jueves, 26 de diciembre de 2024

¿Cuál es el estado del mundo?

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La única forma de contar una historia de todos es usando estadísticas; solo así se puede tener una visión panorámica de las vidas de los 22.000 millones de personas que vivieron en los últimos 200 años. Los desarrollos que revelan esos datos transforman nuestras condiciones de vida mundiales, lenta pero sostenidamente.

Frente a tantas descripciones calamitosas que se escucharon durante 2016 sobre el estado del mundo ?que sin duda coincidieron con los sentimientos de mucha gente?, Max Roser pensó en la necesidad de tomar seis grandes temas mundiales ?educación, alfabetización, mortalidad infantil, vacunación, pobreza y democracia? y demostrar con mediciones concretas el avance que han experimentado esas áreas en el mundo en los últimos 200 años. Los resultados, que figuran en la publicación web “Our World in Data”, muestran cómo cambiaron las condiciones de vida.
Roser preguntó en una encuesta: 
“Teniendo en cuenta todos los aspectos, ¿Usted cree que el mundo está mejorando o empeorando, o ni una cosa ni la otra? 
En Suecia 10% contestó que está mejorando, en Estados Unidos solo 6% y en Alemania, 4%. Muy poca gente cree que estamos mejor. 
Para evaluar cómo ha cambiado el mundo es necesario tomar una perspectiva histórica. Si la pregunta es sobre todo el mundo, la respuesta también debe considerar a todos. Interesa la historia de todos.
Pobreza, de vieja data. Para ver adónde hemos llegado debemos retroceder en el tiempo. Pero no 30 o 50 años. Si hacemos la evaluación tomando el tramo de nuestra vida es fácil cometer el error de pensar que el mundo es relativamente estático: las partes ricas, saludables y educadas del mundo aquí y las regiones pobres, enfermas y con poca educación allá. Así llegamos a la falsa conclusión de que siempre fue así y siempre será así. 
Con una perspectiva más larga se ve con más claridad que el mundo no es nada estático. Los países que son ricos hoy fueron muy pobres antes y hasta estaban peor que los países pobres de hoy. 
Para no retratar un mundo estático ?el Norte siempre mucho más rico que el Sur? hay que comenzar 200 años atrás, antes de que las condiciones de vida cambiaran totalmente. 
En 1820 solo una pequeña élite gozaba de un buen nivel de vida, mientras que la amplia mayoría de la gente vivía en condiciones que hoy llamaríamos de extrema pobreza. Desde entonces, la proporción de personas muy pobres decreció continuamente. Se industrializaron muchas regiones y así creció la productividad, que a su vez hizo posible sacar a más personas de la pobreza: en 1950 tres cuartas partes del mundo vivían en extrema pobreza (menos de US$ 1,90 por día); en 1981 todavía era de 44%. Para el año pasado la investigación arroja que la extrema pobreza ha caído a 10%. Un logro enorme. 
Aumentar la productividad fue importante porque hizo que los productos y servicios vitales dejaran de ser escasos: más alimentos, mejor vestimenta y menos hacinamiento en la vivienda. Al aumentar la productividad se redujeron las horas de trabajo. 
El crecimiento económico también fue muy importante porque cambió la relación entre la gente. En el largo tiempo en que el mundo vivió sin crecer, la única forma de mejorar económicamente era cuando empeoraba la situación de alguna otra persona. La buena suerte propia era la mala suerte del otro. El crecimiento económico hizo posible que mejorara la situación personal y también la de los demás. La ingeniosidad de los que crearon la tecnología que aumentó la productividad hizo a algunos de ellos muy ricos y al mismo tiempo aumentó la productividad y los ingresos de los demás. 
Lamentablemente los medios están demasiado obsesionados con contar acontecimientos sueltos y las cosas que salen mal y prestan poca atención a los lentos desarrollos que le van cambiando la cara al mundo.

Alfabetización. En 1820 una de cada 10 personas sabía leer y escribir; en 1930 era una de cada tres y ahora en el mundo 85% de la población está alfabetizada. 
Si uno piensa que la ciencia, la tecnología y la libertad política son importantes para resolver los problemas del mundo y que para eso hace falta saber leer y escribir, entonces hay que mirar las cifras en números absolutos. En 1800 había 120 millones de personas en el mundo que sabían leer y escribir; hoy hay 6.200 millones de personas alfabetizadas.

