremente en Internet, junto con miles de millones de dispositivos conectados, están creando un crecimiento explosivo y exponencial de la información y de herramientas para administrarlas que actúan directamente en los sistemas de producción. 

Fácil acceso a la tecnología (móvil, cloud); avances en machine learning, analyticsy tecnología cognitiva sumados a los cambios demográficos globales como la reducción de la población en edad de trabajar y necesidad de nuevos talento, obligan a una reformulación de cómo se aborda y se diseña el mercado laboral tanto desde la oferta como desde la demanda.

¿Qué cambios traerá la automatización inteligente a la fuerza de trabajo futura?

En primer término cambian las características del trabajador: es uno más potenciado, conectado al mundo digital, con velocidad de pensamiento, dispuesto a adaptarse a tareas nuevas y desafiantes. Y esto instala también un cambio de liderazgos y esencialmente el desarrollo de una nueva cultural de comportamientos que incorpore mucho de los cambios que la tecnología ya imprime a la vida cotidiana de la gente. Y para desarrollar una estrategia de talento hay que comprender siempre los puntos de contacto entre la estrategia del negocio y la estrategia del talento para cumplir los objetivos de la organización.

A tener en cuenta
¿Qué hay que tener en cuenta durante la transición de la fuerza laboral de hoy a la de mañana? Veamos los puntos más sobresalientes:
• Reubicar talento según sea necesario dentro de la organización.
• Habilitar y re-capacitar a empleados impactados.
• Equilibrar la composición de la fuerza de trabajo.
• Participación de los empleados en el nuevo entorno de trabajo.
• Alinear a través de canalización, aprendizaje y desarrollo.
• Ampliar y profundizar las habilidades y capacidades.
• Retener y atraer a los mejores candidatos.
• Anticipar e invertir en mecanismos correctos de desarrollo.
• Inclusión de habilidades de nicho en las capacidades de la fuerza laboral.
• Lograr agilidad tecnológica.
Estas temáticas requieren un cambio del enfoque para integrar habilidades que permitan que las ventajas que conllevan los cambios tecnológicos, la automatización y la Inteligencia Artificial puedan generar beneficios para todos y también para el funcionamiento de una sociedad más equitativa. Es importante comprender que las nuevas tecnologías se presentan como un poderoso instrumento de transformación más que como un fin en sí mismo al que hay que temer. En cualquier caso la inteligencia huma debe saber prepararse para aprovechar las nuevas oportunidades de estos tiempos impactantes.

(*) Socio LATAM Management Consulting Hub Digital Transformation en KPMG.

La nueva área de recursos humanos

La fuerza laboral del futuro

No solo la disrupción genera cambios en todas las actividades y las industrias, sino que la fuerza laboral también lo está haciendo. Los trasformaciones macro que ocurren en muchas geografías están impactando la forma en el empleo de hoy y del futuro.

Por Daniel Kislauskis y Susana Rodríguez (*)


Daniel Kislauskis


Susana Rodríguez

Estos cambios podrían enumerarse de la siguiente manera:

100 años de vida: el 50% de los niños que crecen hoy en día vivirán hasta 100 años, lo que significa que las personas estarán económicamente activas durante los 60-70 años, mucho más que hoy. Pero el mundo del trabajo puede no requerir de ellos.

Trabajadores eventuales y “gig workers”: los trabajadores eventuales y “gig” complican la planificación de la fuerza laboral ya que ahora hay más de una respuesta correcta al tamaño, forma y composición óptima de la misma.

Automatización inteligente y fuerza laboral: el 20% o 30% de las tareas que se realizan ahora en casi todas las categorías de trabajo serán automáticas y, por lo tanto, será necesario reconfigurar el trabajo para que las organizaciones aprovechen al máximo el componente humano. 
Tecnología de mano de obra cuantificada: en los próximos 5 años la expansión de las aplicaciones analíticas de la fuerza laboral brindará información en tiempo real sobre el desempeño individual, de los equipos y de los empleados de toda la organización.

Por lo tanto, la agenda de los empresarios ya debería abordar tanto los temas de la disrupción de la industria como los desafíos de la fuerza laboral.
¿Cómo será el futuro rol de la función del sector de Recursos Humanos? Por lo pronto, tendrá nuevas característica y funciones que se las puede resumir en estos puntos:

Necesitará habilidades diferentes a las de hoy como, por ejemplo, percepciones conductuales, conocimientos de economía, digital, capacidad para el análisis de datos, pensamiento de diseño y administración de Inteligencia Artificial, entre otras.

Ofrecerá una rápida reingeniería de la fuerza laboral como un factor crítico de éxito organizacional, centrándose en la creación y reconfiguración de trabajos tales como definir, disolver, o redefinir, en lugar de gestionar el trabajo.

Será caracterizado por un modelo operativo “outside-in” impulsado por las ideas de los negocios, los clientes y los empleados, y potenciado por la tecnología y el talento:

Ofrecerá una ventaja competitiva a través de la experiencia de la fuerza laboral al atraer, captar y retener a los mejores talentos mediante el fortalecimiento de la marca del empleador y la maximización del contacto psicológico.

Será más basado en evidencia, respaldado por la habilitación cognitiva de las percepciones de la fuerza laboral y su capacidad de análisis.

En síntesis, cambiará la forma en que la función de Recursos Humanos opera y se organiza. Los nuevos roles llevarán a que se “agregue” más valor en el futuro y el modelo operativo de RR.HH. requerirá de esos nuevos roles y de personas para llenarlo. Para esos objetivos se identifican cinco nuevos perfiles profesionales para el futuro del área: 

Configurador de la fuerza laboral, cuya responsabilidad será la de emprender la configuración y planificación de la fuerza laboral para satisfacer las necesidades futuras
Consultor de experiencia de empleados, que será un experto en diseño, pensando en asegurar una gran experiencia de los empleados.

