Esta es la conclusión a que arriba un estudio realizado entre McKinsey Center for Business and Environment, Ellen MacArthur Foundation y Stiftungsfonds für Umweltökonomie und Nachhaltigkeit, la nueva rama económico?ambiental de Deutsche Post Foundation. El estudio, titulado “Growth within: A circular economy vision for a competitive Europe”, ofrece nuevas pruebas de que una economía circular generaría beneficios en recursos primarios de hasta ? 0,6 billones por año para 2030 a las economías europeas. Además generaría ? 1,2 billones en beneficios externos elevando los beneficios totales anuales a casi ? 1,8 billones comparados con la actualidad. Todo eso se traduciría en un aumento de 7% del PBI con respecto al escenario actual además de que tendría un impacto positivo adicional sobre el empleo.
Los principios circulares deben guiar la transición en forma diferente de la que gobierna la actual economía. Si se la persigue en forma consistente, la promesa económica es importante y la economía circular podría ser el próximo gran proyecto económico-político de Europa.
Esta economía circular es presentada como una solución práctica a la escasez de recursos que acosa al mundo. Las reservas de recursos claves como tierras raras, metales y minerales están disminuyendo mientras crecen los costos de exploración y extracción de materiales. La actual economía lineal ?esa de “tomar, hacer y tirar”? resulta en un desperdicio descomunal. 80% de los productos que se fabrican terminan en la basura en los primeros seis meses de vida.
El estudio concluye que la rápida adopción de tecnología es algo necesario pero no suficiente para lograr este nuevo modelo económico. La economía del viejo continente sigue muy dependiente de los recursos. Los defensores de la circularidad plantean que significaría para Europa la oportunidad de disminuir la dependencia y aumentar la productividad de los recursos, reducir el desperdicio, aumentar el empleo y el crecimiento. Mantienen, además, que mejoraría la competitividad y fomentaría la innovación. Ante esos planteos, otros contestan que las empresas europeas ya están adoptando muchas de las oportunidades para reciclar, remanufacturar y reusar.
El informe, además de realizar una profunda investigación, incluyó más de 150 entrevistas para analizar tres necesidades básicas del ser humano que representan 60% del gasto familiar promedio y 8% de uso de recursos: movilidad, alimentación y vivienda.
Las principales conclusiones:
1. La economía europea es notablemente derrochadora. Su modelo de creación de valor sigue funcionando con un sistema de “tomar, hacer y tirar”. En 2012 el europeo medio usó 16 toneladas métricas de materiales. 60% de los materiales descartados terminaron o en un basurero o incinerados, mientras que solo 40% se recicló o reunió. En términos de valor, el viejo continente perdió 95% del material y valor energético, mientras que el reciclado de materiales capturó solo 55% del valor original de la materia prima. Aun los sectores que más y mejor reciclan como el acero, el polietileno y el papel pierden de 30 a 75% del valor del material en el primer ciclo de uso. En promedio, Europa usa los materiales una sola vez. El análisis del sector descubrió mucho desperdicio. Por ejemplo, el auto europeo promedio permanece estacionado 92% del tiempo, 31% de los alimentos se pierden en algún punto de la cadena de valor y el espacio de la oficina europea promedio se usa solo 35 a 50% del tiempo, aun durante las horas de trabajo. Además, los ciclos de uso son cortos. Los activos manufacturados promedio duran solo nueve años (excluyendo edificios)?. Esta manera de producir y usar productos y recursos le cuesta a Europa ? 7,2 billones (millones de millones) por año en los tres sectores analizados en el informe.
2. La ola de tecnologías disruptivas y modelos de negocios podría ayudar a la economía europea a mejorar la productividad de los recursos y reducir los costos anuales para los tres sectores en ? 0,9 billón en 2030. Sin embargo, los beneficios no aprovechados del sistema y los efectos rebote podrían limitar las ganancias, con implicancias no muy claras para el empleo.