Salud. Una de las razones por las que no vemos progreso es porque no estamos conscientes de cuán malo era el pasado. 
En 1800 las condiciones sanitarias de nuestros ancestros eran tan deficientes que alrededor de 43% de los recién nacidos del mundo morían antes de cumplir cinco años. 
Sería un error suponer que la medicina moderna fue la única razón por la que mejoró la salud. Al principio el aumento de la prosperidad y los cambios en la vida social importaron más que la medicina. Hubo mejoras en la vivienda y en los servicios sanitarios que aumentaron la posibilidad de pelear contra las enfermedades infecciosas. La dieta más sana posibilitada por mayor productividad en el sector agrícola y el comercio exterior? nos hizo más resistentes a las enfermedades. Al mejorar la nutrición y la salud, nos volvimos más inteligentes y más altos.
Pero la ciencia y la medicina también fueron importantes. Una población más educada logró avances científicos que hicieron posible reducir aun más la mortalidad y las enfermedades. Especialmente importante fue el descubrimiento de la teoría de la enfermedad por gérmenes en la segunda mitad del siglo 19. Retrospectivamente es difícil entender por qué una nueva teoría puede ser tan importante. Pero en una época en la que los médicos no se lavaban las manos cuando pasaban de hacer un post-mortem a un parto, la teoría convenció a nuestros ancestros de que la higiene y la sanidad pública eran fundamentales para la salud.
La teoría de los gérmenes fundó las bases para el desarrollo de antibióticos y vacunas y ayudó al mundo a ver la importancia de la salud pública. 
Con esos cambios la salud global mejoró de una forma espectacular. En 2015 la mortalidad infantil fue de 4,3%, 100 veces más baja que 200 años atrás. Hay que tomar esta perspectiva larga para ver el progreso que hemos logrado.

Libertad. La libertad política y las libertades civiles están en el corazón mismo del desarrollo porque son un medio y un fin para el desarrollo. El periodismo y el discurso público son los pilares sobre los cuales se apoya esta libertad, pero la evaluación cualitativa de estos aspectos conlleva el riesgo de que erróneamente percibamos una declinación de libertades cuando en realidad estamos elevando la vara con la que juzgamos nuestra libertad. Por lo tanto, los análisis cuantitativos son útiles porque miden libertad en los países con la misma vara y a lo largo del tiempo. 
Pongamos entonces en perspectiva cómo cambió la lilbertad política en los últimos 200 años. En el siglo 19 más de la tercera parte de la población vivía en regímenes coloniales y casi todos los demás vivían en países gobernados autocráticamente. La primera expansión de libertad política de finales del siglo 19 en adelante fue aplastada por el ascenso de regímenes autoritarios que se asentaron en los tiempos que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. 
En la segunda mitad del siglo 20 el mundo cambió mucho: se acabaron los imperios coloniales y muchos más países optaron por la democracia. Especialmente importante fue el desmembramiento de la Unión Soviética que permitió que más países se democratizaran. Ahora una de cada dos personas en el mundo vive en democracia. 
Fertilidad. El crecimiento de la población aumentó la demanda de recursos y el impacto sobre el ambiente. Pero que aumente la población significa que nos morimos más tarde que nuestros ancestros.
En tiempos pre-modernos la fertilidad era alta, la norma era cinco o seis hijos por mujer. Lo que mantenía bajo el crecimiento de la población era la alta tasa de mortalidad porque muchos niños morían antes de llegar a la edad reproductiva. La población siguió aumentando cuando ganamos la pelea contra la muerte. La expectativa de vida global se duplicó en los últimos 100 años.

Educación. Ninguno de los logros de los últimos dos siglos se habrían logrado sin la expansión del conocimiento y la educación. La revolución en cómo vivimos no solo fue impulsada por la educación sino que hizo que la educación sea más importante que nunca.

