El rescate a Chipre rompe todas las reglas

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La reforma al mecanismo de salvar bancos destruidos, que se ha venido negociando  en el mundo y Europa desde la crisis de 2007-8, se basó en dos principios centrales. No se respetó aquí ninguno de los dos.

Primero, que los ahorros de la gente común deben protegerse, hasta un umbral alto, como 100.00 euros en la Unión Europea, por ejemplo. Y que las instituciones financieras que prestan a los bancos comprando sus bonos deberían incurrir en pérdidas cuando los bancos son rescatados: los tenedores de bonos deberían compartir las pérdidas.
La lógica de este razonamiento es simple: las instituciones financieras deberían estar lo suficientemente informadas como para evaluar los riesgos de prestar a un banco, y por lo tanto merecen que se las castigue cuando su criterio sale mal; el resto de la gente no tiene manera de saber si su banco está haciendo apuestas imprudentes. 
La idea era que los grandes inversores que compran bonos presionarían a los bancos para que mantengan una conducta correcta. Por su parte, los ahorristas minoristas  están tan confiados en que su dinero está seguro que nunca sienten la necesidad de correr a retirar lo que es suyo hasta el último centavo.
De manera que lo que muchos en el resto de la eurozona — opina Robert Peston, columnista de la BBC en Londres —  ven como escandaloso en los términos del rescate a Chipre es que esos dos principios han sido violados. Los ahorristas minoristas son castigados con un impuesto de 6.75% sobre sus depósitos hasta 
100.000 euros.

Y a los tenedores de bonos no se los toca. Eso ocurrió porque el gobierno alemán estaba decidido a que el rescate chipriota no se viera, ante los contribuyentes alemanes, como un rescate a los rusos que lavan dinero depositándolo en Chipre. 

Pero esa operación — que acaba de ser aprobada por el parlamento alemán — resultó con serios daños colaterales a la credibilidad de los políticos de la eurozona y el FMI. 

El acuerdo con Chipre vuelve a plantear la necesidad de nuevos mecanismos internacionales para poner en orden los sistemas bancarios en tiempos de crisis. 

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