En las próximas décadas, la gran revolución digital podría tener el mismo impacto disruptivo en elementos de los tres sectores estudiados como ya lo ha hecho en muchos sectores de la información. El costo promedio por kilómetro recorrido por un auto podría caer hasta 75% gracias a los planes que permiten compartir vehículos, a los autos autónomos, a los autos eléctricos y a los mejores materiales. En alimentos, la agricultura de precisión podría mejorar entre 20 y 30% la eficiencia de los insumos, del agua y de los fertilizantes; eso, combinado con la siembra directa podría reducir los costos de maquinaria e insumos en 75%.
En edificios, los procesos industriales y modulares podrían bajar 50% los costos de construcción con respecto a la construcción tradicional. Las casas pasivas (sea, con eficiencia energética) podrían reducir el consumo de energía en hasta 90%.
Si estas nuevas tecnologías y modelos de negocios son tan prometedores, ¿no debería Europa simplemente permitir que este desarrollo siga su curso? Probablemente no, por dos razones. La primera, porque el sector público y la política influyen fuertemente en esos sectores en la actualidad. Si la tecnología cambiara profundamente esos sectores, las intervenciones públicas actuales podrían no conducir a mejorar los resultados futuros del sistema. Europa enfrentaría un verdadero riesgo de que el planeamiento urbano, los sistemas de movilidad y los sistemas alimentarios no puedan integrar bien las nuevas tecnologías y que el resultado sea mucho derroche estructural.
La segunda razón, los efectos rebote serán importantes. Los aumentos en la productividad de los recursos en los sectores estudiados siempre tuvieron una demanda elástica. Cuando los precios relativos bajan los consumidores usan más transporte individual, más metros cuadrados y más alimentos. Este efecto volumen en los tres sectores estudiados podría ser de 5 a 20% para 2030, algo que aumentaría la prosperidad pero ?de no manejarse bien?, podría aumentar las externalidades y los desafíos de recursos.
3. Europa podría, en cambio, integrar esas nuevas tecnologías y modelos de negocios en la economía de modo tal de maximizar el valor extraído de los activos y existencias materiales, aplicando las reglas de la economía circular: creando crecimiento interno. Bien integradas, las nuevas tecnologías y modelos de negocios podrían eliminar gran parte del desperdicio estructural en movilidad, alimentos y edificios y crear nuevas opciones para los consumidores. Aumentar la utilización y la longevidad de los productos tendría ventajas económicas y evitaría los efectos negativos del sistema.
El informe llama a esto crecimiento interno porque se enfoca en obtener mucho más valor con los productos y materiales existentes. El crecimiento interno podría ser una importante fuente de crecimiento para Europa. Esta economía circular podría brindar muchos mecanismos de creación de valor desacoplados del consumo de recursos finitos. El concepto descansa en tres principios: preservar y aumentar el capital natural, optimizar rendimientos a partir de los recursos en uso y fomentar la eficacia del sistema (minimizar las externalidades negativas).
Perseguir esta oportunidad de una manera ambiciosa representaría un gran cambio en las prioridades económicas de Europa. Hoy, el continente no tiene una forma establecida de medir la utilización de infraestructura clave y de productos, ya sea por su longevidad o por su éxito en preservar valor material y el ecosistema.
4. Cambiar hacia un modelo de crecimiento interno daría mejores resultados para la economía europea y rendiría beneficios anuales de hasta ? 1,8 billón para 2030. Esos beneficios vienen también con un importante efecto multiplicador. Los costos de externalidades podrían disminuir tanto como medio billón de euros. Esto hace un total anual de ? 1,8 billón para 2030, dos veces el beneficio del actual camino del desarrollo. Los modelos sugieren también que los beneficios podrían continuar creciendo rápidamente hasta acercarnos a 2050. Regenerar, compartir, optimizar, virtualizar y cambiar a nuevas tecnologías parece ser el mejor camino.