¿Por qué no sabemos esto?
Lo que motivó esta historia de las condiciones de vida globales, fue el resultado de la encuesta que documentó la perspectiva tan negativa del desarrollo global que tiene la mayoría de la gente. La evidencia empírica lo desmiente.
Los medios de comunicación tienen parte de la responsablidad porque no nos cuentan cómo está cambiando el mundo, nos cuentan solo lo que anda mal. 
Es que se ocupan de hechos sueltos y los hechos sueltos suelen ser negativos. Aviones que se caen, ataques terroristas, desastres naturales, resultados de elecciones que no nos gustan. En cambio los desarrollos positivos son más lentos y menos espectaculares. 
El resultado de que los medios y el sistema educativo no presenten información cuantitativa sobre desarrollos de largo plazo es que la enorme mayoría de la gente sea completamente ignorante sobre el desarrollo global. 
La dificultad de contar la historia de cómo cambió la vida de todos en los últimos 200 años es que uno no puede elegir historias sueltas. Las historias sobre pueblos individuales son mucho más interesantes ?las que generalmente preferimos? pero no pueden ser representativas de cómo ha cambiado el mundo. Para lograr una representación de cómo ha cambiado el mundo en su totalidad hay que contar muchas muchas historias todas a la vez. Y en eso consiste la estadística.

Por qué importa que sepamos esto
La exitosa transformación de nuestras condiciones de vida fue posible por la colaboración. Son los cerebros colectivos y en un esfuerzo de colaboración los que se necesitan para lograr una mejora. 
Sigue habiendo problemas. Nada de todo lo dicho nos da motivos para la complacencia. Por el contrario, muestra que todavía hay mucho por hacer: que 1 de cada 10 personas todavía viva en extrema pobreza es inaceptable. Tampoco se pueden aceptar restricciones a la libertad que se mantienen o se imponen. Y está claro que el impacto de la humanidad sobre el medio ambiente está en un nivel que no es sostenible y que está haciendo peligrar la biosfera y el clima de los que depende. 
No hay ninguna ley inexorable que asegure que el mundo continúe esta tendencia de mejorar las condiciones de vida. Pero lo que está claro desde la perspectiva del largo plazo es que los últimos 200 años nos trajeron a una posición mejor que nunca para resolver esos problemas. La resolución de los grandes problemas es siempre una tarea de colaboración. Y el grupo de personas capaz de trabajar hoy es el más capaz que ha tenido el planeta. Acabamos de ver el cambio en el tiempo: el mundo hoy es más sano, más rico, y está mejor educado.

El peligro nuclear es mayor que en los 80

Si bien es cierto que en el mundo hay menos armas nucleares, ni Rusia ni Estados Unidos dejaron de invertir en armamento y sistemas de lanzamiento. En la Casa Blanca habita hoy un hombre irascible y famoso por su ignorancia sobre este tema. En el Kremlin habita el primer líder ruso desde Nikita Khrushchev que puso el tema nuclear sobre la mesa, que disfruta provocando a Europa y sembrando muerte en Medio Oriente. Lo que más asusta es que de estos dos hombres, Vladimir Putin es el que razona.
No fue casual que Putin hablara públicamente de actualizar el arsenal nuclear ruso el día anterior a su conferencia de prensa anual. Era evidente que quería que le preguntaran sobre el tema ante los ojos del mundo. Lo que nadie suponía era que Donald Trump iba a reaccionar tuiteando que Estados Unidos “debe fortalecer y aumentar mucho su capacidad nuclear”. El diario The New York Times, no muy seguro del significado exacto de esas palabras, dijo que mientras a Obama le había llevado un año de estudio y 64 páginas expresar su política nuclear, Trump lo había hecho en minutos y 140 caracteres. 
Putin tal vez pretendiera manipular al neófito político estadounidense para que firme un tratado que dejara a Rusia a salvo de los misiles norteamericanos. Pero si así fuera, no contaba con que el método Trump consiste en sacar un tweet del cinto con la misma rapidez que el cowboy desenvainaba su revólver. Putin, dijo Gary Kasparov, ama el “póker geopolítico”, pero Trump es demasiado impaciente para el póker.

 

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