Gerente de capacidad en robótica cuya misión será mantener los bots y las soluciones de inteligencia artificial.
Arquitecto de rendimiento de personas, que informado por la ciencia del comportamiento, ofrecerá un sistema completamente integrado del rendimiento humano.
Analista de datos de personas como el experto que aplica el análisis a las hipótesis basadas en el rendimiento de las personas.
Estos desafíos ponen a prueba a todas las organizaciones y una de las claves está en comprender que la atención debe concentrarse en las capacidades de sus recursos humanos, en el desarrollo cognitivo y el conocimiento alineado con los cambios y la disrupción tecnológica. Las respuestas a estas preguntas indican el camino a seguir.
¿Cómo deberíamos reorganizar nuestra fuerza laboral para preparar el futuro?
¿Cuáles son las habilidades críticas que nuestra empresa necesita para impulsar una ventaja competitiva?
¿Qué cultura necesitamos para tener éxito?
¿Cuánto estamos dispuestos a cambiar, automatizar, o invertir? 
¿Tenemos las habilidades correctas en Recursos Humanos? ¿Cuáles faltan?
¿Estamos preparados para reinventar el área Recursos Humanos en nuestro negocio?
¿Qué cambios debemos hacer para que se los vea como un impulso al valor en lugar de un costo administrativo?
La mayor limitación ya no es la tecnología y lo que se puede hacer como innovación, sino la imaginación de cómo podrá ser nuestro futuro. Y para ello es importante asegurarse que en este proceso de trasformación participen todos los actores involucrados. El aprendizaje es clave.

(*) Socio de Management Consulting y Líder de la Práctica de People & Change en KPMG Argentina, respectivamente.

La sociedad del futuro

Preocuparse pero no asustarse

Distintas encuestas y estudios, a escala mundial, sostienen que en 2030 la inteligencia artificial (IA) reemplazará al trabajo humano y que en 2060 el desarrollo tecnológico de esa inteligencia llegará a ser igual al pensamiento humano. Ante esta perspectiva fascinante, y que genera una gran incertidumbre ante lo desconocido, no hay que tener miedo.

Por Walter Risi (*)


Walter Risi

Hoy hay que ocuparse de afrontar estos cambios irreversibles, prepararse para ellos, y preocuparse pero no asustarse por lo que vendrá en el mediano y largo plazo, hacerlo con un sentido constructivo y pensando en cómo será la sociedad del futuro, sin ignorar lo que se viene. El mundo del trabajo como las mismas sociedades cambiarán significativamente. 

Es posible que en el futuro cercano muchos trabajos humanos se conviertan en un mix de negocios y automatización. Antes, la tarea era sencillamente hacerlo y ahora es también automatizarlo, aunque siga siendo el dueño de mi trabajo. Esto está ocurriendo en el mundo y en la Argentina también. El empleado está pasando de hacer un trabajo determinado, a ser un automatizador de ese trabajo; es decir se mezcla la figura del especialista de negocio con la del automatizador. 

Esto no es tan diferente a la forma en que piensan los desarrolladores de software, que prefieren automatizar una tarea repetitiva antes de hacerla. A escala nacional estamos viendo un avance muy significativo en muchas empresas, especialmente multinacionales con base en el país, donde el uso de capacidades de IA como el reconocimiento de voz, video e imágenes es cada vez más importante.

Soluciones a nuevos problemas

Ese “empleado automotizador” tiene un futuro promisorio. Por otro lado, aunque que las soluciones de automatización e IA puedan resolver muy bien temas específicos, el diseño general todavía requerirá intervención humana, que demandará arquitectos de soluciones que combinen a personas e IA: algo así como los ingenieros industriales del futuro. 

Otro tema importante que todavía tendrá bastante por desarrollarse en no automatizado es todo lo relacionado a los aspectos legales y liability. Por ejemplo, puede haber un robot que ejecute una acción que termina perjudicando económicamente a la empresa o a un cliente, o directamente puede afectar la salud de una persona. En tal caso el interrogante aparecerá: ¿quién sería el responsable y/o culpable de ese perjuicio? Ahí solo podrá intervenir la persona humana para arbitrar los conflictos que puedan aparecer.

Pensando en 2030 y en que la mayoría de las tareas de las personas y sus trabajos pueden ser reemplazados, todo lo que sea armar el rompecabezas entre las diferentes actividades, como diseñar una organización en la cual deberán convivir trabajos automatizados y no automatizados, no será una tarea que probablemente podrá llevar adelante la inteligencia artificial. Ahí también el factor humano será el protagonista. Y una profesión que podría tener mucha relevancia en función de esta realidad será la del arquitecto organizacional, algo así como el futuro ingeniero industrial que deberá diseñar organizaciones y negocios combinando IA y las tareas no automatizadas.

Se puede afirmar que cuando la inteligencia artificial reemplace a la mayoría de las tareas humanas, en la práctica estaremos frente a otro cambio fundamental: el de la propia organización social. Universidades del mundo están estudiando las características que tendrá la sociedad futura de 2060 y es posible que nos encontremos con organizaciones mixtas: psicólogos sociales y hombres máquinas. Los modelos de trabajo y de sociedad serán radicalmente distintos. Y el primer paso es tomar conciencia de que la vida no será la misma a la que tenemos hoy.

(*) Socio de IT Advisory KPMG Argentina.

 

Compartir:

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Noticias

CONTENIDO RELACIONADO