El informe incluye curvas de beneficios indicativos que sugieren hasta dónde las palancas de la economía circular podrían reducir el uso de recursos y cuáles podrían ser los efectos económicos. Los resultados de esos modelos son indicativos, descansan en múltiples supuestos y reclaman más investigaciones.
5. Los resultados de elaboraciones de modelos de equilibrio y trabajo comparativo sugieren que en la economía europea en general, la economía circular podría producir más bienestar, PBI y empleo que el actual camino de desarrollo.
Estudios de modelación económica demuestran que la renta disponible de las familias europeas podría ser hasta 11% más alta en el escenario circular con respecto al actual camino de desarrollo o 7% superior en términos de PBI
Los mayores resultados de PBI surgen del mayor consumo de corregir las trabas regulatorias y de mercado que impiden que se materialicen muchas de las oportunidades que presenta la economía circula.
6. Una economía circular podría beneficiar enormemente el ambiente y aumentar la competitividad y resiliencia. Una economía circular podría desacoplar el crecimiento económico del uso de los recursos. En los tres sectores estudiados, las emisiones de carbono podrían caer hasta 48% para 2030 (31% frente al actual camino del desarrollo). Vehículos eléctricos, compartidos y autónomos, reducción del desperdicio de alimentos, cadenas alimentarias saludables y regenerativas, casas pasivas, planificación urbana y energía renovable serían las principales fuentes de reducción de emisiones en los tres sectores. Hoy, materiales y componentes constituyen entre 40 y 60% del costo total de las firmas de manufactura en Europa.
Europa importa 69% de sus combustibles fósiles y recursos metalíferos y la Unión Europea ha enumerado 20 materiales como fundamentales para asegurar su oferta. En un escenario circular, el consumo de materiales primarios podría caer hasta 32% para 2030 y 53% para 2050.
7. Una transición a la economía circular implicaría importantes costos de transición, pero si se la maneja bien, podría crear una oportunidad para la renovación económica e industrial. La transición implicaría costos considerables, como inversión en activos e Investigación y Desarrollo, inversiones abandonadas en mitad de camino, pagos de subsidios para promocionar la penetración de nuevos productos en el mercado y gasto público para infraestructura digital. Pero cambiar al modelo circular contribuiría de manera significativa a lograr el crecimiento de Europa, el empleo y sus objetivos de empleo y ambientales. También ofrecería una oportunidad para renovar muchas oportunidades subaprovechadas. En su aspecto más ambicioso, hacer la transición a una economía circular también podría convertirse en el segundo proyecto económico político de Europa, después de crear el mercado interno.
8. Si Europa quisiera acelerar el cambio hacia una economía circular, podría crear una fuerte base emprendiendo cuatro esfuerzos. El pase a un nuevo modelo comienza por reconocer la naturaleza sistémica del cambio. Todos los sectores y campos políticos serán afectados. Por eso se necesita una acción concertada. Esa agenda común podría contener cuatro elementos:
? Búsqueda de aprendizaje, investigación e identificación de oportunidades en toda Europa.
? Desarrollo de una columna vertebral de materiales que preserven valor, un requisito fundamental para el fortalecimiento de la competitividad industrial europea.
? Iniciativas a nivel europeo, nacional y urbano para permitir que las oportunidades de negocios circulares rentables se materialicen a escala.
? Desarrollo de un nuevo sistema de gobernanza para conducir la economía hacia una mayor productividad de recursos, más empleo y más competitividad.
9. Es el momento adecuado. Las tecnologías esenciales que permitirán esto están madurando y escalando a gran velocidad. Las inversiones para hacer la transición hacia una economía circular podrían aportar un estímulo para la economía continental. Europa se encuentra en pleno proceso de cambio de conducta de sus consumidores. Los líderes de empresas están implementando nuevas estrategias y modelos de negocios. Al menos por ahora, los precios de los recursos están bajando, preparando el terreno para corregir el mercado y las distorsiones regulatorias.